España en la Edad Moderna: Monarquía, Imperio y Crisis

Los Reyes Católicos: Unión Dinástica e Instituciones de Gobierno

Con el reinado de los Reyes Católicos se inicia la Edad Moderna en España. Tras el matrimonio celebrado en 1469, Isabel accede al trono de Castilla en 1474. Un año más tarde estalla una guerra civil en Castilla ante las reivindicaciones de Juana “la Beltraneja”, apoyada por Portugal. Isabel cuenta con el apoyo mayoritario de las ciudades, el clero, parte de la nobleza y Aragón. En 1478, el Tratado de Alcaçovas pone fin a la guerra y reconoce a Isabel como reina de Castilla. Al año siguiente, Fernando sucede a Juan II en el trono de Aragón. En 1475 se había firmado la Concordia de Segovia, por la que se producía una unión dinástica de ambas Coronas, si bien cada una mantenía sus leyes, instituciones y fronteras, con virreinatos en cada territorio. Coordinaban su política exterior y reconocían el Tribunal de la Inquisición como la única institución común a ambas Coronas. Ejercieron el poder de una forma personalista y reforzaron la autoridad de la monarquía mediante diferentes medidas:

  • Control de la nobleza y de las órdenes militares.
  • Creación del modelo polisinodial mediante Consejos especializados (de Hacienda, de Guerra, de Indias…).
  • Organización de Justicia mediante chancillerías y audiencias.
  • Creación de un ejército moderno, profesional y no dependiente de la nobleza.

1492: Guerra de Granada y Descubrimiento de América

Los objetivos prioritarios de los Reyes Católicos tras la unión dinástica fueron la uniformidad religiosa peninsular y la unificación de todos los reinos peninsulares. La conquista de Granada fue una guerra contra el infiel a favor de la propagación de la fe católica, que supuso la denominación de Isabel y Fernando como Reyes Católicos. La guerra comienza en 1482, aprovechando las luchas internas del Reino Nazarí. Finalmente, se empleó la técnica del asedio y la posterior capitulación. Tras un sitio de un año, Boabdil firmó las capitulaciones que garantizaban a la población el mantenimiento de sus costumbres, propiedades, leyes y religión. Ese mismo año, Isabel I y Colón firman las Capitulaciones de Santa Fe, que implican la financiación de Castilla del proyecto colombino y el reconocimiento al almirante del cargo de virrey, gobernador y receptor de una décima parte de las riquezas obtenidas en las nuevas tierras descubiertas, mientras la titularidad de las mismas sería reconocida a la Corona de Castilla. Colón realizó cuatro viajes a la India y murió sin saber que había llegado a un nuevo continente.

Carlos I: Política Interior y Conflictos Europeos

Carlos V introdujo la dinastía Habsburgo en España y su reinado se vio condicionado por la inmensa herencia recibida: de sus abuelos maternos y su madre Juana hereda las Coronas de Castilla y Aragón (más sus territorios mediterráneos); de su padre, Felipe el Hermoso, heredó los Países Bajos, Luxemburgo, Franco-Condado y Borgoña; y de su abuelo paterno, Maximiliano I, los territorios de la Casa de Habsburgo y el derecho a ser propuesto emperador, título que obtuvo en 1519. Este vasto imperio, sumado a la idea de unidad cristiana, alejó a Carlos V de los territorios peninsulares, que quedaron en manos de cargos extranjeros, ante los que estallaron dos conflictos internos:

  • Las Comunidades (1520-1521): Reclamaron la exclusión de los extranjeros de los cargos políticos y un mayor protagonismo de las Cortes castellanas, pero fueron derrotadas en Villalar en 1521 gracias al apoyo de la alta nobleza a la Corona.
  • Las Germanías (1519 y 1524 en Valencia y Mallorca): Motivadas por la crisis económica (peste, piratería) y el abusivo poder de la nobleza, fueron reprimidas por orden de Carlos V.

En Europa, Carlos se enfrentó a la expansión del protestantismo (Paz de Augsburgo, 1555), al Imperio Otomano (conquista de Túnez en 1535) y a Francia, por el dominio de los territorios italianos (Saqueo de Roma en 1527).

