España: Transición del Sexenio Democrático a la Restauración

El Sexenio Democrático (1868-1874)

1. La Revolución de 1868, el Gobierno Provisional y la Constitución de 1869

El 17 de septiembre de 1868 en Cádiz, el almirante Topete, junto con Prim y Serrano, iniciaron la Revolución de 1868. Tras derrotar a las tropas leales a Isabel II en el único encuentro militar, se formaron juntas revolucionarias en gran parte del país. Los progresistas establecieron un Gobierno Provisional, presidido por el general Serrano, que abarcó desde la Unión Liberal hasta los demócratas. Durante sus ocho meses de mandato, se estableció el sufragio universal y se convocaron Cortes Constituyentes para enero de 1869. Simultáneamente, se clausuraron las juntas, impidiendo una reforma social que buscaba la eliminación de las quintas y el impuesto de consumos, así como la instauración de una República.

Las elecciones de enero de 1869 dieron lugar a la primera Constitución democrática de España. Esta establecía un amplio régimen de derechos y libertades, como los derechos de manifestación, la libertad de enseñanza y de religión, basándose en la soberanía popular. El Estado se declaraba monárquico, pero las leyes residían exclusivamente en las Cortes, limitando los poderes del rey. Las Cortes contaban con dos cámaras legislativas: el Congreso y el Senado.

El Gobierno, a través del ministro de Hacienda, Figuerola, implementó medidas económicas basadas en el librecambio con la Ley de Bases Arancelarias. Además, unificó la peseta como moneda nacional e impulsó la economía mediante la subvención de compañías ferroviarias y la Ley de Minas.

2. Amadeo de Saboya

Ante la ausencia de un rey, se estableció una regencia dirigida por Serrano, mientras que Prim fue nombrado jefe del Gobierno. Tras intentos frustrados de coronar a Montpensier o Leopoldo de Hohenzollern, finalmente se eligió al italiano Amadeo de Saboya, apoyado por Prim y los progresistas. El rey Amadeo y su esposa Victoria enfrentaron la oposición de la aristocracia, el clero y parte del ejército.

El reinado de Amadeo de Saboya (1871-1873) estuvo marcado por la inestabilidad. Heredó el problema cubano, iniciado en 1869, que derivaría en la Guerra de los Diez Años. Amadeo intentó calmar la revuelta prometiendo el fin de la esclavitud, pero la oposición de sectores económicos peninsulares lo impidió. Además, los carlistas se sublevaron en 1872 para intentar entronizar a Carlos VII, generando inestabilidad en el País Vasco, Navarra y Cataluña. En ese mismo año, se produjeron insurrecciones republicanas federalistas, combinando la acción de republicanos con la llegada de la Primera Internacional a España.

La muerte de Prim dividió al partido progresista entre constitucionalistas (Sagasta) y radicales (Ruiz Zorrilla), mientras que los unionistas se acercaban al partido canovista. Esto resultó en tres elecciones y seis gobiernos en poco tiempo. Solo el primer gobierno de Serrano fue unitario; el resto, de un solo grupo, enfrentó la oposición de los demás, que incluso pactaban con grupos opuestos como los carlistas. Durante el último gobierno de Ruiz Zorrilla, ante la posible disolución del cuerpo de artilleros, el rey Amadeo renunció en febrero de 1873, marcando el fracaso de la monarquía democrática.

3. La Primera República (1873-1874)

En febrero de 1873, Cristino Martos intentó un golpe de estado contra la República, pero fracasó, y se formó un gobierno republicano. El 23 de marzo, la Asamblea, tras aprobar la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y la supresión de las quintas, fue disuelta. Se convocaron elecciones para las primeras Cortes republicanas, mientras los radicales intentaban otro golpe de estado.

La República enfrentó graves problemas: la Guerra de los Diez Años en Cuba, la insurrección carlista (hasta 1876) y el movimiento cantonal. Pi i Margall se negó a reprimir el cantonalismo con armas y dimitió, siendo sustituido por Nicolás Salmerón, quien lo sofocó militarmente. Salmerón dimitió al negarse a firmar penas de muerte contra cantonalistas.

