Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
En 1809, la Junta Suprema Central comenzó a plantearse la reunión de unas Cortes Generales para llenar el vacío de poder. Se reunió una comisión presidida por Jovellanos, que lanzó una Consulta al País dirigida a instituciones y personalidades representativas. El resultado reflejaba la necesidad de reformas profundas en la organización del país.
Las derrotas militares desacreditaron a la Junta Central, que acabó refugiándose en la Isla de León, actual San Fernando (Cádiz). En enero de 1810 fue sustituida por un Consejo de Regencia de cinco miembros que convocó elecciones a Cortes constituyentes, de donde saldría una Constitución. Esta asumía la soberanía nacional del pueblo español y concedía la igualdad de derechos a todos los ciudadanos, incluidos los de América. La elección directa de los diputados de las provincias que se hallaban en Cádiz, donde había numerosos burgueses intelectuales e ilustrados y una menor representación de la alta nobleza y la iglesia, se decidió que fueran unicamerales y elegidas por sufragio censitario. En la composición de las Cortes predominaban las clases medias con formación intelectual, dando sentido al futuro carácter liberal del texto constitucional. No había, en cambio, representación alguna de las masas populares, tampoco de las mujeres. De inmediato surgieron tres tendencias en las Cortes:
- Liberales: encabezados por Agustín Argüelles y Calatrava, defensores de la monarquía parlamentaria, soberanía nacional y cámara única.
- Jovellanistas: contrarios a la soberanía nacional y partidarios del bicameralismo (modelo inglés).
- Absolutistas: partidarios de la sociedad estamental y el Antiguo Régimen. Encabezados por el obispo de Orense.
Obra legislativa de las Cortes de Cádiz
Establecieron una serie de reformas o decretos de abolición del Antiguo Régimen:
- Decreto de libertad de imprenta de 1810, que suprimía la censura para los escritos políticos.
- Abolición de los señoríos jurisdiccionales de 1811.
- Derogación de los gremios, que daba paso a las relaciones de producción liberal-capitalista.
- Derogación de los privilegios de la Mesta.
- Desamortización de tierras comunales de municipios, órdenes militares y jesuitas (1813).
- Abolición de la Inquisición (1813), supresión de conventos con menos de 12 miembros y secularización de los bienes de las órdenes religiosas. Esto provocó la ruptura con la jerarquía eclesiástica.
- Presupuesto nacional, con el que desaparecían las exenciones fiscales. Todos los españoles estaban obligados a colaborar con el Estado.
La Constitución de 1812
El 19 de marzo de 1812, los diputados de Cádiz aprobaron la primera Constitución de la historia de España. Tiene un claro predominio liberal y los siguientes puntos:
- Soberanía nacional: el poder pertenece a la nación en su conjunto. El texto reconoce a Fernando VII como rey de España, pero no absoluto, sino constitucional.
- División de poderes: el rey asume el poder ejecutivo. El poder legislativo fue confiado a las Cortes unicamerales, pero tenía derecho de veto suspensivo transitorio durante dos años.
- Sufragio universal masculino e indirecto en cuarto grado.
- Igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, fiscalidad común, un Ejército nacional y un mercado libre de aduanas interiores.
- Derechos y libertades individuales: libertad de imprenta, pensamiento, abolición de la censura previa, inviolabilidad del domicilio, derecho a la propiedad, habeas corpus, etc.
- Estado confesional, siendo el catolicismo la religión oficial del Estado.
- Creación de la Milicia Nacional, creada para defender el régimen liberal contra sus posibles enemigos internos.
- Debido a la guerra y al acontecer político, no se implantaron dichas reformas, pero supusieron un antes y un después en la política española.
