Fundamentos y Evolución del Franquismo: Desde la Guerra Civil hasta 1959

Fundamentos Ideológicos y Evolución Política del Franquismo

Tras el triunfo en la Guerra Civil, se extendió al conjunto de España un Estado cuyos fundamentos ya se habían establecido en la “zona nacional” durante el conflicto y que pueden concretarse en los siguientes:

  1. Concentración del poder político en Franco. La «adhesión inquebrantable» al Caudillo fue el elemento clave de todo el edificio político del franquismo.
  2. Defensa de la «unidad de la Patria». Negativa a cualquier autonomía política de las regiones y fomento del castellano como única lengua española. La prohibición de las otras lenguas peninsulares fue estricta en los primeros momentos para, posteriormente, evolucionar hacia una cierta tolerancia.
  3. Tradicionalismo. La idea de España que defendió la dictadura se basó en raíces históricas a menudo adulteradas (La Reconquista, el Imperio, Defensa del Catolicismo).
  4. Militarismo. Preponderancia social del estamento militar (desfiles, uniformes, himnos, bandera…).
  5. Exacerbado nacionalismo de carácter centralizador, unitario y totalizador, rechazando cualquier tipo de autonomía regional por considerarlo separatista y antiespañol, prohibiéndose el uso de las lenguas vernáculas en actos públicos, escuelas e iglesias.

Todo lo anterior condujo a una fascistización del sistema político (partido único, exaltación del pasado, culto a la personalidad del jefe del Estado, caudillismo…) muy similar a la de los regímenes totalitarios de Italia y Alemania.

  1. Nacionalcatolicismo. La Iglesia fue la gran legitimadora de la dictadura franquista. A cambio, dominó la vida social y la educación. Una estricta moral católica en lo público y en lo privado se impuso en el país. La Iglesia, a cambio, obtenía el dominio de la enseñanza, el restablecimiento de las retribuciones al clero e incluso el control del profesorado. A su vez, Franco tuvo el derecho de proponer al Vaticano el nombre de los futuros obispos y entrar bajo palio en las iglesias. La relación régimen-catolicismo fue tan estrecha que se convirtió en la religión del Estado, doctrina conocida como “nacionalcatolicismo”.
  2. Anticomunismo, ya que impedir el triunfo de la revolución comunista había sido uno de los objetivos fundamentales de los sublevados. Esto les llevó a firmar el Pacto Antikomintern con Alemania y con Italia. Asimismo, la cruel represión del marxismo y de todo lo que sonara a movimiento obrero se mantuvo hasta el final del régimen franquista. Esta característica anticomunista permitió al franquismo salir de su aislamiento internacional durante la Guerra Fría.
  3. Antiliberalismo y antiparlamentarismo, acusados de ser el origen de los males de España y posteriormente como inadecuados para España, dado el carácter de los españoles.

El régimen franquista, a su vez, se apoyó en las siguientes bases:

I. Las Bases Sociales de la Dictadura

Franco asentó su nuevo régimen en la oligarquía terrateniente y financiera que recuperó su hegemonía social y fue la gran beneficiaria de la política económica intervencionista del régimen, así como en las clases medias rurales del Norte y Castilla que estaban bajo una fuerte influencia de la religión católica. Por el contrario, la mayor parte de las clases medias urbanas y de las clases trabajadoras apenas respaldaron a la dictadura. En los primeros años de la misma, la represión sistemática, la miseria y la desmoralización tras la derrota impidieron que esa falta de apoyo se concretara en oposición al régimen. La situación cambió en los años sesenta. El desarrollo económico hizo que el régimen contara con mayor consenso social entre las clases medias y trabajadoras, aunque al mismo tiempo la tímida liberalización del país propició el desarrollo de la oposición.

