Evolución de la Política Exterior de EE. UU.: De la Guerra Fría a la Era Trump

La Geopolítica Norteamericana después de la Guerra Fría

Los lineamientos generales de la política estadounidense fueron descriptos por Nicholas Spykman en su libro “Estados Unidos Frente al Mundo”. Esto se complementó con la Teoría de la Contención expuesta por George Kennan, que la aplicó el presidente Truman.

A esto hay que agregar que con la creación de la OTAN y el desarrollo del plan Marshall para la reconstrucción europea, se detuvo la expansión del comunismo en Europa. El apoyo norteamericano para Japón y la periferia China también estuvo presente en esta fortificación de la tierra orilla.

La derrota rusa en la guerra con Afganistán (1978-1988), junto con la instrumentación de la perestroika por el primer ministro soviético Mijaíl Gorbachov culminaron con la caída del Muro de Berlín en 1989, y la disolución de URSS en diciembre de 1991.

La Federación Rusa heredó el sitial de la URSS en el consejo de seguridad de las Naciones Unidas, asumiendo la presidencia Boris Yeltsin.

El gobierno de Boris Yeltsin comenzó una transformación de la Federación Rusa, donde no existían los instrumentos básicos de una economía capitalista, y sin una clase empresarial consolidada. Fueron los antiguos funcionarios soviéticos los que se convirtieron en empresarios, en una enorme orgía de corrupción y descontrol, lo que culminó con unas muy altas tasas inflacionarias.

Esto llevó a una enorme disconformidad del pueblo ruso que culminó en 1998 cuando la economía rusa entró en default. Quién sucedió a Yeltsin después de algunos interinatos menores fue Vladimir Putin en el año 2000, un antiguo jefe de los servicios secretos soviéticos (KGB) quién fue apoyado por lo que se conoce como mafia rusa.

Junto con la asunción de Putin, se produjo el ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio, y todo el este asiático se convirtió en un gran demandante de materias primas, lo que hizo que el precio de estas comenzara a crecer.

Uno de los principales commodities que subieron de precio fueron el petróleo y el gas, y la Federación Rusa se convirtió en el abastecedor de más del 25% de la demanda europea, lo que provocó la rápida recuperación de la economía rusa.

Hay que tener en cuenta que al producirse la implosión de la Unión Soviética el presidente de Estados Unidos era George Bush (padre), que perdió las elecciones en 1992 frente a Bill Clinton, quien asumió la presidencia el 21 de enero de 1993.

La Era Clinton y la Globalización

Clinton fue el primer presidente norteamericano de la post Guerra Fría, quien abrazó la globalización buscando explotarla en beneficio de los Estados Unidos, poniendo la competitividad de la economía en el corazón de su política exterior.

Normalizó las relaciones comerciales con China y Vietnam, puso en marcha el NAFTA integrando las economías de México, Canadá y Estados Unidos y abrió la economía. Al asumir, en 1993, se encontró con un déficit billonario que lo revirtió en superávit al entregar el poder, se redujo el desempleo a porcentajes ínfimos y la revolución electrónica produjo la primera clase millonaria en dólares de la historia.

Fue el gran protagonista de la transición de un mundo viejo a uno nuevo, de una cultura mecánica a una cultura electrónica. Clinton presidió durante la más extensa y prodigiosa prosperidad de la historia norteamericana, aplicando el “Consenso de Washington” en acuerdo con los seis países más ricos del mundo para manejar el FMI y el Banco Mundial, con lo que se modelaron las finanzas internacionales.

Llevó a la presidencia un estilo desprovisto de solemnidad y humanizó la institución presidencial, y al entregar el poder, después de su segundo mandato en el 2000 al republicano George W. Bush gozaba de una popularidad superior al 60% en el electorado norteamericano.

La Administración de George W. Bush y los Desafíos del Siglo XXI

George W. Bush decidió restaurar el prestigio de la Casa Blanca, reduciendo impuestos como forma de mitigar la recesión que se estaba gestando en la economía estadounidense.

Redujo los contingentes de soldados norteamericanos en los Balcanes, disminuyó la ayuda a la Federación Rusa que había entrado en default en 1998 y decidió crear un escudo antimisiles pese a las críticas de Moscú y Beijing.

Pero el 11 de septiembre de 2001, el atentado a las Torres Gemelas provocó la alteración de todos sus planes. Ordenó la invasión a Afganistán con el fin de atrapar a Osama Bin Laden, y posteriormente declaró la guerra a Irak.

