La formación y evolución de los reinos cristianos
Los primeros núcleos de resistencia (siglos VIII – X)
Las dificultades de acceso, el clima y su falta de recursos, facilitaron que en la cornisa cantábrica y los Pirineos surgieran los primeros focos de resistencia frente a la invasión islámica:
El Reino astur-leonés, surge en torno a la figura de Pelayo (Covadonga, 722) y su mayor extensión la logrará a principios del s. IX cuando, durante el reinado de Alfonso III, su frontera alcanza el Duero y establece la capital en León. Surge así el Reino de León. A finales del s. X, vivirá un período de crisis cuando el condado de Castilla alcanza notables niveles de independencia (conde Fernán González).
El Reino de Pamplona, surge cuando la nobleza local expulsa a los gobernadores francos (Marca Hispánica) y dará lugar, en el s. IX, al Reino de Navarra. Los monarcas navarros se anexionaron tierras de La Rioja y el condado de Aragón. Con Sancho III el Mayor, se anexiona Castilla y alcanza su máximo poder.
Los Condados pirenaicos. Al igual que en el caso Navarro tienen su origen en la crisis y descomposición del Imperio carolingio (Marca Hispánica). Hacia el 817, surge en torno a Jaca el Condado de Aragón.
Los Condados catalanes también tienen su origen en la descomposición del poder carolingio en el norte del valle del Ebro. En este proceso destacaron Wifredo el Velloso (874-898, reúne los condados catalanes) y Borrell II (947-992, consolida la primacía de Barcelona y logra la independencia definitiva del reino franco).
La estructuración de los reinos cristianos (XI-XIII)
A comienzos del siglo XI, los reinos cristianos ocupaban un tercio de la península y el Reino de Pamplona ejercía una supremacía indiscutible. Sin embargo, entre los siglos XI y XIII se produjeron cambios importantes debidos a:
El avance de la conquista de suelo musulmán benefició a todos los núcleos iniciales, salvo el de Pamplona.
Las fronteras se modificaron por innumerables enfrentamientos entre los reinos cristianos.
La concepción patrimonialista de la monarquía favoreció las modificaciones territoriales, por herencia o matrimonio.
Los hechos más significativos de este período fueron:
Surgen los reinos de Castilla y de Aragón en el siglo XI. En su testamento, Sancho III repartió sus territorios entre sus hijos y así surgieron estos dos reinos.
La unión de Aragón y Cataluña (XII). Al contraer matrimonio con la hija del rey de Aragón, el conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, se convirtió también en rey de Aragón.
La independencia del Reino de Portugal (XII). Aunque Portugal pertenecía al reino de León, desde 1143 se proclamó independiente.
La unidad definitiva de los reinos de Castilla y León (XIII). Aunque se unieron y separaron varias veces desde el siglo XI, la unión definitiva se produjo bajo el reinado de Fernando III (1230).
Al finalizar el siglo XIII, los reinos cristianos ocupaban toda la península, excepto el reino nazarí de Granada, y su división política se mantendría inalterable hasta el fin de la Edad Media: Corona de Castilla (Castilla y León), Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares), Reino de Portugal y Reino de Navarra.
Las guerras civiles y las tensiones políticas de la Baja Edad Media (XIV-XV)
Durante la Baja Edad Media se iniciaría el proceso de fortalecimiento del poder real que daría lugar a las monarquías absolutas de la Edad Moderna. Este proceso estuvo jalonado por enfrentamientos entre los distintos reyes hispánicos y la nobleza y el clero. Este proceso tuvo diferentes características en los distintos reinos cristianos:
La guerra civil en Castilla (1366-1369). El rey Pedro I intentó hacer frente al poder de la nobleza y ésta se levantó contra él apoyando a Enrique de Trastámara. Pedro I fue derrotado y se entronizó en Castilla a la nueva dinastía Trastámara. De esta forma, la nobleza triunfaba, temporalmente, frente a los intentos centralizadores de la monarquía castellana.
El Compromiso de Caspe (1412). Al quedar vacante la corona de Aragón, la nobleza de los distintos territorios aragoneses eligieron como monarca a Fernando I de Trastámara. De esta forma, en los dos reinos más importantes de la península gobernaba la misma dinastía, los Trastámara.
La guerra civil en Navarra (1451-1461). Durante la Baja Edad Media, el reino de Navarra estuvo orientado hacia Francia. La guerra civil estalló entre Juan II de Aragón y su hijo Carlos, príncipe de Viana y heredero de la corona navarra.
La guerra civil en Cataluña (1462-1472). El conflicto se produjo por el enfrentamiento del monarca Juan II, de tendencia autoritaria, y la oligarquía catalana que pretendía mantener su poder. El conflicto concluyó con la Capitulación de Pedralbes, en la que el rey respetó el poder de la élite catalana.