II. Las Bases Políticas del Régimen

La dictadura basó su sistema político en la estricta prohibición de los partidos políticos, unida a una brutal represión contra los que habían apoyado a la República. En 1937 (Decreto de Unificación) se había establecido el partido único, la FET de las JONS, que vino a denominarse el Movimiento Nacional. Sin embargo, dentro del régimen, bajo una completa subordinación al Caudillo, hubo diferentes familias políticas, es decir, grupos con diversa sensibilidad política que trataron de influir en las decisiones tomadas por Franco:

  1. Falangistas: La Falange no tenía nada que ver con el pequeño grupo fascista creado por José Antonio. Ahora los falangistas se hallaban integrados en el partido único bajo el liderazgo absoluto de Franco. Su principal función fue el control de la vida social y económica del país a través de diversas instituciones del régimen: el Frente de Juventudes, la Sección Femenina, y la Organización Sindical. La Falange jugó un rol importante en los primeros momentos de la dictadura. Tras la derrota de las potencias fascistas del Eje en 1945 pasó a tener un papel más secundario.
  2. Ejército: garante permanente de las esencias del régimen y de su permanencia, pues siempre fue leal al dictador. Tuvo mucha más influencia que la Falange y la mayoría de los mandos militares desempeñaron puestos importantes dentro del gobierno, la administración y las empresas. Defensor del régimen y de su ordenamiento legal. Su actividad no se ceñía a la defensa del territorio español, sino que poseía jurisdicción sobre los delitos políticos mediante los «consejos de guerra». La mayoría, sobre todo los altos mandos, compartía con Franco la ideología de la victoria de 1939: el anticomunismo, su rechazo al separatismo y su dureza en cuestiones de orden público.
  3. La Iglesia Católica representó el elemento sancionador de la «legitimidad» del franquismo: la guerra civil fue una «cruzada» contra el ateísmo marxista y el Concordato de 1953 consolidaba la presencia de la Iglesia en la enseñanza media y en la vida intelectual, convirtiéndose en propagadora de la ideología del régimen. Se produjo una estrecha alianza entre la Iglesia y el «Nuevo Estado»: los obispos participaban de instituciones como el Consejo del Reino y las Cortes y el Jefe del Estado presentaba una terna al Papa para la elección dentro de ella del obispo de cada diócesis.
  4. Monárquicos: que nunca fueron un grupo de oposición muy combativo, estaban divididos entre carlistas y donjuanistas. Los primeros -que defendían la causa de don Javier, al que nunca pensó Franco dar el trono- recibieron algunos cargos en el seno del régimen, en cierta manera encarnaban el tradicionalismo católico y conservador que había defendido siempre el carlismo. Los partidarios de don Juan, hijo de Alfonso XIII, apoyaron al régimen y luego se apartaron de él al no restaurar la monarquía constitucional que existía antes de la proclamación de la II República en 1931. Algunos de estos monárquicos defendieron la solución de una «monarquía franquista» que encarnaría el joven Juan Carlos (hijo de don Juan), quien en 1967 era nombrado sucesor de Franco, y en 1969, juraba el acatamiento de los «Principios Fundamentales del Movimiento».

En la práctica, todas estas familias tuvieron un papel secundario. Franco siempre impidió que alguien acaparara demasiado poder y buscó un equilibrio que garantizara su poder omnímodo.

Por último, es importante destacar que el régimen se sostuvo en sus primeros años en la represión y en la promulgación de diversas leyes encaminadas a eliminar cualquier atisbo de oposición: la Ley de Responsabilidades Políticas (1939), la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo (1940), la Ley de Seguridad del Estado (1941) y la Ley de Represión del Bandidaje y del Terrorismo (1947), lo que se tradujo en numerosos fusilamientos y encarcelaciones de disidentes al régimen.

La Evolución Política

1. La Etapa Azul. El Régimen Totalitario (1939-1945)

a) El Auge de la Hegemonía Falangista

El primer gobierno de la dictadura, por un lado, sigue las pautas de todos los gobiernos de Franco –participan todas las familias políticas del régimen-, pero por otro, en esta primera fase hay un predominio cualitativo y cuantitativo de la Falange, debido al papel de Alemania en la escena internacional y a la reciente guerra civil. El hombre fuerte de esa etapa es Serrano Súñer, «el Cuñadísimo».

