Historia de Al-Ándalus: Desde la Conquista Musulmana hasta la Reconquista

Al-Ándalus: Introducción

La conquista árabe convirtió a la península en una zona de contacto entre dos civilizaciones muy distintas: la islámica, urbana y mercantil, y la cristiana, campesina y agrario-ganadera. La conquista fue rápida, en apenas una década. En el año 711, los musulmanes que habían ocupado el Magreb fueron llamados por un sector de la nobleza visigoda como tropas aliadas para intervenir en una de sus habituales disputas con la débil monarquía hispanovisigoda. Aprovechando la ausencia de Don Rodrigo, inician la penetración sin resistencia de la población. Después de la batalla de Guadalete contra los visigodos, se inició la conquista de toda la península ibérica. Muchos nobles visigodos aceptaron someterse a los invasores mediante la firma de pactos que les garantizaban el mantenimiento de buena parte de sus propiedades.

La conquista se da por terminada en el 718 cuando establecen las fronteras en Toledo, valle del Guadalquivir y la cordillera Cantábrica. En el año 722, los walíes intentaron atravesar los Pirineos, pero fueron frenados por los francos, por Carlos Martel, y obligados a replegarse hacia la península. La península fue sometida de dos maneras:

  • Por las armas: Una vez vencida una plaza, se firmaba la capitulación. La población no podía abandonar la ciudad y perdían sus bienes, que pasaban a ser parte del botín y entraban en servidumbre. Estas tierras se repartían de la siguiente manera: un quinto pasaba a manos del estado y el resto se repartió entre los conquistadores en dos modalidades: pleno dominio o cedidas por el estado, de por vida.
  • Por pactos: Las ciudades conservaron así sus leyes y eran sometidas al pago de impuestos que la ley musulmana imponía a los no musulmanes. Los particulares conservaban sus bienes patrimoniales, y solo se confiscaban los bienes de los muertos, los huidos y de la iglesia. La mayor parte del territorio permaneció en manos de los indígenas, pues la mayoría pactó con los musulmanes.

Emirato Dependiente (711-756)

La península constituía una mera provincia del califato de Damasco, gobernada por un valí (jefe superior) que dependía en lo político y religioso del califa Omeya (sucesor de Mahoma). Fueron años de inestabilidad política y de fuertes enfrentamientos entre los propios musulmanes. Las contundentes derrotas que marcaron los límites del avance islámico hacia el norte: la batalla de Covadonga (722), garantizó la independencia del pequeño núcleo cristiano de Asturias; la batalla de Poitiers (732), a manos de los francos, frustró los intentos de expansión al otro lado de los Pirineos.

Emirato de Córdoba (756-929)

La familia Omeya era la más poderosa del imperio islámico y tenía como enemigos a los hasimíes. Estos consiguieron asesinar a la mayoría de los miembros del clan Omeya haciéndose con el poder y trasladando la capital del califato a Bagdad. Un miembro de la familia Omeya logró escapar de Damasco y buscó refugio en Al-Ándalus, donde tomó el poder y declaró esta zona emirato independiente del califa rival de Bagdad. El nuevo emir en lo religioso siguió aceptando la autoridad del califa abbasida.

Abderramán I

Abderramán I tuvo que hacer frente a las rivalidades de los diversos clanes y familias musulmanas: los árabes kalbíes, los árabes kaísies, los berberiscos con los sirios, los mozárabes con los muladíes. Ante esta situación, el nuevo emir inició una serie de reformas para fortalecer su poder. La primera sería crear un ejército profesional de mercenarios que serían fieles solamente a quien les pagase. Concentró en sus manos los poderes ejecutivo y legislativo. Nombró a jueces fieles a su persona (cadíes) que ejercían el poder judicial. Creó los cargos de primer ministro. Todas estas reformas incrementaron los gastos del estado, por lo que se hizo necesaria una mayor recaudación de impuestos.