Estos gastos de guerra inflacionaron de tal modo al dólar que le hicieron perder credibilidad en la economía global. Se descontroló el mercado bursátil, la economía estadounidense empezó a exportar empleos a Extremo Oriente, transformándose en no competitiva y ampliamente consumista.

Los hogares norteamericanos se endeudaron fuertemente, y en el 2007 se experimentó la crisis de la hipotecas subprime. Con un déficit de un billón de dólares anuales, el gobierno no pudo evitar que se derrumbara la banca Lehman Brothers en el 2008 y que la gran potencia se convirtiera en el mayor deudor de la economía global.

La Era Obama: Entre la Recesión y la Búsqueda de un Nuevo Rol Global

Con este panorama se encontró Barack Obama el 21 de enero de 2009 al asumir su primera presidencia. La profunda recesión que afectó al mundo en el año 2009, hizo tambalear a la economía europea y esto también afectó a la economía global.

Por estos motivos, al realizar un balance de la gestión Obama, debemos tener en cuenta al escenario con el que se encontró el primer presidente negro de la historia norteamericana.

Según el multimillonario húngaro-americano George Soros el problema financiero que enfrenta hoy la economía mundial es mayor que el de la crisis de 1929. El sistema financiero global colapsó, y el tamaño del problema actual es mayor que en los años treinta porque en aquella época la deuda de Estados Unidos era del 130 por ciento del PBI y subió al 160 por ciento con la crisis. En 2008, la deuda es de 350 por ciento del PBI pero va a llegar como mínimo al 500 por ciento, sin tomar en cuenta los derivados financieros. Ha fallado el paradigma de los mercados autorregulados que se corrigen solos, y hace falta supervisión y regulación que impidan la aparición de nuevas “burbujas”. El sistema financiero está en terapia intensiva, sobreviviendo con ayuda artificial, y la economía real también. Ahora los gobiernos son la única fuente de crédito, no los bancos, y tienen un rol fundamental, pero es una situación de emergencia, temporaria, porqué los gobiernos no son buenos actores económicos.

Han sido tantas y tan frustrantes las experiencias estadounidenses en su papel de potencia hegemónica en los últimos veinte años, que de líder que pretendió ser, pasó a desempeñar un papel de mal enfermero para el paciente global.

Su triste desempeño en la guerra de Irak y la aún no desmantelada intervención en Afganistán, han cubierto de fracasos a su política exterior. Su déficit anual de un billón de dólares ha inflacionado la economía mundial y llenado de incertidumbres a los mercados globales.

El presidente Obama, en su primer período de gobierno, se cansó de hacer promesas en materia inmigratoria para los latinoamericanos residentes ilegalmente en territorio norteamericano, pero los resultados fueron casi nulos.

Lo que sí logró es que América Latina comenzara a unirse para contrarrestar la influencia yanqui en la política regional. Conocedores de que cuando las Instituciones financieras globales entran en un país, pueden aplastar a los competidores locales, los latinoamericanos comenzaron a tomar distancia del FMI, pues este confunde fines con medios. Uno de los objetivos fundamentales de un buen sistema bancario

es proporcionar créditos en condiciones aceptables a quienes los pueden amortizar, y esto no era lo que el FMI debía realizar de acuerdo con el “Consenso de Washington.”

Hoy no se fuerza la apertura de los mercados emergentes con la amenaza del uso de la fuerza militar, sino a través del poder económico, a través de la amenaza de sanciones o de la retirada de ayuda en los momentos de crisis.

La influencia del narcotráfico en Latinoamérica continuó incrementándose, y las estrategias para combatirlo consiguieron fortalecerlo. Los narco dólares en los paraísos fiscales se aumentaron cada vez más, y el principal mercado consumidor para las drogas blandas que produce América Latina siguió siendo Estados Unidos. La gran novedad es que esa demanda insaciable estadounidense ahora se trasladó a Europa, con el fortalecimiento incesante de las mafias italianas, rusas, mexicanas y colombianas.

La impotencia de los gobiernos para combatir este flagelo es muy grande, y ya muchos gobiernos están proyectando legalizar el consumo como se hizo en los Estados Unidos con el alcohol en la década del 30, porque así se podría controlar la calidad del producto y se obligaría a los carteles a pagar impuestos, eliminando el secretismo de su comercialización.