El Reinado de Fernando VII: Liberalismo frente a Absolutismo
1) Sexenio absolutista o la Restauración absolutista (1814-1820)
Con la firma del Tratado de Valençay (diciembre de 1813), Fernando VII recuperaba el trono de España, no dudando en restablecer el Antiguo Régimen y el absolutismo, debido al apoyo del ejército, el clero, la nobleza y una parte de las Cortes. Un grupo de 69 diputados redactó el denominado “Manifiesto de los Persas”, pidiendo la vuelta al Antiguo Régimen. Es por esto que Fernando VII emitió el Decreto del 4 de mayo, aboliendo toda la obra de Cádiz. Se recobraron las antiguas Secretarías de Estado, pero el rey tomaba decisiones apoyado en su “camarilla” (antiguos colaboradores y amigos). Pese a la situación económica desastrosa, Fernando VII volvió al sistema fiscal anterior, desoyendo al ministro Martín de Garay, que pedía un reparto fiscal. Se produjo la represión y persecución de liberales y afrancesados, optando muchos por el exilio. Algunos militares de graduación intermedia que lucharon contra los franceses y se oponían al Antiguo Régimen conspiraron para restablecer la obra de Cádiz mediante “pronunciamientos”, destacando el de Espoz y Mina en Pamplona (1814), Juan Díaz Porlier en La Coruña (1815) o el General Lacy en Barcelona (1817). Todos fracasaron excepto uno, el de Rafael de Riego.
2) El Trienio Liberal (1820-1823)
El 1 de enero de 1820, el comandante Rafael de Riego proclamó en Cabezas de San Juan (Sevilla) la Constitución de Cádiz, siendo apoyado por otras guarniciones de la Península y obligando a Fernando VII a jurar la Constitución de Cádiz («Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional»). Esta nueva etapa destaca por sus importantes reformas: amnistía (afrancesados y liberales exiliados), abolición de la Inquisición, supresión de mayorazgos y señoríos jurisdiccionales, imposición del sistema fiscal aprobado en Cádiz, supresión de órdenes monacales (expulsión de los jesuitas), libertad de industria y abolición de los gremios, desamortización de tierras de los monasterios, y leyes que garantizaban los derechos y libertades de los ciudadanos. Esto permitió el desarrollo de una potente prensa de signo liberal (La Avispa, El Patriota, etc.) y clubes denominados Sociedades Patrióticas, cuya función era la de propagar el liberalismo. Ejemplo: La Fontana de Oro en Madrid. Se restauró la Milicia Nacional y se encarceló a los partidarios del absolutismo (diputados del Manifiesto de los Persas y se fusiló al general Elio). Esto provocó revueltas absolutistas como la Sublevación de la Guardia Real (junio de 1822) y la Regencia de Urgel (agosto de 1822), gobierno interino creado por absolutistas. Su fracaso hizo pensar que la única salida era una intervención extranjera. Así, las grandes potencias absolutistas de la Santa Alianza (Prusia, Austria, Rusia y Francia), reunidas en el Congreso de Verona (1822), acordaron intervenir en España. En 1823, un ejército francés conocido como los “Cien Mil Hijos de San Luis”, al mando del Duque de Angulema, acabó con el gobierno liberal y repuso el absolutismo de Fernando VII.
3) La Década absolutista u ominosa (1823-1833)
En esta etapa, Fernando VII combinó represión y un trasnochado reformismo. Se anuló la Constitución de 1812 y se puso fin a las desamortizaciones. Se crearon Juntas de Fe para censurar libros, folletos y publicaciones liberales, y se crearon los cuerpos de Voluntarios Realistas como alternativa a la Milicia Nacional. Por contra, en 1823 creó el Consejo de Ministros como órgano consultivo al monarca, aminorando la persecución de los liberales y desplazando del gobierno a los absolutistas más radicales. Se reorganizó la Hacienda gracias a la labor del ministro López Ballesteros, quien estableció por primera vez un presupuesto anual del Estado, abordando el eterno problema de la deuda. Se promulgó un Código de Comercio en 1829, que reguló la creación de sociedades anónimas, y se fundó la Bolsa de Valores (1831). Creación del Ministerio de Fomento (1832) y un Cuerpo Nacional de Policía (1824). Surgieron dos grandes corrientes de oposición a Fernando VII:
- Liberales exaltados: protagonizaron levantamientos a imitación de las revoluciones de 1830 con escaso apoyo social. Ejemplo: Alzamiento de Torrijos en Málaga (1831).