La Falange alentó un programa de encuadramiento de la sociedad típicamente fascista, a través de los sindicatos verticales, el SEU (Sindicato Español Universitario), el Frente de Juventudes, la Sección Femenina y el control de gran parte de los medios de comunicación.

El 17 de julio de 1942 se promulgó la Ley de Cortes, la segunda de las Leyes Fundamentales (la primera, el Fuero del Trabajo, era de 1938) como otro paso más para institucionalizar el régimen. Eran una especie de Cortes Corporativas, al modelo de la Asamblea Nacional de Primo de Rivera. Las funciones de las Cortes serían más técnicas que políticas, siendo una fuerza de legitimación y apoyo.

b) España y la Segunda Guerra Mundial

Recién acabada la guerra civil empieza la Segunda Guerra Mundial. En 1940 Franco abandona la neutralidad y declara la no beligerancia, que en realidad equivalía a prebeligerancia. Franco se reúne con Hitler en Hendaya en octubre de 1940 y allí se acuerda que España declararía la guerra a Gran Bretaña para recuperar Gibraltar y ocupar territorios en el norte de África, pero la difícil situación española y el desarrollo de la guerra hizo que esa entrada no se hiciera efectiva. Lo que sí hizo España fue enviar la División Azul contra los soviéticos. A partir de 1942 con la entrada de EEUU en la guerra se vio claramente que la derrota de las potencias del eje estaba clara. Franco empieza a cambiar de postura, ante el peligro que suponía su apoyo para su régimen. Así en 1943, se vuelve a la neutralidad y además empiezan una serie de cambios trascendentales para adaptarse a la nueva situación internacional y salvar su gobierno.

c) El Inicio del Declive Falangista

El cambio de la situación internacional y la oposición al predominio de la Falange por parte de la Iglesia y del ejército, hacen que Franco aproveche un incidente (el caso Begoña, donde hubo enfrentamientos entre falangistas y carlistas, resultando herido un ministro militar; Varela) para dar un rumbo nuevo a su gobierno. Franco salió de la crisis, al igual que en las posteriores, nombrando un nuevo gobierno en el que sacrificaba a las dos partes enfrentadas (ni Serrano Súñer, ni Varela continuaron). Franco demostró su habilidad para maniobrar con astucia entre los sectores políticos que sustentaban el Régimen. Continuaron existiendo ministros miembros de todas las familias, pero la Falange empezó a perder protagonismo, eso sí, nunca tanto que significará su desaparición. A partir de ese momento el protagonismo lo asumirían los católicos.

2. El Nacionalcatolicismo (1945-1957)

La derrota de las potencias del Eje (Alemania e Italia) suponía una verdadera amenaza para la supervivencia de la dictadura en España. Franco, como haría posteriormente siempre, se adaptó a las nuevas circunstancias, siguió contando con las mismas familias políticas, pero dándoles predominio en este caso a los católicos, a la vez que modificaba la orientación política del régimen mediante ciertos cambios institucionales y una ofensiva diplomática apoyada por la Iglesia que se convirtió en su gran apoyo internacional. A partir de la década de los cincuenta, estos cambios junto con las circunstancias internacionales de la Guerra Fría, dieron los frutos apetecidos, consiguiendo la legitimación internacional y con ello la supervivencia de su régimen.

a) El Aislamiento Internacional y el Fin de Éste

Después de la Segunda Guerra Mundial se inició una campaña internacional que dejó aislada a España del mundo exterior. Los motivos no eran solamente la posición española en la Segunda Guerra Mundial, sino también la propia guerra civil y, sobre todo, el régimen autoritario que existía en España. Se retiraron los embajadores (sólo permanecieron los de Argentina, Portugal y el Vaticano), España quedó fuera del Plan Marshall, de la ONU y Francia cerró la frontera con España. A principios de los años cincuenta llegó el tan ansiado reconocimiento internacional, motivado fundamentalmente por las circunstancias creadas por el enfrentamiento entre EEUU y la URSS; la Guerra Fría. En este contexto el catolicismo y el anticomunismo del régimen franquista le valieron para salir de ese aislamiento. Volvieron los embajadores en 1951, España ingreso en la ONU y sus organismos especializados (FAO, UNESCO, etc.) y, sobre todo se firmo el Concordato con la Santa Sede en 1953, que regulaba las relaciones Iglesia-Estado, y el Acuerdo hispanoamericano, por el que EEUU utilizaría de forma conjunta una serie de bases militares a cambio de ayuda económica.

