La Expansión Islámica y los Primeros Conflictos Internos
La Sucesión de Mahoma y las Primeras Disputas
Tras la muerte de Mahoma, la cuestión de quién debía heredar su legado religioso y político generó disputas internas entre sus seguidores. Abu Bakr fue proclamado califa, habiendo sido uno de los primeros mequenses en seguir a Mahoma, participado en la Hégira y gozado de su entera confianza. Además, Abu Bakr había emparentado con Mahoma al casarse este con su hija, Aisha, tras la muerte de Jadiya.
A su llegada al califato, Abu Bakr contó con el apoyo de los primeros compañeros de Mahoma. Sin embargo, tras la muerte del profeta, cada tribu actuó de forma independiente. Las tribus convertidas al Islam querían seguir siendo musulmanas a su manera. Abu Bakr tuvo que sofocar rebeliones en las zonas centrales, meridionales y del nordeste de Arabia, destacando la actuación del general Jalid Ibn al-Walid. También enfrentó la amenaza de Musaylima, un profeta surgido en la parte oriental de la península que reclamaba un papel similar al de Mahoma.
Expansión Territorial Bajo Abu Bakr y Umar
Abu Bakr inició campañas contra los dominios bizantinos, enviando ejércitos para reducir a las tribus árabes en las regiones limítrofes con Siria. Jalid Ibn al-Walid recibió la orden de dirigirse a Siria y unir sus fuerzas con las de los otros ejércitos. El resultado fue una serie de victorias fulgurantes que colapsaron el dominio bizantino en la región. Entre los años 634 y 638, Damasco, Cesarea, Antioquía, Jerusalén, Alepo y Trípoli cayeron en manos de los musulmanes.
Tras la muerte de Abu Bakr, Umar, otro de los seguidores de Mahoma, le sucedió. Los éxitos en Siria llevaron a Umar a abrir un segundo frente en la zona oriental de Arabia, lindante con el Imperio Sasánida. Los triunfos fueron rápidos y los árabes ocuparon sin apenas resistencia la antigua capital imperial, Ctesifonte. Amr ibn al-As, un quraysí, conquistó buena parte de Egipto, incluyendo Alejandría y la ciudadela de Babilonia, donde se creó la ciudad campamento de Fustat.
La Primera Organización del Islam y el Surgimiento del Diwan
La rápida expansión árabe se basó en la aparición de un fuerte poder político en manos de la aristocracia del Hiyaz, que aglutinó el potencial guerrero de las tribus árabes. Esta expansión se benefició de la debilidad de los imperios bizantino y sasánida. Los ejércitos conquistadores eran contingentes bien organizados, enviados desde Medina con objetivos concretos. El mando se confiaba a los quraysíes y a los Ansar, quienes se quedaron con las ganancias iniciales del Islam.
Umar creó el Diwan, el primer registro del Islam, que recogía los nombres de quienes habían participado en las conquistas y tenían derecho a recibir estipendios del estado. No todos recibían la misma cantidad, lo que originó los primeros conflictos, ya que los conversos tardíos y los que se habían incorporado tardíamente a las conquistas recibían menos recompensas.
En los territorios conquistados, la población no musulmana seguía pagando los mismos impuestos. La yizia comenzó a tener un sentido religioso, convirtiéndose en el impuesto que las poblaciones sometidas pagaban por la protección de los musulmanes, un impuesto que significaba la sumisión bajo la religión del Islam. También debían pagar el impuesto territorial denominado jaray. Los musulmanes solo estaban obligados a pagar la limosna, el único impuesto coránico, algo difícil de mantener cuando cesaron las conquistas y disminuyeron los botines.
No hubo intentos de proselitismo religioso; cristianos, judíos y zoroastras pudieron seguir manteniendo sus creencias sin ser molestados. En Mesopotamia y Egipto, la aristocracia terrateniente continuó al frente de sus posesiones, entregando tributos a los recién llegados y ejerciendo un papel intermediario entre los campesinos y los nuevos señores.
La Primera División del Islam: Utman y Alí
En el 644, Umar fue asesinado por un esclavo. La sucesión, que había sido rápida entre Abu Bakr y Umar, se enfrentó a dos aspirantes: Alí, primo y yerno de Mahoma (casado con su hija Fátima), y Utman, un quraysí del clan de los omeyas, que inicialmente se había enfrentado a Mahoma. Finalmente, se optó por Utman, considerado capaz de mantener las conquistas y defender los intereses de la aristocracia.
Utman destituyó a los gobernadores de las provincias musulmanas y nombró a miembros de su clan, los omeyas. La oposición contra el califa se fraguó en las ciudades de Kufa y Basora. Se intentó contener el descontento impulsando nuevas conquistas. A mediados de 656, grupos procedentes de Kufa y Egipto marcharon a Medina para plantear sus demandas ante Utman. Aislado, Utman negoció y accedió a sus peticiones. Sin embargo, en el camino de vuelta, estos árabes interceptaron un mensaje del califa a su gobernador en Egipto, instándole a matar a los cabecillas. Regresaron a Medina, donde Utman negó haber enviado el mensaje. Los rebeldes no le creyeron y asesinaron al califa.
Alí fue proclamado califa, pero enfrentó la oposición de parte de los quraysíes, agrupados en torno a Aisha, la hija de Abu Bakr. Estos eran enemigos de Alí y pretendían volver a la situación anterior. Se produjo la primera división interna del Islam, acusando a Alí de la muerte de Utman. El grupo de Aisha marchó a Basora para buscar apoyos militares. Alí se dirigió a Kufa con la misma intención. La Batalla del Camello, en el 656, enfrentó a las fuerzas de Alí y a los quraysíes, resultando en la victoria de Alí y la muerte de los principales jefes opositores.
Alí fue aceptado en Mesopotamia y Egipto, pero Siria resistió bajo el mandato de los omeyas. El más poderoso de los omeyas, Muawiya, gobernador de Siria, exigió venganza por el asesinato de su primo Utman. La Batalla de Siffin, en el 657, fue un enfrentamiento clave. Se llegó a un pacto y a un arbitraje que mermó el poder de Alí. Un grupo de partidarios de Alí, la llamada «vieja guardia», le abandonó, dando origen al movimiento de los jariyíes, quienes afirmaban que cualquier musulmán podía ser califa, aunque no fuese árabe. Muchos jefes tribales dejaron de acatar la autoridad de Alí. Finalmente, Alí fue asesinado por un jariyí. Sin apenas oposición, Muawiya se hizo proclamar califa, siendo reconocido en todos los territorios del imperio, dando inicio al Califato Omeya.