La expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo
La Corona de Aragón, tras ocupar el reino de Valencia en el siglo XIII y sin posibilidad de continuar la conquista terrestre por sus pactos con Castilla, orientó su expansión hacia el Mediterráneo. Este mar era una vía de comunicación fundamental y, por tanto, una ruta codiciada por la pujante burguesía mercantil de Barcelona y Valencia.
El primer paso se dio con la toma de las islas Baleares, a la que siguió la intervención de Pedro III en Sicilia (1282). El control del Mediterráneo occidental se reforzó con la conquista de la isla de Cerdeña por Jaime II (1324) y del reino de Nápoles, ya en el siglo XV, por Alfonso V el Magnánimo.
La Corona de Aragón también estuvo presente en el Mediterráneo oriental a través de las expediciones de los almogávares. Estos cuerpos militares, dirigidos por Roger de Flor, partieron hacia el Imperio bizantino a comienzos del siglo XIV para luchar contra los turcos. Pronto el emperador de Bizancio desconfió de los rápidos triunfos de los almogávares y ordenó el asesinato de Roger de Flor. Esto dio lugar a la llamada «venganza catalana»: los almogávares saquearon Grecia y fundaron los ducados de Atenas y Neopatria, donde permanecieron hasta 1390.
Las rutas atlánticas: castellanos y portugueses. Las Islas Canarias.
A partir del siglo XIV, Castilla y Portugal se disputaron el control de las costas atlánticas.
Objetivos y Conquistas Castellanas
El primer objetivo fue el estrecho de Gibraltar, esencial en el comercio mediterráneo con las repúblicas itálicas. El paso era disputado por la dinastía de los benimerines, aunque la conquista de Tarifa permitió el dominio definitivo del estrecho en 1340 por parte de Castilla.
Este interés por el Atlántico, unido a la alianza con Francia, propició la conquista de las islas Canarias, llevada a cabo desde 1402, y su sometimiento al vasallaje de Castilla. En las islas vivían los guanches, que se cubrían con pieles, se dedicaban al pastoreo, desconocían los metales y estaban gobernados por un rey llamado mencey.
Exploraciones Portuguesas
Con respecto a Portugal, la navegación exploratoria del océano Atlántico tuvo un gran empuje a principios del siglo XV, impulsada por Enrique el Navegante, hijo del rey de Portugal. Este empleó abundantes recursos económicos para desarrollar una ruta marítima hacia las Indias bordeando el continente africano. Enrique el Navegante fundó un centro naval en Sagres, donde constituyó una escuela de navegación.
Las expediciones marítimas impulsadas por Enrique el Navegante y, tras su muerte, por su sobrino, el rey Juan II de Portugal, llevaron a los portugueses a descubrir y asentarse progresivamente en las costas de África hacia el sur. Finalmente, en 1487, Bartolomé Días descubrió el Cabo de Buena Esperanza, lo que abría la ruta oriental hacia las Indias.
La iniciativa naval portuguesa les permitió ocupar sin contratiempos las islas Azores y Madeira.
El Tratado de Alcaçovas-Toledo
En el Tratado de Alcaçovas-Toledo, firmado en 1479 entre Portugal y Castilla, figuraba la prohibición para Castilla de realizar exploraciones al sur de las islas Canarias.
Unión dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y de Aragón
En 1479, diez años después de la boda de Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, se produjo la unidad dinástica de las Coronas de Castilla y de Aragón. Antes fue necesario solucionar varios problemas, siendo el más importante la guerra civil en Castilla (Guerra de Sucesión Castellana) tras la muerte de Enrique IV, entre su hermana Isabel y su presunta hija Juana la Beltraneja.
La trayectoria histórica de ambos reinos hacía difícil pensar en una unión política; así, solo se planteó una unión dinástica. Es decir, unos mismos soberanos reinarían sobre dos reinos distintos, aunque con tres objetivos comunes para ambas coronas:
- El dominio peninsular.
- La unidad religiosa de sus súbditos.
- La centralización del poder, procurando reducir la influencia de los nobles.
Cada reino conservó:
- Su organización institucional.
- Sus antiguas leyes.
- Sus propias formas de recaudar impuestos.
- Sus monedas, pesos y medidas.
- Su particular estructura económica y social, dentro de un ordenamiento feudal.
Los súbditos de una corona eran considerados extranjeros en la otra. Las aduanas entre unos territorios y otros certificaban esta situación de independencia.
La conquista del Reino Nazarí y la incorporación del Reino de Navarra
Conquista del Reino Nazarí de Granada
El Reino nazarí de Granada existió como una entidad independiente en dos periodos distintos. Su fundador fue Muhammad I. Aparte de la capital, Granada, sus enclaves más importantes fueron Málaga y Almería.
El emir granadino decidió convertirse en tributario de los reyes castellanos a partir de 1246 para mantener su independencia, hasta el año 1492, en que fue conquistado por los Reyes Católicos y pasó a formar parte de la Corona de Castilla.
Tras poner fin a la guerra de Sucesión y reorganizar el Estado, las tropas castellanas y aragonesas se unieron para conquistar el Reino de Granada. Aprovechando la división y luchas internas entre los musulmanes, fueron conquistando poco a poco todo el reino hasta llegar a la ciudad de Granada. La campaña final concluyó el 2 de enero de 1492 con la entrada en la capital y la firma de las Capitulaciones de Santa Fe. Estas garantizaban a sus habitantes poder conservar sus derechos (vestimenta, lengua, religión, justicia, etc.), si bien no todos sus habitantes recibieron igual trato. Los de la ciudad de Granada se beneficiaron de las condiciones favorables acordadas en las Capitulaciones; sin embargo, a los restantes se les impuso la ley medieval de los vencidos y quedaron sometidos a la servidumbre o a la esclavitud.
La Pragmática del 11 de febrero de 1502 obligó a los musulmanes a convertirse o a salir del país. La mayoría optó por la conversión. Los recién convertidos fueron llamados moriscos.
Incorporación del Reino de Navarra
En cuanto a Navarra, en 1488 accedió al trono del reino Juan III de Albret, quien mostraba una clara inclinación hacia Francia en la disputa de esta con Aragón. Dicha circunstancia fue utilizada como excusa para ocupar el Reino de Navarra, que quedó integrado en 1512 a Castilla, aunque conservando sus instituciones propias.