Estructura económica y social de Venezuela 1830 y 1936

TEMA 10: LA SEGUNDA REPÚBLICA. LA Guerra Civil EN UN CONTEXTO DE CRISIS INTERNACIONAL (1931-1939)


10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931


El Bienio Reformista (1931-1933)


Tras las elecciones municipales del 14 de Abril de 1931 se proclamó la Segunda República. El rey Alfonso XIII se exilió a Italia y el poder lo asumíó un gobierno provisional encabezado por el republicano moderado Niceto Alcalá-Zamora, nombrado Presidente provisional de la República, y del que formaban parte una amplia representación de los partidos políticos que firmaron el Pacto de San Sebastián:
 Miguel Maura, por los católicos moderados.
 Manuel Azaña, de Acción Republicana.
 Alejandro Lerroux, del Partido Radical.
 Álvaro de Albornoz, por el Eadical-Socialista.
 Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero, por el PSOE.
 Nicolau D’Olwer, por los catalanistas.

Una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue la de fijar una fecha para la celebración de elecciones generales en las que debían elegirse diputados a Cortes pues el gobierno provisional había surgido realmente de unas elecciones municipales. Se establecíó el domingo 28 de Junio para celebrarlas. Desde el comiendo de su andadura, la República tuvo que hacer frente a diversos problemas que amenazaban su continuidad y hacían temer una intervención militar:

 Tuvo que hacer frente a la hostilidad de la alta jerarquía eclesiástica y de los sectores monárquicos. El propio arzobispo de Toledo, el cardenal Segura, se posiciónó a favor de la monarquía atacando duramente a la República.
 Desde posiciones cercanas a la propia República tampoco ayudó la proclamación de la República catalana independiente por Francesc Maciá, que fue inmediatamente desautorizada por el gobierno provisional republicano.
 También hubo actos violentos como el asalto a los del periódico monárquico ABC, y reacciones anticlericales contra edificios religiosos con acciones de pillaje e incendios de iglesias y conventos.
 La situación internacional también era muy complicada por la grave crisis económica iniciada en 1929 y por el ascenso de sistemas totalitarios en Europa, como el fascismo y el comunismo.
Las primeras elecciones republicanas fueron las más democráticas que se habían celebrado hasta entonces en la historia de España. El censo lo formaron los varones mayores de 23 años y hubo una participación del 70% del censo electoral. La victoria fue para las fuerzas republicanas de izquierda que obtuvieron un 64% de sufragios y 279 diputados, siendo el partido más votado el PSOE (116 escaños) y el Partido Radical de Lerroux (90 escaños), una fuerza que se había ido moderando hacia posiciones de centro. Unos días después se formó el primer gobierno republicano formado por republicanos de izquierda y por socialistas. Como Presidente de Gobierno se nombró a Manuel Azaña (Acción Republicana), destacando entre los ministros los socialistas de Largo Caballero y Fernando de los Ríos. En la presidencia de la República se mantuvo al conservador Niceto Alcalá-Zamora, con lo que se daba un signo de moderación. El nuevo gobierno se propuso como principal tarea la de realizar una profunda transformación de la sociedad española, empezando por la elaboración de una nueva Constitución de carácter republicano.

La Constitución de 1931


El 9 de Diciembre de 1931 se aprobó la nueva constitución, cuyo contenido estuvo condicionado por la mayoría parlamentaria que tenían las fuerzas de izquierda. Ya en su primer artículo se definía a España como una República de trabajadores de toda clase que se organiza en régimen de libertad y justicia. Los principales contenidos de la Constitución eran:
 España se constituía como un Estado integral único, aunque admitía que hubiese autonomías regionales que tenían que se aprobados por dos tercios de los electores y por las Cortes. Se pretendía colmar con ello los históricos anhelos de Cataluña.
 Se establecíó una marcada división de poderes. O El poder legislativo quedaba reservado a las Cortes, que eran unicamerales, adquirían un gran protagonismo como órgano de control del gobierno.
o El poder ejecutivo estaba compartido entre el Presidente del Gobierno, que dirigía al gobierno y a sus ministros, y el Presidente de la República, cuyo papel era de moderador del sistema aunque tenía capacidad de veto con respecto a las leyes. Era elegido de forma indirecta a través de las Cortes por un periodo de seis años. No podían ocupar el cargo ni militares, ni eclesiásticos ni miembros de la familia Real.

 Se creó un Tribunal de Garantías Constitucional.
 Se hizo una amplísima declaración de derechos y libertades que, por primera vez, reconocía el derecho al divorcio.
 Se estipuló el sufragio universal incluyendo a las mujeres.
 La propiedad privada quedaba subordinada a los intereses de la economía nacional, lo que abría las puertas a posibles nacionalizaciones de empresas y propiedades.
 La enseñanza y la cultura se convertían en prioridad del Estado que tenía la obligación de fomentarlas sin discriminaciones de tipo económico.
 El Estado se declaraba laico y se reconocía la libertad de conciencia, además de la separación entre Iglesia y Estado, y se prohibía a las órdenes religiosas ejercer la enseñanza y cualquier actividad económica.
Estas medidas fueron de las más polémicas y fueron rechazadas por los sectores más conservadores y católicos.

