Hipólito Yrigoyen y Roque Sáenz Peña: Dos Presidentes Clave en la Historia Argentina

Ficha biográfica de Hipólito Yrigoyen

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Autor: Mariano Fain

Nombre completo: Juan Hipólito del Corazón de Jesús Yrigoyen
Fecha de Nacimiento: 12 de julio de 1852
Lugar de Nacimiento: Buenos Aires
Fecha de Fallecimiento: 3 de julio de 1933
Lugar de Fallecimiento: Buenos Aires
Nombre de la Madre: Marcelina Alen
Nombre del Padre: Martín Yrigoyen
Hermanos: Roque, Martín, Amalia y Marcelina

Primeros años y carrera política

Hipólito Yrigoyen fue dos veces presidente de Argentina entre 1916-1922 y 1928-1930, representando a la Unión Cívica Radical (UCR). Algunos de sus apodos más conocidos fueron: «el peludo», por su aversión a mostrarse en público, y «el vidente», por su supuesta capacidad para interpretar las demandas, necesidades e intereses de sus interlocutores.

A lo largo de su vida mostró gran versatilidad en el desempeño de diversas funciones: comisario de policía en el barrio de Balvanera, presidente del Consejo escolar de la misma ciudad, profesor de historia, filosofía e instrucción cívica, estudiante de abogacía, diputado, terrateniente, jefe revolucionario y presidente de la República Argentina.

Durante los años que ejerció la docencia, entre 1880 y 1905, donó sus honorarios al Hospital de Niños.

Participó y lideró numerosas revoluciones, que si bien fracasaron en sus objetivos concretos, prepararon el terreno para la implementación de la Ley Sáenz Peña.

Luego del suicidio de su tío, Leandro N. Alem, se enfrentó a duelo con el santafesino Lisandro de la Torre, experto esgrimista, al cual derrotó –pese a carecer él mismo de toda experiencia de esgrima-, dejándole numerosas marcas en su cuerpo y rostro.

Primera presidencia (1916-1922)

El 12 de octubre de 1916, asumió por primera vez la presidencia del país. Concluía así el período conservador. Ese día la multitud enfervorizada desenganchó espontáneamente los caballos del carruaje que trasladaba al flamante líder radical desde el Congreso y lo llevó a pulso hasta la Casa Rosada.

Estas elecciones que dieron triunfo a Yrigoyen fueron las primeras que se realizaron a nivel nacional bajo los auspicios de la llamada Ley Sáenz Peña (ley electoral de 1912), que imponía el voto universal, secreto y obligatorio.

Segunda presidencia y golpe de Estado (1928-1930)

En 1928, Yrigoyen fue electo presidente del país por segunda vez por una abrumadora mayoría en una elección conocida como “el plebiscito”. Su período de gobierno quedó inconcluso como consecuencia del golpe de Estado producido el 6 de septiembre de 1930, que encabezó el general José Félix Uriburu y dio comienzo a la “década infame”.

Roque Sáenz Peña: El Impulsor de la Ley de Voto Secreto y Obligatorio

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(1851 – 1914)

Autor: Felipe Pigna

Primeros años y formación

Roque Sáenz Peña, el autor de la ley electoral que puso fin a décadas de fraude y exclusión, nació en Buenos Aires el 19 de marzo de 1851. Fueron sus padres el doctor Luis Sáenz Peña y doña Cipriana Lahitte. Completó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional de Buenos Aires e ingresó a la Facultad de Derecho, donde comenzó su militancia política en el Partido Autonomista, dirigido por Adolfo Alsina. Interrumpió sus estudios para alistarse como capitán de guardias nacionales durante la rebelión de Bartolomé Mitre contra el presidente electo Nicolás Avellaneda. Al finalizar el conflicto con el triunfo de las fuerzas leales en las que militaba, Roque fue ascendido a comandante y continuó sus estudios hasta graduarse como doctor en leyes en 1875 con la tesis Condición jurídica de los expósitos. En 1876, fue electo diputado a la legislatura bonaerense por el Partido Autonomista Nacional. A pesar de su corta edad -sólo tenía 26 años- sus condiciones políticas le valieron la elección de presidente de la Cámara por dos períodos consecutivos.

