Guerra del Francés y Estado Liberal de Isabel II: Historia de España

La Guerra del Francés

Para resolver los graves problemas económicos de la hacienda como consecuencia de la política bélica y de la falta de recursos de las colonias por la interrupción del comercio atlántico, Godoy tomó medidas impopulares como el endeudamiento de la hacienda, aumento de las contribuciones y desamortizaciones de tierras eclesiásticas. Esto provocó la oposición de las clases más privilegiadas y la desconfianza del sucesor en la corona, Fernando, además del descontento popular por la subida de impuestos, carestía de los alimentos, etc., que derivó en motines. Al mismo tiempo, firmaba con Francia el Tratado de Fontainebleau (1807) autorizando al ejército francés a entrar al país para atacar Portugal, fijando un reparto de este país y un principado. Las fuerzas imperiales llegaron a Madrid y la familia real, atemorizada, huyó a Aranjuez. Así las cosas, impulsado por nobles y eclesiásticos y protagonizado por soldados y sectores populares, tuvo lugar el conocido como motín de Aranjuez (marzo 1808), exigiendo la destitución de Godoy y la renuncia de Carlos IV en favor de su hijo, proclamado como Fernando VII. Ante estos acontecimientos, Carlos IV pidió ayuda a Napoleón el cual, consciente de la crisis de la monarquía española, convocó a los monarcas en Bayona y los obligó a abdicar en favor de su hermano José Bonaparte.

Napoleón convocó unas cortes en Bayona que aprobaron un código constitucional “Código Bayona” en el cual se contemplaba la abolición de los privilegios y la igualdad de los españoles ante la ley. El día 2 de mayo de 1808 tuvo lugar un levantamiento en Madrid de las clases populares, algunos nobles y el clero, que fue duramente reprimido por el general francés Murat, pero que no pudo evitar la generalización de la revuelta. Los insurrectos crearon juntas integradas por *élites locales y una Junta Suprema Central que reconoció como rey a Fernando VII y asumió la autoridad hasta que volviera. La guerra se desarrolló en tres fases:

  1. 1ª fase desde mayo a finales de 1808: Las tropas invasoras ocupan Madrid y se dirigen hacia Cádiz. Al mismo tiempo, voluntarios contrarios a la ocupación unidos a una parte del ejército fiel a Fernando, consiguieron importantes victorias en Bruch (Cataluña) y Bailén (Jaén) y resisten a los asedios de Zaragoza y Gerona. José I se ve obligado a abandonar Madrid.
  2. 2ª fase: Finales 1808 hasta julio 1812. Napoleón entra en España y ocupa Aragón, Cataluña y Madrid. José I vuelve a la capital. El momento más preocupante es cuando las fuerzas napoleónicas toman Valencia.
  3. 3ª fase: julio 1812-1814 Napoleón ha empezado la invasión de Rusia y se ve obligado a desplazar una parte del ejército hacia el nuevo frente. Esto facilita el contraataque de las fuerzas británicas y españolas dirigidas por el general Wellington que venció en Arapiles dando un vuelco al conflicto. José I huirá y Napoleón, ante la imposibilidad de mantener los dos frentes, optó por firmar el Tratado de Valençay (1813) por el cual retiraba las tropas y restablecía la monarquía de Fernando VII.

Fue una guerra atípica, en la cual el ejército español pasó a actuar de manera subordinada al ejército británico o bien se integró a la guerrilla, una nueva forma de organización que logró un protagonismo decisivo porque hostigaba constantemente a los franceses. Eran grupos reducidos de guerrilleros, que actuaban de manera informal, sobre todo en zonas rurales, y estaban encargados por militares, clérigos y campesinos. La composición de los bandos que participaron en la resistencia fue compleja. Un gran número de españoles apoyó al régimen de José I, eran conocidos como los afrancesados, muchos de ellos reformistas ilustrados e intelectuales, y hombres de negocios que se enriquecieron con la administración francesa.

La guerra provocó un empeoramiento de las condiciones de vida de las clases más populares y la producción agraria quedó devastada, la industria colapsó y el comercio se paralizó. Fue una guerra cruenta y larga con una elevada mortalidad y la subsiguiente caída de la natalidad. En medio del conflicto se inició un proceso constituyente y la elaboración de la Constitución de 1812 que tenía que acatar el rey Fernando VII al volver del exilio, pero lo que hizo fue restablecer el Antiguo Régimen e iniciar una dura represión contra los liberales y afrancesados.