El Bienio Reformista (Junio 1931-Septiembre 1933)


El objetivo prioritario del nuevo gobierno era emprender una serie de reformas que transformasen de una forma profunda a la sociedad española. Los puntos esenciales del programa de reformas eran: La reforma educativa, que estuvo marcada por el objetivo de acabar con el analfabetismo y el retraso cultural. Sus mayores esfuerzos se centraron en la enseñanza primaria como básica y fundamental. Se crearon más de 10.000 escuelas nuevas y se contrataron a más de 7.000 maestros, a los cuales se les mejoró el sueldo. Se promovíó una educación pública, laica, mixta, obligatoria y gratuita.  Se prohibíó el ejercicio de la enseñanza a las órdenes y congregaciones religiosas y se suprimíó la asignatura de religión. La Iglesia y los sectores conservadores se opusieron y la medida también supuso un problema para afrontar tan ambicioso proyecto pues las plazas escolares y los colegios se redujeron y la inversión que se necesitaba para hacer pública toda la enseñanza era enorme. En el ámbito cultural se crearon las Misiones Pedagógicas con el ánimo de acercar la educación y la cultura al medio rural, con cines, espectáculos de teatro itinerantes e incluso un museo circulante con reproducciones de cuadros del Museo del Prado.
La reforma del ejército tenía como finalidad modernizar el ejército y asegurar su fidelidad al régimen republicano. Manuel Azaña asumíó el Ministerio de Guerra (Ministerio de Defensa) e impulsó una ley para reducir el número de oficiales y se colocó en las principales capitánías generales a mandos fieles a la República. También se creó la Guardia de Asalto, una fuerza de orden público adicto a la República para contrarrestar el papel del ejército y la Guardia Civil. La reforma agraria fue el proyecto de mayor magnitud y uno de los más demandados por las clases sociales menos favorecidas en un país que seguía siendo fundamentalmente agrario. Los principales problemas eran:
 El campesinado representaba el 50% de la población activa y la mayoría eran campesinos sin tierras propias, que trabajaban como peones o jornaleros.
 La ancestral desigualdad en el reparto de la tierra, basada en una estructura latifundista, se situaba al sur del río Tajo, dejando en manos de unos pocos terratenientes la mayor parte de las tierras cultivables.
 La modernización y mecanización del campo en el que se trabajaba con métodos del Siglo XIX, lo que daba lugar a un bajísimo rendimiento por hectárea.
En 1932 y tras prolongadas discusiones se aprobó la Ley de Reforma Agraria con la oposición de los terratenientes y de la nobleza. Para aplicarla se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), encargado de hacer un inventario de tierras que podían ser expropiadas por el compromiso de pagar a sus propietarios una indemnización. Sin embargo, la lentitud del procedimiento supuso una frustración para los campesinos, pues en 1933 las tierras expropiadas y repartidas eran muy pocas, por lo que, impulsados por el movimiento anarquista, recurrieron a ocupar ilegalmente las tierras. Por último, la reforma territorial. Una vez reconocida la posibilidad de autonomías regionales por la Constitución, durante el bienio únicamente se formalizó el Estatuto de Cataluña, por el que se creaba un gobierno autónomo (la Generalitat) aunque con competencias muy limitadas (cultura, orden público y obras públicas). Sin embargo, el gobierno reformista tuvo que hacer frente a una oposición tanto de las fuerzas de derecha como de las de izquierda. La fuerzas de derecha estaban representadas por los monárquicos, agrupados en Renovación Española fundada por José Calvo Sotelo; los conservadores, que acabaron asumiendo el sistema republicano pero querían establecer una República conservadora, fundando la CEDA , dirigida por Gil Robles; por último los partidos de inspiración fascista, entre los que destacó la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera. Muchos de ellos simpatizaron con el intento de sublevación militar, encabezado por el general Sanjurjo en 1932 que, finalmente, fracasó. 


La oposición de izquierdas estaba representada por los anarquistas agrupados en la FAI y en su sindicado, la CNT. Participaron activamente en huelgas y en la ocupación de tierras por los campesinos. El suceso más grave ocurríó en la localidad gaditana de Casas Viejas, en Enero de 1933. Unos campesinos ocuparon tierras y fueron duramente reprimidos por la Guardia de Asalto republicana, causando varios muertos. Los graves sucesos restaron prestigio y apoyo popular al gobierno de Manuel Azaña, que también tenía que hacer frente a una grave crisis económica y a una creciente conflictividad social. Por último, las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux para echar a los socialistas del poder acabaron dando sus frutos, y Azaña dimitíó en Septiembre de 1933. El Presidente de la República, disolvíó las Cortes y convocó elecciones para Noviembre de ese año.