El proceso de Reconquista y Repoblación
Por Reconquista se entiende el proceso de ocupación militar de los territorios musulmanes de la península Ibérica, realizado por los cristianos entre los siglos VIII y XV. Este proceso se apoyó ideológicamente en la idea de restauración de la monarquía visigoda y en el espíritu de cruzada. Hoy en día, la historiografía se decanta por hablar simplemente de conquista y eliminar, de esta forma, la carga ideológica del término anterior. El proceso de conquista pasa por diferentes etapas:
Siglos VIII-X. Pese a la incuestionable superioridad de Al Ándalus durante este período, el reino asturiano aprovechó el poco control efectivo que los musulmanes tenían sobre las tierras al norte del río Duero para ocuparlas.
Siglo XI y primera mitad del siglo XII. La crisis del Califato y la aparición de los reinos taifas permitió a los reinos cristianos tomar la iniciativa militar. El pago de parias por parte de los reinos taifas reforzó la estructura militar cristiana. En estos años, los reyes de Castilla y León llevaron la frontera a la línea del Tajo (Toledo, 1085), a pesar de sufrir algunas derrotas a manos de los almorávides. De la misma forma, los reyes de Aragón extendieron sus dominios por el valle del Ebro (Zaragoza, 1118). A mediados del siglo XII, la decadencia almorávide permitió ocupar definitivamente el valle del Tajo (Lisboa, 1147) y del Ebro (Tortosa, 1148).
Segunda mitad del siglo XII. El proceso de conquista se paraliza debido a la presencia almohade y por los numerosos enfrentamientos entre los reinos cristianos. Sin embargo, en este período se producen dos novedades: aparecen las Órdenes Militares (Alcántara, Calatrava y Santiago) y se firman tratados entre Castilla y León y la Corona de Aragón para delimitar las zonas de expansión.
Siglo XIII. Frente al poder almohade, los reinos cristianos recurren a la llamada a la cruzada y logran formar un ejército formado por Castilla, Aragón, Navarra, las Órdenes militares y cruzados extranjeros. Los almohades serán derrotados en las Navas de Tolosa (1212) y los reinos cristianos realizaron un gran avance conquistador hasta 1266:
Portugal concluye su Reconquista.
Aragón (Jaime I) conquista las islas Baleares y Valencia.
Castilla conquistó Extremadura, el valle del Guadalquivir y Murcia.
Así, a finales del siglo XIII, el reino de Granada era el único estado musulmán que encontramos en la península.
Siglos XIV y XV. Durante este periodo Castilla se enfrenta a Granada por el control del Estrecho de Gibraltar. La conquista definitiva concluirá con la toma de Granada en 1492.
Los sistemas de repoblación
Tras la ocupación militar de los territorios musulmanes era necesario repoblarlos con población cristiana para afianzar las conquistas. A lo largo de la conquista se emplearon distintas formas de repoblación que dieron lugar a una estructura de la propiedad agraria que perdura hasta nuestros días: pequeña y mediana propiedad al norte del Tajo y grandes latifundios al sur. Los sistemas de repoblación fueron:
La presura (VIII-X). Se aplicó en las tierras situadas al norte del río Duero y en el Piedemonte pirenaico. La presión demográfica de los reinos cristianos favoreció este sistema que simplemente consistía en la ocupación de la tierra sin dueño por parte de los repobladores. Este sistema se realizó por iniciativa de campesinos, de nobles y monasterios. El resultado fue el predominio de la pequeña y mediana propiedad.
La repoblación concejil (XI-XII). Este sistema se aplicó entre el Duero y los montes de Toledo y en el valle del Ebro. El territorio se dividía en concejos, con grandes términos (alfoces), a los que el rey concedía normas que regulaban la vida municipal (cartas puebla o fuero). A los nuevos pobladores se les concedía un solar y tierras de cultivo. Este sistema dio lugar a una propiedad mediana libre y la abundancia de tierras comunales.
La repoblación de las Órdenes Militares (XIII). Este sistema se aplicó en Extremadura, La Mancha, Teruel y el norte de Castellón. Eran zonas poco pobladas que fueron conquistadas por las Órdenes y a las que se les concedieron grandes latifundios.
La repoblación por repartimientos (XIII). Este sistema se aplicó en el valle del Guadalquivir, Valencia y Murcia. Las propiedades de las zonas conquistadas eran divididas en lotes (donadíos) que eran repartidas entre los conquistadores en función de su preeminencia social. Se creó una estructura de la propiedad basada en el latifundio nobiliario y eclesiástico.