El Estado Liberal de Isabel II (1833-68)

Concepto: Durante el reinado de Isabel II se llevó a cabo la implantación del liberalismo. Las bases del Antiguo Régimen fueron abolidas y los poderes de los monarcas quedaron limitados por una constitución y un parlamento; aunque fue un sistema liberal muy frágil e inestable debido a la fuerte presencia militar en el Estado, la constante injerencia de la corona en la política y el hecho de que muchas veces los gobiernos moderados recurrieron a la suspensión de las garantías constitucionales para mantener el orden ante los conflictos. El reinado de Isabel II se puede dividir en dos grandes etapas: Las regencias 1833 – 1843, durante su minoría de edad y la construcción del Estado liberal durante su mayoría de Edad (1843- 1868.)

Sistema de Partidos

La instauración del liberalismo comportó la formación de órganos representativos, los miembros de los cuales eran electivos. Los partidos políticos fueron los instrumentos para proveer de representantes a estas instituciones y organizar las diferentes opciones políticas. Durante el reinado de Isabel II se fueron configurando las grandes familias políticas y los partidos que dominaron la vida política española a lo largo de todo el siglo XIX. Las grandes opciones del liberalismo fueron los moderados y los progresistas que se alternaron el poder durante décadas. En medio de las dos opciones surgió la Unión Liberal, un partido con intenciones centristas. También se configuraron dos opciones más radicales que recogían las aspiraciones populares, como el Partido Demócrata (1849), que defendía el sufragio universal masculino y aceptaba la monarquía como institución simbólica, sin intervención política, y el Partido Republicano, que abogaba por abolir la monarquía.

Moderados

  • Derecho de propiedad y oposición a la desamortización.
  • Defensa del sufragio censitario, restringido a los propietarios y los grandes contribuyentes.
  • Confesionalidad del Estado y defensa de la influencia social de la Iglesia católica.
  • Fortalecimiento del poder del rey.
  • Autoridad y orden por delante de la libertad.
  • Limitación de los derechos individuales y colectivos (prensa, asociación, opinión y reunión).
  • Soportes sociales: clases altas (terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera y comercial).
  • Líderes: Ramón Narváez y Bravo Murillo.

Progresistas

  • Ampliación del sufragio restringido.
  • Soberanía nacional.
  • Defensa de los derechos individuales y colectivos.
  • Limitación de la influencia de la Iglesia y desamortización de bienes eclesiásticos.
  • Descentralización administrativa.
  • Milicia Nacional.
  • Apoyos sociales: clases medias urbanas.
  • Líderes: Mendizábal, Espartero y Prim.

Durante el reinado de Isabel II, la fuerte presencia militar fue importante. Los militares, tanto moderados como progresistas, recurrieron sistemáticamente al pronunciamiento para derribar los gobiernos. Por otra parte, la debilidad del sistema liberal estuvo favorecida por un sufragio muy restringido que excluía a buena parte de la población de toda participación política y por unas leyes que permitían que el gobierno controlara y manipulara los resultados electorales. Para los gobiernos, que ante los conflictos recurrían a la suspensión de las garantías constitucionales y a la proclamación de estados de excepción de guerra, que les permitían actuar sin contemplaciones contra los grupos disidentes. Esta suspensión limita o prohíbe el ejercicio de los derechos, y los detenidos podían ser juzgados por tribunales militares. Todos estos factores propiciaron que la dinámica política tendiera a desarrollarse al margen de lo que decía la Constitución, lo que afectaba negativamente a la estabilidad del sistema liberal y favorecía las actitudes de confrontación política y social en detrimento de la negociación y del respeto a la legalidad constitucional.

La Minoría de Edad de Isabel II. Las Regencias (1833-1843)