En el segundo período de gobierno de Barack Obama, este se ha comprometido a llevar a cabo la reforma inmigratoria (por eso cosechó el voto latino), mejorar los niveles de empleo a pesar del elevado déficit anual de un billón de dólares al que ha prometido reducirlo y mejorar los planes sociales con el programa Medicare, que le asegura la atención de la salud a más de 40 millones de norteamericanos que no tenían acceso.

Otra de las promesas electorales fue propiciar una disminución de la cantidad y potencia de las armas de fuego que se venden en el mercado norteamericano por los múltiples crímenes masivos que algunos desequilibrados mentales provocan, y además, promover el uso de energías limpias que sustituyan a las provenientes del carbón que son las que más contaminan.

El Senado de los Estados Unidos aprobó el 31-1-2013 el proyecto que permite al Gobierno extender su capacidad de endeudamiento más allá del récord de 16,4 billones de dólares, pese a que los republicanos exigen mayores recortes en el gasto público para reducir el déficit, y los demócratas sostienen que se debe disminuir el déficit con una mezcla de recortes de gastos y alzas de impuestos.

Ya en julio de 2011, ante el freno de la economía que estaba experimentando Estados Unidos, el presidente Obama había exhortado a un acuerdo bipartidista para autorizar el incremento de fondos del Tesoro y evitar que el Estado se quedara sin fondos para pagar sus compromisos. El culto al equilibrio es uno de los culpables de la debacle, sostenía Paul Krugman en el The New York Times el 30 de julio de 2011.

El principal acreedor de los Estados Unidos es China, y no se muestra muy comprensiva ante la disputa entre los demócratas y republicanos respecto del techo del endeudamiento. Para Pekín se trata de una “política temeraria” que podría arrastrar al abismo al resto del mundo. El riesgo es que la todavía débil recuperación económica quede estrangulada, no solo en los Estados Unidos, sino en el resto del mundo.

China vende sus productos en Estados Unidos, invierte los dólares ganados en bonos del Tesoro norteamericano, y genera así nueva liquidez en la primera potencia mundial, un círculo vicioso fundamental para el modelo comercial y de crecimiento de Pekín. Solo el mercado de bonos de los Estados Unidos es lo suficientemente grande como para absorber semejante cantidad de dólares.

El Legado de Obama: Entre la Recuperación Económica y la Fractura Social

En plena debacle financiera, Obama entró en la historia del país como el primer presidente negro; superó la crisis y bajó el desempleo, pero no alcanzó otros objetivos. Veamos los distintos aspectos:

  1. La reforma sanitaria: Cuando Obama asumió, millones de norteamericanos carecían de cobertura médica. Varios presidentes intentaron sin éxito sanear el sistema. En 2010, con el absoluto rechazo republicano, firmó el Affordable Care Act., conocido como Obamacare, con amplio acceso a la salud. Desde el triunfo de Trump, los republicanos buscan su supresión.
  2. Caída del desempleo: Al asumir Obama el desempleo era del 7,8% y llegó al 10% en el 2010, como consecuencia de la crisis del gobierno de George W. Bush y que aún se hacía sentir. Pero Obama culmina con la creación de 11 millones de empleos, y la desocupación en el 4,7%, pese a que muchos discuten sobre la calidad de estos puestos.
  3. Reactivación Económica: Obama aplicó costosos estímulos fiscales, puso freno parcial a Wall Street, y logró estabilizar y expandir la economía norteamericana.
  4. Conciencia Climática: Hizo del futuro ambiental una constante en sus discursos, logrando instalarlo en la agenda internacional. Apeló a las energías renovables con la construcción de plantas solares para alejarse del carbón. Prohibió perforaciones petrolíferas en el Atlántico y en el Ártico. A nivel global fue decisivo para el Acuerdo Climático de París.
  5. Matrimonio Igualitario: Aunque al comienzo de su gestión se opuso, fue cambiando de opinión a partir de 2012, y apoyó abiertamente el matrimonio homosexual, pese a las resistencias se los sectores conservadores de los Estados Unidos. En junio de 2015, un fallo de la Corte Suprema lo reconoció como derecho en los 50 estados del país.
  6. Muerte de Bin Laden: Fue tal vez el momento más emblemático de su presidencia. En mayo de 2011, se anunció la muerte del enemigo número uno del país, Osama Bin Laden, el líder terrorista cuyo nombre era sinónimo de integrismo islámico y terrorismo internacional, tras un audaz operativo de comandos especiales de la armada en Pakistán.
  7. Acuerdo Nuclear: Tras el efecto de una batería de sanciones internacionales sobre la economía iraní, Obama logró que Teherán firmara un acuerdo que limita estrictamente su desarrollo nuclear, el cual, según las denuncias ocultaba detrás de una fachada civil, la intención de dotarse de armas atómicas. Uno de sus principales críticos fue el israelí Benjamín Netanyahu.
  8. Deshielo con Cuba: Visitó La Habana en marzo de 2016 como culminación del restablecimiento de las relaciones bilaterales, tras medio siglo de un bloqueo estéril. El diplomático y la apertura del mercado cubano no fue, sin embargo, acompañado de mayores libertades cívicas del régimen que gobierna la isla desde fines de la década del 50.
  9. La paz en Colombia: Su administración apoyó y se involucró en el proceso de paz en Colombia, que procura el final de uno de los conflictos terroristas más antiguos de la región, y su canalización por la vía política. Washington, aliado de los sucesivos gobiernos colombianos en su lucha contra las FARC, también puso el hombro a la hora de sellar la paz.
  10. Moderación militar: En 2016, se inclinó por la llamada “doctrina de guerra no convencional”, bajo la convicción de que ni la economía ni la realidad misma podían permitirlo. La historia nos lo ha enseñado, dijo sobre la necesidad de poner límites a la política tradicional de intervención militar. Intentó apartar al país de las aventuras bélicas de George W. Bush.
  11. Logró que EE.UU. dejará de depender del petróleo extranjero al apoyar la explotación de los yacimientos de shale gas y de shale oil, que le permitieron, no solo alcanzar el autoabastecimiento petrolero, sino reanudar las exportaciones de petróleo. Esta fue la razón principal del descenso del valor del crudo en el mercado internacional.