- Realistas puros: redactaron el Manifiesto de los Realistas Puros (1826), denunciando la deslealtad de Fernando VII con los principios absolutistas e identificándose con su hermano, Carlos María Isidro.
Además, se produjeron revueltas en zonas rurales como la de los Malcontents o Agraviados (1827), que pedían la vuelta al absolutismo. Era la ruptura entre los absolutistas puros y Fernando VII.
La Cuestión Sucesoria
En 1830, un enfermo Fernando VII estaba casado con María Cristina de Borbón (cuarta esposa) y no tenía descendientes masculinos, siendo el heredero su hermano Carlos María Isidro. Previendo que María Cristina tuviese una hija, Fernando VII aprobó el 29 de marzo de 1830 la Pragmática Sanción, derogando la Ley Sálica (Felipe V), por lo que podía reinar una mujer. Cuando ese mismo año nació la futura Isabel II, Carlos María Isidro fue el gran perjudicado, aliándose con los absolutistas puros para recuperar la corona, quienes influyeron en Fernando VII para que firmara de nuevo la Ley Sálica (Sucesos de La Granja). La mejoría del rey hizo que el complot se viniera abajo y anulase la Ley Sálica, situando a Cea Bermúdez como secretario de Estado y María Cristina presidiendo el Consejo. Se suprimió el cuerpo de Voluntarios Realistas y se otorgó una amnistía de los exiliados políticos, ganándose el apoyo de los liberales para la causa de Isabel. El 29 de septiembre de 1833 murió Fernando VII, actuando como regente la viuda María Cristina (Isabel tenía sólo tres años de edad). Carlos María Isidro se negará a reconocer a Isabel como sucesora al trono, dando lugar a la Primera Guerra Carlista (1833-1840).
El Proceso de Independencia de las Colonias Americanas
Diversos factores o causas explican el surgimiento del espíritu independentista de la América española:
- Políticas: contra la política borbónica centralista que desplazaba a los criollos (descendientes de españoles) de los puestos de la administración.
- Económicas: reivindicando la libertad de comercio con Gran Bretaña y EE. UU. (mejores precios).
- Ideológicas: tienen como referencia la Revolución Francesa y la Independencia de los Estados Unidos. La masonería fomentó este sentimiento de independencia.
- Militares: destrucción de la flota española en Trafalgar (1805) y el estallido de la Guerra de la Independencia en la metrópoli, acelerando la incomunicación con América y la intervención de potencias extranjeras.
Etapas del proceso de independencia
Dos etapas diferenciadas:
- Inicio del proceso (1808-1815): durante la Guerra de la Independencia en la metrópoli, los diferentes territorios americanos convocan un cabildo abierto que sustituye a las viejas autoridades por Juntas locales (Caracas, Buenos Aires, Bogotá, etc.). Paraguay fue la primera colonia en independizarse (1811).
- Reacción española (1815-1824): Fernando VII envió un ejército de 10.000 hombres dirigido por el general Morillo, enfrentado a las dos figuras principales del proceso: José de San Martín y Simón Bolívar. En el Virreinato del Río de la Plata se produjo la independencia de Argentina tras el Congreso de Tucumán (1816). En el Virreinato del Perú se produjo la independencia de Chile y Perú tras la Batalla de Ayacucho (1824). Bolivia sería ocupada por el mariscal Sucre. En el Virreinato de Nueva Granada se independizaron Colombia, Venezuela y Ecuador tras la Batalla de Pichincha (1822). Finalmente, en el Virreinato de Nueva España, Agustín de Iturbide proclamó la independencia de México en 1821 y se proclamó emperador, pero finalmente se proclamará una República. En Centroamérica nacieron cinco repúblicas: Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica.
Consecuencias de la independencia
- Políticas: ascenso de los criollos al poder, estableciendo repúblicas inestables con formas de gobierno autoritarias (caudillos militares). Gran Bretaña y EE. UU. sustituyeron a España, llevando a cabo un neocolonialismo brutal, impidiendo el desarrollo de la zona.