Felipe II: Gobierno y Administración

Felipe II (1527-1598) heredó los territorios de su padre salvo las posesiones austriacas y el título de emperador, si bien incorporó el reino de Portugal en 1580 por sus derechos maternos, consiguiendo la unidad peninsular. En política interior, al contrario que su padre, centró su atención y presencia en la península, desarrollando un gobierno autoritario apoyado en consejos especializados. Sin embargo, esto no impidió el desarrollo de conflictos internos, de los que destacan:

  • La rebelión de los moriscos en las Alpujarras (1568-1570): Motivada por el trato discriminatorio que recibían tras su conversión al cristianismo y que culminó con la deportación de 80.000 moriscos de Granada.
  • El caso Antonio Pérez: Evidenció la dificultad de la unidad jurídica peninsular, cuando el antiguo secretario del monarca huyó al reino de Aragón para escapar de las acusaciones de corrupción en Castilla.

Baluarte de la Contrarreforma, en política exterior europea, heredó los problemas de su padre:

  • Derrotó a Francia en la Batalla de San Quintín (1557).
  • Derrotó a los turcos en la Batalla de Lepanto (1571) en alianza con el Papado y Venecia.
  • Derrota frente a Inglaterra con el naufragio de la Armada Invencible en 1588.
  • Inicio de la Guerra de los Ochenta Años por la extensión del calvinismo en Flandes y que culmina con la declaración de independencia de las Provincias Unidas (1566).

Los Austrias del Siglo XVII: El Gobierno de Validos

Los Austrias del siglo XVII delegaban las labores de gobierno en personas de confianza conocidos como validos, quienes actuaron al margen de los órganos de gobierno en sus propios intereses, despertando la oposición de la alta nobleza.

  • Felipe III (1598-1621): Delegó su poder en el Duque de Lerma, quien llevó a cabo una política exterior pacifista motivada por la crisis económica, y en la política interior impuso la expulsión de los moriscos en 1609 con el pretexto de evitar su apoyo a turcos y piratas berberiscos.
  • Felipe IV (1621-1665): Delegó en el Conde-Duque de Olivares, quien diseñó la “Unión de Armas”, proyecto por el que pretendía que todos los reinos contribuyesen igual que Castilla al mantenimiento de la política exterior, y provocó la crisis de 1640. Revueltas independentistas se extendieron por gran parte de los territorios (Aragón, Navarra, Andalucía y Nápoles), pero destacan:
    • Portugal: Las Cortes proclamaron rey al Duque de Braganza como Juan IV. Felipe IV, desfasado por la crisis interna y la guerra en Europa, no pudo evitar la independencia.
    • Cataluña: Las revueltas culminaron con el asesinato del virrey (Corpus de Sangre) y la sumisión a la protección militar francesa. Cataluña comprendió que el centralismo francés no respetaría sus leyes y se reintegró en España tras la promesa de Felipe IV de respetar sus fueros.
  • Carlos II (1665-1700): Tuvo varios validos que no pudieron evitar la decadencia de la Monarquía Hispánica en la escena internacional. Su muerte sin descendencia en 1700 y el nombramiento de Felipe de Anjou como heredero iniciaron un nuevo periodo de España en la historia moderna.

La Guerra de los Treinta Años y la Pérdida de la Hegemonía Española

A lo largo del siglo XVII, España perdió su hegemonía en Europa y se convirtió en una potencia de segundo orden. La Pax Hispánica de Felipe III motivó la Tregua de Doce Años en 1609 con las Provincias Unidas y la paz con Inglaterra en 1604. La participación española en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) durante el reinado de Felipe IV y la posterior Paz de Westfalia (1648) supuso el reconocimiento de independencia de las Provincias Unidas. La guerra contra Francia, quien intentaba evitar el dominio de los Habsburgo en Europa, y la firma de la Paz de los Pirineos en 1659 supuso la cesión de Rosellón y Cerdaña, Franco Condado y Países Bajos. Estas dos últimas bajo el reinado de Carlos II.

