La formación de los primeros reinos cristianos
El periodo que transcurre entre los S. VIII y IX se caracterizó por la hegemonía de Al-Andalus. Tan solo el norte peninsular quedó fuera del dominio islámico.
La franja cantábrica y los Pirineos era de las zonas más atrasadas, su clima y las dificultades de acceso resultaban poco atractivos para los musulmanes.
El primer núcleo que se rebeló contra los árabes fue el asturiano, en torno a Pelayo, que en la batalla de Covadonga (722) inició la Reconquista derrotando a los musulmanes. Estos no llegarán nunca a controlar la zona de la cordillera Cantábrica, habitada por vascos, cántabros y astures.
Los sucesores de Pelayo, Alfonso I y Alfonso II crean el reino de Asturias, el cual manifiesta su independencia del Emirato al negarse a pagar impuestos. Reivindican el principio cristiano y monárquico como legitimador de la continuidad de la tradición visigoda.
En la segunda mitad del S.IX, Alfonso III, aprovecha la debilidad de los emires cordobeses y deja de pagar impuestos. Ocupa el territorio hasta el Duero y traslada la capital del reino a León. Se va a repoblar el territorio con gallegos, cántabros, vascos y mozárabes huidos de Al-Ándalus.
Además se fortificaron las tierras del este, con la construcción de numerosos castillos y con la creación del condado de Castilla. Uno de ellos, Fernán González, se declara independiente en la segunda mitad del S. X.
En los Pirineos orientales, Carlomagno, emperador franco, quería proteger su imperio de los musulmanes y estableció una franja fuertemente fortificada al sur de los Pirineos (Marca Hispánica), que fue dividida en condados y gobernada por condes dependientes del emperador. Una vez que la monarquía carolingia se descompone a partir Del S. IX (843), los condes navarros y aragoneses; se independizan de los francos, surgiendo los reinos de Navarra y Aragón.
En tierras catalanas, el dominio carolingio fue más duradero. En el año 897 el conde Borrell II se negó a renovar el juramento de fidelidad al rey franco. De este modo, nacieron los condados catalanes, entre los que destaca Barcelona.
En el S. XI, bajo el reinado de Sancho III el Mayor, el reino de Navarra conoce su máxima expansión al anexionarse Aragón y Castilla. A su muerte el reino se divide entre sus hijos Ramiro I (Aragón), Fernando I (Castilla) y García (Navarra). De este modo Aragón y Castilla se transformaron en reinos.
Fernando I unirá Castilla y León y aunque fueron divididos a su muerte, su hijo Alfonso VI, logra la reunificación. Su unión definitiva se produce en 1230.
El matrimonio de Petronila con Ramón Berenguer IV, da lugar a un nuevo reino: la Corona de Aragón, que une el reino aragonés con los condados catalanes. La expansión de la Corona de Aragón se orientó hacia el sur y el Mediterráneo.
A comienzos del S. XI los territorios cristianos representaban aproximadamente un tercio de la Península y estaban distribuidos en tres grandes bloques:
- Reino de Pamplona
- Reino del León, al oeste
- Condados catalanes, al este
Pero entre los siglos XI y XIII experimentaron profundas transformaciones. El avance reconquistador, se tradujo en una espectacular expansión territorial y las disputas entre los diferentes territorios cristianos, provocaron continuas modificaciones de fronteras.
Los hechos más significativos de esta etapa:
- El nacimiento de los reinos de Castilla y Aragón (S. XI). A la muerte de Sancho III, el Mayor, en 1.035 sus territorios fueron repartidos entre sus hijos.
- La unión de Aragón y Cataluña (S. XII). El rey Ramiro II ocupa el trono. Su hija Petronila se casó con el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, a quien encomendó el reino de Aragón.
- La independencia del Reino de Portugal. Portugal era un condado perteneciente al reino de León, pero Alfonso Enríquez se proclamó rey y se convirtió en un reino independiente.
- La unidad definitiva de los reinos de Castilla y León (S. XIII). La unión definitiva de ambos reinos se produce bajo la corona de Fernando III.
Al finalizar el S. XIII, los territorios cristianos abarcan ya toda la Península, excepto el reino musulmán de Granada.
En la Baja Edad Media se inició el proceso de fortalecimiento del poder real que conduciría a las monarquías absolutas de la Edad Moderna. Hubo muchas resistencias sobre todo del clero y la nobleza.
En Castilla, Pedro I, el Cruel; estaba decidido a fortalecer el poder real frente a la nobleza. Esta actitud propició una fuerte oposición nobiliaria, que se organizó en torno a los hijos bastardos de Alfonso XI. Enrique II, encabezó la rebelión. Con el triunfo de Enrique II, y el asesinato de Pedro I. Se entronizaba en Castilla, una nueva dinastía, los Trastámara.
En Aragón, Martín, el Humano, se planteó el problema de la sucesión al trono. La cuestión sucesoria se solventó en el Compromiso de Caspe, en el que nueve compromisarios, eligieron a Fernando I de Trastámara.