La Edad de Oro del Crecimiento y la Era del Capitalismo Global
Tras la reconstrucción de la IIGM, el crecimiento de los países capitalistas experimentó un notable auge. En el período 1950-1973, el desarrollo económico de los países avanzados superó todas las marcas históricas. Las causas fueron:
- Aumento de la productividad del trabajo: Incremento de la productividad, pilar fundamental, gracias a mejoras tecnológicas y de los métodos de organización del trabajo. Los elementos más importantes de la nueva tecnología están relacionados con la industria química y la electrónica. Por el contrario, los productos agrícolas experimentaron un declive.
- Crecimiento de los salarios reales: Como consecuencia de esto, aumentaron las inversiones como resultado de los beneficios estables; se produjo una expansión de los mercados internos; aumento de la clase obrera y desarrollo de unos mercados en continuo crecimiento; y, por último, debido a la expansión del mercado se introdujeron nuevas máquinas.
- Crecimiento del crédito bancario: Crecimiento del crédito al consumo. El desarrollo del sistema bancario ha sido básico para estimular la demanda efectiva. Es una forma de expandir el mercado, ya que, si la gente posee más fondos, comprará más.
- El Estado: Facilitó la expansión económica a través del gasto público, lo que contribuyó al aumento de la demanda, impulsando inversiones públicas y el consumo corriente.
La edad de oro se basó principalmente en estos mecanismos que favorecieron la acumulación por los siguientes rasgos: aceleración del crecimiento económico, reducción de medidas proteccionistas, ascenso de la economía japonesa, aumento del papel del sector público, pleno empleo, pérdida de importancia del sector primario, auge del Comercio Internacional.
De modo que los avances en la productividad se traducen en un incremento de la renta real de los consumidores, posibilitando ampliaciones de la demanda de consumo, lo que dará lugar a nuevas inversiones y la intensificación del progreso del trabajo, lo que a su vez supondrá mayores niveles de productividad. El resultado final es una continua expansión de los mercados.
El sistema de Bretton Woods quebró definitivamente en 1973 con el estallido de la Crisis del Petróleo, lo que dio pie a la reaparición de las políticas proteccionistas, y sobre todo neoproteccionistas, no arancelarias. La posterior evolución expansiva de las economías europeas y del Norte de América, y el gran despertar de China, contrasta con los resultados menos satisfactorios o, cuando menos, irregulares, registrados en otras latitudes. El saldo en términos de crecimiento de la renta per cápita de este último cuarto de siglo y comienzos del siglo XXI, ha sido muy coherente con el promedio secular, pero distribuido por regiones de manera desigual, concentrada en Europa Occidental y Meridional, además de Norteamérica, favorecida por un exuberante ciclo expansivo desde 1991 a 2000, y Japón que se ha mantenido en el promedio mundial, pese a sus dificultades económicas durante el último decenio del siglo XX. Y con un crecimiento intenso en China, que una vez controlada la expansión demográfica y orientada por sus reformas económicas liberalizadoras desde 1978, ha conseguido convertirse en un coloso exportador, y su renta per cápita real crezca. En contraste, el dramático hundimiento de los países de Europa del Este, a causa de la caída del comunismo, el virtual estancamiento de África, y el insuficiente progreso de los países latinoamericanos, a causa de su enorme deuda externa. Y en los países emergentes del Sudeste Asiático vemos que no han podido despegar por culpa de los vaivenes nacionales e internacionales.
Se han dado grandes transformaciones tecnológicas, de las que Internet es el símbolo principal, que han impulsado esta tendencia hacia la liberalización y la mundialización de la economía, a la que ya no escapa ninguna región del planeta. Los cambios han provocado también una mayor concentración del poder económico, con el fenómeno generalizado de las fusiones y de la adquisición de empresas. Junto con el cambio del escenario empresarial, la globalización ha llevado al desarrollo de ambiciosos proyectos de cooperación regional (NAFTA, MERCOSUR, …).
Un Mundo Más Multipolar
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el mundo se articuló en dos bloques cuya confrontación dominó todo el período de la llamada guerra fría. Por un lado, estaba el bloque occidental, liderado por Estados Unidos, que defendía la economía de mercado, y por el otro lado estaba el bloque liderado por la Unión Soviética, que defendía la economía planificada. Pero a partir de los años noventa se produce otro cambio en la configuración del sistema internacional como consecuencia de: el desmoronamiento del bloque de economías socialistas, el estancamiento de Japón, y la aparición de un amplio grupo de economías dinámicas, procedente del mundo en desarrollo.
Se pasó de un mundo bipolar a uno multipolar, aunque Estados Unidos, la Unión Europea y Japón siguen teniendo un peso importante en la economía internacional, pero donde nuevos centros de gravitación económica aparecen en torno a países del mundo en desarrollo como Brasil, México, China, India, Rusia, Turquía o Sudáfrica.