Participación en la Guerra del Pacífico

En 1879, a poco de estallar la Guerra del Pacífico que enfrentó a Chile con Bolivia y Perú, Sáenz Peña, haciendo gala de su espíritu romántico de luchar por causas justas, se alistó como voluntario del ejército peruano en el que tendrá una destacada actuación. Llegó a comandar un batallón en la decisiva batalla de Tarapacá. Tras la derrota peruano-boliviana, permaneció prisionero de los chilenos por seis meses. Esta actitud de Sáenz Peña lo ennoblece y lo diferencia claramente de los jóvenes de la élite de su tiempo que renegaban de su pertenencia a América Latina, calificaban despectivamente a bolivianos y peruanos y se desentendían de todo tema de política exterior que no estuviera vinculado con Europa.

Carrera diplomática y política

Regresó a Buenos Aires en 1880 y se incorporó al gabinete del general Roca como subsecretario en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, que ejercía Bernardo de Irigoyen. Un año después renunció al cargo y viajó a Europa, donde permanecerá por dos años.

De regreso a Buenos Aires, volvió a incorporarse lentamente a la vida política. En 1885, fundó junto a Carlos Pellegrini el periódico Sud América, en el que expresará sus ideas políticas. En 1886, apoyó la candidatura presidencial de Miguel Juárez Celman. Tras el triunfo juarista, fue designado embajador plenipotenciario en Uruguay.

En octubre de 1889, junto a Manuel Quintana, representó a Argentina en el Congreso Panamericano en Washington, en el que defendió el principio de no intervención de las potencias extranjeras en los asuntos internos de los Estados latinoamericanos y combatió el proyecto estadounidense de crear una unión aduanera y una moneda única para toda América. En esa ocasión, Sáenz Peña contrapuso a la tristemente célebre doctrina Monroe que proponía «América para los americanos» la frase «América para la humanidad».

En junio de 1890, el presidente Celman, en plena crisis, lo nombró ministro de Relaciones Exteriores, pero a fines de julio de ese año estalló la llamada Revolución del Parque, que puso fin a la presidencia de Juárez Celman. Sáenz Peña renunció a su cargo.

Candidatura presidencial y renuncia

La crisis política desatada tras la revolución trajo un aire de purificación de la política y la impecable trayectoria de Sáenz Peña lo colocaron en una inmejorable posición para acceder a la presidencia. Su candidatura fue proclamada en La Plata a mediados de 1891 por el grupo llamado «modernista», en el que se destacaban Carlos Pellegrini y José Figueroa Alcorta, y todo parecía indicar que llegaría a la Casa Rosada. Pero la astucia y los manejos de Roca y Mitre pudieron más. Encontraron la única manera de frenar el ascenso de Roque Sáenz Peña: proponer la candidatura de su padre, don Luis Sáenz Peña.

Roque se negó a enfrentar a su padre y renunció a la candidatura en estos términos: «Lamento que circunstancias ajenas a mi voluntad, pero no extrañas a mi corazón me impidan aceptar el alto honor que se me ha discernido».

Por su parte, don Luis le agradecía el gesto en una carta pública: «Creo que nos abraza una aureola de honor para el hijo y para el padre. El abnegado retiro de tu candidatura me deja amplia libertad de proceder. Tú eres todavía muy joven, y en tu corta vida pública has dejado ya rastros indelebles de tu inteligencia y de tu carácter».

Retiro temporal y regreso a la política

Tras la asunción de la presidencia por parte de su padre, abandonó la banca de senador que ocupaba en representación de la provincia de Buenos Aires. No podía, por sus convicciones, ser oficialista pero, por respeto filial, tampoco podía ser opositor. Decidió retirarse momentáneamente de la política y se dedicó a administrar una estancia en Entre Ríos por unos dos años.

En 1898, se produjo la guerra entre Estados Unidos y España por la posesión de Cuba. Sáenz Peña tomó partido por España y los cubanos y pronunció un vibrante discurso en el Teatro Victoria contra la intervención norteamericana: «Tengo el sentimiento y el amor de mi raza; quiero y respeto como propias sus glorias en la guerra y sus nobles conquistas en la paz».

