El Gobierno de Bonaparte (1808-1814)
La Constitución de Bayona
Napoleón quiso justificar el cambio de dinastía en España y convocó en Bayona a un grupo de notables para que, a modo de unas Cortes, refrendasen su decisión y aprobasen una constitución. La Constitución de Bayona era, en realidad, una carta otorgada, que imponía un régimen de monarquía constitucional. Además, reconocía derechos individuales, la libertad de imprenta y la inviolabilidad del domicilio. La Guerra de la Independencia impidió que la Constitución de Bayona entrase en vigor.
El Programa de Reforma Socioeconómica
Sucesivas leyes pusieron fin al Antiguo Régimen: plantearon la igualdad impositiva, desvincularon los mayorazgos y extinguieron el régimen señorial. Este programa de cambio político y de reforma económica contó con el apoyo de los afrancesados, antiguos ilustrados que se avinieron a colaborar con el nuevo régimen y que al final tuvieron que salir de España. Muchas de estas medidas no se hicieron efectivas debido a las derrotas francesas. Napoleón quería las tierras españolas.
La Restauración Absolutista (1814-1820)
Fernando VII regresó a España tras ser liberado por Napoleón. A su llegada, un grupo de diputados le entregó el Manifiesto de los Persas, en el cual se instaba al rey a que restituyera la plena soberanía real. Fernando VII decretó la abolición de toda la legislación salida de las Cortes de Cádiz y la persecución y encarcelamiento de los liberales. Era la vuelta al Antiguo Régimen. Mayor presión fiscal y menor entrada de ingresos, tras la guerra, el déficit había aumentado con la pérdida de la soberanía en las colonias de América. El Estado se encontraba prácticamente en quiebra financiera. En los primeros años del reinado de Fernando VII se sucedieron los pronunciamientos militares y las sociedades secretas, como la masonería.
España entre 1833 y 1900: La Consolidación del Sistema Político Liberal
Tras la muerte de Fernando VII en 1833, se puso en práctica el sistema político liberal que triunfó a lo largo del reinado de su hija Isabel II. La existencia de constituciones mantuvo un fuerte poder en manos de la corona. La vida política se caracterizó por la oposición entre dos partidos: moderados y progresistas.
- Los moderados defendían el aumento de poderes de la corona, la restricción del sufragio y el control de los ayuntamientos mediante la designación de los alcaldes por el gobierno.
- Los progresistas defendían el recorte del poder de la corona, el aumento del cuerpo electoral, la autonomía de los ayuntamientos y el control del orden público por los ciudadanos.
La Nueva Sociedad de Clases
- La alta nobleza siguió teniendo gran influencia económica y social. Muchos de sus miembros constituían la élite política o supieron engrandecer su patrimonio al invertir en nuevos negocios.
- Las clases medias constituían una pequeña parte de la población, las más ligadas al nuevo régimen liberal y las más emprendedoras en el terreno económico.
- Las clases bajas mantuvieron una situación económica precaria. Surgió el movimiento obrero en España. El socialismo debe su organización a Pablo Iglesias, quien fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Se creó la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato vinculado al PSOE.
Una Débil Revolución Industrial
Los cambios económicos fueron lentos, aunque progresivamente se fue introduciendo la Revolución Industrial. El nuevo sistema económico no se consolidó en el siglo XIX. Las transformaciones económicas no fueron tan intensas como en Inglaterra, Francia o Alemania, debido a diversos factores. Fueron empresas extranjeras las que invirtieron en la creación de fábricas, bancos e infraestructuras. Las primeras industrias se localizaron en la textil catalana y las siderurgias vasca, asturiana y andaluza. Se fundó en Madrid la primera compañía eléctrica. Se fundaron las primeras instituciones financieras, como los bancos modernos y la Bolsa de Madrid. La actividad más característica fue el ferrocarril, ya que el tendido ferroviario básico se construyó entre 1848 y 1870.
El Reinado de Isabel II (1833-1868)
Las Guerras Carlistas
La muerte de Fernando VII en 1833 precipitó la guerra entre los partidarios de su hermano Carlos, a los que se llamó carlistas, y los partidarios de la reina Isabel. Don Carlos fue apoyado por los partidarios del absolutismo y la reina por los liberales. Los carlistas tuvieron fuerza en el País Vasco y Navarra, donde había grupos antiliberales y ultracatólicos. La Primera Guerra Carlista se desarrolló entre 1833 y 1839 y terminó con la derrota carlista.
La Época de las Regencias
Regencia de María Cristina (1833-1840)
Gobernó su madre, María Cristina, como regente. En 1834, la regente promulgó un Estatuto Real. El carácter conservador del Estatuto Real produjo la división de los liberales en moderados, partidarios del Estatuto, y progresistas. La reina entregaba siempre el gobierno a los moderados, por lo que los progresistas organizaron el Motín de la Granja. El gobierno de Mendizábal amplió el derecho al voto y desamortizó las tierras de la Iglesia. Se promulgó la Constitución de 1837: reconocía la soberanía nacional y se establecían Cortes bicamerales.
Regencia de Espartero (1840-1843)
En 1840, el general Espartero, líder de los progresistas, se convirtió en el nuevo regente. Espartero se granjeó la enemistad tanto de los moderados como de algunos progresistas que rechazaban la política autoritaria del regente.
Reinado de Isabel II (1843-1868)
Década Moderada (1844-1854)
Los moderados lograron el poder. Isabel II encargó el gobierno a Narváez y Bravo Murillo. El Estado se reguló por medio de la Constitución de 1845: soberanía compartida entre el rey y las Cortes, elegidas por un sufragio muy restringido. El Estado se organizó de forma centralista. Los nuevos códigos Civil y Penal y la reforma fiscal igualaban las leyes y los impuestos entre todos los territorios.
Bienio Progresista (1854-1856)
La política ultraconservadora de Bravo Murillo condujo a la radicalización de progresistas y demócratas. Una de las medidas más importantes fue la nueva desamortización, que afectó a los bienes eclesiásticos y a las tierras comunales. Los conflictos sociales y las luchas por el poder acabaron con el Bienio Progresista.
La Unión Liberal (1856-1868)
O’Donnell creó en 1854 la Unión Liberal, un partido centrista entre moderados y progresistas que gobernó durante 12 años. Fue un periodo de cierta estabilidad, pero la crisis económica se acentuó y aumentó la oposición al gobierno.