b) El Nacionalcatolicismo en el Poder

El 18 de julio de 1945, Franco procedió a la formación de un nuevo gobierno. Las líneas generales fueron las mismas que el cambio del 42, pérdida cualitativa y cuantitativa de la Falange, mantenimiento de los militares y gran avance de los católicos, pretendiendo el apoyo del Vaticano y reducir la hostilidad de las democracias occidentales.

En 1945 se promulgó la tercera ley fundamental: el Fuero de los Españoles. En ella se pretendía emular las constituciones democráticas, lavándole la cara el régimen para conseguir la aceptación internacional, definiendo al franquismo como una democracia orgánica (Un concepto, bastante propagandístico, fue la democracia orgánica. Se decía que España era una democracia orgánica, una democracia verdadera, en la que se eliminaban lo peor de la democracia, la pluralidad política y se facilitaba la verdadera participación a través de los órganos (de ahí el nombre) fundamentales del estado: la familia, el municipio y el sindicato). Aunque se recogían una serie de derechos, no se articulaba un sistema que los garantizase y además se contemplaba la posibilidad de que el gobierno los suspendiera. La cuarta ley fundamental fue la Ley de Referéndum Nacional, de contenido plebiscitario, es decir, se consultaría al pueblo sobre cuestiones importantes. La quinta fue una de las más importantes; la Ley de Sucesión a la Jefatura del Estado de 1947; España se definía como un Estado católico, social y representativo, declarándose constituido como Reino. La primera estrategia del Régimen para adquirir legitimidad había sido acentuar sus características católicas, la segunda sería hacer mayor uso del aspecto monárquico. Además se creaban el Consejo del Reino y el Consejo de Regencia. En esta ley, Franco quedaba como Jefe del Estado vitalicio y podía proponer a las Cortes su sucesor. Don Juan rechazó esta ley, pero en 1948 llegó con Franco al acuerdo de que Don Juan Carlos se educara en España.

c) La Crisis de 1956 y el Ascenso de los Tecnócratas al Poder

A mediados de los años cincuenta, por un lado, la política autárquica había llevado a una difícil situación económica y por otra la política de los católicos presentaba síntomas de agotamiento, al mismo tiempo que aparecían diversos grupos dentro de la Iglesia católica. El detonante político de los grandes cambios que se avecinaban fueron los sucesos de febrero de 1956 en donde hubo enfrentamientos callejeros entre estudiantes liberales y falangistas. Se culpó de la situación al ministro de educación Ruíz Giménez por su política aperturista, pero Franco al hacer remodelación del gobierno no sólo dejó fuera a éste, sino también al falangista Fernández Cuesta. A finales de la década de los cincuenta la Iglesia no era la institución monolítica que apoya sin fisuras el régimen. Existía por un lado, un grupo de intelectuales católicos liderados por Ruíz Giménez que reivindicaban apertura y libertad de expresión, otros grupos iniciaron una línea obrerista y nacionalista que iba a formar parte de la oposición al régimen. Desde 1956, la Iglesia no se mostró capaz de inspirar una única política. Los tecnócratas del Opus Dei, que accedieron de la mano de Carrero Blanco, eran sólo una opción dentro de la Iglesia, facción que iba a tener el protagonismo político y económico hasta el final del franquismo. Las tres figuras claves fueron López Rodó, Alberto Ullastres y Navarro Rubio. Ellos van a ser los protagonistas de la tercera etapa del franquismo.

