EL REINADO DE Alfonso XIII
El reinado de Alfonso XIII, inaugurado el 17 de Mayo de 1902 al cumplir este 16 años, coincidíó con la etapa de crisis del sistema político de la Restauración implantado en 1876.
Son muchas las causas de esta crisis. Por una parte, tras la desaparición de los dos grandes líderes de los partidos del tumo, Cánovas ( 1897) y Sagasta (1903), se produjo una creciente fragmentación de ambos partidos ante la ausencia de un liderazgo fuerte. El pacto entre las élites políticas se hizo más difícil que en la primera etapa del régimen. Los cambios de gobierno se sucedieron y la inestabilidad política fue en aumento.
En esta situación, el rey, adquiríó aún mayor protagonismo político frente al Parlamento hasta llegar a convertirse en el verdadero árbitro del sistema.
Desde el principio Alfonso XIII mostró su decidida intención de intervenir activamente en la vida política. Por lo demás, cada vez fue más intensa la lucha electoral. Aunque el sistema electoral otorgaba un peso muy superior a la España rural, en las ciudades se produjo un paulatino aumento del voto libre que normalmente se otorgó a nuevas fuerzas políticas contrarias al «turnismo».
Este comportamiento político nuevo corríó paralelo a un significativo desarrollo socioeconómico en España durante las dos primeras décadas del Siglo XX, visible en distintos indicadores: crecimiento de la actividad industrial, expansión urbana, aumento de la clase media y de Jos trabajadores cualificados, extensión de la red de carreteras y del tráfico de mercancías y viajeros por ferrocarril.
El gobierno largo de Maura y la Semana Trágica
Durante un tiempo, Antonio Maura, político brillante y gran orador, logró aglutinar en torno suyo al partido
Conservador con un programa regeneracionista, modernizador y anti caciquil:
La llamada «revolución desde arriba»
Maura estaba convencido de que, si se introducían reformas que dotasen de autenticidad al sistema, las masas neutras, la «sana mayoría silenciosa» de la sociedad, se integraría en él neutralizando así las tendencias extremas y en concreto la amenaza revolucionaria «desde abajo».
Durante el «gobierno largo» de Maura, entre 1907 y 1909, un periodo de casi tres años excepcionalmente largo en el reinado de Alfonso XIII, se intentó aplicar un amplio programa de reformas, como la nueva Ley electoral de 1907, Por su parte, el proyecto de reforma de la Administración Local en un sentido descentralizador no llegó a aprobarse. Su programa anti caciquil suscitó recelo,
En cualquier caso, y a pesar de las dificultades para lograr los objetivos que se había propuesto, parecía que Maura estaba consiguiendo la estabilización de la monarquía;
Su caída, a raíz de los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona -uno de los momentos de mayor crispación social y política del reinado de Alfonso XIII- fue totalmente inesperada.
Lo que ocurríó en Barcelona en Julio de 1909 fue una auténtica sublevación urbana de tinte anticolonial y anticlerical, con numerosas quemas de iglesias y conventos.
El chispazo de ese estallido popular de violencia fue el reclutamiento de reservistas en Cataluña para ir a Marruecos.
El gobierno sofocó con dureza la insurrección y dictó cinco condenas a muerte.
Una de ellas, la del pedagogo anarquista Francisco Ferrer Guardia, cuyo proceso carecíó de las más mínimas garantías legales.
Desató una inmensa campaña internacional de protesta.
Los liberales, que consideraban que los conservadores llevaban ya demasiado tiempo en el poder, aprovecharon la coyuntura para aliarse con los republicanos y, al grito de «¡Maura no!», consiguieron que el rey retirase su confianza a Maura, el cual, por su parte, se consideró traicionado al haberse roto el tradicional tumo pacífico entre los partidos dinásticos
Los liberales: el gobierno de Canalejas
La etapa más prolongada de gobierno liberal la protagonizó, entre 1910 y 1912, José Canalejas, con un amplio programa de reformas fiscales, sociales, laborales,
Una de ellas, la nueva Ley de Reclutamiento, establecíó la obligación del servicio militar, en principio quedó limitado ,que, tras el pago de una cantidad, se licenciaba al cabo de un período de instrucción y se libraba de soportar las duras condiciones de vida en los cuarteles, que siguieron reservadas a las clases bajas.
Aun así, esta figura no dejaba de ser «soldado», es decir, podía ser llamado a filas en caso de guerra, lo que marcaba una diferencia fundamental con respecto al mucho más injusto sistema anterior de «redención en metálico», que excluía totalmente a las clases privilegiadas del servicio militar y de la movilización en caso de guerra
Canalejas también cumplíó una de las viejas promesas del liberalismo progresista al suprimír el odiado Impuesto de consumos, que gravaba muchos artículos de primera necesidad.
