Federalistas vs. Antifederalistas: El Debate Fundacional de EE. UU.
El debate entre federalistas y antifederalistas, personificado en figuras como J. Madison y T. Jefferson, marcó la fundación de los Estados Unidos. Un evento clave de este periodo fue el incendio de la Casa Blanca por los británicos. Los federalistas, liderados por Alexander Hamilton, abogaban por un gobierno federal fuerte que uniera a los trece estados. Su argumento central se basaba en una percepción particular de la naturaleza humana.
La Visión Federalista: Pesimismo y Control
Los federalistas, influenciados por su experiencia con la monarquía británica autoritaria, tenían una visión pesimista de la naturaleza humana. Consideraban que no se podía confiar plenamente en el hombre. Por lo tanto, proponían un gobierno fuerte, pero a la vez controlado, como garantía de libertad y como mecanismo para resolver los conflictos entre los estados. Hamilton recurría a ejemplos históricos de la antigua Grecia y Roma, así como a casos europeos contemporáneos de guerras ofensivas, para demostrar la necesidad de un poder centralizado. Argumentaba que un estado popular no era, por sí solo, garantía de paz, y que un estado fuerte era clave para evitar conflictos. Además, destacaba la precaria situación económica de las colonias y defendía que un gobierno centralizado podría evitar la depresión económica. Otro argumento crucial era la necesidad de unión para la defensa común contra potencias extranjeras, como Gran Bretaña.
La Visión Antifederalista: Descentralización y Democracia Directa
Los antifederalistas, por su parte, adoptaban una postura más humilde. Su principal objeción a la Constitución era el temor a que el gobierno central se convirtiera en una amenaza, especialmente a través de los impuestos. Consideraban que un gobierno central sería un poder remoto y poco representativo, alejado del control ciudadano. El problema fundamental era la distancia entre los estados. Su modelo ideal de comunidad era pequeño, como un pueblo, con una distancia máxima de un día de viaje. Esto permitiría una asamblea popular con democracia directa, donde todos se conocieran. Idealizaban las comunidades pequeñas y defendían una democracia libertaria basada en la propiedad privada, pero con participación directa. Temían que el ejército permanente, controlado por el gobierno central, pudiera convertirse en una fuente de represión. También criticaban que el control fiscal y jurídico no representaría la opinión de los pueblos, sino la de los gobernantes a nivel nacional. Finalmente, señalaban la ausencia de una Carta de Derechos que protegiera los intereses y derechos individuales en la Constitución.
La Formación de la Clase Obrera y las Internacionales
Análisis del Texto de M. Pérez Ledesma
M. Pérez Ledesma analiza la formación de la clase obrera, desafiando la idea de un proceso automático y homogéneo. Distingue varios tipos de clase obrera:
- Tradicional: Más automática, ligada a las costumbres. El proletariado emerge de las fábricas. Esta visión implica un conflicto entre la agencia humana y el determinismo.
Ledesma argumenta en contra de la visión determinista:
- No es un proceso automático.
- No surge necesariamente del proletariado (en Inglaterra, por ejemplo, fueron los artesanos).
- No hay una unidad absoluta en las clases obreras.
- La identidad obrera no es única; coexiste con otras identidades (étnica, de género, internacional, etc.).
- Importancia del lenguaje: El uso de términos como «clase media» y «proletariado» evoluciona (1884: clase media y proletariado; 1914: proletariado).
- Relaciones sociales: El paternalismo es común en zonas pequeñas, mientras que en las ciudades estas relaciones tienden a romperse.
- Importancia de la palabra «pueblo», especialmente en España, como un conjunto de personas.
- Importancia de mitos, rituales, etc., para consolidar la identidad colectiva.
Ledesma concluye que la formación de la clase obrera no sería posible sin la agencia humana.
La Primera Internacional (1864-1874)
Fue una organización transnacional que agrupó a movimientos obreros europeos. Figuras clave:
- Karl Marx: Socialista. Periodista radical alemán, exiliado en Londres.
- Mijaíl Bakunin: Fundador del anarquismo. Noble ruso, con experiencia en prisión.
La principal diferencia entre ambos radicaba en su visión del Estado. Para Bakunin, el Estado, los partidos, el parlamento y las elecciones eran fuentes de opresión. Marx, en cambio, defendía la conquista del Estado como herramienta para la transformación económica y social. Bakunin acusaba a Marx de buscar la «dictadura del proletariado». Esta crítica fue retomada posteriormente por Trotsky contra Stalin.
El conflicto entre Marx y Bakunin fue también personal, con Bakunin criticando el carácter autoritario de Marx. Este periodo marca el nacimiento del anarquismo como movimiento internacional.
La Segunda Internacional (1889-1919)
Excluyó a los anarquistas y se caracterizó por la presencia de movimientos marxistas revolucionarios y reformistas. Surgieron debates sobre la estrategia a seguir:
- (a) Colaboración con partidos liberales: El SPD (Partido Socialdemócrata Alemán) en 1904 ejemplifica esta postura.
- (b) Posición ante la Primera Guerra Mundial: En una reunión en 1907, se debatió si los gobiernos socialistas debían apoyar a sus respectivos gobiernos o convocar una huelga general para impedir la guerra. Se aprobó la moción a favor de la huelga general y el sabotaje de la guerra. Lenin, por su parte, defendía aprovechar la guerra para acabar con el sistema capitalista.