La Crisis de 1808 y el Reinado de Carlos IV (1788-1808)
El reinado de Carlos IV estuvo marcado por el estallido de la Revolución Francesa, que condicionó tanto la política interior como la exterior.
En el interior, se tomaron medidas para evitar el contagio revolucionario:
- Cierre de las fronteras.
- Prohibición de estudiar en Francia.
- Restricción a los periódicos para publicar noticias sobre Francia.
- Revitalización de la Inquisición como elemento represor.
En política exterior, se intentó salvar la vida del rey Luis XVI, y al no conseguirlo, España declaró la guerra a la Francia revolucionaria (que terminó con la Paz de Basilea de 1795).
Comenzó una nueva etapa de alianza y sumisión a Napoleón con el Tratado de San Ildefonso, que renovaba los Pactos de Familia, asumiendo el enfrentamiento con Inglaterra y Portugal. Esto implicó la participación española en la batalla de Trafalgar y la firma del Tratado de Fontainebleau, por el que la monarquía española permitió el paso de tropas francesas hacia Portugal con el objetivo de ocupar ese país y hacer efectivo el bloqueo continental impuesto por Napoleón contra Gran Bretaña. En virtud de dicho acuerdo, una vez conquistado Portugal, sería dividido en tres partes: una para Francia, otra para España y la tercera para Godoy.
Godoy, enfrentado con Fernando VII, dirigía la política española. En 1807, Fernando conspiró para intentar hacerse con el poder sin éxito (Conspiración del Escorial). En marzo de 1808, se produjo el Motín de Aranjuez contra Godoy, instigado por Fernando y protagonizado por campesinos, soldados y servidores de palacio. Carlos IV destituyó a Godoy y abdicó en su hijo Fernando, al tiempo que pidió ayuda a Napoleón para recuperar el trono. Napoleón aprovechó estas divergencias familiares para atraer a la familia real a Bayona, donde consiguió que Fernando devolviera el trono a su padre Carlos, y éste renunciara al mismo a favor de Napoleón, quien a su vez se lo cedió a su hermano José I.
El Reinado de José I (1808-1814) y la Guerra de Independencia
José I reinó en la parte de España ocupada por las tropas francesas con el apoyo de los afrancesados, reformistas e ilustrados que pretendían la modernización pacífica de España. Para legalizar su poder, José I elaboró el Estatuto de Bayona, una carta otorgada que pretendía modernizar las estructuras políticas españolas según el modelo francés. Proponía una reforma política y social para desarrollar el comercio, disminuir el poder de la nobleza y potenciar la burguesía. Se estableció la libertad de industria y comercio y la supresión de las aduanas interiores. España sería una monarquía hereditaria en la que el rey debía respetar los derechos ciudadanos y contar con instituciones representativas: Cortes, Senado vitalicio y Consejo de Estado como principal órgano consultivo y de resolución de conflictos.
La monarquía de José I se planteó reformar y modernizar las estructuras políticas, económicas y sociales de España para superar el Antiguo Régimen y competir con las principales potencias europeas del momento. Pero se encontró con fuertes resistencias de los sectores más conservadores de la sociedad española (nobleza, iglesia y campesinado) y se desarrolló en el ambiente de la Guerra de Independencia, lo que dificultó su implantación. Dentro de la resistencia, existían notables diferencias, aunque coincidían en el rechazo del invasor francés y en el deseo del regreso de Fernando VII como legítimo rey. Entre ellos encontramos a los liberales (que compartían con los franceses el deseo de establecer una nueva monarquía de progreso) y a los absolutistas, defensores de la monarquía absoluta, la religión y la tradición.
En el marco de la monarquía de José I y la Guerra de Independencia, surgieron las Juntas Locales, que destituyeron a las autoridades y estaban integradas por las clases dominantes, pero con nuevos compromisos políticos. Estas juntas se unieron en las Juntas Provinciales, y estas en la Junta Central, que actuó como coordinadora, dirigiendo la guerra y el gobierno en las zonas no ocupadas por los franceses. En 1810, la Junta Central cedió su poder al Consejo de Regencia, que actuó en nombre de Fernando VII y se estableció en Cádiz, la zona más segura de la Península.
La Guerra de Independencia (1808-1814)
La Guerra de Independencia fue una guerra de liberación frente al invasor francés, pero también tuvo un componente popular al enfrentar a afrancesados y patriotas. Fue una guerra internacional, un conflicto civil y una crisis política. En esta guerra se diferencian las siguientes etapas:
- Ocupación y levantamiento (2 de mayo – 4 de noviembre de 1808): El Tratado de Fontainebleau de 1807 entre Francia y España permitía el paso de tropas francesas hacia Portugal con el objetivo de asegurar el bloqueo continental decretado por Napoleón. Las tropas francesas entraron en territorio español, lo que provocó dos hechos fundamentales:
- 2 de mayo en Madrid: La multitud se enfrentó a las tropas francesas para evitar el rapto de la familia real. Este levantamiento fue instigado por la nobleza y protagonizado por las clases populares.
- Batalla de Bailén: Los españoles vencieron a las tropas francesas gracias a su conocimiento del terreno y al apoyo de la población. Esta batalla dio confianza a los españoles y obligó a Napoleón a replantearse la situación.
- Predominio francés (noviembre de 1808 – 1812): Napoleón entró en España para dirigir personalmente las operaciones militares. El ejército francés avanzó rápidamente, llegando hasta Cádiz y Lisboa. La presencia de Napoleón favoreció la organización de la guerrilla española: una organización paramilitar, espontánea, que atacaba por la retaguardia al ejército francés y cortaba las vías de suministro y comunicación.
- Ofensiva hispano-inglesa (1812-1814): Napoleón decidió invadir Rusia y envió tropas que estaban en España a la campaña rusa. Esto fue aprovechado por españoles e ingleses para concentrar sus ataques. Napoleón fue derrotado en Rusia, lo que aumentó las victorias hispano-inglesas. Se firmó el Tratado de Valençay para devolver la corona a Fernando VII. En 1814, Napoleón firmó el Tratado de París, reconociendo su derrota.
La Guerra de Independencia fue un desastre para España, con las siguientes consecuencias:
- Económicas: Aumento de la deuda pública, colapso de las fuentes de riqueza con el comercio paralizado, la industria castellana desmantelada y la agricultura en crisis.
- Europa: España aumentó su prestigio por su contribución a la derrota de Napoleón, pero jugó un papel secundario en el Congreso de Viena.
- Estallido del movimiento independentista: Los criollos aprovecharon el levantamiento del 2 de mayo para organizar sus propias juntas de gobierno, que proclamaron la independencia de los diferentes territorios americanos, lo que condujo a la guerra de emancipación.