La Constitución de 1931 y el Bienio Reformista
A. Proclamación de la II República
Conocidos los resultados de las elecciones municipales, hubo una serie de manifestaciones en las cuales se vitoreaba a la República y que no fueron reprimidas por las fuerzas del orden público. Alcalá Zamora, presidente del Comité Revolucionario gracias al Pacto de San Sebastián, exigió la salida de Alfonso XIII de España. Al día siguiente, ese Comité celebró su primer consejo de ministros y proclamó la II República. Ese mismo día, el Gobierno de Alfonso XIII celebró su último consejo en el Palacio Real. Desde allí, dándolo todo por perdido, partió con dirección a Cartagena rumbo al exilio. La oligarquía se mantuvo al margen ante los acontecimientos del día 14. Después, estas fuerzas conservadoras se fueron organizando para oponerse a la II República.
B. El Bienio Reformador (1931-1933)
B.1. Gobierno Provisional
Hasta la aprobación de la Constitución el 9 de diciembre de 1931, hubo un Gobierno Provisional, formado por intelectuales con poca experiencia política, que convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el 28 de junio de 1931 y legisló con los siguientes decretos:
- Trabajo en el campo: Se estableció la jornada de ocho horas; se amplió la protección para los trabajadores en el campo por accidentes laborales; se obligó a contratar obreros de su localidad; se prohibió desahuciar a los pequeños arrendatarios; se crearon los Jurados Mixtos del Trabajo Rural, que provocó la subida de los salarios agrarios; se obligó a los propietarios a tener labradas y cultivadas todas sus tierras.
- Instrucción pública: Se inició la construcción de nuevas escuelas; se aumentó el salario de los maestros y se creó el Patronato de Misiones Pedagógicas para la difusión cultural en el medio rural.
- Reforma del ejército: Se inició con la reducción de oficiales y de la estructura militar: supresión de las capitanías generales; abolición de la Ley de Jurisdicciones de 1906; cierre de la Academia General Militar, dirigida por el joven general Francisco Franco; anulación de los ascensos por mérito de guerra.
- Separación de la Iglesia y el Estado: Se inició prohibiendo la enseñanza de la religión en las escuelas públicas.
Estos decretos tuvieron una doble consecuencia: las clases humildes pensaron que la República podía lograr sus aspiraciones y exigieron soluciones inmediatas imposibles; y, por otro lado, los propietarios agrarios, un amplio sector de las fuerzas armadas y sectores católicos manifestaron su descontento con los decretos que les afectaban. Este enfrentamiento llevó a una situación de conflicto que hizo temer por la República, hasta tal punto que el Gobierno Provisional promulgó una Ley de Defensa de la República.
En las elecciones a Cortes Constituyentes hubo la mayor participación hasta entonces en España. En los resultados influyó la desorganización de la derecha y la abstención de los anarquistas. La conjunción republicano-socialista obtuvo una mayoría absoluta. El 14 de julio se abrieron las Cortes Constituyentes, que confirmaron al Gobierno Provisional. La redacción y debate de la Constitución se extendió hasta el 9 de diciembre, cuando fue aprobada. Con la legalidad republicana que daba la Constitución, terminó la etapa provisional.
B.2. Gobierno Constitucional
Al día siguiente, Niceto Alcalá Zamora fue nombrado presidente de la II República y Manuel Azaña presidente del nuevo Gobierno, que a lo largo de 1932 continuó la labor reformadora en obras públicas, derechos sociales, enseñanza, etc. Pero dos proyectos de ley fundamentales para la República se alargaban indefinidamente en las Cortes debido a la oposición de la derecha, apoyada por Lerroux: el Estatuto de Cataluña y la reforma agraria. Para evitar la aprobación de estas leyes, se propició una sublevación contra la II República en agosto de 1932. El levantamiento no tuvo apoyo, por lo que fue fácil su derrota. La sublevación no tuvo el fin buscado, ya que los diputados de derechas votaron a favor de la reforma agraria y del Estatuto de Cataluña. La lentitud de la aplicación de la reforma impacientó a los campesinos y formaron una oleada de levantamientos anarquistas en localidades de Cataluña, Aragón y Andalucía, que fueron violentamente reprimidos. Uno de los levantamientos, el de Casas Viejas, supuso el final del Gobierno de Azaña debido a que la derecha aprovechó esos incidentes para criticar duramente al Gobierno, los anarquistas se radicalizaron más, y los socialistas creyeron inconveniente seguir colaborando con los republicanos en el Gobierno, pues las represiones de Casas Viejas y otras llevaron a los obreros votantes del socialismo a la creencia de que la II República actuaba contra ellos igual que lo habían hecho los sistemas políticos anteriores. En el verano, ese descontento se manifestó en Andalucía con huelgas de campesinos y quemas de cosechas. Estos hechos sirvieron de excusa a Lerroux para retirar su apoyo al Gobierno, que quedó en minoría. El presidente de la República disolvió las Cortes y convocó elecciones generales. Había acabado el Bienio Reformador.
C. La Constitución de 1931
Fue redactada por una comisión presidida por Jiménez de Asúa, en la que la iniciativa la tuvieron siempre los socialistas. El mayor interés de los redactores era ampliar los derechos y asegurar su cumplimiento. Su mayor novedad fue establecer la posibilidad de que hubiese, dentro del Estado español, comunidades autónomas con competencias propias. Fue promulgada el 9 de diciembre de 1931, inspirada en la Constitución de Weimar. Es rígida, necesitando para su reforma la “doble aprobación”. Su objetivo es lograr un régimen democrático, garantizando la participación política a todos los sectores sociales.
Principios Constitucionales
- Establece el principio de soberanía nacional, pero es denominado soberanía popular para no caer en conflicto semántico con las reivindicaciones que del vocablo nación hacían los nacionalismos.
- Establece el sufragio universal para hombres y mujeres mayores de 23 años.
- En economía, se establece un precepto fundamental que hacía posible el cambio en las relaciones de producción, quedando sujeta la propiedad privada a los intereses de la economía nacional.
- La forma del Estado es muy novedosa: se califica al nuevo régimen como República de los trabajadores de toda clase. También se declara al Estado como integral, pero compatible con la autonomía de municipios y regiones, siendo un modelo intermedio entre el estado unitario y el federal, precedente del actual Estado de las Autonomías.
- La declaración de derechos es superior a cualquier texto constitucional español anterior, con garantías de su cumplimiento mediante recursos jurídicos.
- Ninguno de los principios anteriores causaron tanta discusión como los referentes a materia religiosa. Se declaró la no confesionalidad del Estado. En el artículo 26 se establece que la Iglesia Católica y las órdenes religiosas carecerán de cualquier beneficio del Estado.
Organización de Poderes
- Las Cortes: el poder legislativo: Es el principal poder de la II República española, pues representa la soberanía popular. Es unicameral: Congreso de los Diputados.
- El presidente de la República: Es el jefe del Estado. Puede serlo cualquier ciudadano o ciudadana con derecho a voto, excepto los militares, los eclesiásticos y los miembros de la familia real. Personifica y representa a la nación. Nombra y destituye al Presidente del Gobierno y a los ministros, pero con la aprobación de las Cortes. Puede convocar o disolver las Cortes de forma extraordinaria. Tiene facultades legislativas en casos excepcionales, pero debe contar con la aprobación de las Cortes.
- El Gobierno: el poder ejecutivo: Dirige la política de la República. Tiene competencia legislativa, a través de proyectos de ley o de decretos, pero debe contar siempre con la aprobación de las Cortes.
- El poder judicial: Se suprimen las jurisdicciones especiales. Se instituye el juicio por jurado, otra manifestación de la soberanía popular.
Las crisis de 1909 y 1917
A. Crisis de 1909: La Semana Trágica
El gobierno conservador de Maura decidió en 1909 el envío de tropas de refuerzo para sofocar el levantamiento de las cábilas bereberes del Rif. Esto provocó gran oposición en el país, sobre todo en los partidos de la izquierda no dinástica (republicanos y socialistas) y en las organizaciones sindicales (CNT y UGT), siempre contrarias a la intervención española en Marruecos, por considerar que arruinaba al país buscando el prestigio internacional. El embarque de reservistas en Barcelona con destino a Melilla provocó las primeras manifestaciones y mítines de protesta en Barcelona y en diversas localidades de Cataluña. Los socialistas se pusieron de acuerdo con Solidaridad Obrera, que agrupaba a 130 sindicatos catalanes, y ambas organizaciones declararon la huelga general, que fue completa y transcurrió sin apenas incidentes hasta que Maura declaró el estado de guerra y sacó el ejército a las calles. Esto convirtió la huelga en una insurrección violenta: se incendiaron iglesias y conventos y los enfrentamientos se saldaron con cien muertos y quinientos heridos. Con ayuda de la artillería, el ejército logró sofocar la insurrección y, durante los tres meses siguientes, Maura ordenó una dura represión que llevó a la detención de miles de personas, de las que casi doscientas fueron deportadas, casi sesenta condenadas a cadena perpetua y 5 condenadas a muerte. Los juicios se llevaron a cabo por tribunales militares en aplicación de la Ley de Jurisdicciones, que concedía a los militares la prerrogativa de juzgar los delitos contra el ejército. Entre los ejecutados se encontraba Ferrer Guardia, anarquista de prestigio, educador y director de la Escuela Moderna, dedicada a la educación popular, al que se presentó como el principal dirigente de la insurrección. Su ejecución provocó una amplia protesta en España y en las grandes capitales europeas. Estos acontecimientos de la Semana Trágica pusieron en evidencia el malestar de amplios sectores de la población española con el sistema de la Restauración, no sólo de sectores de las clases obreras, que fueron los auténticos protagonistas de la insurrección, sino de liberales y republicanos. Estos últimos habían formado en 1908 un bloque de protesta por la política de Maura y la Semana Trágica no hizo sino multiplicar su protesta hasta tal punto que Maura se vio obligado a dimitir y a alejarse de la política durante años. La Semana Trágica influyó en la política y, aunque hubo el consabido turno de partidos, antes de la Semana Trágica el protagonismo político le correspondió al Partido Conservador, mientras que después de ella fue para el Partido Liberal.
B. La Crisis de 1917
B.1. El impacto de la Primera Guerra Mundial
Tras el desastre del 98, España vio acentuado su papel de potencia secundaria en Europa. No estaba ligada a ninguna potencia por ningún tipo de tratado, así que era un país aislado en lo político, al igual que lo estaba en lo económico a consecuencia del proteccionismo. Debido a esto, Dato declaró la neutralidad de España en la I Guerra Mundial, lo que supuso para España convertirse en abastecedor de los países contendientes, y para la burguesía industrial, el aumento de sus fortunas. Pero para las clases populares supuso el empeoramiento del nivel de vida, ya que la escasez de productos en el mercado español encareció los artículos de consumo, mientras que los salarios se mantuvieron bajos. Esto provocó el crecimiento de las tensiones sociales y los llamados “motines de subsistencia”, protagonizados en protesta por la carestía de la vida. El ministro Santiago Alba propuso crear un impuesto sobre los beneficios obtenidos por la industria gracias a la guerra mundial, que sirviera para renovar la industria y la agricultura y preparara al país para la competencia que vendría con los países europeos una vez acabada la guerra. Las fuertes críticas por parte de la burguesía industrial impidieron su puesta en práctica.
B.2. El ejército vuelve a cobrar protagonismo
Una de las preocupaciones de Cánovas a la hora de diseñar el sistema de la Restauración era garantizar una estabilidad política en España que acabase con el protagonismo del ejército y sus pronunciamientos. Pero la derrota del 98 y el catalanismo supusieron la reaparición del protagonismo militar en España. A partir de la derrota frente a EE. UU. en 1898, las críticas contra el ejército surgieron en todos los ámbitos, acusando a jefes militares de haber hecho fortuna con los suministros para la campaña de Cuba. El ejército, por el contrario, se veía como el salvador del honor de la patria y única fuerza sana dentro del sistema corrupto de la Restauración, a cuyos políticos acusaban de ser los responsables del desastre de Cuba. En este contexto, en 1905 algunos oficiales de Barcelona atacaron dos publicaciones que criticaban habitualmente al ejército. A estos militares les apoyaron muchos de toda España, y el gobierno cedió a sus presiones concediendo la Ley de Jurisdicciones. Así, el ejército volvió a tener protagonismo. Los conflictos del ejército fueron también internos: las campañas en Marruecos posibilitaban ascender por méritos de guerra, y esto enfrentó a los que hacían la guerra contra los que se quedaban en la península y veían cómo no sólo tenían limitados sus ascensos, sino que sus sueldos disminuían debido a la inflación. Los militares que no iban a Marruecos crearon las Juntas Militares de Defensa, que exigían el ascenso por orden de antigüedad. Las protestas de las juntas comenzaron en 1916, pero la crisis llegó a su punto culminante en el verano de 1917.
B.3. La crisis de 1917 propiamente dicha
a) La crisis militar: El gobierno mandó arrestar a los jefes de las Juntas. Pero, ante la amenaza de una rebelión, en 1917 el gobierno aceptó la existencia de las Juntas. En adelante, éstas harán y desharán a los ministros de Guerra y hasta a los gobiernos, consiguiendo finalmente en 1918 la Ley de Bases, que concedía las peticiones de las juntas en materia de ascensos. Algunos críticos con el sistema canovista consideraron a estos militares como salvadores de la patria, capaces de renovar la política de España; nadie parecía darse cuenta del peligro de una nueva era de protagonismo político militar.
b) La crisis política: Se inició con una reunión en Barcelona convocada por la Lliga, que pretendía reunir a todos los diputados y senadores catalanes que no perteneciesen a los partidos dinásticos. El objetivo era exigir al gobierno de la nación la convocatoria de unas Cortes Constituyentes que cambiaran la estructura del Estado, teniendo en cuenta la autonomía de las regiones de toda España. Además, se pedía la rápida solución del problema militar y económico. Sólo una minoría de diputados socialistas, republicanos, reformistas y catalanistas acudieron. Esta heterogénea representación explicaría su fracaso, pero además Dato declaró a la reunión sediciosa y mandó detener a los participantes. Las Juntas colaboraron con el gobierno en la disolución de la reunión, calificando a los asambleístas de “canalla separatista”.
c) La huelga general: El malestar de los trabajadores creció a medida que su nivel de vida bajaba, mientras que las empresas acumulaban beneficios como consecuencia de la guerra mundial. La CNT y la UGT acordaron en Zaragoza, a mediados de 1916, pedir al gobierno su intervención para contener los precios, y decidieron utilizar la huelga general para forzarlo a ello. La huelga se inició en el sector ferroviario de Valencia en agosto de 1917 y se extendió por toda España, con especial incidencia en Asturias, donde la autoridad militar dio orden de perseguir a los mineros huelguistas como “alimañas”. El protagonismo principal fue de los socialistas, pero con el apoyo de la CNT. La reacción del gobierno fue, una vez más, represiva: ley marcial, encarcelamiento del comité de huelga, disolución violenta de las manifestaciones, etc., con una durísima intervención del ejército. Esto y los diferentes puntos de vista dentro del movimiento huelguístico hicieron que la huelga general fracasara. Tres son las conclusiones que se pueden extraer de la crisis de 1917: la primera es que el sistema de la Restauración se mantuvo durante cinco años más, pero con muchas dificultades y alteraciones; la segunda, que el ejército fue el protagonista fundamental en los tres episodios revolucionarios, volviendo a aparecer como la solución a los problemas políticos; y la tercera, el fracaso de los intentos de renovación del sistema de la Restauración y la incapacidad para ofrecer alternativas por parte de una oposición heterogénea.