La Sociedad Hispanorromana
La sociedad hispanorromana estaba dividida en libres y esclavos. Entre los libres se encontraban los privilegiados (senadores, caballeros y decuriones) y la plebe (campesinos, artesanos y trabajadores). La mayoría de la población eran peregrinos, quienes inicialmente no tenían ciudadanía. Las mujeres no poseían derechos de ciudadanía. Los esclavos carecían de libertad y derechos, trabajando en diversas tareas bajo el control absoluto de sus amos. Algunos esclavos lograban la libertad y se convertían en libertos.
La Actividad Económica de Hispania Romana
La actividad económica de Hispania bajo dominio romano fue una fuente importante de riqueza para el Imperio. La agricultura y ganadería constituyeron su base, con innovaciones técnicas como el uso de abonos, el regadío y el arado romano. Se cultivaban productos clave de la trilogía mediterránea: trigo, vid y olivo, cuya producción abundante se exportaba a Roma. En ganadería, destacó la cría de ovejas. Predominaron las grandes explotaciones agrarias llamadas latifundios, controladas por los grupos privilegiados, que utilizaban mano de obra esclava.
La producción artesanal también floreció, llevada a cabo en pequeños talleres que elaboraban productos como tejidos, armas, cerámica y salazones, tanto para consumo local como para la exportación. Por otro lado, la minería fue un sector clave, con técnicas avanzadas como norias y poleas, para extraer metales como oro (noroeste de Hispania), plata (Sierra Morena y Cartagena), hierro, cobre y mercurio.
El comercio adquirió gran importancia, impulsado por una extensa red de calzadas, la navegación marítima y la unificación monetaria. El comercio interior abastecía a las ciudades desde el campo, mientras que el comercio exterior se enfocaba en exportar materias primas y productos como minerales, aceite, trigo y garum hacia Roma, utilizando puertos como Gades, Cartago Nova y Malaca.
Los Visigodos
Los visigodos, de origen germánico, llegaron al Imperio romano a finales del siglo IV, presionados por los hunos. Alternaron saqueos con alianzas, actuando como mercenarios para Roma. En el 409, durante la crisis del Imperio, suevos, vándalos y alanos penetraron en la Península Ibérica. Roma pactó con los visigodos para expulsar a estos invasores, otorgándoles territorios en el sur de Francia, donde fundaron el reino de Tolosa. Sin embargo, fueron derrotados por los francos en la batalla de Vouillé (507), lo que los obligó a establecerse definitivamente en la Península Ibérica, formando el reino de Toledo.
Este reino fue el primer Estado que integró casi todo el territorio peninsular. La minoría visigoda se fusionó gradualmente con la población hispanorromana, prohibiéndose los matrimonios mixtos al principio. Con Recaredo, que adoptó el catolicismo en el 589, se alcanzó la unidad religiosa. Posteriormente, Recesvinto promulgó el Fuero Juzgo (654), unificando jurídicamente a visigodos e hispanorromanos.
Sin embargo, las luchas internas y la inestabilidad política en el siglo VII debilitaron la monarquía visigoda. Esto permitió que en el 711 los musulmanes cruzaran el estrecho de Gibraltar, derrotando a Rodrigo en la batalla de Guadalete, lo que marcó el fin del reino visigodo.
Las Etapas Políticas de al-Andalus (711-1492)
1. Emirato Dependiente (711-756)
Al-Andalus fue gobernado por un emir desde Córdoba, subordinado al califato Omeya de Damasco. Las disputas entre árabes y bereberes por la distribución de recursos debilitaron el control del emirato, favoreciendo la resistencia de los hispanovisigodos en el norte.
2. Emirato Independiente (756-929)
Tras la caída de los Omeyas en 750, Abderramán I fundó un emirato políticamente independiente, aunque con subordinación religiosa al califato abasí. Enfrentó rebeliones internas y fortaleció la administración bajo Abderramán II, quien impulsó la islamización y estabilizó temporalmente el territorio.
3. Califato de Córdoba (929-1031)
Abderramán III proclamó el califato en 929, logrando independencia religiosa y política. Pacificó al-Andalus, fortaleció el poder central y detuvo el avance cristiano, alcanzando gran esplendor cultural bajo Alhakam II. Con Hixem II, el poder recayó en Almanzor, quien realizó exitosas campañas militares. Tras su muerte, el califato entró en crisis (fitna) y se disolvió en 1031, dando lugar a los reinos de taifas.
