En 1833 se inició un proceso de cambio y revolución, en un contexto de guerra civil, que supuso la implantación definitiva del Estado liberal. El reinado de Isabel II se divide en tres grandes etapas: Regencia de María Cristina (1833-1840), Regencia de Espartero (1840-1843) y reinado efectivo de Isabel II o de la mayoría de edad (1843-1868).
Regencia de María Cristina (1833-1840)
Durante la regencia de Mª Cristina (1833-1840) se asiste a la división del liberalismo en moderados (doceañistas) y progresistas (exaltados), especialmente a partir de 1835, así como al protagonismo creciente de los militares (espadones), generales con gran prestigio adquirido en las guerras de la Independencia, colonial y carlista. De esta manera serán los pronunciamientos militares la vía preferente de acceso al poder y de los cambios de gobierno.
Los moderados, apoyados políticamente siempre por la regente, gobernaron hasta 1835 junto con los absolutistas reformistas. Estos primeros gobiernos, de carácter transicional, impulsaron tímidas reformas ilustradas como la división provincial en 49 provincias (obra de Javier de Burgos dentro del gobierno de Cea Bermúdez) o el Estatuto Real (1834), especie de carta otorgada impulsada durante el gobierno del moderado Martínez de la Rosa que creaba unas Cortes bicamerales a medio camino entre las Cortes estamentales y las modernas.
La insuficiencia de las reformas, las derrotas militares frente a los carlistas y el malestar popular, incrementado por episodios de hambre y epidemias, llevaron a la formación de juntas en 1835 que pedían el restablecimiento de la Constitución de 1812. El triunfo de la revuelta, en medio de episodios anticlericales como la quema de conventos, supuso la llegada de los progresistas al poder, los cuales, bajo los gobiernos de Mendizábal (1835-1836) y, tras el motín de sargentos de La Granja, de Calatrava (1837) impulsaron una intensa labor reformista de carácter progresista que tenía como tarea desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal y constitucional. Así destacan:
- Los decretos de supresión de las congregaciones religiosas y la desamortización de los bienes eclesiásticos tanto del clero regular como secular que tenía por objetivos financiar al ejército liberal, aminorar el déficit y deuda de la Hacienda y consolidar el apoyo social al liberalismo.
- La abolición definitiva de los señoríos, la desvinculación de los mayorazgos y la supresión de diezmos, aduanas interiores, gremios y la Mesta. Se establecían así nuevas relaciones de trabajo y mercado basados en la propiedad privada, la libertad de contratación, de industria y de comercio.
- La aprobación de la Constitución de 1837 que recogía buena parte del ideario progresista: la soberanía nacional, una amplia declaración de derechos de los ciudadanos, la recuperación de la Milicia Nacional, etc.; pero también moderado: confesionalidad católica, división de poderes, pero con amplios poderes a la Corona. El sufragio, censitario, concretado en la Ley Electoral de 1837 que ampliaba el derecho al voto al 2.4% de la población.
Tras las elecciones de 1837 los moderados vuelven al poder, paralizando algunas de estas reformas como la desamortización eclesiástica y recuperando otras, propias del ideario conservador: restricción de libertades, gobierno por decreto y centralización política mediante una Ley de Ayuntamientos que daba al poder ejecutivo el control municipal. El apoyo decidido de la regente al partido moderado hizo que los progresistas, con Espartero como su nuevo líder, sintiéndose expulsados del sistema, recurrieran a la insurrección. Tras el triunfo de esta, la reina se verá obligada a renunciar a la regencia a favor del líder progresista.
Regencia de Espartero (1840-1843)
Comenzaba la regencia de Espartero (1840-43). Se recuperan políticas progresistas como la desamortización, aunque pronto derivó su gobierno hacia un marcado autoritarismo. La aprobación del arancel librecambista (1842), que abría el mercado español a los tejidos de algodón ingleses provocó la protesta de la industria textil catalana. Espartero respondió con el bombardeo de Barcelona. Estos sucesos propiciaron el pronunciamiento del general Narváez, nuevo líder de los moderados, y O´Donnel y la vuelta del partido moderado al poder. Se ponía fin a las regencias con el adelanto de la mayoría de edad de Isabel II y su proclamación como reina a los 13 años.