Aislamiento y neutralidad
Tras la Guerra Civil, España quedó aislada internacionalmente. El régimen franquista se adhirió al Pacto Antikomintern, pero se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, envió la División Azul al frente ruso.
El fin del aislamiento
A partir de 1950, la ONU recomendó el fin del aislamiento internacional de España. Esto se rompió con la firma de los acuerdos con EE.UU. y el Concordato con el Vaticano.
Crecimiento económico
La ayuda económica posibilitó el inicio del crecimiento económico. El Plan de Estabilización de 1959 liberalizó la economía y dio lugar al»milagro económic» de los años 60.
Inmovilismo político
En el plano político, el régimen consagró el inmovilismo con la aprobación de la Ley de Principios del Movimiento Nacional en 1958.
El fin de la autarquía
Los acuerdos con EE.UU. y el Concordato con el Vaticano supusieron el reconocimiento internacional del régimen. Esto permitió el fin de la autarquía y el inicio del crecimiento económico.
Renovación política
En 1957, el gobierno integró a un grupo de tecnócratas vinculados al Opus Dei. Estos desarrollaron el Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo.
Desarrollo económico
El periodo 1961-1973 estuvo marcado por el desarrollo económico, gracias a las inversiones extranjeras, el turismo y la emigración.
Cambio social
El aumento demográfico y la reducción de la mortalidad obligaron al Estado a proporcionar servicios sociales. Se produjeron cambios en las mentalidades, restando peso al control de la Iglesia.
Reformas
En este sentido reformista se interpretan la Ley de Prensa de 1966 y la Ley de Libertad Religiosa de 1967.
El ocaso del régimen
La modernización del país llevó a la sociedad a demandar cambios políticos. La oposición se desarrolló en la clandestinidad, el nacionalismo y la oposición legal.
Represión y tensión
El envejecimiento de Franco y el avance de la oposición incrementaron la inseguridad del régimen, que retornó a posturas más represivas.
Crisis y muerte de Franco
La condena a muerte de militantes del FRAP y ETA, las tensiones con el Vaticano y la pérdida del Sahara Occidental agravaron la crisis. El 20 de noviembre de 1975, Franco murió y Juan Carlos fue proclamado Rey de España.