Crisis del Antiguo Régimen
Crisis de 1808. La Guerra de la Independencia y los comienzos de la revolución liberal
La situación de España era difícil a finales del siglo XVIII, ya que la población no estaba contenta. Gobernaba Carlos IV, pero las decisiones las tomaba su valido, Godoy. Su política exterior había llevado a España a enfrentarse a Francia para luego aliarse con ella tras la firma del Tratado de San Ildefonso (1796) para luchar contra la armada británica. Esta alianza culminó con la derrota de Trafalgar (1805), provocando una crisis económica y social en España. Más tarde se firmó el Tratado de Fontainebleau (1807). En 1808 comienza la Historia Contemporánea.
La crisis de la monarquía de Carlos IV
A principios del siglo XIX, la monarquía de Carlos IV estaba muy desprestigiada por su sistema de gobierno y por la acumulación de poder en manos de Godoy. Esto provocó que tanto los partidos conservadores como los liberales desearan un cambio en el sistema de gobierno. La desamortización ordenada por Godoy para hacer frente a la crisis financiera, debido a las continuas guerras contra Francia y Reino Unido, puso a la Iglesia en su contra y agravó el déficit de la Hacienda real. Otro motivo de descontento fue la subordinación de España al ejército francés, que provocó la derrota de Trafalgar y la pérdida de gran parte de la armada española. En 1807, el Tratado de Fontainebleau permitió la entrada de soldados franceses en la península con la aparente finalidad de atacar el reino de Portugal. Todo esto provocó la creación de un movimiento integrado por nobles y clérigos: el «partido antigodoyista» o aristócrata o fernandino, pues eran seguidores del hijo de Carlos IV, Fernando VII. Este partido organizó una conspiración contra el rey, en la que participó su hijo, pero fracasó en el proceso de El Escorial (1807), donde Fernando VII acabó pidiendo perdón a Carlos IV. El segundo intento fue en 1808, con la colaboración del partido fernandino. El motín de Aranjuez expulsó a Godoy, y Carlos IV abdicó en Fernando VII. Esta situación agravó la crisis de la monarquía española. Las tropas napoleónicas, ya en España, eran mal vistas por los españoles. Napoleón intervino en los asuntos de la familia real española y la convocó a la ciudad francesa de Bayona.
El levantamiento contra los franceses
Aprovechando la salida de los representantes reales, el pueblo de Madrid se levantó el 2 de mayo de 1808 contra las tropas francesas al mando del general Murat, las cuales reprimieron esta ofensiva duramente (Goya y Los fusilamientos del 3 de mayo). Se formaron grupos contra el invasor o juntas, donde participaron altos cargos del Antiguo Régimen. El levantamiento popular sorprendió a los franceses e impidió la invasión de ciudades como Valencia o Zaragoza, que fueron sitiadas. En Bayona, Napoleón obligó a Carlos IV y Fernando VII a renunciar al trono y cederlo a su hermano José Bonaparte, José I de España. Este proceso se llamó: las abdicaciones de Bayona, donde se vieron las verdaderas intenciones de Napoleón sobre España.
El Estatuto de Bayona y el gobierno francés
Los franceses intentaron imponer a la fuerza sus ideas políticas liberales sin dejar de ser autoritarios. Este sistema se plasmó en el Estatuto de Bayona, redactado por ilustrados españoles. Se trata de una carta otorgada, ya que se redacta desde el poder y no sigue una decisión popular. El texto deja claro que España es un país católico. Todos los poderes estaban concentrados en el rey, pero había tres órganos consultivos: Senado, Consejo de Estado y Cortes. Se incluyó algo parecido a una declaración de derechos y una serie de reformas de carácter liberal. El encargado de ponerlo en marcha fue el rey José I, que llegó a España en 1808. Estaba subordinado a su hermano Napoleón, lo que le hizo darse cuenta de que no tenía autonomía en el gobierno.
El desarrollo de la guerra
Tres etapas:
- Comienza con el levantamiento del 2 de mayo de 1808, seguida de la batalla de Bailén (19 de julio de 1808), que supuso la expulsión de José I de Madrid, la retirada de las tropas francesas al norte peninsular y la primera derrota del ejército de Napoleón. Napoleón se vio obligado a entrar en noviembre en España para liderar nuevas tropas y llegó a Madrid el 2 de diciembre. Durante su estancia (noviembre-enero) llevó a cabo reformas de corte revolucionario: suprimió la Inquisición, el régimen señorial y los conventos. En agosto de 1808, un ejército inglés al mando del duque de Wellington desembarcó en la península para ayudar a los portugueses. El ejército español colaboró con el de Wellington.
- Napoleón domina casi toda España (excepto el este y la ciudad de Cádiz, que permanece inalterada durante toda la guerra) tras la victoria francesa de Ocaña en noviembre de 1809. Ese es el momento de máximo control de los franceses sobre los territorios españoles, hasta 1812.
