España Franquista (1939-1975): Transformación Política, Económica y Social

La Dictadura Franquista (1939-1975): Aspectos Sociales, Políticos y Económicos

De 1939 a 1975, España vivió bajo la dictadura personal del general Francisco Franco, un dirigente con poderes casi absolutos que concentraba el poder legislativo y el ejecutivo, además del mando supremo del ejército y del partido único. Ejerció su poder de manera directa y personal, sin rendir cuentas a nadie, sólo «ante Dios y ante la historia».

Aspectos Políticos

A partir de la década de los años 60, la oposición al régimen se extendió rápidamente entre sectores cada vez más amplios de la sociedad, teniendo tres motores fundamentales: los movimientos obreros, los estudiantes universitarios y la iglesia.

La respuesta del régimen siguió siendo la represión, especialmente dura en algunos casos. Por lo que se refiere a los movimientos obreros, paulatinamente los sindicatos clandestinos consiguieron arrinconar en la práctica al sindicato único del Franquismo, el Sindicato Vertical. En 1962 surgió un nuevo sindicato llamado Comisiones Obreras (CCOO), de tendencia comunista. En esta etapa se multiplicaron las huelgas obreras.

A partir de 1970, la conflictividad laboral se disparó. Y aunque el derecho de huelga no estaba reconocido por el régimen, durante ese año se produjeron 1.600 huelgas, siendo duramente reprimidas y encarcelados los principales líderes.

En el mundo universitario se generalizaron las protestas contra el régimen. Las protestas de estudiantes en la Universidad resurgieron con fuerza a partir de 1964. En febrero de 1965 hubo una serie de manifestaciones contra la falta de libertad en la universidad que en algunas ocasiones fueron encabezadas por profesores, los cuales fueron separados de la cátedra. Otras veces esas revueltas estudiantiles coincidieron y se unieron a las obreras. Las manifestaciones y los enfrentamientos con la policía se hicieron cotidianos.

Paralelamente, cada vez más sectores de la iglesia se mostraron muy críticos contra el franquismo. La corriente modernizadora que llegó con el Concilio Vaticano II, permitió a una parte de la iglesia española iniciar un importante proceso de cambio. Sacerdotes jóvenes y muchos católicos se acercaron al mundo obrero, tradicionalmente alejado de la iglesia.

A todo esto se suma el auge de los nacionalismos vascos y catalanes, especialmente perseguidos durante toda la dictadura, sobre todo el vasco. Recordemos que es en esta época cuando surgió la banda terrorista ETA (1959). El acrónimo ETA significa «País Vasco y Libertad». Autodeclarada independentista, nacionalista vasca y marxista-leninista, invoca la lucha armada como método para obtener sus objetivos fundamentales en los que se encuentra de manera prioritaria la independencia de lo que el nacionalismo vasco denomina Euskal Herría.

El 20 de diciembre de 1973, el presidente del gobierno Carrero Blanco fue asesinado por la organización terrorista ETA. Con la muerte de Carrero, desapareció el único hombre que simbolizaba cierta garantía de futuro para el régimen. Carlos Arias Navarro fue elegido como nuevo presidente. Arias fue el encargado de tutelar la etapa final del Franquismo. Finalmente, Franco murió tras una larga agonía el día 20 de Noviembre de 1975. Tras su muerte, los españoles soñaron esperanzados con un futuro en libertad.

Evolución Económica

En los años 50, la situación creada por la autarquía económica era insostenible (bajos salarios, racionamiento, inflación, y estraperlo). La agricultura era el sector más importante pero su producción era insuficiente. La industria estaba estancada pese a la creación del INI en 1941. La sociedad era tradicional y la mayoría de la población pasaba hambre y estaba descontenta. Se hacía necesaria una apertura para combatir el estancamiento económico. La Guerra Fría significó el fin del aislamiento internacional gracias al acuerdo firmado en 1953 con Estados Unidos, Tratado de Ayuda Mutua, por el que proporcionarían ayuda económica a cambio de instalar bases en España, lo que permitió una recuperación y acabar con el racionamiento. Pero a partir de 1956, la inflación y el déficit presupuestario crecieron.