10.2. El gobierno radical cedista (1933-1935). La revolución de Asturias. El


Frente Popular, las elecciones de 1936 y el nuevo gobierno


Los graves sucesos de Casas Viejas de Enero de 1933 restaron prestigio y apoyo popular al gobierno de Manuel Azaña, que también tenía que hacer frente a una grave crisis económica y una creciente conflictividad social. Los socialistas retiraron su apoyo al gobierno y Azaña acabó dimitiendo en Septiembre de 1933. El Presidente de la República, Alcalá-Zamora, disolvíó las Cortes y se convocaron elecciones para Noviembre de ese año. Los partidos de izquierda se presentaron separados y los anarquistas preconizaron la abstención. Por su parte, las fuerzas de derecha se presentaron unidas en la nueva formación que habían creado la CEDA. Las elecciones supusieron un vuelco político siendo el partido más votado la CEDA con 115 escaños, seguida por el Partido Radical con 102. El partido socialista, sin embargo, reducía su representación a la mitad (de 116 a 58).
Pese al triunfo de la CEDA, el presidente de la República encargó la formación de gobierno a Lerroux dirigente del Partido Radical, de centro, con la supuesta intención de no provocar a las fuerzas de izquierda, pues la sociedad española se estaba polarizando cada vez más. Los radicales gobernarían en minoría pero con el apoyo de la CEDA para dar estabilidad al gobierno. Se iniciaba una etapa política conocida como Radical-Cedista caracterizada por la paralización de las medidas reformistas adoptadas en la etapa anterior e incluso con medidas contra reformistas:
 Paralización de las reformas agrarias, con la devolución de tierras a sus antiguos propietarios y expulsando de ellas a los campesinos que se habían asentado.
 Ley de amnistía, que favorecíó a los militares implicados en el fallido Golpe de Estado, encabezado por el general Sanjurjo en 1932.
 Proyecto de reforma constitucional en 1935, dando a la Constitución de 1931 un giro conservador, anulando aquellos artículos que habían generado más polémica como los referentes a la religión, las órdenes religiosas, la enseñanza, el matrimonio civil, los Estatutos de autonomía y la posibilidad de expropiación y nacionalización de la propiedad privada.

La Revolución de 1934 o Revolución de Octubre en Asturias


El 4 de Octubre de 1934 Alejandro Lerroux, Presidente del Gobierno, hizo un cambio de gobierno dando entrada a tres ministros de la CEDA. Las fuerzas políticas de izquierda se temieron que el nuevo gobierno se escorase hacia posiciones de derecha o tomase medidas como las adoptadas por Hitler en 1933 o en Austria en 1934, con la prohibición de todos los partidos políticos y la imposición de un régimen totalitario. El clima político en gran parte de Europa y, especialmente, en España estaba cada vez más polarizado y violento. El 5 de Octubre de 1934 la UGT convocó una huelga general. El PSOE, Ezquerra Republicana de Cataluña y los anarquistas se habían planteado el estallido de una revolución popular desde el triunfo de las fuerzas de centro-derecha. Se había planeado para Septiembre pero se fue retrasando hasta que el cambio de gobierno se convirtió en detonante. La huelga y la insurrección fueron un fracaso en la mayor parte de España por la intervención del ejército y de la Guardia Civil y por un menor apoyo popular del que se esperaba. Únicamente en Cataluña y en Asturias adquiríó cierta importancia.
 En Cataluña la huelga adquiríó un carácter nacionalista, y el 6 de Octubre Lluis Companys proclamó el Estado Catalán dentro de la República Federal española. La proclamación duró un solo día pues el ejército intervino, suspendíó la autonomía catalana y acusó al gobierno catalán de rebeldía.
 La insurrección sólo triunfó en Asturias donde socialistas, comunistas y anarquistas firmaron una Alianza Obrera y se fijaron como meta socializar los medios de producción proclamando una Revolución Socialista de los Consejos Obreros defendíéndola con las armas. El gobierno envió al ejército de Marruecos, la Legión y los Regulares al mando del general Francisco Franco. El 18 de Octubre, la insurrección estaba definitivamente controlada. Hubo más de mil muertos, 30.000 detenciones y numerosas condenas de muerte, ejecutándose a líderes obreros locales y secundarios.