- Económicas: España perdió una importante fuente de ingresos para la Hacienda (caudales de Indias) y se redujo el comercio, retrasando su industrialización.
- Sociales: los dirigentes criollos se identificaron con la nación, pero no promovieron el desarrollo y las condiciones de vida de negros, indios y mestizos.
Al-Ándalus: La Conquista Musulmana de la Península Ibérica. Emirato y Califato de Córdoba
Los musulmanes llegaron a la Península en el marco de la expansión islámica desde el norte de África, aprovechando la guerra civil del reino visigodo entre Don Rodrigo (en el trono) y los descendientes de Witiza (anterior monarca), que pidieron ayuda a los musulmanes. En el 711, un ejército musulmán (árabe y bereber) dirigido por Tariq y enviado por Muza, gobernador del norte de África, cruzó el estrecho de Gibraltar, venciendo a Don Rodrigo en la Batalla de Guadalete (711), llegando a Córdoba y Toledo sin apenas resistencia. En el 712, el propio Muza desembarcó con su ejército para afianzar la conquista, llegando a Sevilla y luego a Mérida, pasando a continuación a la conquista del norte y noreste peninsulares. La rápida conquista (exceptuando las zonas montañosas cantábricas y pirenaicas) se debe a la política tolerante y el hastío hispanorromano por el dominio visigodo. Crearon un Estado llamado Al-Ándalus.
Etapas
- El emirato dependiente de Damasco (715-756): Al-Ándalus era una provincia del califato de la dinastía Omeya de Damasco y dependiente de la capital en lo político y religioso. Gobernado por un valí y dividido territorialmente en coras o provincias. Período de gran inestabilidad, con conflictos entre árabes y bereberes (735). Dos derrotas frenaron su avance, Covadonga (722) y Poitiers (732), que le impidieron invadir Francia. Establecieron su capital en Córdoba.
- El emirato independiente (756-929): se inicia con la llegada de Abderramán I (756-788), único superviviente Omeya de la matanza que sufrió su familia en Arabia a manos de los abasíes. Se proclamó emir independiente en lo político, creando una monarquía hereditaria. Etapa de consolidación y arabización, se inició una reforma del Estado para fortalecerlo y centralizar el poder en Córdoba. Esta política, junto con el trato de favor que dio a la aristocracia árabe, provocó el estallido de revueltas (muladíes y bereberes) como la de Omar ibn Hafsun o en el arrabal cordobés.
- Califato de Córdoba (929-1031): en el año 929, Abderramán III se proclamó Califa (independencia política y religiosa). Con él y con su sucesor, Al-Hakam II, Al-Ándalus vivió su mayor esplendor político, militar, económico y cultural. Almanzor (Hayib o primer ministro de Hisham II) usurpó el poder califal y lo convirtió en dictadura militar. A su muerte en la Batalla de Calatañazor (1002), se desencadenó una profunda crisis y lucha entre bandos rivales, dando lugar a una Guerra Civil (1009-1031) por el control del Califato. A la muerte de Hisham III (último Califa), el Califato quedó dividido en múltiples reinos de taifas.
Al-Ándalus: Reinos de Taifas y Reino Nazarí
Tras la muerte de Almanzor, se desencadenó una profunda crisis en Al-Ándalus, dando lugar a una Guerra Civil (1009-1031), llegando al fin del califato (Hisham III) y la división de Al-Ándalus en múltiples reinos independientes llamados taifas, dirigidos por oligarquías militares de origen étnico: árabes, bereberes, eslavos, etc.
- 1° Reino de Taifas (1031-1085): si bien algunas como Toledo, Zaragoza, Valencia o Sevilla alcanzaron cierta prosperidad económica y cultural, su debilidad militar y los continuos conflictos entre ellas les impedían resistir los ataques de los reinos cristianos, que eran cada vez más fuertes. Para evitar estos ataques, las taifas pagaban a los reinos cristianos tributos anuales llamados parias. Su debilidad fue aprovechada por Alfonso VI, rey de Castilla y de León, quien en 1085 tomó la taifa de Toledo. Estos solicitaron la ayuda de un imperio norteafricano, el Imperio almorávide, derrotando a Alfonso VI en Zalaca (1086), Consuegra (1097) y Uclés (1108), frenando el avance cristiano. Los almorávides unificaron de nuevo Al-Ándalus, pero su dominio duró poco.