2. Evolución Socioeconómica y Oposición Política al Régimen

I. Evolución Socioeconómica

1. La Autarquía (1939-1959)

La Guerra Civil tuvo unos efectos demográficos muy importantes desde la perspectiva de la economía. Por un lado, provocó un descenso de la población activa similar, en términos relativos, al de la Segunda Guerra Mundial en Francia o Italia. Por otro, la represión posterior afectó al menos al duplo de los muertos en el campo de batalla. La represión y el exilio afectaron a sectores de trabajadores especializados cuya cualificación era importante para el proceso productivo. Cuando finalizaron los enfrentamientos militares, la economía estaba profundamente desarticulada. La producción agraria e industrial era muy inferior a la de 1935, las reservas de oro y divisas habían desaparecido, y la red de transporte se encontraba muy deteriorada. Las destrucciones de edificios e instalaciones fabriles fueron moderadas, aunque el régimen las utilizó como elemento de propaganda para justificar la mala situación. El moderado deterioro del equipo productivo no fue en ningún caso de una gravedad suficiente como para explicar tanto la negativa evolución de los años inmediatamente posteriores a 1939 como la lentitud en recuperar el nivel de actividad previo al conflicto.

a) Racionamiento y Mercado Negro

La victoria del Caudillo en la Guerra Civil tuvo repercusiones económicas muy negativas. A corto plazo, sumió en el hambre y la miseria a muchos españoles. A largo plazo, las arbitrarias decisiones de las autoridades consolidaron una economía muy poco competitiva en la cual el tráfico de influencias y la corrupción fueron elementos destacados.

La lentitud de la recuperación económica estuvo directamente relacionada con la puesta en práctica de las ideas económicas de los vencedores, que sustituyeron el funcionamiento de los mercados por la fijación arbitraria de los precios y obligaron a solicitar autorizaciones para iniciar una actividad económica. La fijación de los precios por debajo de los resultantes de la oferta y la demanda condujo al desabastecimiento de alimentos y a la generalización de las colas, obligando al mantenimiento del racionamiento, inicialmente establecido como medida coyuntural en mayo de 1939. Los productores estaban obligados a vender la totalidad de la producción a la Administración a un precio de tasa fijado por ésta. Posteriormente, era la propia Administración la única que podía vender los productos a los consumidores a un precio también regulado.

Como los precios de tasa no reflejaban situaciones de abundancia o escasez relativa, de inmediato surgieron los estraperlistas y el mercado negro, en el cual las transacciones se hacían al margen de la ley. En muchos casos, sus precios duplicaron o triplicaron los del mercado oficial. En el caso del aceite y del trigo, un tercio de todo lo producido fue comercializado a través de estos procedimientos ilegales. La escasez energética fue también uno de los símbolos de la penuria económica. Hasta mediados de los años cincuenta, carbón y petróleo estuvieron racionados y desde 1944 hasta 1954 hubo restricciones eléctricas.

b) Los Ejes de la Autarquía

El régimen pretendía alcanzar la autosuficiencia económica a partir del aislamiento del exterior y de la sustitución del mercado por la intervención generalizada de la Administración. El resultado fue el bloqueo del crecimiento económico, la reducción de la competitividad y el desaprovechamiento de la favorable coyuntura económica que conoció Europa tras la Segunda Guerra Mundial. De este modo, la incorporación de España a la fase de rápido crecimiento y cambio tecnológico dominante en Europa entre 1945 y 1973, tuvo lugar no sólo tardíamente sino con importantes hipotecas y desequilibrios.

La autarquía tuvo dos grandes ejes de actuación. El primero fue la reglamentación de las relaciones económicas con el exterior. Importaciones y exportaciones pasaron a estar completamente controladas, siendo necesario contar con una autorización administrativa para realizarlas. Con esta medida, se pretendía determinar los productos fundamentales y los que eran superfluos, decisión sobre la cual influyó también la escasez de oro y de divisas. Fue también esta la razón por la cual, poco después, se reguló el cambio de la peseta, estableciéndose diversos tipos, todos por encima de su valor de mercado. Como consecuencia, se encarecieron los productos que la economía tenía que importar (el petróleo) y se produjo una gran escasez de bienes imprescindibles.