Etapa final del Bienio Radical-Cedista (1935-1936)


La revolución de Octubre tuvo como consecuencia un endurecimiento de la política del gobierno. Se suspendíó el Estatuto de Cataluña y se paró la reforma agraria. El gobierno de coalición entre Radicales y Cedistas era cada vez más complicada por las desavenencias entre Lerroux y José María Gil Robles, líder de la CEDA. En el ámbito militar, Gil Robles puso en puestos relevantes a mandos militares opuestos a la República como los generales Banjul, Franco, Mola… La vida pública se fue radicalizando hacia posiciones antagónicas, que condujeron a una polarización política. En la derecha, la Falange se fusiónó con las JONS. José Calvo Sotelo fundó el Bloque Nacional en Diciembre de 1934, con la idea de restaurar la monarquía o un gobierno militar. Algunos miembros del ejército crearon la Uníón Militar, uno de cuyos inspiradores era el general Sanjurjo, con la intención de acabar con la República. Por su parte, las fuerzas de izquierda decidieron concentrar sus fuerzas creando el Frente Popular, que agrupaba a republicanos de izquierda, socialistas y comunistas.
Sin embargo, lo que acabó con la coalición de centro-derecha fueron los escándalos de corrupción destacando de manera destacada el escándalo del estraperlo de Octubre de 1935, en el que se vio implicado el propio hijo de Lerroux. Algunos políticos radicales aceptaron sobornos para permitir ruletas trucadas en los casinos y casas de juego. El desprestigio del Partido Radical obligó a dimitir a Lerroux y el Presidente de la República disolvíó las Cortes y convocó nuevas elecciones para Febrero de 1936.

Las elecciones de 1936 y el triunfo del Frente Popular


En las elecciones del 16 de Febrero los partidos de izquierda y los nacionalistas se agruparon en el Frente Popular al que se sumaron incluso los anarquistas. En su campaña electoras se comprometían a defender la República y el programa de reformas de los inicios de la República. La derecha también se presentó unida en muchas circunscripciones aunque la CEDA, confiaba en ganar con mayoría absoluta agitando el temor de la revolución. La participación electoral fue muy alta, un 72% del censo; aunque las fuerzas de centro y derecha triunfaron en las zonas rurales el Frente Popular en más circunscripciones y obtuvo mayoría absoluta alcanzando el 59% de los escaños. El primer gobierno que se formó estuvo integrado exclusivamente por republicanos sin la participación de socialistas ni comunistas. Manuel Azaña fue nombrado Presidente de Gobierno, reiniciando la política de reformas de la primera etapa y otorgando una amplia amnistía para los encarcelados por la revolución de Octubre de 1934. Entre otras medidas destacaron:
 La restauración del Estatuto de Autonomía de Cataluña, ocupando Lluis Companys de nuevo la presidencia de la Generalitat.
 Se retomó la reforma agraria de 1932.
 El Congreso destituyó a Alcalá-Zamora como presidente de la Segunda República el 10 de Mayo de 1936.
Manuel Azaña aceptó la presidencia de la República y animó a los socialistas a que entrasen en el gobierno, aunque se negaron, y fue nombrado como nuevo Presidente del Gobierno al republicano Casares Quiroga, el 13 de Mayo de 1936. El clima político estaba cada vez más enrarecido. Los socialistas encabezados por Largo Caballero aspiraban a una revolución obrera, mientras que la derecha conspiraba y buscaba el apoyo del ejército para frenar la revolución social. La extrema derecha atentaba contra locales y líderes de izquierda. Gil Robles y diversos mandos del ejército, entre ellos el general Franco, quienes habían solicitado en Febrero a Alcalá-Zamora la declaración del estado de Guerra. Desde Marzo de 1936, un grupo de generales dirigidos por Emilio Mola, empezaron a preparar un golpe militar contra el gobierno del Frente Popular. Este había decidido aislarlos, enviándolos a destinos apartados: Mola a Navarra, Franco a Canarias, Goded a Baleares y Sanjurjo exiliado a Lisboa. Los días previos a la rebelión militar que dio comienzo a la Guerra Civil se produjeron dos asesinatos que evidenciaban el clima de violencia que vivía el país. El 12 de Julio de 1936 era asesinado por extremistas de derechas el teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo. En represalia, sus compañeros detuvieron y asesinaron al líder de derechas José Calvo Sotelo, el 14 de Julio. En la noche del 17 al 18 de Julio se materializaba la rebelión militar. Daba comienzo la Guerra Civil (1936-1939).