Entre los errores que podríamos señalar figuran:

  1. La reforma migratoria: Con más de 11 millones de inmigrantes indocumentados, no pudo superar las resistencias republicanas para lograr un sistema de regularizaciones. Produjo el mayor número de deportaciones: más de 2 millones y medio de personas expulsadas del país. Por lo menos logró proteger, mediante un decreto, a 700.000 jóvenes que llegaron de chicos.
  2. Guantánamo sigue en pie: Su primera promesa y su primer fracaso. El rechazo republicano le impidió avanzar en el cierre de la prisión, símbolo de la tortura y la injusticia contra los sospechosos de terrorismo de Medio Oriente, privados de derechos y a la que calificó como “vergüenza nacional y la bajeza moral a la que había llegado Estados Unidos.”
  3. Limites al uso de armas: Con decenas de matanzas y miles de muertos por armas de fuego durante sus 8 años de gobierno, fracaso en poner límites al acceso a las mismas. En 2015 murieron 9610 personas por armas de fuego, un número mayor que en años anteriores a su mandato.
  4. Conflicto en Siria: Fue uno de sus peores errores en la arena internacional, pues permitió el baño de sangre que el régimen de Damasco usara hasta las prohibidas armas químicas contra su población.
  5. Grieta en la sociedad: El primer presidente negro tuvo que enfrentar la realidad del partidismo político, los límites del poder presidencial, la fractura por racismo y la desigualdad en una sociedad crecientemente polarizada. En política se vivió el ascenso de los conservadores del Tea Party, y en la calle se repitieron los asesinatos de policías blancos a civiles negros.
  6. Estado Islámico: En los últimos años, el grupo yihadista se convirtió en una amenaza internacional, y desafía a Occidente con sus múltiples formas de acción. Trump usó el crecimiento de ese movimiento como argumento para hostigar en su campaña a Hillary Clinton, que fue secretaria de Estado con Obama, a la que llegó a definir como una de sus “fundadoras”.
  7. Irak y Afganistán: Hubo un incierto final de las guerras de Irak y Afganistán. Heredados ambos conflictos de la gestión republicana de George W. Bush, Obama ordenó el retiro de tropas de Irak en 2011 y lo demoró en Afganistán. La situación de seguridad en ambos escenarios es débil, y su resolución imprecisa, con dos Estados fragmentados y en plena lucha sectaria.
  8. Tensión con Rusia: Vladimir Putin doblegó a Obama en varios frentes – Crimea y Siria, entre ellos- y se instaló la mayor desconfianza entre ambas capitales. El último capítulo de esa escalada es la convicción de Obama de que Moscú fue el artífice de un ataque cibernético contra el Partido Demócrata para favorecer a Trump, un abierto admirador del presidente ruso.
  9. Israelíes y palestinos: Su propuesta de paz entre israelíes y palestinos, que incluyó un freno a la expansión de las colonias promovidas desde el gobierno de Tel Aviv en los territorios ocupados, no logró resultados. Careció de sintonía con el premier Benjamín Netanyahu. Es un momento enrarecido, admitió Obama.
  10. La ola antisistema: Acosada por la desigualdad y la falta de progreso económico individual, la sociedad norteamericana se suma, en forma creciente al sentimiento antisistema y antiglobalización que crece en Occidente. Un fenómeno de búsqueda de opciones alternativas que, en alguna medida, contribuye a explicar el sorprendente triunfo Trump sobre la dirigencia tradicional.