El Retroceso Musulmán (1031-1492): De los Reinos de Taifas a los Nazaríes de Granada
Los reinos de taifas, divididos y debilitados, no lograron detener el avance cristiano. En 1085, Toledo fue conquistada, lo que llevó a los andalusíes a pedir ayuda a los almorávides, quienes unificaron las taifas, pero luego perdieron poder. Los almohades tomaron el control y resistieron hasta su derrota en las Navas de Tolosa (1212), que facilitó la conquista cristiana de Andalucía y Valencia. Solo sobrevivió el reino nazarí de Granada, vasallo de Castilla, hasta su caída en 1492.
El Califato de Córdoba: El Esplendor de al-Andalus
Abderramán III creó en 929 un califato independiente basado en un califa con poder absoluto, provincias organizadas, un fuerte ejército y un sistema fiscal eficiente. Este modelo consolidó el control político y permitió un gran desarrollo cultural y económico.
Inicios de la Resistencia Cristiana (Siglos VIII-XI)
En la zona cantábrica surgió el reino de Asturias tras la victoria de Pelayo en Covadonga (722). Alfonso III, en el siglo IX, expandió el reino hasta el río Duero y los reyes asturianos se presentaron como herederos de los visigodos. En el siglo X, Ordoño II trasladó la capital a León, dando origen al reino de León y repoblando nuevas tierras. En el este, el condado de Castilla ganó autonomía con Fernán González, quien se proclamó independiente.
En el Pirineo occidental, el reino de Pamplona (Navarra) creció con Sancho Garcés I y alcanzó su máximo esplendor con Sancho III (1004-1035), integrando condados vecinos y sometiendo otros reinos cristianos.
En el Pirineo central, el condado de Aragón se consolidó en el siglo IX. Ramiro I lo expandió hacia el Ebro, convirtiéndose en el primer rey de Aragón, seguido por Sancho Ramírez, quien fortaleció el reino y asumió también el título de rey de Pamplona. En el Pirineo oriental, la monarquía carolingia creó la Marca Hispánica para protegerse de los musulmanes. A finales del siglo IX, Wifredo el Velloso hizo hereditarios varios condados, destacando Barcelona. En 987, Borrell II rompió con los monarcas carolingios, logrando la independencia de los condados catalanes.
El Avance de los Reinos Cristianos (Siglos XI-XIII)
La fragmentación del califato en taifas favoreció la conquista cristiana.
El Avance Castellano-Leonés
• Alfonso VI unificó Castilla y León y conquistó Toledo (1085). La amenaza cristiana llevó a las taifas a pedir ayuda a los almorávides, que frenaron temporalmente los avances.
• Más tarde, los almohades reemplazaron a los almorávides, derrotando a Alfonso VIII en Alarcos (1195). Sin embargo, en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), los cristianos liderados por Alfonso VIII vencieron, debilitando al poder almohade.
• Fernando III unificó Castilla y León y conquistó el valle del Guadalquivir, incluyendo Córdoba, Jaén y Sevilla. Su hijo, Alfonso X, completó la conquista de Murcia, el reino de Niebla y Cádiz, asegurando fronteras con Aragón mediante el Tratado de Almizra (1244).
8.2.3 La decadencia de Navarra
Tras la muerte de Sancho III, el reino de Navarra se debilitó por las presiones de Castilla y Aragón. No pudo expandirse hacia el sur y perdió Álava y Guipúzcoa frente a los castellanos, quedando sin salida al mar. Tras la muerte de Sancho VII sin descendencia, su sobrino Teobaldo I accedió al trono, iniciando la Casa de Champaña, y Navarra pasó a depender de la monarquía francesa.
8.2.4 La formación de la Corona de Aragón
El reino de Aragón se expandió bajo Alfonso I el Batallador (1104-1134), quien ocupó gran parte del valle del Ebro y llegó hasta Córdoba, Granada y Valencia. Tras su muerte, el trono pasó a su hermano Ramiro II, quien delegó el poder en Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona. Su matrimonio con Petronila, hija del rey aragonés, dio lugar a la formación de la Corona de Aragón bajo Alfonso II (1162), quien unió Aragón y los dominios catalanes, impulsando nuevas conquistas.
La expansión catalano-aragonesa se orientó hacia el norte de Francia, bajo Pedro II, y hacia el sur, donde Jaime I el Conquistador (1213-1276) conquistó Mallorca, Castellón, Valencia y Alicante, consolidando el dominio mediterráneo.