10.3. La Guerra Civil: la sublevación militar y el estallido de la guerra. La dimensión internacional del conflicto.
La Guerra Civil (18 de Julio de 1936-1 de Abril de 1939) fue consecuencia de la polarización social y de la radicalización política que se fue produciendo en España durante la            IIª República. La guerra se inició con una sublevación militar de una parte del ejército que contó con el apoyo económico y armamentístico de los regíMenes totalitarios de Italia, Alemania y Portugal. Lo que pretendía ser un Golpe de Estado rápido y exitoso, acabó convirtiéndose en un largo conflicto de tres años ante la resistencia del gobierno, de las fuerzas políticas republicanas y de un sector del ejército que se mantuvo fiel a la República. El conflicto se convirtió en una terrible guerra de desgaste y de aniquilación del enemigo político, con un país dividido en dos zonas y en dos Estados: el controlado por el gobierno de la República y dominado por los militares sublevados y sus partidarios autoproclamados como Nacionales. La sublevación militar estuvo precedida por meses de violencia callejera y conspiraciones militares y políticas desde que se produjo el triunfo del Frente Popular en Febrero de 1936. Por una parte, los anarquistas y otras fuerzas radicales de izquierda exigían una revolución social ocupando tierras y presionando al gobierno. En el lado opuesto, los falangistas hacían ostentación de su violencia y un sector del ejército conspiraba contra el gobierno republicano con el apoyo de las fuerzas conservadoras: monárquicos, falangistas y carlistas. Aunque la sublevación estaba preparándose, el detonante fue el asesinato del líder del Bloque Nacional, José Calvo Sotelo, por un grupo de guardias de asalto el 13 de Julio de 1936, en represalia por el asesinato perpetrado por extremistas de derechas de uno de los oficiales de ese cuerpo de policía, el teniente Castillo, militante del PSOE, el día anterior, el 12 de Julio.

La sublevación militar y el estallido de la Guerra Civil


Las tensiones políticas se acentuaron durante la primavera de 1936. El triunfo del Frente Popular en las elecciones de Febrero de 1936 condujo a pensar a las fuerzas conservadoras que podría producirse en España una revolución social similar a la soviética. Esta preocupación y el temor a una desmembración del país era compartida por el sector más duro del ejército enfrentado abiertamente al gobierno de izquierdas. El temor a una conspiración militar llevó al ministro de defensa a dispersar y a aislar a los generales que eran considerados como más sediciosos. Pese a estas ingenuas medidas preventivas la sublevación militar se siguió gestando encabezada por el General Mola y con el apoyo de las fuerzas antirrepublicanas. El golpe militar estaba proyectado para finales de Julio pero la tensión creada por los asesinatos del teniente Castillo y de Calvo Sotelo hizo que la fecha se adelantase al 18 de Julio de 1936. La coordinación de la sublevación implicaba a la mayor parte de las capitánías militares pero era esencial contar con el apoyo del ejército de Marruecos, el más profesional y experimentado de todo el ejército español. Para dirigirlo y para conseguir su lealtad era preciso contar con el general Franco, que había sido comandante de la Legión y había conseguido gran prestigio en las campañas de Marruecos. De forma secreta, Franco fue trasladado desde Canarias hasta el protectorado de Marruecos en un avión que habían alquilado los sublevados, el Dragón Rapide. Entre la noche del 17 de Julio y durante el día 18, la sublevación se extendíó por gran parte de la Península (Navarra, Álava, Castilla y León, Galicia, Andalucía Occidental) además del Protectorado de Marruecos, Canarias y Mallorca. El plan de los sublevados implicaba que el golpe militar debía ejecutarse con gran rapidez y violencia para evitar la reacción del gobierno republicano y de sus fuerzas leales, y persuadirles de cualquier resistencia. Su intención era establecer un directorio militar transitorio y, tal vez más adelante, restaurar la monarquía. El factor sorpresa era importante y atenazar al gobierno, la acción conjunta de las organizaciones obreras y de las fuerzas militares leales a la República consiguieron sofocar la rebelión en Madrid y controlar amplias zonas del país. Los militares sublevados, pese a fracasar en su principal objetivo, ni se rindieron ni desistieron en su empeño. Comenzaba así un largo conflicto armado, la Guerra Civil. Tras el Golpe de Estado, España quedó dividida en dos zonas:
 La republicana, que controlaba las regiones industriales y mineras de Austria, País Vasco y Cataluña, el área del Levante y Madrid. Económicamente dispónía de los recursos financiaron pero se encontraba dividida territorialmente pues la cornisa cantábrica había quedado separada del resto del territorio controlado por el gobierno republicano. En el plano militar, la República tenía menos efectivos del ejército profesional aunque contó con la lealtad de la Guardia de Asalto, de la marina y aviación. No obstante, las agrupaciones obreras, partidos y sindicatos, organizaron a sus afiliados y simpatizantes distribuyéndoles armas creando un ejército de resistencia conocido como los milicianos.
 La nacional, formado por los militares sublevados y sus simpatizantes se denominaron a sí mismos como nacionales. Dominaban las zonas agrarias de Castilla, Andalucía Occidental, Galicia y Navarra. Su primera ofensiva fue abrir un corredor por Extremadura que uniese sus territorios. Militarmente contaban con las fuerzas profesionales y mas experimentadas (la Legión, los Regulares y las fuerzas nativas marroquíes), también con la mayoría de los oficiales y de la Guardia Civil a la que se sumaron las fuerzas paramilitares de Falange y los Requetés (carlistas).

