Los Imperios de Carlos I y Felipe II
Al iniciar su reinado en 1516, Carlos I había heredado los siguientes territorios pertenecientes a su familia, tanto paterna como materna:
- De sus abuelos maternos, heredó las Coronas de Castilla y Aragón, con sus posesiones en Italia, el norte de África y, sobre todo, el Nuevo Continente, descubierto hacía 25 años.
- De su abuela materna, recibía el Franco Condado, los Países Bajos y Borgoña.
- Además, a la muerte de su abuelo paterno, Maximiliano de Austria, heredó también sus posesiones en Alemania y Austria, además de los derechos al título de emperador del Sacro Imperio Germánico.
Felipe II comenzó su reinado en 1556. Tras la Paz de Augsburgo (1555), el fracaso ante los protestantes llevó a Carlos I a renunciar al poder. Dividió sus posesiones entre:
- Su hermano Fernando, a quien cedió el título imperial y los Estados alemanes.
- Su hijo Felipe, a quien traspasó la Monarquía hispánica, a los que sumó los territorios borgoñones en los Países Bajos.
Felipe II heredó de su padre el imperio más grande de la Tierra y durante su reinado aumentó sus territorios, no solo con la expansión en América y en Asia (Filipinas), sino también a partir de la unión con Portugal, la llamada Unión Ibérica, en 1580.
La Guerra de Sucesión Española (1701-1714)
La Guerra de Sucesión Española (1701-1714) fue un conflicto militar y político que estalló tras la muerte sin descendencia del rey Carlos II de España en 1700, lo que dejó vacante el trono español. La lucha por el trono se centró en dos pretendientes principales: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, y el archiduque Carlos de Austria, respaldado por una coalición de potencias europeas, incluidas Gran Bretaña, los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano Germánico.
El conflicto se intensificó por el temor de las potencias europeas a que la unión de las coronas de España y Francia bajo un solo monarca desequilibrara el poder en Europa. La guerra se libró en varios frentes, incluyendo la Península Ibérica, Italia y los Países Bajos.
Tras años de combates y un desgaste considerable, la guerra finalizó con la firma de los Tratados de Utrecht (1713) y Rastatt (1714). Estos tratados establecieron que Felipe de Anjou sería reconocido como rey de España, pero renunciando a sus derechos al trono francés. Como resultado, algunas tierras europeas fueron redistribuidas y se consolidó un nuevo equilibrio de poder en Europa, marcando el inicio de la decadencia del dominio español y el ascenso de Gran Bretaña como una potencia colonial.
El Proyecto de Cristóbal Colón y los Reyes Católicos
El proyecto de Cristóbal Colón interesó a los Reyes Católicos porque establecía la posibilidad de trazar una ruta a las Indias (Asia) navegando hacia el oeste, y porque los avances de las técnicas e instrumentos de navegación hacían posible el viaje.
Las Capitulaciones de Santa Fe (1492)
Mediante las Capitulaciones de Santa Fe (1492), Colón era nombrado Almirante de todas las tierras que descubriera y recibiría un 10% de las ganancias. Los Reyes Católicos, además, le proporcionaron tres carabelas: la Pinta, la Niña y la Santa María, con las que llegó a América el 12 de octubre de 1492.
El Tratado de Tordesillas (1494)
Mediante el Tratado de Tordesillas (1494), se trazó una línea divisoria entre las zonas de influencia de cada reino (Castilla y Portugal), que dejó involuntariamente Brasil, aún sin descubrir, para Portugal.
La Revuelta de las Comunidades: Causas
Las ciudades rebeldes estaban descontentas por dos motivos principales:
- La presencia de consejeros extranjeros que habían venido del norte de Europa con Carlos V.
- El pago de impuestos para que el rey consiguiera la Corona Imperial.
Las ciudades pretendían varias condiciones al monarca: prescindir de los consejeros extranjeros y que acatara la voluntad del reino (de los procuradores de las ciudades en las Cortes), además de la limitación del poder real, la reducción de impuestos, la protección a la industria textil y la disminución del poder de la nobleza.
Los Conflictos Religiosos de Carlos I
Guerra contra los Turcos
La guerra contra los turcos tuvo dos escenarios:
- La zona central de Europa, donde el sultán Solimán el Magnífico (1520-1566) ocupó Hungría y sitió Viena.
- La zona occidental del Mediterráneo, donde los corsarios, protegidos por Solimán (Barbarroja), ocuparon Trípoli y Bugía e incluso saquearon pueblos costeros de Italia y España.
La guerra contra los turcos no constituyó una prioridad para Carlos V. Los recursos se dedicaron a otras campañas militares y el Mediterráneo occidental se convirtió en un mar inseguro hasta Lepanto (1571).
Guerra en Alemania y la Reforma Protestante
Carlos V luchó contra la reforma de Lutero (protestantismo) y algunos príncipes alemanes que vieron en ella la oportunidad de aumentar sus rentas e independizarse del emperador. Carlos V se mostró partidario de llegar a un compromiso entre Lutero y el Papa y convocó una reunión en Worms en 1521. En Worms, Carlos V fijó su posición de condena a Lutero y reclamó del Papa un concilio para la reforma de la Iglesia. Algunos príncipes alemanes protestaron (protestantes). Cuando en 1545 el Papa convocó el Concilio de Trento, la ruptura era un hecho y originó una guerra entre los príncipes protestantes y Carlos V. La victoria de Mühlberg aumentó su poder en Alemania, pero no resolvió la cuestión. La Paz de Augsburgo (1555) reconoció a los príncipes el derecho de imponer su religión a sus súbditos. En esta época, 1555-1556, Carlos V renunció a sus dominios en la península ibérica, en Borgoña e Italia a favor de Felipe II.