Gobierno y Distribución en la Conquista de América
La Corona pocas veces participó directamente en las empresas de descubrimiento y conquista, debido al elevado costo que suponían; a lo sumo, contribuyó en algunas de especial importancia, como el primer viaje de Colón o la expedición de Magallanes y Elcano. Sin embargo, la participación de la iniciativa privada obligó a una estricta reglamentación a través de las capitulaciones, completadas por las instrucciones. Estas consistían en un pacto entre el rey y los conquistadores, por el cual estos se comprometían a conquistar y ocupar los nuevos territorios con sus propios medios para la Corona de Castilla, además de darles la quinta parte de lo obtenido. A cambio, esta les ofrecía el derecho a ejercer funciones de gobierno y de administración de justicia, y el aprovechamiento de las nuevas tierras. De origen medieval, la capitulación incluía la gobernación, un territorio en el que el gobernador-conquistador tenía el derecho a realizar nombramientos, fundar ciudades, repartir tierras, asignar mano de obra indígena, y administrar justicia. No obstante, los gobernadores iban acompañados de funcionarios que cuidaban de que la Corona recibiera lo que le correspondía. Terminada la conquista, el gobernador-conquistador era sustituido por un gobernador funcionario.
Una institución típica del periodo de conquista fue el adelantamiento. Este cargo gozaba de las mismas atribuciones que un gobernador conquistador, pero además, con carácter militar. Por lo general, el cargo de adelantado era vitalicio y transmisible en herencia.
La verdadera organización territorial, con instituciones más definidas y permanentes, tuvo lugar cuando la Corona asumió el gobierno directamente en el siglo XVI:
- El virreinato era la circunscripción mayor y su titular, representante personal del rey, era la máxima autoridad en tierras americanas. Sus poderes eran casi ilimitados, destacando su papel como defensor de los indios, el fomento de la cultura y las obras públicas, la defensa militar, y la administración de justicia como presidente de la Audiencia. Existían dos virreinatos: Nueva España (México), fundada en 1529, y Perú, en 1542. El cargo de virrey era temporal y debía rendir cuentas de su gestión en una memoria.
- La Audiencia era el órgano colegiado. Se correspondía territorialmente con la provincia mayor o capitanía general en el caso de que tuviera atribuciones militares. Sus funciones eran judiciales, pero también servían de control al virrey y a los gobernadores.
- La gobernación o provincia menor se mantiene con las mismas funciones que las de los gobernadores conquistadores, pero son nombrados, además de por el rey, por el virrey, aunque con menos duración del cargo. Están controlados por la Audiencia, órgano superior.
En el puesto más bajo de la escala institucional se encuentran el corregimiento (en Perú) y la alcaldía mayor (en Nueva España). Aparecen relacionados con los núcleos urbanos y su jurisdicción era el término municipal. Además, surgió un nuevo tipo creado para remediar los abusos de los encomenderos con los indios, a modo de eslabón entre la Corona y estos, si bien sus funciones no fueron bien cumplidas, sino que, a cambio de dinero, permitían la explotación de los indios.
Finalmente, el cabildo, de carácter urbano, tenía como atribuciones la redacción de las ordenanzas municipales, la política de abastos, las obras públicas y el reparto de tierras y solares. El cabildo no era realmente representante del pueblo, sino que, a cambio de dinero, permitían la explotación de los indios.
Para defender los intereses de la Corona en América desde la península ibérica, surgió el Consejo de Indias en 1523. Tenía jurisdicción plena para las Indias en lo civil y en lo criminal, aunque en los primeros momentos predominó la labor administrativa y el ordenamiento jurídico. Bajo su control se encontraba la Casa de Contratación, cuya función era básicamente económica y comercial, fundada en 1503, con sede primero en Sevilla y posteriormente en Cádiz (1680).
Impacto de América en España durante el Siglo XVI
A principios del siglo XVI, la tarea más dura de Castilla consistía en adaptar su organización política, social y económica, esencialmente medieval, a las necesidades creadas por la responsabilidad de regir un imperio universal. En gran parte, consiguió hacer frente a estas necesidades en el plano institucional, gracias a la experiencia adquirida por los aragoneses en el tratamiento de problemas semejantes. La cuestión económica era algo diferente. El Nuevo Mundo podía ser una fuente de beneficios para Castilla como suministrador de unos artículos que en la metrópoli eran escasos o desconocidos y como mercado para los productos castellanos.
En la Casa de Contratación se almacenaban para su transporte a las Indias, las mercancías españolas y extranjeras (paños castellanos y catalanes, vino, aceite y trigo) y allí regresaban los galeones cargados de productos del Nuevo Mundo (tintes, perlas, azúcar, oro y plata). Con el aumento de los cargamentos de metales preciosos enviados a Sevilla, se hizo imprescindible una escolta y un registro de cargamentos, para tasar el oro y para cobrar el almojarifazgo (impuesto del 7,5% con que estaban gravadas las mercancías importadas de América). Esta escolta se llevaba a cabo mediante convoyes regulares (flotas) que partían de Sevilla rumbo a uno de los tres principales puertos del Nuevo Mundo: Veracruz, Cartagena y Nombre de Dios.
El impacto sobre la economía castellana de este comercio varía según las diferentes regiones:
- La región andaluza fue la que reaccionó primero y con más fuerza ante la conquista y colonización del Nuevo Mundo.
- Sevilla, aunque durante los primeros años de la conquista perdió población debido a la emigración hacia América, a partir de 1530 experimentó un incremento considerable debido a la atracción del comercio con las colonias. Comerciantes extranjeros y habitantes del centro y norte de la península acudían a ella como puerta de acceso a las riquezas del Nuevo Mundo.
- Las ciudades del centro y norte de Castilla estaban íntimamente asociadas a la vida económica andaluza, pues se necesitaba la habilidad de constructores de navíos y la experiencia de navegantes vascos y cántabros, así como la maquinaria de crédito internacional que había sido montada en las ferias castellanas (Medina del Campo). También la industria castellana se benefició de una mayor demanda, especialmente de textil.
Del mismo modo, la agricultura castellana, tradicionalmente perjudicada en beneficio de la producción lanera, aumentó con la producción de vino, aceite y cereales para la exportación a América. A pesar de todo, ni la industria ni la agricultura fueron suficientes, por la escasa productividad del campo y la industria española, para abastecer este inmenso mercado y hubo que importar productos europeos.
El mayor problema que surgió en Castilla fue el incremento abusivo del precio de los productos (inflación), debido al aumento de la demanda y la abundancia de metales preciosos y, por tanto, de monedas en circulación, lo cual estranguló el desarrollo económico y las economías familiares hasta generar una profunda crisis económica durante el siglo XVII.
Por otro lado, la necesidad de Carlos V de financiar su política imperial y, especialmente, las guerras contra Francia, los príncipes luteranos y los turcos, le obligó a recurrir a préstamos de banqueros europeos (alemanes y genoveses) que exigían como garantías los metales preciosos y los impuestos que se cobraban sobre los productos procedentes de América. A pesar de todo, la Corona española sufrió una serie de bancarrotas a lo largo del siglo XVI y XVII, dejando en manos de los banqueros extranjeros la riqueza de su país.
El descubrimiento de nuevas tierras no solamente introdujo en España una cantidad ingente de minerales preciosos, sino que permitió descubrir nuevos productos (maíz, tomate, patata) que se han ido incorporando a la producción agrícola española y europea.