La Regencia de Mª Cristina 1833-1840

Cuando murió Fernando VII, Isabel II tenía tres años y su madre Mª Cristina asumió la regencia. Los partidarios del Infante Carlos María de Isidro comenzaron una insurrección armada (carlismo), comenzando el principio de una larga guerra civil entre los partidarios de Carlos, defensores del absolutismo, y los defensores de la legalidad del trono de Isabel II que se prolongó durante casi todo el siglo XIX. La regente mantuvo en el gobierno a Cea Bermúdez, un absolutista moderado. La monarquía necesitaba el apoyo de los liberales y las reformas eran insuficientes, así que nombró un nuevo gobierno, gobernado por Martínez de la Rosa que era un liberal moderado y propuso la promulgación de un Estatuto Real (1834). Era una carta otorgada para formar unas cortes estamentales con carácter sólo consultivo y subordinado a la monarquía. La falta de reformas y el malestar social obligó a la regente a nombrar un nuevo gobierno dirigido por el liberal progresista Mendizábal que va a intentar llevar a cabo un proyecto reformista para transformar el Estado en un sentido liberal. Aprobó decretos para la desamortización de tierras eclesiásticas y de supresión de las congregaciones religiosas. La reticencia de la reina en llevar a cabo estas reformas hizo que destituyeran a Mendizábal y el poder a los moderados, lo que provocó el motín de los sargentos de la Granja. Los progresistas formaron un gobierno y se encargaron de la redacción de una nueva constitución, la Constitución de 1837. Esta reconocía el principio de soberanía nacional, una amplia declaración de derechos de los ciudadanos, la división de poderes y la confesionalidad católica del Estado. También elementos conservadores como la introducción de una segunda cámara de designación real, el senado, la soberanía compartida y la concesión de amplios poderes a la corona. El nuevo sistema liberal impulsó una reforma agraria dirigida al desmantelamiento del sistema agrario tradicional. Se abolieron los señoríos, se desvincularon tierras de la primogenitura y se abordó la desamortización de los bienes del clero regular y secular. La vuelta al poder de los moderados y la polémica Ley de ayuntamientos provocó un movimiento insurreccional progresista y precipitó la renuncia de la reina regente.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

Espartero asumió la regencia y derivó hacia un fuerte autoritarismo. Una de las actuaciones de mayor trascendencia fue la aprobación de un arancel librecambista, que abría el mercado español a tejidos ingleses. Esto provocó un levantamiento en Barcelona de la burguesía y las clases populares que veían peligrar sus puestos de trabajo. Espartero bombardeó la ciudad y proclamó el estado de guerra. Un nuevo levantamiento forzó el cese de Espartero y la Mayoría de edad de la reina Isabel II.

La Mayoría de Edad de Isabel II 1843-1868

Isabel II es proclamada reina con 13 años y comienza la implantación del sistema liberal en España. Moderados, progresistas, unionistas y demócratas pugnaron entre ellos para imponer el modelo respectivo, pero fueron los moderados los que consiguieron mayor protagonismo.

1. La Década Moderada 1844-1854

Estos años suponen el dominio del liberalismo moderado con las figuras de Narváez y Bravo Murillo. Se elabora una nueva constitución de carácter moderado (Constitución de 1845) caracterizada por la soberanía compartida entre el rey y las cortes. El rey forma el gobierno y puede disolver las cortes. Sistema bicameral: un senado de designación real y un congreso de los diputados elegidos por sufragio censitario. Confesionalidad católica del Estado y mantenimiento del culto y del clero. Se firmó un concordato con la Santa Sede y emprendieron una reforma de la administración y fiscal, una creación de nuevos impuestos, la unificación legislativa con un mismo código civil y penal y el establecimiento de un sistema de instrucción pública. Los gobiernos moderados no dieron estabilidad, los problemas e insuficiencias del sistema eran claros: el ejército recurrió a pronunciamientos, la intromisión de la corona en los asuntos políticos, fraude electoral y escasa participación, represión y supresión de garantías constitucionales y continuas revueltas.

2. El Bienio Progresista 1854-1856

La deriva autoritaria del régimen moderado precipitó el levantamiento progresista, demócratas y republicanos. El pronunciamiento militar de Vicálvaro, dirigido por O’Donell y la publicación del Manifiesto de Manzanares exigiendo una reforma del Estado. La revolución de 1854 dio acceso al poder a los progresistas y a la Unión Liberal que tomaron una serie de reformas como: una nueva desamortización de bienes eclesiásticos y comunales (desamortización de Madoz), la Ley de ferrocarriles, y un proyecto de constitución que no se promulgó. El nuevo gobierno tuvo que hacer frente a graves problemas sociales: crisis de subsistencias, huelgas obreras y campesinas duramente reprimidas, crisis y división dentro del mismo progresismo. Un golpe militar dirigido por O’Donell da fin al Bienio.

3. La Descomposición del Sistema 1856-1868

Tras el golpe militar se restableció la constitución de 1845 y se consolidó un gobierno en torno a la Unión Liberal. Los primeros años fueron de estabilidad económica y del desarrollo de una política exterior militarista: intervención en México, Cochinchina y guerra de Marruecos, pero a partir de 1963 la radicalización del autoritarismo del gobierno y el fuerte intervencionismo de la reina acabaron desestabilizando el sistema. El gobierno empeoró en 1866 por la insurrección de los sargentos del cuartel de San Gil que derivó en una revuelta popular en Madrid. Provocó una grave crisis de subsistencias. Los progresistas y los demócratas firmaron el Pacto de Ostende para poner fin a la monarquía de Isabel II, formar un gobierno provisional y convocar Cortes constituyentes.

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