Las Primeras Medidas de la Gestión Trump

Las promesas de campaña de Donald Trump comprometen el comienzo de su gobierno. En efecto, cuando se comprometió a levantar un muro entre su país y México, al que lo iba a pagar su vecino a través de aranceles por sus exportaciones hizo desaparecer al NAFTA y logró que el presidente mexicano cancelara su visita a Washington.

En cuanto al Obamacare, hay que entender que Estados Unidos no tiene un servicio de salud como existe en otros países. Allí todos pagan. Lo que hizo la reforma de salud de la última gestión demócrata, el llamado Obamacare fue, por un lado, obligar a los ciudadanos a contratar un servicio de salud privado; y por otro lado, instaurar un plan reducido de costos –Medicaid es su nombre- para personas con bajo nivel de ingresos y para indigentes.

La crítica republicana a este sistema sanitario, que pretende ser modificado con la propuesta presentada de modo reciente en el Congreso norteamericano, tiene dos aristas. Una filosófica y otra económica.

La primera tiene que ver con las libertades individuales: los herederos del Tea Party y sectores más conservadores del partido en cuestión se deglutieron a Adam Smith y sus ideas liberales extremas, y afirman que el Estado no puede obligar a una persona a comprar nada, ni siquiera un sistema de salud que aboga por su bienestar.

La segunda crítica republicana hace foco en los elevados precios que cobran las prestatarias privadas, empresas que gracias al ex presidente demócrata, cuentan con un mercado cautivo de más de 300 millones de personas. Desde el punto de vista económico sostienen que Obama obligó al Gobierno a otorgar subsidios de hasta el 50% del precio final (150 dólares por mes cuesta la cobertura más barata). Estos señalamientos constituyen la principal detracción de los republicanos más moderados.

Trump recogió ambas visiones. Su proyecto desobliga a la gente a comprarles un paquete sanitario a las obras sociales particulares (las únicas existentes, ya que tampoco existen mutuales gremiales) y promueve una baja del precio de la oferta existente. Una cosa va atada a la otra, pues si el ciudadano no es obligado a contratar, la competencia mermará el costo de las ofertas.

Al mismo tiempo, la iniciativa se complementa con una disminución de la carga impositiva a personas físicas para que liberen dinero que les permita pagar el servicio (si así lo desean). Algunos republicanos aducen que no se trata de una desregulación total, y que la quita impositiva es en definitiva un subsidio encubierto.

Sostiene Donald Trump que el seguro de salud debe estar al alcance de todos, y para ello hay que bajarle el costo, y eso es lo que haremos.

Con respecto a la crisis migratoria, Donald Trump emitió dos decretos para impedir la llegada de musulmanes al país, y en el primero prohibió la entrega de visados a los ciudadanos de siete países: Irán, Libia, Somalia, Siria, Sudán, Yemen e Irak. También paralizaba el acceso de refugiados de Siria, con excepción de aquellos que profesaran la fe cristiana, a los que por el contrario, se trataba de favorecer.

En los aeropuertos hubo caos por la detención de personas con doble nacionalidad, visados ya expedidos o con permisos de residencia legal, conocido como green card. Pero para ira presidencial, la medida fue paralizada en los Tribunales. Por ello calificó a quienes frenaron sus órdenes como”jueces politizados”. Ellos conversan mientras yo me tengo que hacer cargo de la seguridad del país.

Al mes de este impedimento, emitió un nuevo decreto en el que se excluía a los ciudadanos de Irak, pero ya cuatro Estados lo recurrieron formalmente: Hawái, Washington. Oregón y Nueva York.