La dimensión internacional del conflicto


La Guerra Civil ha sido considerada como un prólogo de la Segunda Guerra Mundial, al ser el primer enfrentamiento armado entre las tres ideologías dominantes en Europa en el periodo de entreguerras: el fascismo, el comunismo y las democracias parlamentarias. Por una parte, estaban aquellos que ayudaban a los sublevados donde había regíMenes totalitarios: Italia, Alemania, Portugal y el Vaticano. La Italia fascista de Mussolini y Portugal gobernada por Salazar, enviaron cuerpos expedicionarios para luchar en la guerra y ayuda material y económica. La contribución de la marina italiana fue fundamental para trasladar al ejército franquista desde África. La Alemania nacional-socialista de Hitler envió apoyo aéreo por medio de la Legión Cóndor. Su superioridad sobre la aviación republicana les dio el dominio del aire y fue fundamental en el desarrollo de la guerra. Para los alemanes España se convirtió en un campo de prácticas en el que ensayaron tácticas armamento. El Vaticano reconocíó en Julio de 1937 al nuevo Régimen franquista lo que tuvo un gran valor simbólico para los sublevados. El apoyo de las instituciones eclesiásticas y de los católicos dio a la insurrección armada un componente ideológico de «cruzada» contra el ateísmo. La República, como régimen legítimo y representativo, esperaba contar con el apoyo de las democracias occidentales (Francia y Gran Bretaña), pero su actitud fue pasiva ante el temor de desencadenar un nuevo conflicto europeo. Únicamente, por medio de la Sociedad de Naciones, crearon un Comité de no intervención para mantener la neutralidad y prohibir la venta de armas a los bandos combatientes pero fracasaron. Los únicos países que apoyaron abiertamente a la República fueron la Uníón Soviética y México. La ayuda más importante fue la primera, que proporciónó material de guerra y formación militar. Sin embargo, el pago de esta ayuda se convirtió en un tema polémico pues se hizo depositando el oro del Banco de España en Moscú, lo que generó el mito de «el oro de Moscú», ampliamente utilizado por el franquismo. Las Brigadas Internacionales fueron un cuerpo de voluntarios antifascistas de diversas nacionalidades que combatieron a favor de la República. Su número, cercano a los 60.000 hombres, su empuje y decisión fueron un alivio para las fuerzas republicanas y le dieron un aire de lucha ROMántica a la guerra española hasta su retirada en Noviembre de 1938.

10.4. Fases militares de la Guerra Civil. La evolución política y económica en las dos zonas. Consecuencias económicas y sociales de la guerra. Los costes humanos.

La primera etapa de la Guerra Civil comprende desde Julio de 1936 hasta Marzo de 1937. El fracaso de la sublevación militar en Madrid convirtió a la capital en el principal objetivo de los militares golpistas, tomando los sublevados la iniciativa de la ofensiva. El ejército estaba dirigido por el General Mola, quien avanzó desde Navarra hacia Madrid, pero fue detenido por la resistencia de los milicianos en Somosierra y en Guadarrama. Por su parte, Franco fue trasladando al ejército de África a la península con la ayuda de la marina italiana y la aviación alemana. Su plan era abrir un corredor por Extremadura que uniese a dos ejércitos (norte y sur) para crear una tenaza sobre Madrid.
Después de conquistar Badajoz, Franco se dirigíó a Toledo para liberar a los sublevados (dirigidos por Moscardó) que se resistían al asedio de los milicianos republicanos en el alcázar de Toledo. Por su parte, el gobierno republicano formó una Junta de Defensa para proteger Madrid, encargándoselo al general Miaja, bajo cuyo mando se pusieron los milicianos y los brigadistas internacionales, voluntarios de diversas nacionalidades de ideología comunista o socialista llegados a España para luchar por la República.
Los defensores de Madrid se conjuraron haciendo famoso el lema de ¡No pasarán! Entre Febrero y Marzo de 1937, los sublevados (apoyados por cuerpos italianos) intentaron una maniobra envolvente para tomar Madrid, pero fueron rechazados por las fuerzas republicanas en las batallas del Jarama y Guadalajara. Este nuevo fracaso hizo cambiar de estrategia al ejército golpista que inició una guerra de desgaste. La segunda etapa transcurre durante Abril a Octubre de 1937, siendo el nuevo objetivo de Franco la conquista del Cantábrico para hacerse con su producción industrial. La campaña del norte consolidó el liderazgo de Franco sobre las fuerzas nacionales, y fue nombrado General en jefe de los ejércitos (Generalísimo) y Jefe del Estado Nacional, con capital en Burgos.  


Las fuerzas franquistas conquistaron el norte republicano con el apoyo de la aviación alemana enviada por Hitler para ayudar a los golpistas, conocida como la Legión Cóndor. Sus acciones de castigo para sembrar el pánico entre la población civil tuvieron entre sus escenarios más significativos el bombardeo de Guernica, población simbólica para el nacionalismo vasco, que quedó totalmente arrasada. Los republicanos intentaron una contraofensiva en el frente de Madrid (la batalla de Brunete) para intentar aliviar el cerco sobre la capital y distraer a los nacionales del frente norte, sin demasiado éxito. El aislamiento de la zona cantábrica del resto del territorio republicano precipitó su caída. Los bombardeos continuos sobre las ciudades llevaron a muchas familias a embarcar a sus hijos para ponerlos a salvo en países de acogida (Francia, Inglaterra, Rusia) y fueron conocidos como los niños de la guerra. Tras a caída de Asturias en Octubre de 1937, todo el norte peninsular quedó en manos de los sublevados y las posibilidades de un triunfo de la República parecían desvanecerse. La tercera etapa, de Octubre de 1937 a Abril de 1939, dejaba a Madrid sitiado y el norte conquistado, por lo que las fuerzas franquistas debían dividir el territorio republicano aislando a Cataluña. La campaña del Mediterráneo debilitó definitivamente a la República, que intentó parar la ofensiva y contraatacar a la desesperada. Los republicanos, dirigidos por el general Vicente Rojo, reconquistaron provisionalmente Teruel y lanzaron una ofensiva que se convirtió en la batalla más dura de la guerra: la batalla del Ebro (25 de Julio-16 de Noviembre de 1938). Sin embargo, fueron rechazados y sufrieron gravísimas pérdidas de muertos y prisioneros, quedando atrapados en la conocida bolsa de Gandesa.

La derrota selló la suerte de la República


Franco dividíó las zonas republicanas y en Enero de 1939 lanzó la ofensiva sobre Cataluña, provocando la huida de miles de republicanos hacia Francia, entre ellos los presidentes del gobierno y de la República, Juan Negrín y Manuel Azaña. Las disputas entre fracciones republicanas, entre los que querían negociar una rendición y los que postulaban una resistencia hasta el final, provocaron un enfrentamiento interno. Juan Negrín, que había regresado el 10 de Febrero de 1939, era partidario de proseguir la guerra apoyado por los comunistas. Sin embargo, entre los socialistas, la oposición a Negrín fue creciendo, dividiendo al partido. El 5 de Marzo de 1939, el coronel republicano Segismundo Casado se sublevó contra el gobierno con la intención de negociar con Franco una rendición honrosa. Franco rechazó la propuesta y aunque la República aún controlaba un territorio considerable, su descomposición interna precipitó su rendición incondicional el 1 de Abril de 1939. El último parte de guerra del ejército franquista señalaba: «…En el día de hoy, cautivo y desarmado, el ejército rojo se ha rendido…».

