Los Primeros Gobiernos de Transición
El testamento de Fernando VII establecía la creación de un consejo de gobierno para asesorar a la regente María Cristina. Prácticamente la única reforma emprendida por este gobierno fue la nueva división provincial, que intentaba poner fin a la administración local del antiguo régimen. De este modo, España quedó dividida en 49 provincias. Pero ante la extensión de la insurrección carlista, el trono empezó a tambalearse, lo que impulsó a la regente a la necesidad de nombrar un nuevo gobierno, que llevó a cabo las primeras reformas, aunque muy limitadas. Su propuesta fue la promulgación de un Estatuto Real.
Pronto se hizo evidente que estas reformas eran insuficientes. La división entre los liberales moderados y progresistas formó las dos grandes tendencias que dominarían la vida política española.
La corona y los antiguos privilegiados apoyaron a los moderados. Pero la necesidad de conseguir apoyos sociales firmes y recursos financieros contra el carlismo forzó la aceptación de un gobierno progresista.
Progresistas en el Poder
Una vez los progresistas en el poder, estos tenían su fuerza en el dominio del movimiento popular. En el verano de 1835 y 1836, los progresistas protagonizaron una oleada de revueltas urbanas.
Ante la situación, María Cristina llamó a formar gobierno a Mendizábal, que tomó medidas con el fin de conseguir los recursos financieros necesarios para organizar y armar un ejército contra el carlismo. Pero cuando decretó la desamortización de bienes del clero, los privilegiados pidieron que se le destituyese.
Además, estallaron revueltas y se produjeron quemas de conventos. También tuvo lugar el levantamiento de los sargentos de La Granja, residencia real de verano de la regente. Ante tantas presiones, María Cristina accedió a restablecer la Constitución de Cádiz y le entregó el poder al progresista Calatrava.
Desmantelamiento del Antiguo Régimen
Los progresistas asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del antiguo régimen e implantar un sistema liberal. Una de sus primeras actuaciones fue la llamada **reforma agraria liberal**, la cual se llevó a cabo a partir de tres grandes medidas:
La disolución del régimen señorial. El antiguo señor se convirtió en el nuevo propietario y muchos campesinos pasaron a la condición de jornaleros.
La desvinculación, significó el fin de los patrimonios unidos.
La **desamortización**. El presidente Mendizábal decretó la disolución de las órdenes religiosas. Los bienes desamortizados fueron puestos a la venta mediante subasta pública. Mendizábal pretendía así conseguir los recursos necesarios para financiar al ejército liberal.
Por último, la abolición de los privilegios gremiales, la eliminación de las aduanas interiores, así como la eliminación de los diezmos eclesiásticos, completaron la implantación del liberalismo económico en España.
La Constitución de 1837
El gobierno progresista convocó unas cortes para redactar un texto constitucional. El documento era breve y dejaba al margen una serie de cuestiones.
La **Constitución de 1837** proclamaba algunos de los principios básicos del progresismo: la soberanía nacional, una amplia declaración de los derechos ciudadanos, la división de poderes y la aconfesionalidad del estado. También recogía algunos elementos moderados y concedía amplios poderes a la corona.
Otras leyes: la ley de imprenta y la ley electoral, en la que tenían derecho al voto los españoles varones mayores de 25 años que pagasen un mínimo de 200 reales de contribución directa.
Alternancia en el Poder
A partir de este momento quedó un primer sistema de partidos, sobre la base de los partidos moderado y progresista.
Los Moderados en el Gobierno
Una vez aprobada la constitución, se convocaron nuevas elecciones que fueron ganadas por los moderados. Estos prepararon una ley electoral más restrictiva, limitaron la libertad de imprenta y una ley de ayuntamientos dio a la corona la facultad de nombrar a los alcaldes de las capitales. Además, tendieron a devolver los bienes expropiados al clero. La ley de ayuntamientos enfrentó a progresistas y moderados. María Cristina, antes de dar su apoyo a un nuevo gobierno progresista, dimitió de su cargo. Entonces se convertiría en regente el general Espartero.
La Regencia de Espartero
Espartero convocó nuevas elecciones, que ganaron los progresistas. Su regencia estuvo marcada con un autoritarismo: gobernó sin colaboradores, solo con los «ayacuchos». De este modo, Espartero perdió la popularidad que lo había llevado al poder. Una de sus actuaciones más importantes fue la aprobación de la venta de algodón inglés en el mercado español, lo que provocó un levantamiento en Barcelona, ya que la industria textil se vio amenazada. Espartero mandó bombardear la ciudad, colocando a Cataluña y medio país en su contra. En 1843, Espartero abandonó la regencia y las cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II.
Agrupaciones Políticas
Los partidos políticos del siglo XIX constituían más bien agrupaciones de personalidades. Más que partidos, eran corrientes de opinión que se unían para participar en las elecciones y controlar el poder.
Moderados
Los moderados se definían como “personas de orden” y eran un grupo formado por terratenientes, comerciantes e intelectuales. Defendían el derecho a la propiedad. Desconfiaban de la participación de las masas en la política, que debía quedar en manos de la minoría propietaria.
Asimismo, defendían el principio de la soberanía compartida entre las cortes y la corona. También se veían partidarios de limitar los derechos individuales.
Progresistas
Los progresistas se consideraban como los “defensores de la libertad” y estaban formados por la mediana y pequeña burguesía, las clases populares urbanas. Defendían el principio de soberanía nacional y el predominio de las cortes en el sistema político, mientras rechazaban la intervención de la corona en la vida política.
Eran partidarios de fortalecer los poderes locales y de disponer amplios derechos individuales y colectivos.
En 1854, se formó un nuevo partido, **Unión Liberal**, que nació como división de los moderados. Pretendía constituirse como una opción centrista entre los dos partidos clásicos, pero no presentaba ninguna novedad.
Demócratas y Republicanos
En 1849, una división de los progresistas dio origen a la formación del partido demócrata, que defendía la soberanía popular y el sufragio universal masculino. Reconocía el predominio social de la iglesia católica, pero exigía la libertad de culto para todas las religiones.
Pero el desprestigio de la monarquía de Isabel II hizo ganar fuerza al republicanismo. Estos defendían la república como la única opción verdaderamente democrática.