Guerra Civil Española: causas, desarrollo y consecuencias

La Guerra Civil Española (1936-1939)

Causas de la Guerra Civil

La Guerra Civil Española fue consecuencia de la radicalización política durante la Segunda República y del enfrentamiento ideológico que se planteaba en Europa con el ascenso de los fascismos. Este conflicto comenzó con un golpe de estado de un sector del ejército contra la República. El golpe fracasó inicialmente, pero tampoco fue aplastado. Este hecho, junto a la influencia internacional, contribuyó a convertirlo en una larga guerra civil de tres años.

Sublevación Militar

La sublevación militar del 18 de julio de 1936 estuvo precedida por meses de violencia y conspiraciones tras la victoria del Frente Popular en febrero de 1936. Los anarquistas ocupaban tierras y amenazaban con la revolución social, mientras un sector del ejército preparaba la sublevación contra la República. Los asesinatos políticos eran frecuentes. La situación internacional, marcada por el enfrentamiento entre fascismo y comunismo, contribuyó a radicalizar la situación española.

El detonante de la sublevación fue el asesinato de Calvo Sotelo por un grupo de Guardias de Asalto, como venganza por el asesinato del Teniente Castillo por falangistas (12 y 13 de julio de 1936).

Los sublevados triunfaron en el Marruecos Español, Canarias, parte de Andalucía Occidental, Cáceres, Galicia, Castilla y León, Álava, Navarra, La Rioja, Aragón Occidental y Mallorca. Fracasaron, sin embargo, en importantes centros industriales como Madrid, Barcelona, Bilbao y Asturias.

Desarrollo de la Guerra

El fracaso inicial de la sublevación dio lugar a una guerra de tres años, recrudecida por el apoyo y suministro de armas de potencias extranjeras a ambos bandos, ante la pasividad de otras.

El ejército sublevado, con un mando unificado y mayor profesionalidad de sus oficiales, mantuvo la iniciativa y ofensiva militar. Tras el fracaso en Madrid, Franco planteó una larga guerra de desgaste para asegurar su poder y eliminar a sus enemigos políticos.

El ejército republicano, perjudicado por la desunión entre los diferentes grupos políticos, fracasó en sus ofensivas, pero mostró una tenaz resistencia que prolongó la guerra. Su estrategia era resistir hasta el estallido de la previsible guerra europea, para contar con el apoyo de Francia e Inglaterra.

De la Sublevación a la Batalla de Madrid (julio de 1936 – marzo de 1937)

Tras el fracaso de la sublevación, la principal baza de los sublevados era el Ejército de África. Con ayuda alemana e italiana, Franco cruzó el Estrecho de Gibraltar, enlazó con Queipo de Llano en Sevilla y, tras la conquista de Badajoz, se unió a los sublevados del norte. Su plan era tomar Madrid, pero antes liberó el Alcázar de Toledo (septiembre de 1936). El asalto frontal a Madrid fracasó ante la resistencia de los madrileños y las Brigadas Internacionales. Los nacionales intentaron rodear Madrid por el sur (Batalla del Jarama, febrero de 1937) y por el noreste (Batalla de Guadalajara, marzo de 1937), sin éxito.

De la Campaña del Norte a la Batalla del Ebro (abril de 1937 – noviembre de 1938)

Tras el fracaso en Madrid, la guerra se convirtió en una guerra de desgaste. En la primavera-verano de 1937, las tropas franquistas conquistaron la franja norte. El control de las industrias del norte era crucial para la fabricación de armas. En el invierno de 1937-38, tras la Batalla de Teruel, las tropas franquistas tomaron la iniciativa en el Bajo Aragón y llegaron al Mediterráneo, aislando Cataluña. La República intentó unir las dos zonas en el verano de 1938 con la Batalla del Ebro, la más cruenta de la guerra, que acabó con la capacidad de resistencia republicana.

Ofensiva en Cataluña y Final de la Guerra (diciembre de 1938 – marzo de 1939)

La Batalla del Ebro condujo a la conquista de Cataluña por los franquistas. Miles de refugiados cruzaron la frontera con Francia. En marzo de 1939, el Coronel Casado dio un golpe de estado contra el gobierno de Negrín para buscar una paz pactada con Franco. Este golpe precipitó el final de la guerra con la rendición de Madrid, aunque Franco exigió la rendición incondicional.

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