La Presencia Romana en Hispania (Siglos III a.C. – V d.C.)
La presencia de Roma en la Península Ibérica se prolongó desde el siglo III a.C. hasta el siglo V d.C. Durante este tiempo, la Península fue un territorio más dentro del vasto Imperio Romano.
Fases de la Conquista Romana
La conquista de la Península Ibérica abarcó varias etapas, impulsada inicialmente por el interés romano en contrarrestar el poder de los cartagineses en el Mediterráneo occidental.
- Primera Fase (Guerras Púnicas): Se ocupó toda el área mediterránea y la Bética. Culmina con la ocupación de Carthago Nova (209 a.C.) y Gades (206 a.C.).
- Segunda Fase (Resistencia Indígena): Se ocupa todo el centro y occidente peninsular, encontrando una fuerte resistencia de los pueblos nativos. Destacan las largas y costosas Guerras Lusitanas (154-137 a.C.) y las Guerras Celtibéricas (154-133 a.C.). El caudillo lusitano Viriato y la ciudad celtibérica de Numancia simbolizan esta resistencia.
- Última Fase (Época de Augusto): Se da en el siglo I a.C., culminando con las Guerras Cántabras (29-19 a.C.). Tras estas, quedaron sometidos los pueblos del norte (galaicos, astures, cántabros y vascones), implantándose la llamada pax romana.
La Romanización de Hispania
Roma no se limitó a ocupar el territorio, sino que impuso su lengua, leyes, religión, arte, literatura, organización política y social en un proceso de asimilación cultural conocido como romanización. Este proceso fue más intenso en el este y el sur, siendo más débil en las montañas del norte.
Instrumentos de Romanización:
- El latín, origen de las lenguas romances.
- La presencia de militares, funcionarios y comerciantes romanos.
- La fundación de ciudades y la integración de las preexistentes (como Segóbriga) en las estructuras romanas.
Organización Administrativa
Los romanos llamaron Hispania a la Península Ibérica e implantaron una organización política basada en la división provincial:
- Primer momento: Hispania Ulterior (sur) y Citerior (norte).
- Época de Augusto: Tarraconense (capital Tarraco), Bética (capital Corduba) y Lusitania (capital Emerita Augusta).
- Época de Diocleciano (finales s. III): Se añaden Cartaginense, Gallaecia y Mauritania Tingitania (norte de África).
- Siglo IV: Se añade la provincia de Balearica.
Las ciudades romanas se regían por una estructura municipal con dos magistrados (duunviros) y un senado local.
Economía Hispanorromana
Roma explotó económicamente Hispania desde el principio:
- Agricultura: Cultivo de la vid, el olivo y el trigo.
- Ganadería: Ovina.
- Pesca: Salazones.
- Minería: Oro, plata, cobre, plomo y estaño.
- Artesanía: Orfebrería, cerámica y mosaicos.
Hispania se integró en el mercado mediterráneo y europeo dominado por Roma, aumentando la circulación monetaria (denario). Se construyó una tupida red de calzadas con fines mercantiles y militares, destacando la Vía Augusta y la Vía de la Plata.
Sociedad y Ciudadanía
La sociedad hispanorromana estaba compuesta por los pueblos nativos y los conquistadores romanos. La romanización trajo un enorme desarrollo de la esclavitud (prisioneros de guerra, cuyo destino más penoso era el trabajo en las minas). Entre esclavos y libres estaban los libertos (esclavos manumitidos, ligados a su antiguo señor por la clientela).
Los hombres libres se dividían en:
- Honestiores: Terratenientes, hombres de negocios, oligarquías urbanas.
- Humiliores: Campesinos y artesanos.
Inicialmente, solo una minoría de colonos romanos e itálicos tenía plenos derechos. El Edicto de Vespasiano (74 d.C.) permitió a las élites urbanas obtener la ciudadanía romana. Con el Edicto de Caracalla (212 d.C.), todos los habitantes libres del Imperio, incluida Hispania, obtuvieron la ciudadanía romana.