La ley más polémica de cuantas se aprobaron durante su gobierno fue la llamada «Ley del candado» que frenaba la expansión de las órdenes religiosas, lo que desató masivas protestas de católicos y estuvo a punto de suponer la ruptura de España con la Santa Sede.
Aunque tildadode anticlerical, en realidad era creyente (tenía capilla en su casa particular), si bien partidario del fortalecimiento del poder estatal frente a la Iglesia.
Su asesinato por un anarquista el 12 de Noviembre de 1912 puso fin al último gran intento de renovación del sistema «desde dentro»
Nuevas fuerzas políticas
A partir de 1913 el panorama político se complicó. Los dos partidos dinásticos acabaron de descomponerse escindíéndose en grupos parlamentarios autónomos que competían entre sí. Entre los liberales destacaron los grupos liderados por Romanones, García Prieto o Santiago Alba.
Entre los conservadores, partidarios de Eduardo Dato ,se situaron los «mauristas», que se presentaron como la nueva derecha y entre los que también se conformaron grupos distintos, como las Juventudes Mauristas que evolucionaron hacia posiciones de extrema derecha.
Más a la derecha aún, puesto que no aceptaban el liberalismo ni la monarquía constitucional, estaban los carlistas o tradicionalistas, con cierto peso en Navarra, País Vasco y Cataluña.
Otras nuevas fuerzas que a partir de la segunda década del siglo dejaron sentir cada vez más su influencia en la política nacional .
Además del catalanismo, representado sobre todo por la Lliga de Prat de la Riba y Francese Cambó, convertida en la principal fuerza política de Cataluña, que logró que el gobierno aprobase en 1914 la constitución de la Mancomunitat de Catalunya, fue ganando terreno el nacionalismo vasco, representado por el Partido Nacionalista Vasco fundado por Sabino Arana, con dos vertientes, una radical independentista, y otra moderada y posibilista que aceptaba la participación en la política parlamentaria para conseguir un estatus autonómico.
Mención aparte merecen los partidos obreros representados por el socialismo y el anarquismo, y, en cierta medida, también por el republicanismo, si bien los primeros tachaban a estos de «burgueses».
La implantación y militancia socialistas fue importante en Vizcaya y Asturias, pero a escala nacional fue siempre débil.
La decisión del PSOE, a raíz de la Semana Trágica, de asociarse con los partidos republicanos para constituir, en 1910, una gran fuerza progresista, la Conjunción Republicano-Socialista, dio sus frutos y llevó por primera vez a un líder socialista, Pablo Iglesias, al Parlamento. Pero en España el movimiento obrero, en contraste con la pauta general europea, se caracterizó por la debilidad del socialismo frente a la sólida implantación del anarquismo, sobre todo en Cataluña y en el campo andaluz.
Los actos individuales de terrorismo anarquista, como los atentados contra el rey en París en 1905 y en Madrid, el día de su boda, en 1906 sirvieron a la élite dirigente para criminalizar a todo el movimiento.
En 1907 se constituyó en Cataluña Solidaridad Obrera, que pronto quedó en manos de los anarcosindicalistas los cuales, en 1910, fundaron la Confederación Nacional del Trabajo, CNT, que sería desde entonces el principal sindicato rival de la UGT socialista.
Otras Fuerzas políticas nuevas llegaron a la escena política; por una parte, la Lliga Regionalista, que representaba al catalanismo , cuyo soporte social era la burguésía empresarial y, por otra, el republicanismo de Alejandro Lerroux, que tuvo a principios de siglo un enorme éxito entre las clases obreras y populares, si bien su carácter decididamente anti catalanista acabó marginándole.
El catalanismo, en cambio, se convirtió en una fuerza arrolladora, ¡sobre todo tras el incidente del Cu-Cut!, un semanario satírico catalanista que publicó, una caricatura considerada como una grave ofensa por los militares, que asaltaron la redacción de este periódico causando graves destrozos. El gobierno sucumbíó a las exigencias del ejército,que pedía castigo para quienes atentasen contra su honor o la unidad de la patria y aprobó la Ley de Jurisdicciones, según la cual las ofensas contra las Fuerzas Armadas cometidas por medio de la imprenta serían juzgadas por la jurisdicción militar
Este incidente tuvo una gran trascendencia, no sólo por ser una clara señal de la renovada intromisión del ejército en la política española y del sometimiento del poder civil al militar, sino porque fue el detonante de la extensión del catalanismo a toda Cataluña, donde se consideró lo ocurrido como una agresión a la libertad de expresión y un agravio a los sentimientos regionalistas.
Se creó Solidaridad Catalana, un movimiento que integraba a múltiples partidos y que obtuvo un aplastante triunfo en las elecciones de 1907.
Pero no solo en Cataluña se hundíó el sistema de tumo, en Valencia triunfó el republicanismo de Vicente Blasco Ibáñez y en otras grandes ciudades, como Madrid, cada vez tuvieron más peso nuevas fuerzas opuestas al sistema del tumo.