- 2º Reinos de Taifas (1145-1172): pronto se debilitaron y los poderes locales se sublevaron contra ellos, lo que provocó que resurgieran los 2º Reinos de Taifas. Su duración fue efímera, pues otro Imperio norteafricano, los almohades, invadieron Al-Ándalus en 1145 y la reunificaron de nuevo en 1172. Su rigorismo religioso y su poder militar (victoria en Alarcos ante Castilla en 1195) llevaron a los cristianos a unir fuerzas y preparar una gran ofensiva. Dirigidos por Alfonso VIII de Castilla, una coalición cristiana derrotó a los almohades en las Navas de Tolosa (1212).
- 3º Reinos de Taifas: esta derrota supuso la lucha por el califato entre facciones, dando lugar a los 3º Reinos de Taifas, que tuvieron un corto período de vida debido a las conquistas cristianas de Jaime I de Aragón (Valencia, 1238) y Fernando III el Santo (Córdoba, 1236 y Sevilla, 1248).
Esto permitió la conquista de todo el sur, salvo el Reino Nazarí de Granada, fundado en 1238. El estado nazarí perduró hasta 1492 gracias a la crisis de los reinos cristianos desde mediados del siglo XIII, su favorable ubicación geográfica, el pago de tributos o parias a los reinos cristianos y el apoyo de los benimerines del norte de África. Gozó de prosperidad económica al situarse como punto de intercambio comercial entre Europa y el Magreb. Además, tuvo lugar uno de los más intensos florecimientos culturales del islam, con un legado de obras artísticas espectaculares como la Alhambra, residencia de los reyes nazaríes. La toma de Granada por parte de los Reyes Católicos en 1492 puso fin al reino nazarí.
Al-Ándalus: Economía, Sociedad y Cultura
La economía de Al-Ándalus tuvo un gran desarrollo, destacando su sector agropecuario. La trilogía mediterránea era la base de su alimentación (cereales, vid y olivo), pero revitalizaron la agricultura introduciendo nuevos cultivos. También potenciaron la ganadería con la cría de oveja merina y el caballo. La actividad artesanal fue muy notable. Su comercio interior se desarrollaba en los zocos de las ciudades y el exterior, con exportaciones al resto del mundo islámico y a la Europa cristiana. En la sociedad, los criterios de organización social eran: religioso, étnico y económico. Por un lado, estaban los musulmanes, cúspide de origen árabe y sirio. A estos le seguían los beréberes y los muladíes. Los no musulmanes eran los judíos y mozárabes (cristianos bajo dominio musulmán). Por último, los esclavos, de origen diverso. En cuanto a la cultura, Córdoba se situó como centro cultural, iniciando el desarrollo de ciencias como la medicina, la astronomía o las matemáticas. El árabe se convirtió en la lengua y se crearon algunas de las mejores obras de arte islámico, como la Mezquita de Córdoba.
Los Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana. Principales Etapas de la Reconquista. Modelos de Repoblación
En las áreas montañosas del norte peninsular no controladas por los musulmanes, surgieron varios núcleos de resistencia cristiana en el siglo VIII:
- Núcleo Astur: formado por población visigoda huida de Al-Ándalus, cántabros y astures. Tras la victoria de los nativos dirigidos por Pelayo en Covadonga (722), se consolidó un reino que adoptará la tradición hispano-visigoda. En el 910, Alfonso III trasladó la capital a León, pasando a denominarse Reino de León. A mediados del siglo IX, uno de los condados del reino, Castilla, se independizó del dominio del monarca de la mano del conde Fernán González.
- Pamplona: tras derrotar los vascones al ejército carolingio en Roncesvalles (778). Con el tiempo, el reino se engrandeció y pasó a llamarse Navarra.