Principales Factores de la Crisis Demográfica y Económica del Siglo XVII

En el plano económico, la política exterior de Felipe IV (Guerra de Treinta Años) obligó a un aumento de la presión fiscal y a la devaluación monetaria para afrontar una crisis económica permanente (bancarrotas) hasta la década de 1680. Además, la producción agrícola disminuyó por las malas cosechas, que motivaron varias hambrunas y un descenso de población (desciende la natalidad y aumenta la mortalidad por guerra), que supone a su vez una caída de la demanda, afectando a la artesanía y el comercio. En esta crisis demográfica se incluyen las migraciones por expulsiones y colonizaciones. En el plano social, el dominio de la nobleza y la Iglesia rentistas perjudicaron aún más la crisis económica. El comercio con América estaba en manos de extranjeros y el atraso tecnológico aumentaba las importaciones europeas. La nobleza incrementó la presión fiscal sobre los campesinos, lo que hizo que las clases populares se empobrecieran más y que la minoritaria burguesía fuera más reducida todavía. De esta manera, mientras el siglo XVII marca el despegue demográfico y económico de las futuras potencias europeas, para España supone un siglo de estancamiento.

La Guerra de Sucesión Española y el Sistema de Utrecht

La Guerra de Sucesión es el conflicto bélico desarrollado entre 1701 y 1714 tras la muerte de Carlos II en 1700 sin descendencia. El rechazo del nombramiento de Felipe de Anjou como sucesor desencadena una guerra europea y civil entre los partidarios de este y los del archiduque Carlos de Austria. A nivel europeo, existe un miedo a la unión entre Francia y España que rompa el equilibrio establecido en Westfalia. A nivel peninsular, ciertas regiones temen que el centralismo francés ponga fin a los fueros. Carlos de Austria es apoyado por Inglaterra, Austria, Portugal, Países Bajos y Aragón; Felipe es apoyado por Francia, Castilla y Navarra. El nombramiento de Carlos como emperador de Austria en 1711 precipita el fin del conflicto ante el temor de una reconstrucción del Imperio de Carlos V. La Paz de Utrecht, firmada en 1713, liquida el imperio español con concesiones territoriales para Austria, para Saboya y para Inglaterra. La llegada de los Borbones a España pone fin al antagonismo con Francia y condiciona la futura política exterior. Mediante los Pactos de Familia, España será la nueva aliada de Francia (participación en la Guerra de Independencia de EEUU).

La Nueva Monarquía Borbónica: Los Decretos de Nueva Planta

La política borbónica española se inspiró en el modelo absoluto y centralista francés. En 1713, Felipe V aprobó la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres, y los Decretos de Nueva Planta para Aragón y Valencia en 1707 y para Cataluña y Mallorca en 1716, que suponían el fin de sus fueros como castigo al apoyo prestado al archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión. Las Cortes de Castilla se convierten en las Cortes Generales del reino y las secretarías de Estado sustituyen a los antiguos Consejos. La administración territorial se dividía en Intendencias (precedente de las provincias) y en municipios, con cargos en ambos casos nombrados por la Corona. Tan sólo Navarra conservó sus fueros y privilegios fiscales. Ante la necesidad de reformar el sistema impositivo y aprovechando el derecho de conquista, implantaron un nuevo impuesto sobre Valencia, Mallorca, Aragón y Cataluña: una cuota fija que se repartía proporcionalmente sobre sus habitantes. El éxito de la recaudación se evidenció en muy poco tiempo, pero cuando se intentó su puesta en marcha sobre toda España (Catastro de Ensenada, 1750-1753), las fuertes resistencias de los privilegiados impidieron su realización.

La España del Siglo XVIII: Expansión y Transformaciones

La puesta en marcha de nuevas ideas ilustradas y fisiócratas intentó modernizar el país. El siglo XVIII será de crecimiento demográfico desigual, mucho más importante en la periferia. La población aumentaba por encima de la oferta de alimentos, incapacidad agraria debida a la amortización de la propiedad, la falta de inversiones y la expansión sobre tierras de baja calidad. En relación a la producción industrial, destacan las manufacturas reales puestas en marcha por los Borbones y subvencionadas por el Estado para frenar las importaciones de productos de lujo. Además, el trabajo a domicilio y las factorías con máquinas modernas empezaban a aparecer en Valencia, País Vasco y, especialmente, en Cataluña, donde la industria textil seguía las innovaciones técnicas europeas. A nivel comercial, la Corona patrocinó la fundación de Compañías comerciales y la liberalización total del comercio americano, acabando con el monopolio de Cádiz en 1778. Puertos como el de Barcelona se especializaron en la exportación de productos locales (aguardientes, tejidos…), generando un proceso de crecimiento económico en el conjunto de Cataluña.

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