La evolución política y económica en las dos zonas


Durante la Guerra Civil, España quedó dividida política y territorialmente


La zona republicana, en un primer momento, estuvo dirigida por el gobierno de José Giral (19 de Julio de 1936 – 4 de Septiembre de 1936). Tras un primer momento de sorpresa, Manuel Azaña encargó a José Giral la formación de un nuevo gobierno en sustitución del anterior presidente (Casares Quiroga) que se había mostrado dubitativo y sin iniciativa ante el Golpe de Estado. La necesidad de defender a la República y ante la presión de las organizaciones obreras, el gobierno de Giral decidíó distribuir armas entre los obreros que formaron Milicias autónomas y comités revolucionarios con bastante descoordinación. Las acciones violentas contra los religiosos y los sospechosos de simpatizar con el alzamiento militar se incrementaron en los primeros momentos. Por su parte, los anarquistas formaron sus propias milicias y aprovecharon la coyuntura para ocupar y colectivizar tierras en Aragón y Cataluña con la intención de consumar la revolución social. Pese al voluntarismo y arrojo de los milicianos, su escasa formación militar y la carencia de un mando único facilitó el avance de los sublevados, por lo que los socialistas presionaron a Azaña para que se formase un nuevo gobierno. Comienza así el gobierno de Largo Caballero (Septiembre 1936 – 17 de Mayo de 1937), quien (ante la gravedad de la situación) formó un gobierno de concentración del que formaron parte socialistas, republicanos, nacionalistas y anarquistas, para imponer el orden. Decidíó coordinar el mando militar nombrando como Jefe del Estado Mayor a Vicente Rojo, con la idea de regularizar a las milicias y crear un ejército popular, restaurando la legalidad judicial y disolviendo los comités revolucionarios. El cerco sobre Madrid obligó al gobierno republicano a trasladarse a Valencia. Los fracasos militares republicanos y los enfrentamientos en Barcelona entre los anarquistas y los miembros del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), de ideología anti estalinista, contra el Partido Comunista dejaron en evidencia las diferencias ideológicas dentro del bando republicano y forzaron la dimisión de Largo Caballero.
Le sustituyó el gobierno de Juan Negrín (17 de Mayo de 1937 – 31 de Marzo de 1939), y aunque este era socialista, buscó el apoyo del PCE y fue aislando a los anarquistas. Intentó el apoyo de las democracias antifascistas, aunque solo consiguió la ayuda de la URSS. Siempre defendíó una política de resistencia hasta el final, aunque trató de negociar una rendición sin represalias que Franco rechazó. Con una República dividida y enfrentada, prefirió el exilio antes que rendirse. Siguió siendo presidente del gobierno republicano en el exilio, primero en Francia y luego en Londres, hasta 1945. Por otra parte, en la zona nacional, las fuerzas sublevadas no tenían un modelo político definido además de que coexistían diversas ideologías: monárquicos, conservadores y fascistas. Tampoco entre los generales había un líder único, aunque Sanjurjo era el ideólogo del golpe; Emilio Mola fue el organizador y Franco el general de más prestigio. Su primera intención era un triunfo rápido del levantamiento y la creación de un directorio militar que presidiría Sanjurjo. Los planes tuvieron que modificarse con su fallecimiento el 20 de Julio tras un accidente de aviación cuando regresaba a España, por lo que se nombró como jefe de directorio a Cabanellas, el general de más edad que dirigiría la Junta de Defensa Nacional creada en Burgos el 24 de Julio. Con el desarrollo de la guerra, los militares comenzaron a ser conscientes de la necesidad de un mando único, por lo que el 21 de Septiembre de 1936 la Junta de Defensa Nacional, reunida en Salamanca, nombró a Franco Jefe de Gobierno y del Ejército, nombramiento que se hizo oficial en Burgos el 1 de Octubre de 1936, fecha que se considera el de la creación del Estado Nacional. Se ponían así las bases del que sería el nuevo Estado tras la guerra, un régimen personalista en el que Franco iría acaparando el poder político y militar. Una Junta técnica, dirigida por Franco, actuaba como órgano asesor pero la autoridad de Franco se iba imponiendo en todos los órdenes. En Abril de 1937 Franco promulgó el Decreto de Unificación por el que las fuerzas políticas que apoyaban el alzamiento, falangistas, carlistas, nacional-sindicalistas, se integraban en una formación única: la Falange Española Tradicionalista de las JONS, que con el tiempo sería conocida como Movimiento Nacional. Con el decreto, las fuerzas políticas pasaban a estar bajo el control de Franco y se evitaban disputas entre ellas. Según avanzaban las tropas nacionales, se iba produciendo una contrarrevolución social que se consolidó con el triunfo final de las fuerzas franquistas. Se derogó la constitución republicana y las reformas sociales, se prohibieron los partidos políticos (a excepción el único y oficial) y los sindicatos, se abolieron los estatutos de autonomía y se llevó a cabo una dura represión con encarcelamientos masivos y fusilamientos de líderes significativos.
El Estado Nacional se convirtió en una Dictadura militar de administración centralizada apoyado en tres pilares básicos: el ejército, la iglesia católica y la Falange. Franco acabó concentrando todos los poderes, dando lugar a un régimen autoritario que comúnmente sería conocido como Régimen Franquista.

Las consecuencias de la guerra


Como toda guerra de larga duración, sus consecuencias fueron trágicas: pérdidas humanas, destrucción del tejido industria e infraestructural, reducción de la producción agraria…
El número de muertos durante el conflicto se sitúa entre 350.000 y medio millón (según las fuentes), gran parte víctimas civiles y fruto de las represalias. Los sublevados eliminaban a los simpatizantes de cualquier ideología izquierdista, y sucesos como los de Badajoz o el asesinato de Federico García Lorca están entre sus atrocidades.
Por su parte, entre los republicanos destacaban las actuaciones denominadas «checas» contra los sospechosos de simpatizar con los sublevados y contra los religiosos. El fusilamiento de Primo de Rivera, fundador de la Falange, o los fusilamientos de Paracuellos de Jarama, en Madrid, fueron utilizados por el franquismo para denunciar la barbarie comunista.
La guerra también supuso el exilio de más de 500.000 españoles a Francia, México y Latinoamérica, principalmente, y el descenso del índice de natalidad.
Por la parte económica se redujeron la producción agraria y la industrial. El Estado acabó endeudándose pues Franco sufragó la guerra a crédito y las autoridades de la república agaron con el oro del Banco de España sus compras de material a Rusia. Debido al estancamiento económico y el retroceso del nivel de vida se vivíó una durísima posguerra que obligó al racionamiento de productos básicos.
La política represiva de la posguerra hizo imposible la reconciliación entre vencedores y vencidos. Al retroceso cultural y científico debido a que muchos intelectuales, artistas y científicos comprometidos con la República se exiliaron, se le sumó el hecho de que los que se quedaron fueron sometidos a represalias y control de la censura.

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