- Al este de Navarra surgieron también varios condados cristianos: Aragón y los Condados Catalanes. Estos últimos integraban la Marca Hispánica, un territorio bajo dominio de los carolingios, pero con mucha población hispánica. La nobleza hispano-goda colaboró con los carolingios hasta el 878, cuando el conde de Barcelona, Vifredo el Velloso, estableció un condado hereditario y Borrell II consiguió la independencia de los reyes francos (siglo X).
Estos núcleos cristianos se expandieron lenta pero progresivamente, arrebatando terreno a Al-Ándalus. Este proceso se conoce como Reconquista, asociada al fenómeno de la repoblación, es decir, el asentamiento cristiano en las tierras recién adquiridas y explotación de las mismas para consolidar así su dominio. Varias fases:
1) Siglo VIII-XI
Alfonso I aprovechó la revuelta bereber del 740 en Al-Ándalus para expandir el reino por el oeste (Galicia) y el este (Álava). El reino asturleonés alcanzó la línea despoblada del Duero y Pirineos de la mano del rey Alfonso III (910). Sancho III de Navarra alcanzó su máximo momento de expansión a finales de esta etapa. El reino dominó por el este los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, y por el oeste se casó con Muniadona de Castilla (lo que le permitió dominar el condado) y se expandió por tierras leonesas. A su muerte, sus hijos heredaron Castilla, Aragón y Navarra (que no se expandirá más) como reinos. En esta etapa, la repoblación se efectuó mediante el sistema de presura, es decir, la ocupación y cultivo de las tierras por parte de campesinos, nobles o el clero, pasando a ser de su propiedad.
2) Siglos XI-XII
En el siglo XI se formó el reino de Castilla, fruto de la unión del condado castellano con el reino asturleonés. Durante el reinado de Alfonso VI, se expandió hasta Toledo, ciudad que tomó en 1085. En el siglo XII, Alfonso VII alcanzó la línea Guadiana-Júcar, aunque la derrota en Alarcos (1195) de Alfonso VIII supuso un nuevo freno a la expansión. En esta etapa surgió también la Corona de Aragón. Inicialmente, Aragón se unió a Navarra y Alfonso I el Batallador, su rey, tomó Zaragoza en 1108. Sin embargo, al morir este rey, Navarra se desvinculó de Aragón y se unió a los condados catalanes en 1137. Ramón Berenguer IV, su primer rey, se expandió por el Bajo Ebro, hasta Lérida. El sistema repoblador utilizado es el sistema concejil. El territorio se dividía en concejos municipales a los que se otorgaba concesiones a modo de Fueros o Cartas Puebla, siempre a cambio de reconocimiento del monarca de turno.
3) Siglo XIII
Castilla y León aprovechó que la victoria debilitó mucho a Al-Ándalus para ocupar el valle del Guadalquivir durante el reinado de Fernando III y Murcia, bajo Alfonso X el Sabio. Al-Ándalus quedó reducida al reino nazarí de Granada. El territorio se repobló mediante el sistema de repartimientos a la nobleza (que había colaborado en la expansión) y a la Iglesia. Así, nobleza e Iglesia obtuvieron grandes latifundios y consolidaron su influencia y poder en los reinos cristianos. Aragón, por su parte, también consiguió grandes éxitos con Jaime I, que conquistó Baleares y Valencia y repobló el territorio del mismo modo que castellano-leoneses. En esta etapa tenemos dos modelos de repoblación:
- Primera mitad del siglo XIII: las zonas del valle del Guadiana (La Mancha y Extremadura), Teruel y Castellón, la repoblación se llevará a cabo por Órdenes Militares (Alcántara, Calatrava y Santiago), que se adjudicarán grandes latifundios para la explotación ganadera.
- Segunda mitad del siglo XIII: en las zonas del valle del Guadalquivir, Valencia, Murcia y Baleares, la repoblación se hará mediante el sistema de repartimientos, reparto de tierras entre los conquistadores mediante donadíos (grandes latifundios que se reparten a la alta nobleza, órdenes militares y la Iglesia) y heredamientos (propiedades más pequeñas a caballeros de menos linaje o villanos).