Con respecto a las relaciones con la prensa la situación es muy tensa, a la que culpa de ser el presidente que asume con apenas el 40% de imagen positiva, que ha hecho resaltar que a los 70 años es la primera vez que ocupa un cargo público, nada menos que el de presidente de la mayor potencia mundial. Eso genera que su mandato sea esperado con expectativas y temores en las principales potencias y regiones del planeta. Es capaz de decir una cosa y al rato lo contrario.

Ha sostenido que “Washington es un pantano inmundo y yo voy a limpiarlo”, en una abierta alusión a la burocracia de la capital. Trump ya dijo que a la prisión de Guantánamo la mantendrá abierta, su discurso en materia económica es abiertamente proteccionista, reaccionario y provocador. Carga con el peso de una victoria sin la mayoría del voto popular, pues su contrincante sacó 3 millones más de votos que él, mientras que Obama se retira con un 60% de valoración positiva.

En materia internacional, su discurso ha puesto en guardia a antiguos rivales, pero también a estrechos aliados de Washington. Su afable conversación telefónica con la jefa del gobierno de Taiwán, desató la inmediata reacción de las autoridades de Beijing, pues se incumplía el compromiso de “una sola China”

Por su parte, Beijing parece dispuesto a capitalizar las señales del magnate de priorizar a su país con medidas que sus críticos tildan de aislacionistas.

Así, apenas Trump dijo que una de sus primeras medidas sería apartar a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico (ideado como contrapeso del gigante asiático), Xi Jinping declaró que su país estaba listo para liderar la globalización, algo que China acaba de repetir en el Foro Económico de Davos.

Otro frente de conflictos es el que Trump abrió con la Unión Europea al militar por el Brexit y celebrar la victoria del sí en junio de 2016, luego profundizó sus críticas a la canciller Angela Merkel, felicitó a Gran Bretaña por su escisión y auguró deserciones en la Unión Europea. El recelo de los líderes europeos creció con el acercamiento del presidente electo a Rusia, inmersa en una puja con UE acentuada tras el conflicto con Ucrania.

En Medio Oriente, su promesa de revisar el acuerdo nuclear con Irán se sumó al anuncio de que trasladaría la Embajada de Estados Unidos en Israel a la ciudad de Jerusalén, lo que crispó los ánimos de palestinos y mediadores internacionales.

Los Primeros Seis Meses de la Gestión Trump

A los ya señalados primeros tropiezos que sufriera en su primer mes de gestión, debemos agregar los otros acontecimientos que jalonaron su actuación.

El 28 de julio el Senado de la Unión rechazó la iniciativa para derogar el Obamacare, el plan de salud que estableciera Obama en su primer mandato. A la oposición demócrata se sumaron tres senadores republicanos. La iniciativa revocaba varias partes de la ley Nacional de Salud y ya había sido aprobada por la Cámara de Representantes – Cámara Baja- pero el Senado la rechazó.

Acerca del Rusiagate, hay que tener en cuenta que el fiscal especial, Robert Mueller decidió crear un Gran Jurado que le permitirá ampliar y profundizar la investigación, presentando incluso cargos penales. Se investiga la relación que mantuvo el hijo del presidente, Donald Trump Jr. Con una abogada rusa que había ofrecido información dañina sobre la candidata demócrata Hillary Clinton.

Trump promulgó esas sanciones a regañadientes, con críticas a la ley, a la que llamó significativamente fallida. Antes de esa firma, Putin había ordenado en represalia una histórica expulsión de 755 diplomáticos estadounidenses de Moscú.

“Nuestra relación con Rusia está en el punto más bajo y peligroso de todos los tiempos. ¡Pueden agradecer al Congreso, a la misma gente que ni siquiera puede darnos salud! Se quejo Trump en Twitter.

Además de la intromisión rusa en la campaña, Mueller investiga si hubo o no una confabulación entre el Kremlin y la campaña de Trump, y si el presidente y la Casa Blanca intentaron obstruir la investigación oficial que inició el ex jefe del FBI James Comey, que fuera despedido por el propio Trump.

El desorden que impera en la Casa Blanca, con 26 asesores presidenciales y un Jefe de Estado en permanente ebullición, está erosionando los apoyos que inicialmente tenía en el Congreso. La fractura social crece, y escándalos como la trama rusa alimentan la desconfianza en el bando republicano.