La presidencia recayó en Emilio Castelar, quien mantuvo el Parlamento cerrado y fue derrotado en una sesión de Cortes. Ante esto, el capitán general de Castilla, Manuel Pavía, disolvió las Cortes con la Guardia Civil. El poder pasó a unionistas y progresistas liderados por Serrano, en un intento de república conservadora. Sin embargo, los grupos que podían estabilizar este régimen optaron por el regreso de Alfonso XII y la restauración de la monarquía. El 29 de septiembre de 1874, el general Martínez Campos se pronunció en Sagunto, proclamando rey a Alfonso XII.

La Restauración Borbónica (1874-1931)

La Restauración, periodo que vio el regreso de los Borbones al trono español, duró más de cincuenta años, desde el pronunciamiento de Martínez Campos hasta la proclamación de la Segunda República (aunque desde 1923 hubo una dictadura militar). Durante este periodo, se consolidó un régimen constitucional y parlamentario, aunque no plenamente democrático, dominado por una burguesía oligárquica y un capitalismo agrario.

Las bases políticas de la Restauración: Constitución de 1876, bipartidismo y turnismo

Para afianzar la estabilidad, se convocaron elecciones en 1876, que dieron la victoria al gobierno conservador de Cánovas del Castillo. Las Cortes elaboraron la Constitución de 1876, la más duradera de la historia liberal española. De carácter doctrinario, incluía una amplia declaración de derechos, aunque en la práctica se restringieron, especialmente los de imprenta, expresión, asociación y reunión. Consideraba la monarquía como institución superior, con poder moderador en la alternancia de partidos, estableciendo la soberanía compartida. El Congreso se elegía por sufragio censitario (hasta 1890, luego universal), mientras que en el Senado, la mitad de los miembros eran por derecho propio o vitalicios. La Constitución establecía la confesionalidad católica del Estado, restableciendo el presupuesto de culto y clero.

Cánovas buscaba un sistema bipartidista, con dos grandes partidos: conservador y liberal. Ambos coincidían en lo fundamental (monarquía, Constitución, propiedad privada, Estado liberal, unitario y centralista), pero asumían roles complementarios. El turnismo consistía en la alternancia pactada en el poder entre estos dos partidos.

La oposición al turnismo

El turnismo excluía a sectores que iban desde el carlismo hasta el recién creado Partido Socialista Obrero Español (PSOE), unidos por su oposición al sistema. Parte del carlismo, con Cándido Nocedal y Vázquez de Mella, optó por el parlamentarismo. El republicanismo se dividía en diversas tendencias: los seguidores de Castelar, los radicales de Ruiz Zorrilla, el Partido Republicano Centralista de Salmerón y los federalistas de Pi i Margall. Solo en momentos electorales se formaban alianzas, como la Unión Republicana en 1893 y 1901.

La caída del Imperio colonial y la crisis de 1898

En la década de 1890, se radicalizó el independentismo en Cuba y Filipinas, liderado por figuras como José Martí y José Rizal, respectivamente. En 1895, se recrudeció la guerra en Cuba. España envió al general Weyler con una política represiva, mientras que en Filipinas, Polavieja ejecutó a Rizal. La entrada de Estados Unidos, con intereses económicos, cambió el curso de la guerra, con victorias norteamericanas en Cavite, Manila y Santiago. El Tratado de París (1898) supuso la pérdida del imperio colonial español a favor de Estados Unidos.

Las repercusiones del desastre fueron más psicológicas que materiales o políticas. Económicamente, se redujo la deuda pública. Sin embargo, España entró en una crisis moral sobre su rol internacional y su incapacidad para modernizarse. Aunque aparentemente las cosas no cambiaron, en algunos sectores se empezó a plantear una alternativa al sistema restauracionista.

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