Un nuevo gobierno formado en 1957 incorporaba a ministros tecnócratas del Opus Dei, como Ullastres y Navarro Rubio que aprobaron el Plan de Estabilización de 1959. El Plan detuvo la inflación, liberalizó la economía, incentivó las inversiones extranjeras, recortó el gasto público, restringió el crédito, congeló los salarios y devaluó la peseta al fijar la paridad en 60 pesetas por dólar. En un principio estas medidas resultaron socialmente negativas, ya que se redujo el consumo y la inversión y aumentó el paro. Pero en 2 años se notaron los efectos positivos del Plan y se relanzó la economía que produjo una rápida y espectacular modernización del país en la década de los 60.

Fueron los años de los Planes de Desarrollo, siguiendo el modelo de planificación económica, dirigidos por el ministro de Industria López Rodó. Consistían en 3 planes cuatrienales, iniciados en 1964 aunque el tercero quedó parado por la crisis de 1973 que coordinaban el crecimiento económico del país. Se fomentó la implantación industrial con ayudas e inversiones estatales en infraestructuras en 7 polos de desarrollo (Burgos, Vigo, La Coruña, Huelva, Sevilla, Valladolid y Zaragoza), zonas atrasadas pero con posibilidades económicas. Los planes estimularon la industria pero raramente cumplieron sus previsiones y acentuaron los desequilibrios regionales. Frente al desarrollo de las zonas industriales (Cataluña, País Vasco, Madrid y los nuevos polos de desarrollo) otros territorios quedaron atrasados (Galicia, las dos Castillas, Andalucía, Extremadura).

El régimen usó como propaganda la industrialización presentándola como el «milagro económico español». España se convirtió en la décima potencia industrial del mundo. La renta per cápita pasó de 300$ en 1960 (la más baja de Europa) a 1000$ en 1970. La tasa de crecimiento fue muy alta, 8’6% anual. Para este cambio estructural fue imprescindible la emigración de la población. 4 millones de personas realizaron un éxodo rural desde las zonas deprimidas del campo español hacia las regiones industriales (País Vasco, Cataluña, Madrid y los polos industriales) o atraídas por las zonas turísticas de la costa. 2 millones se marcharon a Europa Occidental en pleno crecimiento industrial debido a la favorable coyuntura internacional (Alemania, Suiza y Francia), ya que el modelo español de crecimiento no generaba empleo suficiente para la creciente población activa.

La balanza de pagos deficitaria permanente, casi acabó con su déficit gracias a 3 fuentes de ingresos: las inversiones extranjeras, las divisas que enviaban los emigrantes y los ingresos de los turistas extranjeros. El boom del turismo con 6 millones de visitantes (franceses, ingleses y alemanes principalmente) en 1960, que pasarían a más de 30 en 1973 convirtió a España en el 2º destino turístico de Europa, por detrás de Italia. Los emigrantes en Europa enviaban sus ahorros a España en divisas, muy importantes para el crecimiento. El desarrollo económico quedó estancado a partir de la crisis general de la economía capitalista de 1973.

Evolución Social

Estas transformaciones económicas produjeron cambios en la estructura de la población. Se produjo un considerable incremento demográfico (34 millones en 1970).

Entre 1960 y 1973 la España agraria, rural y tradicional dejaba paso a una España industrial, urbana y moderna, similar a la de los países de Europa occidental. Cayó el porcentaje de personas ocupadas en la agricultura y aumentó el número de obreros de la industria y de empleados del sector servicios (terciarización). También cambió la estructura social, con predominio de las clases medias urbanas. El aumento de los salarios aun siendo bajos respecto a los europeos y de la renta per cápita elevó el nivel de vida de los españoles, que iniciaron la sociedad de consumo. Mejoró la alimentación, aumentó la construcción de viviendas aunque no se acabó con el chabolismo y las ciudades crecieron con barrios periféricos sin infraestructuras adecuadas, los hogares se dotaron de frigoríficos, televisores, teléfonos. Las vacaciones y el famoso Seat 600, estuvieron al alcance de más personas. La Ley de Bases de la Seguridad Social (1963) hizo que el Estado garantizara asistencia médica, pensiones de jubilación, y otras prestaciones a los afiliados, si bien insuficientes. La Ley General de Educación (1970) ampliaba la escolarización obligatoria hasta los 14 años, lo que disminuyó el analfabetismo.

Se produjeron también cambios profundos en la mentalidad. Los jóvenes españoles en contacto con los turistas extranjeros, la vida urbana y la televisión (pese a la censura y manipulación continuas), tenían una concepción del mundo más abierta y tolerante que la tradicional de la España oficial; buscaban su inspiración cultural en Europa en modo de vestir, música, pensamiento. España se secularizó. Las nuevas generaciones querían libertad no sólo económica sino también política.

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