8.3 La repoblación cristiana
La repoblación cristiana en la Península entre los siglos VIII y XIII se desarrolló de diferentes formas:
• Siglos VIII-X: Repoblación por presura: Se realizaba de manera privada y libre. Los campesinos, nobles y eclesiásticos que ocupaban tierras y las ponían en explotación se convertían en propietarios de esas tierras. Este sistema se dio en el valle del Duero y sur de los Pirineos.
• Siglos XI-XII: Repoblación concejil: Los reyes dividían los territorios ocupados en concejos, que eran grandes áreas de tierra con un núcleo urbano central. A los repobladores se les concedían privilegios mediante fueros o cartas puebla.
• Siglo X: Repoblación nobiliaria: Nobles, especialmente de órdenes militares, recibieron grandes latifundios como recompensa por su participación en la Reconquista, dedicándose principalmente a la ganadería.
• Siglo XIII: Repoblación tras la derrota almohade: Tras la derrota de los almohades, se repobló el valle del Guadalquivir mediante la concesión de tierras y fueros, favoreciendo a la nobleza con grandes extensiones en tierras fronterizas con el Reino de Granada.
sociedad estamental
La sociedad peninsular medieval se estructuró en tres estamentos: la nobleza (minoritaria y con grandes territorios, exentos de tributos), el clero (dividido en secular y regular, también exento de tributos), y el estado llano (principalmente campesinos y algunos urbanos, que pagaban tributos). Con el tiempo, algunos campesinos se convirtieron en parte de la burguesía, una clase social emergente que ganaba influencia.
En cuanto a las instituciones políticas, las monarquías medievales peninsulares adoptaron un modelo feudal. En la Corona de Castilla, la monarquía era más centralizada, con reyes que tenían más poder y una legislación uniformadora (como el Código de las Siete Partidas de Alfonso X). En la Corona de Aragón, debido a su estructura federal, los reinos tenían Cortes propias que limitaban el poder del rey.
Las Cortes eran asambleas que representaban a los tres estamentos y ayudaban a legitimar al monarca, aprobando subsidios o leyes. En Castilla, tenían poca influencia, mientras que en Aragón las Cortes tenían más poder, como en Cataluña, donde sus acuerdos dieron origen a la Generalitat. Los municipios eran gobiernos locales que, inicialmente autónomos, fueron controlados con el tiempo por las oligarquías locales, como en Barcelona, donde el Consell de Cent dominó la vida municipal.
8.7 reinos cristianos
En el siglo XIV, la caída de las rentas señoriales llevó a los señores feudales a imponer los “malos usos”, lo que generó descontento entre el campesinado. Además, hubo un enfrentamiento entre Pedro I el Cruel y su medio hermano Enrique por el trono, conocido como la primera guerra civil castellana. La burguesía apoyó a Pedro I, mientras que la nobleza apoyó a Enrique. Finalmente, Enrique II derrotó a Pedro I en la batalla de Montiel (1369) y accedió al trono, iniciando la dinastía de los Trastámara. Esta guerra civil coincidió con la crisis demográfica provocada por la peste negra de 1348.
Evolucion aragon
En el siglo XV, la muerte de Martín I el Humano sin descendencia en 1410 llevó al Compromiso de Caspe, donde Fernando de Antequera fue designado rey, dando inicio a la dinastía de los Trastámara en Aragón. La situación interna se vio marcada por el descontento campesino debido a los malos usos, lo que provocó la Guerra de los Remensas (1460), y conflictos en Barcelona entre los grupos de la Busca y la Biga. Bajo el reinado de Juan II, se desarrolló una guerra civil (1462-1472) con la oligarquía catalana, que terminó en 1472. En 1486, Fernando II eliminó los “malos usos” con la Sentencia Arbitral de Guadalupe.
A nivel externo, la Corona de Aragón expandió su influencia en el Mediterráneo, conquistando las Baleares, Cerdeña, Sicilia, Nápoles y territorios en Grecia, creando un imperio económico rivalizando con las ciudades italianas.
Evolucion de navarra
En Navarra, el reino fue gobernado por dinastías francesas (Champaña, Evreux, Foix), y tras la muerte de Blanca I de Navarra en 1441, se desató una guerra civil entre su hijo Carlos de Viana y su esposo Juan II de Aragón. Juan II logró finalmente el trono, pero el reino de Navarra se anexó a la Corona de Castilla a principios del siglo XVI por Fernando el Católico.