Guerra Civil Española: Desarrollo, internacionalización y consecuencias


La Guerra Civil Española: Desarrollo y Consecuencias

El estallido del conflicto y la división del país

La sublevación militar y el inicio de la Guerra Civil: El fracaso de la sublevación en las grandes ciudades y la incapacidad del gobierno republicano para sofocarla rápidamente derivaron en una guerra civil que se prolongó durante tres años. El levantamiento militar comenzó el 17 de julio de 1936 en Melilla y Marruecos, donde el general Franco declaró el estado de guerra en Canarias y se trasladó al mando del ejército en Marruecos. Entre el 18 y el 20 de julio, la sublevación se extendió por el resto de la Península Ibérica. Triunfó en la mayoría del territorio, excepto en las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Cartagena) y en las zonas industriales de Asturias, País Vasco y Cataluña, que permanecieron fieles a la República.

El 20 de julio, el país quedó dividido en dos zonas. Las zonas agrarias, más conservadoras y mayoritariamente católicas, quedaron en manos de los sublevados. Los rebeldes pronto consiguieron una superioridad naval y aérea gracias a la llegada de aviones italianos y alemanes. Las medidas del gobierno republicano para frenar la sublevación fueron contraproducentes: la destitución de militares y la desmovilización de soldados, junto con la distribución de armas a las milicias populares de partidos y sindicatos de izquierdas, contribuyeron a la expansión del conflicto.

A finales de 1936, el levantamiento se había convertido en una guerra civil entre dos bandos claramente definidos:

  • Los sublevados (nacionalistas), apoyados por las oligarquías tradicionales, la CEDA, organizaciones de extrema derecha y la Iglesia, buscaban acabar con la anarquía y restablecer el orden, reprimiendo a los republicanos.
  • Los republicanos, que contaban con la legitimidad del gobierno legítimo y la defensa de la democracia, aunque con grandes diferencias ideológicas internas, ya que estaban formados por diversas fuerzas políticas y sociales.

La lucha por Madrid y el cambio de estrategia franquista

Los rebeldes intentaron conquistar Madrid para consolidar la sublevación, pero las operaciones de Mola se detuvieron en el Guadarrama. Mientras tanto, las tropas de Yagüe tomaron Badajoz y Franco liberó el Alcázar de Toledo, un triunfo político y propagandístico que le valió ser nombrado generalísimo por la Junta de Defensa de Burgos. A finales de octubre de 1936, Franco ordenó la ofensiva sobre Madrid. A pesar del abandono inicial del gobierno, la resistencia en Madrid, organizada por las Juntas de Defensa dirigidas por José Miaja, y el apoyo de los sindicatos y partidos obreros, junto con la llegada de carros de combate soviéticos, reforzó la moral de la población. Franco, tras el fracaso del asalto frontal, atacó por el norte. La batalla se prolongó hasta marzo de 1937, con las batallas del Jarama y Guadalajara, donde las victorias republicanas obligaron a Franco a abandonar el asedio de Madrid.

Tras los fracasos en Madrid, Franco adoptó una estrategia de guerra de desgaste, ocupación sistemática del territorio y aniquilamiento del ejército republicano, con el apoyo de los gobiernos italiano y alemán. Esta estrategia se centró en el norte industrial y minero, una zona aislada y políticamente fragmentada. Para minar la resistencia, la Legión Cóndor bombardeó poblaciones como Durango y Guernica. En 1937, cayó Bilbao y se ocupó el País Vasco. El intento republicano de detener el avance franquista en Santander con la operación de Brunete resultó en un fracaso.

El avance franquista y el final de la guerra

El intento republicano de salvar Asturias con el ataque a Zaragoza en Belchite fracasó, pero los republicanos lograron conquistar Gijón en 1937. Negrín, tomando el norte de Madrid, lanzó una ofensiva en Teruel para defender la capital. La posterior contraofensiva franquista en la batalla de Teruel (1938) resultó desastrosa para la República. Las tropas franquistas llegaron al Mediterráneo, dividiendo la República en dos y aislando Cataluña. La ofensiva republicana en el Ebro fue frenada por los franquistas, dejando al ejército republicano exhausto. A finales de 1938, la ofensiva franquista en Cataluña resultó decisiva. Tras la ocupación de Barcelona y Girona, la mayoría de los republicanos se exiliaron a Francia. La sublevación del coronel Casado contra el gobierno de Negrín, buscando negociar la paz con Franco, facilitó la caída de Madrid en marzo de 1939. El 1 de abril, Franco firmó el último parte de guerra, dando fin a la contienda.

La internacionalización del conflicto

La Guerra Civil Española se convirtió en un conflicto internacional debido a la situación política y la intervención extranjera, en un momento crítico de las relaciones internacionales. Para los conservadores y católicos, era una lucha entre la civilización occidental y el comunismo ateo; para los sectores populares e intelectuales de izquierdas, una lucha por la libertad contra el fascismo.

Reino Unido y Francia, con su política de apaciguamiento, impulsaron la política de no intervención, a la que se unieron 27 países, incluyendo Alemania, Italia y la URSS, lo que no impidió el apoyo de Italia y Alemania a los sublevados.

La República recibió apoyo de la URSS, Francia y México, destacando la participación de las Brigadas Internacionales. Los sublevados recibieron ayuda decisiva de Hitler y Mussolini por razones políticas y estratégicas, utilizando la guerra española como campo de pruebas. Alemania envió carros de combate, defensa aérea y la Legión Cóndor; Italia, el Cuerpo de Tropas Voluntarias (CTV) y la Aviazione Legionaria. Portugal también apoyó a los sublevados con los “Viriatos”. La ayuda nazi y fascista fue crucial para la victoria franquista.

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