Religión
La religiosidad romana era politeísta y tolerante, permitiendo el sincretismo con cultos indígenas. Sin embargo, era obligatorio el culto al emperador y a la tríada capitolina (Júpiter, Juno y Minerva). Los cristianos, al negarse a participar en el culto imperial, fueron perseguidos (siglos I-II). El Edicto de Milán (313 d.C.), promulgado por Constantino, legalizó el cristianismo. Finalmente, Teodosio lo declaró religión oficial (finales s. IV), prohibiendo otros cultos.
El Bajo Imperio y la Crisis del Siglo III
El Bajo Imperio Romano (siglos III-V) se caracterizó por una profunda crisis:
- Problemas económicos: Descapitalización, disminución del número de esclavos al finalizar las conquistas.
- Inestabilidad política: Guerras civiles, bandidaje, incursiones de pueblos germánicos.
- Cambios sociales: Disminución de la población, incremento de los latifundios trabajados por colonos (campesinos ligados a la tierra que pagaban un canon), sustitución progresiva del sistema esclavista por la servidumbre.
En Hispania, como en el resto del Imperio, se produjo un proceso de ruralización, empobrecimiento, búsqueda de la autosuficiencia y disminución de la circulación monetaria. La actividad industrial y comercial se contrajo.
El Reino Visigodo de Toledo (Finales Siglo V – 711 d.C.)
Llegada de los Pueblos Germánicos
A finales del siglo V, la estructura política del Imperio Romano en Hispania fue sustituida por la monarquía visigoda. Los primeros pueblos germánicos en llegar a Hispania a comienzos del siglo V fueron suevos, vándalos y alanos. Los visigodos, inicialmente asentados en la Galia y el norte de Hispania, fueron empujados hacia la Península Ibérica por la presión de los francos.
Consolidación del Reino Visigodo
Entre 509 y 569, los visigodos afirmaron su presencia, aunque con continuas luchas internas, lo que permitió a los bizantinos asentarse en el sur peninsular. A partir de 568, con el reinado de Leovigildo, se comenzó a crear un auténtico estado con soberanía territorial.
Medidas Unificadoras:
- Fusión social: Leovigildo favoreció la unión entre hispanorromanos y visigodos.
- Expansión territorial: Anexión del reino suevo (Noroeste), derrotas a vascones y francos, conquista gradual de la franja bizantina (culminada entre 572 y 628).
- Unidad religiosa: Recaredo se convirtió al catolicismo en el III Concilio de Toledo (589), abandonando el arrianismo y adoptando la fe de la mayoría hispanorromana.
- Unidad legislativa: En 654, Recesvinto promulgó el Liber Iudiciorum, que fusionaba el derecho romano y el visigodo.
Estructura Política Visigoda
El modelo político visigodo evolucionó. El título de rex gothorum pasó de ser solo juez supremo y jefe militar a intentar emular a los emperadores bizantinos. La capital se estableció en Toledo.
- Monarquía: Era electiva entre la alta nobleza, lo que causaba inestabilidad y luchas por el poder.
- Oficio Palatino: Órganos de gestión dirigidos por comites (condes) que administraban el tesoro, funcionarios, etc.
- Aula Regia: Consejo asesor del rey, formado por altos funcionarios, nobles y clérigos.
- Concilios de Toledo: Asambleas presididas por el rey, con participación de obispos y nobles, que trataban asuntos políticos y religiosos.
Sociedad y Economía Visigoda
En la Hispania visigoda predominó el mundo rural. Destacaban las grandes explotaciones agrarias en manos de la nobleza y la Iglesia. Se fortalecieron las relaciones de carácter personal:
- Los reyes se apoyaban en nobles fieles (gardingos).
- La nobleza tenía soldados encomendados (bucelarios, saiones) a los que concedían tierras a cambio de apoyo militar.
Este sistema sentó las bases de las relaciones señoriales de la época feudal posterior.