Con Abderramán II, hubo revueltas de mozárabes. El emir, intentando limar diferencias, obligó a que se convocase un concilio en Toledo del que saldría la prohibición de que los mozárabes buscasen el martirio insultando las creencias musulmanas. En estos años comenzaron a saquear las ciudades costeras de la península por vikingos. El emir mandó construir una flota de guerra para hacer frente a nuevas incursiones; esta flota fue la base del poder naval y comercial de Al-Ándalus. Gracias a ella se conquistaron las Baleares en el 848. Durante el gobierno de los emires Muhammad I, Al-Mundir y Abd-Allah hubo epidemias y malas cosechas que llevaron a una profunda crisis económica.

Califato de Córdoba (929-1031)

Durante el largo reinado de Abderramán III, alcanzó Al-Ándalus la época de mayor esplendor desde todos los puntos de vista: político, militar, económico y cultural. El panorama que se encontró al subir al trono era desolador: las arcas del estado vacías, sublevaciones constantes de árabes, berberiscos y muladíes, así como una crisis económica generalizada. Tardó 25 años en recuperar el control social de los territorios de Al-Ándalus; les obligó a rendirle vasallaje, a pagarle tributos, a aportar tropas en las campañas contra los cristianos del norte. En 929, Abderramán III convirtió Al-Ándalus en un califato; a partir de entonces, el califa de Córdoba era el líder político y espiritual de los creyentes de Al-Ándalus. Los poderes del califa fueron: la jefatura del ejército y de la administración del estado; la dirección de la política exterior. Contra los cristianos del norte realizó varias campañas militares, conociendo tanto éxitos militares como importantes derrotas. El ejército, que reformó, fue muy efectivo, ya que la mayor parte de los cristianos del norte le pagaron cuantiosos tributos para evitar sus ataques. Durante el califato de Abderramán III, Al-Ándalus era la nación más rica y poderosa de Occidente, y Córdoba rivalizaba en lujo y grandeza con Bizancio y Bagdad. Su reinado se identifica con uno de los momentos de mayor esplendor, en lo científico y lo artístico, del islam andalusí.

Los sucesores de Abderramán III no se ocuparon directamente de las labores de gobierno de Al-Ándalus, sino que dejaron este en manos de sus generales. Su sucesor Al-Hakam II recibió un país en paz, una hacienda saneada, un ejército eficaz y unos reyes cristianos en el norte que seguían siendo tributarios suyos. Le sucederá Hisham II, débil califa que dejó las riendas en manos de Muhammad, conocido como Almanzor. Reorganizó el ejército, del que intentó hacer desaparecer el tribalismo tradicional y someterlo a su exclusiva autoridad. Realizó contra los cristianos del norte expediciones arrasando su territorio desde y saqueando ciudades y numerosos pueblos y monasterios. Las continuas guerras acabaron por agotar las arcas del estado al tener que pagar con ellas el numeroso ejército mercenario que hubo que armar. Fue necesario aumentar los impuestos. En el norte de África apoyó a los beréberes, reafirmando así la dependencia de Marruecos respecto al califato Omeya de Córdoba. Al regreso de su última expedición por tierras cristianas, murió en el año 1002.

La inestabilidad política fue tal que hubo 10 califas. En 1031, una junta de notables expulsó de Córdoba a Hisham III, el último califa Omeya, y proclamó la república. Era el nacimiento de los llamados reinos de taifas.

Reinos de Taifas (1031-1090)

Rasgos esenciales:

  • Fueron muy frecuentes las disputas entre los diferentes reinos de taifas.
  • Su elevado número inicial se fue reduciendo, sobre todo por la anexión de otros reinos.
  • Frente a la superioridad militar de los reinos cristianos, la supervivencia de los reinos de taifas dependía con frecuencia del pago de parias.

A partir del siglo XI, los reinos cristianos emprendieron la Reconquista, lo que obligó a los reinos de taifas a solicitar en dos ocasiones la ayuda de pueblos musulmanes africanos: los almorávides, los almohades y benimerines.

Conclusión

Tras el avance de la Reconquista en los siglos XI-XIII, el único reino musulmán que permaneció en la península fue el de Granada hasta su incorporación a Castilla durante el reinado de los Reyes Católicos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *