España en Transición: Absolutismo, Liberalismo y Guerras Napoleónicas (1788-1833)

Introducción

En 1788, Carlos IV accedió al trono de España, manteniendo intacto el modelo del Antiguo Régimen. Sin embargo, la Revolución Francesa de 1789 inició un proceso que derrumbó el Antiguo Régimen en Europa occidental, abriendo paso al liberalismo político, al capitalismo y a la sociedad de clases. Las ideas revolucionarias y los principios liberales se expandieron por Europa. En 1808, la invasión napoleónica agravó las dificultades económicas de España y provocó una guerra contra el invasor. La Constitución de 1812 reflejó fielmente los principios liberales. Durante este periodo, España y Europa se debatieron entre el absolutismo y el liberalismo.

Crisis de la Monarquía Borbónica

Los Efectos del Reformismo Borbónico

Durante el reinado de Carlos III (1716-1788), se aplicó el Despotismo Ilustrado. El monarca, como benefactor del pueblo, impulsaba reformas. Esta política se resume en la frase: «todo para el pueblo, pero sin el pueblo».

Los ministros de Carlos III implementaron varias reformas:

  • Política agraria: La agricultura se convirtió en el centro de atención prioritaria.
  • Industria: El rearme naval estimuló la producción de las fábricas de armas.
  • Comercio: A partir de 1765, se estableció el libre comercio colonial.
  • Hacienda: Se creó el Banco Nacional de San Carlos.
  • Tecnología: Los ilustrados organizaron expediciones científicas.

Sin embargo, el sistema del Antiguo Régimen se mantuvo en pie.

La Crisis del Reinado de Carlos IV (1788-1808)

Carlos IV se desentendió del gobierno, delegando sus funciones en el conde de Floridablanca. El estallido de la Revolución Francesa provocó una reacción conservadora. Se disolvieron las Cortes, se prohibió la propaganda y se censuraron las ideas revolucionarias. Se formaron alianzas con Inglaterra y Portugal ante la propagación de la revolución.

La ejecución de Luis XVI condujo a la Guerra de los Pirineos contra la República Francesa. La guerra finalizó con la Paz de Basilea en 1795, negociada por Godoy. En 1796, Francia y España firmaron el Tratado de San Ildefonso. En 1800, ambos países fortalecieron sus vínculos para que Portugal abandonase su alianza con Inglaterra.

Para sanear la Hacienda, Godoy aumentó las contribuciones. Las medidas fueron poco eficaces. Los partidarios del príncipe Fernando difundieron una imagen muy positiva de él, presentándolo como el único salvador.

La Guerra de la Independencia

El Tratado de Fontainebleau y el Motín de Aranjuez

Napoleón decretó un bloqueo contra el comercio británico, pero Portugal se negó a acatarlo. Napoleón firmó con Godoy el Tratado de Fontainebleau, por el cual España autorizaba al ejército francés a atravesar su territorio en su marcha hacia Portugal. En 1808, varios cuerpos de ejército francés entraron en España. Esto ocasionó descontento, y los partidarios del príncipe Fernando provocaron el Motín de Aranjuez en marzo de 1808. Una multitud asaltó el palacio real, Godoy fue depuesto y Carlos IV cedió la Corona a su hijo.

Las Abdicaciones de Bayona

Carlos IV pidió ayuda a Napoleón y se citaron en Bayona. Allí, Carlos IV cedió la corona a Napoleón, quien a su vez se la entregó a su hermano, José I Bonaparte. José I convocó Cortes para aprobar el Código de Bayona, que incluía la abolición del régimen señorial y la desvinculación de los mayorazgos. Sin embargo, la mayoría de la población se opuso a José I.

La Guerra de la Independencia (1808-1814)

El Estallido del Conflicto y la Formación de Juntas

El 2 de mayo de 1808 se produjo en Madrid un levantamiento popular contra los franceses. El 3 de mayo, Murat fusiló a un centenar de prisioneros en la montaña del Príncipe Pío y en El Pardo. La resistencia española se extendió rápidamente y surgieron Juntas de armamento y defensa. Se formaron Juntas provinciales que asumieron el poder y buscaron el apoyo de Inglaterra. Los españoles vencieron a los franceses en Bailén y se creó una Junta Suprema Central para dirigir el país. Los franceses contraatacaron y la Junta Central se replegó hacia Sevilla y Cádiz, la única ciudad que resistió el asedio francés.

Etapas del Desarrollo del Conflicto

  1. Etapa de ocupación y levantamiento (1808): Avance del ejército francés por el Tratado de Fontainebleau hacia Lisboa. El primer y segundo cuerpo se establecen en la zona central, para controlar el sur y este peninsular. El tercer cuerpo controla Barcelona. El cuarto cuerpo se despliega por Burgos, San Sebastián y Pamplona, y ataca la cornisa cantábrica. Las tropas francesas que se dirigían a Cádiz son detenidas en Bailén, la primera derrota francesa.
  2. Etapa de hegemonía francesa (1808-1812): En 1810, Napoleón había conquistado casi todo el país. Se produjo una resistencia popular mediante la táctica de la guerrilla. Hubo varios sitios importantes: Zaragoza, Gerona y Cádiz.
  3. Etapa de ofensiva final hispano-inglesa (1812-1814): Napoleón retiró de España casi la mitad de su ejército al estar en plena campaña rusa. Las fuerzas hispano-inglesas vencieron en Ciudad Rodrigo y Arapiles. El Tratado de Valençay marcó el final de la guerra. La paz se firmó un año más tarde en París, el 23 de abril de 1814.

Consecuencias de la Guerra

La guerra dejó un elevado número de muertes (más de medio millón), el exilio de miles de afrancesados y la destrucción de ciudades como Zaragoza, Gerona y San Sebastián. También hay que sumar el expolio de obras artísticas.

La Constitución de 1812

Las Cortes de Cádiz

La Junta Suprema Central se disolvió en 1810. Para la elección de los diputados, se optó por nombrar sustitutos elegidos entre los residentes de Cádiz. El ambiente liberal de la ciudad influyó en su producción legislativa. En septiembre de 1810 se abrieron las Cortes, formadas por una cámara única.

La Constitución de 1812

Se promulgó el 19 de marzo de 1812, conocida como «La Pepa». Consta de 10 títulos y 348 artículos. Establecía un sistema político basado en la Soberanía Nacional y la Monarquía Parlamentaria. Contiene una amplia declaración de derechos del ciudadano, destacando la libertad de pensamiento y opinión, la igualdad ante la ley, el derecho de propiedad y el derecho a la educación. El sistema se basaba en la división de poderes:

  • Poder legislativo: En manos de las Cortes y el Rey. Las Cortes elaboraban leyes, aprobaban presupuestos y tratados internacionales. Los diputados se elegían mediante sufragio universal masculino indirecto.
  • Poder ejecutivo: En manos del monarca.
  • Poder judicial: Competencia exclusiva de los tribunales.

Se estableció un sistema de enseñanza primaria pública, se dividió el territorio nacional en provincias y se afirmó la confesionalidad católica del Estado.

Reinado de Fernando VII (1814-1833)

La Restauración del Absolutismo (1814-1820)

Fernando VII no volvió a Madrid para jurar la Constitución, sino que se dirigió a Valencia. Allí, un grupo de diputados le entregó el Manifiesto de los Persas, que pedía la vuelta al Antiguo Régimen. Fernando VII firmó el decreto del 4 de mayo de 1814, anulando la Constitución y restaurando el Antiguo Régimen. En Madrid, se disolvieron las Cortes, se detuvo y procesó a los liberales más destacados, y se llevó a cabo una represión sin contemplaciones. Durante los seis años de la primera restauración, hubo intentos de derribar el absolutismo mediante pronunciamientos, que consistían en la interferencia del ejército en la vida política para conseguir cambios en el sistema. Espoz y Mina, Porlier y Lacy fueron algunos de los protagonistas de estos primeros pronunciamientos.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de enero de 1820, el coronel Riego se pronunció a favor de la Constitución en Cabezas de San Juan. Fernando VII la restituyó, se formó un nuevo gobierno y se convocaron elecciones a Cortes. Entre los liberales, se distinguieron dos posturas: los moderados, partidarios de un gobierno fuerte, libertad de prensa limitada y sufragio censitario, y los radicales, que reivindicaban una aplicación estricta de la Constitución, control del Parlamento sobre el gobierno y sufragio universal. Fernando VII pidió ayuda a la Santa Alianza. Los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema, repusieron a Fernando VII como rey absoluto.

La Reacción Absolutista (1823-1833)

Se produjo una fuerte represión contra los liberales, muchos de los cuales se exiliaron. Para hacer frente a los problemas económicos, Fernando VII buscó el apoyo de la burguesía financiera e industrial de Madrid y Barcelona. Los realistas se agruparon en torno a Carlos María Isidro de Borbón, previsible sucesor, ya que Fernando VII no tenía descendencia.

La Crisis Sucesoria

En 1830, Fernando VII tuvo una hija, Isabel. La Ley Sálica impedía el acceso al trono de las mujeres. Fernando VII derogó dicha ley mediante la Pragmática Sanción. En torno a Isabel II se aglutinaron los sectores liberales, mientras que los partidarios del Antiguo Régimen, los carlistas, apoyaron a Carlos María Isidro de Borbón. María Cristina, nombrada regente, se acercó a los liberales. Fernando VII murió en 1833, nombrando en su testamento a su esposa regente hasta la mayoría de edad de su hija. El mismo día de su muerte, su hermano se proclamó rey, iniciándose la Primera Guerra Carlista.

Conclusión

Tras la muerte de Carlos III, su hijo Carlos IV accedió al trono, manteniendo el modelo del Antiguo Régimen, aunque reformado por el Despotismo Ilustrado. La Revolución Francesa de 1789 trastocó el viejo orden, derrumbando el Antiguo Régimen en Europa Occidental y abriendo paso al liberalismo político. En 1808, España fue invadida por los ejércitos napoleónicos. La ocupación francesa provocó una guerra en la que se mezcló la defensa de la monarquía tradicional con las ideas de libertad. La Constitución de 1812 fue un fiel reflejo de muchos de esos principios liberales. Fernando VII fue el encargado de restaurar el absolutismo monárquico, y durante su reinado la lucha entre absolutistas y liberales fue constante.

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