El segundo gran eje de la política económica de la primera etapa del franquismo fue el fomento industrial, orientado hacia las actividades de interés militar. En este caso, el principal objetivo fue alcanzar un poder suficiente para asegurar la independencia militar y política del nuevo Estado. La actuación se orientó a impulsar las industrias de bienes de equipo, que recibieron una importante y continuada ayuda pública, lo cual generó un gran gasto público con efectos inflacionistas muy importantes. En 1941, el mismo año en que se nacionalizó la red de ferrocarriles con la creación de RENFE, se fundó el elemento fundamental de esta política industrial: el Instituto Nacional de Industria. El INI, un conglomerado de empresas públicas, intentó producir el máximo posible, con independencia de los costes, y en el mayor número de sectores, al margen de que existiesen las condiciones favorables para desarrollar las actividades propuestas. En estos primeros años fue cuando se constituyeron las principales empresas nacionales (IBERIA, ENDESA, SEAT).

2. Las Primeras Medidas Liberalizadoras (1951-1956)

La marginación de España del Plan Marshall (1948-52), que permitió la reconstrucción de la Europa de posguerra, impidió a nuestro país acceder a créditos que hubieran facilitado una pronta recuperación económica. En 1951, la situación generada por la política de autarquía había llevado a movimientos huelguísticos en Barcelona, Madrid y Asturias. En el marco de las relaciones internacionales, el recrudecimiento de la «guerra fría» y el estallido de la guerra de Corea, explican el cambio de actitud de EE.UU. con respecto al régimen de Franco, «anticomunista de siempre». En estas circunstancias, EE.UU. concedió un crédito a España destinado a la compra de productos agrícolas, materias primas y equipo industrial. Otros créditos se sucedieron con anterioridad a la firma de unos pactos de ayuda mutua, plasmados en los tres acuerdos (ayuda militar, económica y técnica) del 26-IX-1953, que permitían el establecimiento de cuatro bases militares norteamericanas en suelo español.

La asistencia americana fue poco significativa en el equipamiento industrial necesario para el desarrollo económico, pues la ayuda recibida desde 1953 correspondía a productos excedentarios de EE.UU. (algodón, aceite de soja, leche, etc.) y no resolvieron los problemas de escasez y carestía alimentaria, aunque los suavizó y permitió la eliminación del racionamiento, la desaparición del mercado negro y la estabilidad de precios hasta 1956. Este hecho fue paralelo a la apertura hacia el exterior del régimen (ingreso en la O.N.U. en 1955) y a la resurrección del mercado libre, rebajando progresivamente el intervencionismo estatal y el proteccionismo para conectar con el liberalismo capitalista, ideología económica subyacente en la Europa del momento que llevará a la creación del Mercado Común Europeo en 1957.

A pesar de los efectos positivos -entre otros, el rápido crecimiento industrial, con tasas superiores a muchos países europeos-, la inflación desde 1955-1956 y el déficit en la balanza de pagos tuvieron efectos negativos sobre el comercio exterior y la reserva de divisas.

II. La Oposición Política durante el Primer Franquismo

1. La Oposición en el Interior

a) La Oposición en los Años Cuarenta

En España destacan tres frentes en la lucha antifranquista: el movimiento obrero, los grupos monárquicos y el maquis o guerrilla. La actividad clandestina de pequeños grupos del PCE, del PSOE y de la CNT nunca se interrumpió, como prueba la serie de encarcelamientos y de ejecuciones de militantes de estas organizaciones que se produjeron desde 1939. Estas agrupaciones políticas incrementaron su presión sobre el régimen en la fase de aislamiento con actos como las huelgas en Cataluña de 1945 y en el País Vasco de 1947, pero disminuyó durante la década de 1950.