A fines de julio, una abrumadora mayoría de legisladores de ambos partidos blindó las sanciones decretadas por Barack Obama contra el Kremlin por la injerencia electoral, de forma que el presidente no pudiera revocarlas.

Mientras tanto, los protagonistas de la trama rusa fueron cayendo uno tras otro. Primero fue el Consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, quien tras 24 días en el cargo, tuvo que renunciar tras saberse que había mentido sobre sus conversaciones con el embajador ruso en Washington, Sergey Kisiyak. Luego le tocó al representante ruso, que fue retirado por Vladimir Putin. Posteriormente fue el Secretario de Justicia, Jeff Session, a quien se lo sacrifico para poder despedir al ex director del FBI Robert

El 25 de julio de 2017, el yerno de Trump, Jared Kushner, que también es un alto asesor de la Casa Blanca, fue interrogado durante 3 horas por la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes para responder sobre sus contactos con los rusos durante la campaña. La sospecha es que el presidente ruso intentó usar datos robados de computadoras para apoyar la candidatura de Trump y luego elaborar acuerdos para se levantaran las sanciones a Rusia.

En materia económica, Trump había prometido un crecimiento económico anual del 4%, pero hasta el momento sólo es del 2%. Por más que el desempeño es superior a cualquier otra economía occidental desarrollada, Estados Unidos está liderando a un grupo de países que crecen muy lentamente.

La baja del dólar frente a otras monedas y el oro, beneficia a las compañías norteamericanas con ventas en el extranjero, por lo que actúan como viento de cola para las ganancias corporativas de este año. El dólar ha declinado al dar señales de vida otras economías, especialmente las europeas, al mismo tiempo que se enfrían las expectativas estadounidenses para este año.

Por el momento las expectativas de un gran programa de infraestructura o una reforma impositiva general no se han cumplido.

Mientras la fractura social se está viendo agravada por el ataque de un hombre blanco que el 12 de agosto atropelló con su auto a un grupo de manifestantes negros, matando a una joven e hiriendo a 19 personas en Charlotesville – Virginia.

Los choques entre supremacistas blancos, que exigen mantener la estatua del general Lee de la Confederación durante la Guerra Civil, y contra manifestantes negros y antifascistas que defienden la decisión del municipio de retirar el monumento, provocó la reunión convocada por el Ku Klux Klan, los neonazis y otros supremacistas blancos para enfrentar a la mayoría de estudiantes negros.

Esto fue en principio ignorado por Trump, pero ante la reacción de la prensa, el día lunes emitió un comunicado sosteniendo que “el odio, la intolerancia y la violencia no tienen lugar en los Estados Unidos. Independientemente del color de nuestra piel, vivimos bajo las mismas leyes, saludamos a la misma gran bandera y estamos hechos por el mismo Dios todopoderoso” afirmó.

Pero en materia de política exterior, las reacciones de Trump son verdaderamente imprevisibles. El 9 de agosto de 2017, el gobierno de Corea del Norte amenazó con disparar 4 misiles con carga nuclear a la Isla de Guam, perteneciente a los Estados Unidos.

Al día siguiente, Donald Trump amenazó con responder con” el uso de un fuego, una furia y un poder que el mundo nunca ha visto antes.”

Por la red social Twitter sostuvo ”Estados Unidos es ahora mucho más fuerte y más poderoso que nunca antes, y es una de sus prioridades renovar y modernizar el arsenal nuclear de su país.”

Las críticas del propio partido republicano, de la mano del senador John McCain fue ”Los grandes líderes que yo conozco no profieren amenazas mientras están dispuestos a negociar. No estoy seguro de que el presidente Trump esté dispuesto a hacerlo.”

Por su parte el demócrata Ben Cardin sostuvo” No deberíamos usar el mismo tipo de bravuconadas y comentarios provocativos que utiliza Pyongyang sobre una estrategia nuclear. Con Corea del Norte debemos actuar de manera firme y prudente. La retórica irreflexiva no es una buena estrategia para garantizar la seguridad de los Estados Unidos.”

Con respecto a Cuba, las relaciones volvieron a tensarse y con Venezuela, ante la formación de la Asamblea Constituyente que instauró un gobierno dictatorial amenazó con invadirla. Esto provocó la condena generalizada a la forma irreflexiva manejar la política exterior el presidente norteamericano. No hay que olvidar la afirmación de Maquiavelo cuando sostenía que la principal virtud de un político es la prudencia, y esto es algo que aparentemente el presidente Trump no tiene.

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