Andrés de Santa Cruz, un boliviano que presidió Bolivia entre 1829 y 1839 diseñó la Confederación Peruana-Boliviana, inspirado en el ideal de Simón Bolívar de lograr la unidad continental, había logrado ser reconocido como Protector del Perú. En esta forma unió parte importante de lo que había sido el antiguo Imperio Inca, dándole el nombre de Confederación Perú-boliviana.
EL ESTADO NOR PERUANO:
Conformado por los departamentos de La Libertad, Amazonas, Huaylas, Junín y Lima. Capital: La ciudad de Lima. Presidentes: Luis José Orbegoso y Moncada, y José de la Riva Aguero.
EL ESTADO SUR-PERUANO:
Conformado por Ayacucho, Arequipa, Cusco y Puno. Capital: Constitucionalmente fue la ciudad de Tacna, aunque de facto lo fue el Cusco. Presidente: Ramón Herrera y Rodado, y Juan Pío de Tristán y Moscoso.
EL ESTADO BOLIVIANO:
Comprendía todo el territorio de este país. Estuvo dividido en los departamentos de Cochabamba, Chuquisaca, La Paz, Potosí y Santa Cruz. Capital: La Paz – Sucre. Presidente: Mariano Enrique Calvo Cuellar
Sus proyectos no se limitaban a lo logrado, pues aspiraba a extender su dominio sobre parte de los territorios de Chile, Argentina y Ecuador.
Es por esto que importantes sectores chilenos, encabezados por Portales, que creían que Chile debía llevar a cabo su desarrollo como una entidad distinta y separada del resto, vio en la Confederación una amenaza para el futuro del país y una muestra de las intenciones expansionistas de Santa Cruz.
Aun cuando Lima segura siendo la capital, a muchos peruanos les irritaba aceptar a un boliviano como su presidente. Tal Vez más importante fue el hecho de que la unificación de los países andinos amenazaba con alterar el equilibrio geopolítico del poder en la costa oeste, en contra de Argentina y Chile.
Por otra parte; Perú debía a Chile un millón y medio de pesos, más los intereses, que eran parte del préstamo solicitado por Chile a Inglaterra, a lo que se sumaban los gastos de la expedición libertadora durante el proceso de independencia. Desde 1824, el gobierno peruano había subido los derechos de aduanas a los productos agrícolas provenientes de Chile.
– Con los almacenes libres, Valparaíso se había convertido en el primer centro comercial del Pacífico. Perú deseaba revertir la situación a favor del puerto de Callao, para lo cual le agregó impuestos especiales a las mercancías provenientes del puerto chileno.
– Otro antecedente: entre 1824 y 1825, Simón Bolívar dividió el antiguo Virreinato del Perú en dos estados independientes: Perú y Bolivia. Pero había un militar que deseaba la reunificación, el mariscal boliviano Andrés Santa Cruz.
En 1836, Santa Cruz, aprovechó la anarquía interna en Perú, ganó adeptos y fuerza, y pudo controlar a sus enemigos políticos en dicho país, Agustín Gamarra y Felipe Santiago Salaverry. Así, apareció como el salvador del Perú y pudo proclamar la unión de ambas naciones en la Confederación Perú-Boliviana, de la cual se autonombró su Gran Protector.
Tras el objetivo de reunificar ambos territorios, más el extremo norte de Chile y la zona noroeste de Argentina, fomentó las conspiraciones contra Portales y convenció a Freire (exiliado en ese país tras la batalla de Lircay) para que organizara una escuadrilla y atacara Chile, pero fracasó.
Portales pasó a la ofensiva apoderándose por sorpresa de la escuadra peruana en el Callao y exigiendo la disolución de la Confederación Perú-boliviana. Ante esta situación, la Confederación intentó entablar negociaciones pacíficas.
El gobierno chileno envió a Mariano Egaña a exigir a Santa Cruz la solución de los temas económicos pendientes ya mencionados y la disolución de la Confederación, entre otras cosas. Como el Presidente boliviano se rehusó, Egaña dio por declarada la guerra el 28 de diciembre de 1836.
La situación no era muy favorable para Chile, ya que Santa Cruz consiguió el apoyo de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos y financió conspiraciones y levantamientos en Chile contra el gobierno de Portales. En tanto, los aliados chilenos, Argentina y Ecuador, no se atrevieron a intervenir en el conflicto.
Consecuencias del conflicto
El gobierno chileno estableció el estado de sitio y dotó de facultades extraordinarias al Ejecutivo. En 1837 se promulgó la Ley de los Consejos de Guerra, tribunales que se regían por el código militar y cuyas sentencias no eran apelables.
A causa de estas medidas, la oposición acusó a Portales de autoritarismo y de estar comprometiendo a Chile en una guerra sin honor, sólo por satisfacer odios personales. A través de la prensa se desató una campaña en contra suya y de la guerra. Finalmente, el ministro fue asesinado el 6 de junio de 1837, producto de una sublevación del regimiento de Quillota.
La guerra contra la Confederación terminó con la batalla de Yungay (al norte de Lima, en Perú) donde las tropas dirigidas por el general Manuel Bulnes derrotaron a las fuerzas de Andrés Santa Cruz (20 de enero de 1839). El boliviano huyó a Lima y de ahí a Arequipa, y como tanto en Bolivia como en Perú se pronunciaron en su contra, se fue a Guayaquil, Ecuador.
Al llegar a Lima el general peruano Agustín Gamarra, enemigo de Santa Cruz, declaró terminada la guerra el 6 de marzo de 1839. El 25 de agosto de 1839 Agustín Gamarra asumió el Gobierno del Perú, declaró el fin de la Confederación Perú-Boliviana y la extinción de los estados Nor y Sur Peruanos mediante el retorno a su unidad en el Estado Peruano.
Por otra parte Bulnes pasa a ser Presidente de Chile por 2 periodos consecutivos (1841-1851) y luego de esto Chile emerge como un Centro de Poder, redescubriéndose hacia las instituciones civilistas e Iniciando un proceso de desarrollo económico y educativo a la cabeza de intelectuales como mora, Bello, Sarmiento, Mitre, Alberti.