Los Reinos Cristianos en la Edad Media: Organización Política, Régimen Señorial y Sociedad Estamental
La organización política de cada reino peninsular se configuró como una monarquía feudal, cuyo poder principal era el rey, pudiendo estar limitado por algunas instituciones del reino (Cortes). El primer ejemplo de parlamentarismo moderno en la Europa occidental se da con las Cortes de León (1188), convocadas por Alfonso IX de León ante los problemas acuciantes del reino. En la Península predominó el régimen señorial. Los señoríos eran territorios concedidos por el rey a un señor o a una institución como pago por algún servicio prestado (señorío territorial). Esos territorios eran trabajados por campesinos, los cuales debían pagar una serie de rentas (especie, dinero o trabajo). Los señores poseían también el poder jurisdiccional, es decir, capacidad de imponer leyes e impuestos, contando además con ejércitos propios. Todo ello pasaba a manos de sus herederos, gracias a la institución del mayorazgo. Este sistema estaba vinculado a la sociedad estamental, determinada por el nacimiento y dividida en privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (Estado llano):
- Nobleza: tenía un inmenso poder. Era dueña, junto a la Iglesia, de la mayoría de las tierras obtenidas durante la Reconquista. Además, gozaba de varios privilegios: no pagaban impuestos, ocupaban altos cargos de la administración, tenían códigos de leyes propios y eran juzgados por tribunales propios. No obstante, había diferencias entre una alta nobleza (duques, condes, etc.) y otra baja (caballeros e hidalgos).
- Clero: poseían señoríos, lo que les daba poder económico, pero también una gran influencia social y política. Igualmente, existían diferencias, pues había un clero secular y otro regular (sometido a una regla monástica), así como alto clero (arzobispos y obispos) y bajo (sacerdotes, monjes), más próximo al pueblo.
- Estado llano: estaba integrado por el resto de la población (90% aproximadamente). Aunque había artesanos y comerciantes, el grupo más numeroso eran los campesinos. La mayoría trabajaba en los señoríos de la nobleza y la Iglesia en condiciones muy duras y, a diferencia de ellos, pagaban rentas e impuestos.
Organización Política de la Corona de Castilla, de la Corona de Aragón y del Reino de Navarra al Final de la Edad Media
Los reinos presentan una estructura política parecida basada en tres instituciones: la monarquía, las Cortes y los municipios, aunque cada reino posee sus propias características.
Castilla
Castilla y León se unieron definitivamente bajo el reinado de Fernando III el Santo (1230). Tras la victoria en las Navas de Tolosa, Castilla conquistó las taifas andaluzas y alcanzó el estrecho de Gibraltar, donde detuvo a los benimerines en El Salado (1340). Se constituyó como uno de los reinos más poderosos de Europa. Fue una monarquía autoritaria, reforzando el poder real. En estos siglos se intentó reforzar el poder real. Con este objetivo, Alfonso X (segunda mitad del siglo XIII) plasmó el derecho romano en sus Partidas. Por su parte, Alfonso XI impuso el Ordenamiento de Alcalá de 1348, estableciendo al rey como principal fuente legislativa. Sus instituciones políticas son:
- Consejo Real: órgano consultivo al monarca formado por juristas y miembros de la nobleza y clero.
- Cortes: compuestas por nobleza, clero y Tercer estado (ciudades). Juraban al heredero y votaban impuestos.
- Audiencias o tribunales de justicia (Chancillería Real de Valladolid).
- Hacienda: para establecer impuestos.
- En los municipios se impone el Corregidor, que controla el poder municipal en nombre del rey.
- La Corte era itinerante, cuyos altos cargos eran ocupados por la nobleza.
La Guerra Civil Castellana (1366-1369) supuso un triunfo de la nobleza (Mercedes Enriqueñas) y la instauración de la dinastía Trastámara en Castilla. Habrá que esperar al reinado de Isabel I para que la monarquía se afiance definitivamente.
Corona de Aragón
Dividida en cuatro reinos (Aragón, Valencia, Mallorca y Cataluña) con leyes, fronteras y costumbres propias. A diferencia de Castilla, es una monarquía pactista.