Los grupos monárquicos, cuya base social eran la nobleza y la alta burguesía, practicaron una oposición basada en la conspiración. El momento más difícil para el dictador se produjo en 1943, cuando los tenientes generales dirigieron una carta colectiva a Franco en la que le pedían la restauración de la monarquía. Dos años más tarde, el conde de Barcelona, Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII, hizo público en Lausana (Suiza) un manifiesto en el que solicitaba a Franco que se retirara para restaurar la monarquía en su persona. El maquis o guerrilla se constituyó a partir de dos grupos diferentes. El primero de ellos se formó a partir de núcleos que subsistían diseminados por zonas de montaña desde finales de la Guerra Civil. Su objetivo era continuar la guerra, que no daban por acabada, esperando el momento oportuno que permitiera una ofensiva exterior contra la dictadura. El segundo grupo lo constituían las unidades que habían luchado victoriosamente contra los alemanes en Francia, que intentaban trasplantar aquella experiencia a España. Entre 1944 y 1950 intervinieron en varias zonas, y su acción más espectacular fue la invasión, fracasada, del valle de Arán. Pero el aislamiento entre los diferentes grupos de guerrilleros, la represión militar y de la Guardia Civil, y el recuerdo de la guerra, experiencia que la población civil no quería repetir, explican su fracaso. Además, no hay que olvidar que en 1948 el PCE renunció a continuar la lucha armada. En el caso de CLM, hay que mencionar especialmente la incidencia de la Agrupación Guerrillera de Levante.

b) La Oposición en los Cincuenta

En la década de 1950, la oposición interior experimentó tres cambios significativos: la renuncia a la práctica violenta, la transformación social y generacional de sus miembros y el impulso de la actuación opositora en las universidades y en el seno de los sindicatos franquistas, para aprovechar las elecciones a enlaces sindicales y jurados de empresa, embriones del sindicato Comisiones Obreras. Al respecto, a finales de la década de 1940 empezó a resurgir un movimiento de protesta popular, protagonizado por las clases trabajadoras. Estas actuaciones eran fruto de la incipiente reorganización de la izquierda, en especial del PCE. Por otro lado sectores obreros católicos como HOAC (Hermandad de Obreros de Acción Católica) creada en el 1946 empezaron a plantear reivindicaciones sociales y laborales. Conflictos laborales en el sector textil y la huelga de tranvías de Barcelona, (deterioro de la vida debido al aumento de precios), en Asturias, llevaron a la imposición del Estado de excepción durante cuatro meses. Paralelamente, el movimiento estudiantil en 1956- 1957 se desarrollaron las primeras revueltas estudiantiles en las universidades de Madrid y Barcelona.

Las acciones más frecuentes de la oposición eran las convocatorias de huelga, aunque eran ilegales, en las que se reivindicaban mejoras económicas. La huelga que tuvo más eco fue la de los usuarios de los tranvías, en Barcelona, en 1951. Frente a estas acciones el régimen franquista reaccionó de dos maneras: de una parte, endureció la represión mediante la Ley contra el Bandidaje y el Terrorismo (1958) y la Ley de Orden Público (1959), y, de otra, aceptó cierta flexibilidad respecto a las demandas salariales con la Ley de Convenios Colectivos (1958).

Por otro lado, como ya se ha comentado, los cambios acaecidos en las relaciones internacionales, con las diferencias crecientes entre el bloque occidental liderado por Estados Unidos y el bloque soviético dirigido por la Unión Soviética, hicieron que las potencias occidentales suavizaran sus condenas al franquismo.

2. La Oposición en el Exterior

En el exilio se desarrolló una parte muy importante de la oposición al franquismo. Acabada la Guerra, un gran número de diputados, figuras políticas de todos los partidos y convencidos republicanos partieron al exilio y desde el exterior intentaron mantener las instituciones republicanas en el exterior. Las instituciones políticas de la República y de los gobiernos catalán y vasco siguieron funcionando en el exilio. Así en agosto de 1945 se reunieron en México las Cortes republicanas de 1939, aunque sólo cien diputados, y eligieron a Diego Martínez Barrios como presidente de la República en el exilio y a Giral como presidente del Gobierno. Estas organizaciones se caracterizaron por las divisiones internas y por el progresivo alejamiento de la realidad social de España, todo ello dificultó la creación de plataformas unitarias y la elaboración de programas comunes para luchar contra el franquismo, así mientras unas fuerzas defendían crear un frente único y desarrollar una labor diplomática para forzar la caída del franquismo, otras defendían la lucha guerrillera como una fase previa a la insurrección popular (comunistas, poumistas y sectores anarquistas).

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