En febrero de 1905, estalló una revolución radical en distintos puntos del país. La revuelta fue derrotada, pero las demandas radicales de limpieza electoral y de un marco jurídico claro y justo seguían vigentes.

Presidencia y Ley Sáenz Peña

En 1906, tras la muerte del presidente Manuel Quintana, asumió el vicepresidente José Figueroa Alcorta, quien envió a Sáenz Peña a Madrid en representación de Argentina a las bodas reales de Alfonso XIII. En la capital española recibió un nuevo nombramiento: Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario ante España, Portugal, Italia y Suiza. Estando en Italia, en 1907, recibió instrucciones para representar a Argentina, junto al embajador Luis María Drago, en la Segunda Conferencia Internacional de la Paz en La Haya.

Sáenz Peña regresó al país en agosto de 1909, en un clima de gran agitación social y política. Todavía sonaban las repercusiones de la matanza perpetrada por el coronel Ramón Falcón el 1º de mayo en la Plaza Lorea y los partidos tradicionales preparaban sus candidaturas para las elecciones de 1910. Su nombre fue propuesto por los partidarios de terminar con el fraude, incorporar a la oposición menos revolucionaria al sistema político y descomprimir el clima de presión social que se vivía. En Europa, Sáenz Peña había observado las ventajas que había traído a las sociedades modernas la ampliación del sufragio y la modernización de las leyes electorales.

El 12 de junio de 1910, el colegio electoral consagró la fórmula Roque Sáenz Peña-Victorino de la Plaza. El presidente electo se encontraba nuevamente en Europa y emprendió el viaje de regreso a su país.

A poco de llegar, concertó dos entrevistas clave: una, con el presidente Figueroa Alcorta y, la otra, con el jefe de la oposición, Hipólito Yrigoyen. La entrevista con el caudillo radical, concertada en la casa del doctor Manuel Paz, despejó los temores de ambos lados. Yrigoyen se comprometía a abandonar la vía revolucionaria y Sáenz Peña, a la sanción de la tan anhelada Ley Electoral.

El 12 de octubre, asumió el nuevo gobierno y Sáenz Peña cumplió con su palabra enviando al Parlamento el proyecto de Ley de Sufragio, elaborado con la estrecha colaboración de su ministro del Interior, Indalecio Gómez, que establecía la confección de un nuevo padrón, basado en los listados de enrolamiento militar, y el voto secreto y obligatorio para todos los ciudadanos varones mayores de 18 años.

El presidente presentó el proyecto con estas palabras: «He dicho a mi país todo mi pensamiento, mis convicciones y mis esperanzas. Quiera mi país escuchar la palabra y el consejo de su primer mandatario, quiera el pueblo votar». Poco después, ambas cámaras aprobaban la que empezó a conocerse como la Ley Sáenz Peña.

Impacto de la Ley Sáenz Peña y últimos años

El fin del fraude significaba un notable avance hacia la democracia en Argentina y la posibilidad de expresión de las fuerzas políticas opositoras que habían sido marginadas del sistema por los gobiernos conservadores. En las primeras elecciones libres llevadas adelante en Argentina, en el mismo año 1912, la bancada socialista crece notablemente y se suceden los triunfos radicales en Entre Ríos y Santa Fe.

La salud del presidente comenzó a deteriorarse a comienzos de 1913. Una y otra vez debió solicitar licencia y debió finalmente delegar el mando a Victorino de la Plaza en octubre de ese año. Falleció en Buenos Aires en la madrugada del 9 de agosto de 1914, mientras en Europa estallaba la Primera Guerra Mundial.

La Cámara Baja comisionó al jefe de la bancada socialista para redactar el discurso fúnebre en honor del presidente. En esa ocasión dijo el doctor Juan B. Justo: «Actuó en un momento de la historia argentina en que el problema fundamental era el de la verdad del sufragio popular. Lo comprendió, tradujo esa comprensión en una nueva ley, y aplicó esa ley con lealtad y con energía, consiguiendo hacer del Parlamento argentino un verdadero parlamento moderno. El doctor Roque Sáenz Peña ha sido pues para la diputación socialista, un constructor, un creador».

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