- Comienza en 1812 cuando las tropas angloespañolas de Wellington aprovechan el debilitamiento de las tropas francesas, que tuvieron que ser enviadas a Europa para luchar en la campaña de Rusia. En las batallas de Ciudad Rodrigo y Arapiles (julio de 1812), Wellington derrotó a los franceses y las Cortes españolas le nombraron jefe de los ejércitos españoles. El avance de este ejército angloespañol obligó a José I a abandonar Madrid y trasladarse a Valencia, de la cual tuvo que salir después de la derrota francesa en Vitoria (junio de 1813). La huida del ejército josefino de los territorios españoles se consumó en San Marcial (agosto de 1813). El final de la Guerra de la Independencia llegó con la firma del Tratado de Valençay en diciembre de 1813, en el cual Napoleón (al borde de la derrota en Europa) proclamó el fin de las hostilidades en España y la vuelta al trono de Fernando VII.
Los centros de acción y las actitudes del pueblo español durante la guerra
El proceso revolucionario tuvo tres centros de acción: juntas, Cortes y guerrilla. Las juntas se crearon debido al vacío de poder producido por la invasión. Estas juntas locales dieron lugar a las juntas provinciales y éstas a la Junta Central, formada en septiembre de 1808 y presidida por antiguos ministros de la monarquía (Jovellanos, conde de Floridablanca). Las juntas estaban integradas por militares, obispos, capitanes generales, abogados, periodistas, escritores… La Junta Central dio forma jurídica a la revolución con la convocatoria de las Cortes. Quienes defendían las reformas optaron por unas Cortes generales, elegidas por sufragio universal masculino indirecto, en la que se representaba a la nación, no a los estamentos. Esta forma de convocatoria triunfó e impulsó la creación de las Cortes de Cádiz. El pueblo llano luchó contra el invasor utilizando como herramienta la guerrilla, que surgió de manera espontánea, pero pronto fue regulada por la Junta Central. En ella participaban sobre todo campesinos. Durante la ocupación francesa, el pueblo español adoptó dos actitudes diferentes: patriotas y afrancesados. Los patriotas eran contrarios a la nueva dinastía impuesta por Napoleón y defensores de la monarquía borbónica. Dentro de los patriotas surgieron dos corrientes: los liberales, que vieron la invasión francesa como una oportunidad para llevar a cabo reformas, como hicieron las juntas y las Cortes; y los absolutistas, que querían mantener el sistema anterior sin reformas. Los afrancesados mostraban una actitud ambigua o interesada ante la nueva dinastía de José I. Crearon el Estatuto de Bayona en 1808. Fueron perseguidos después de la Guerra de la Independencia bajo acusaciones de traición.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Las Cortes de Cádiz
Los diputados de las Cortes tenían diversas opiniones. Un grupo apoyaba el sistema absolutista y estaba en contra de cualquier cambio. Otro grupo, en el que destacaba el ilustrado Jovellanos, pretendía un régimen intermedio entre las ideas absolutistas y las basadas en la soberanía nacional. Los liberales proponían una cámara única que asumiera la soberanía nacional y elaborara una constitución basada en las ideas de la Revolución francesa. Triunfó la posición liberal; muchos diputados fueron sustituidos por otros presentes en Cádiz, donde los liberales tenían mucha fuerza, pues Cádiz era la ciudad más abierta y avanzada de España.
Composición de las Cortes
Las Cortes estaban formadas tanto por viejos miembros de los antiguos estamentos como por militares, funcionarios y representantes de las profesiones liberales o la actividad mercantil. El clero predominaba junto a juristas y funcionarios. La burguesía no estaba a favor de la revolución liberal, y el clero y la nobleza estaban mayoritariamente del lado absolutista. Gran parte de las reformas fueron inspiradas por clérigos liberales. Los funcionarios vieron en las Cortes la oportunidad de reformar la desacreditada monarquía, y los militares tuvieron una gran importancia en el desarrollo de las modificaciones políticas, gracias a los pronunciamientos militares. Las Cortes se reunieron en Cádiz por ser la ciudad con mayor defensa y estar libre de la ocupación francesa. Los diputados, que vieron en su labor legislativa la oportunidad de sacar a España del atraso y la ineficacia, se sintieron cómodos en una ciudad sitiada y llena de refugiados. En los debates, aparecieron dos grupos: serviles o absolutistas y liberales. Expulsados los franceses, las nuevas Cortes ordinarias se trasladaron en enero de 1814 a Madrid.
Labor legislativa de las Cortes
La obra legislativa de las Cortes de Cádiz representó una ruptura radical con los principios hasta entonces vigentes. El primer decreto estableció que la soberanía residía en la nación y que las Cortes eran la representación de ésta. Por tanto, el rey dejaba de ser soberano. Se proclamó la igualdad ante la ley, lo que suponía el fin de la sociedad estamental y la igualdad entre españoles y americanos, que ya empezaban a mostrar ciertos movimientos independentistas. Se planteó un conjunto de reformas: se aprobó la libertad de imprenta, de comercio y de industria, y la abolición de la tortura; se suprimieron el Voto de Santiago, la Inquisición, los antiguos consejos, etc.
Constitución de 1812
Se creó una comisión encargada de elaborar el proyecto de constitución. Tras varios debates y año y medio de discusiones, se promulgó el 19 de marzo de 1812 la nueva constitución, conocida popularmente como La Pepa. Los diputados quisieron reunir y hacer compatibles las tradiciones del pasado con el nuevo espíritu revolucionario. Los principios de la Constitución de 1812:
- Afirmación de la soberanía nacional.
- Reconocimiento de los derechos y libertades individuales y la igualdad ante la ley.
- División de poderes: el poder legislativo (Cortes), el poder ejecutivo (Rey y gobierno) y el poder judicial (independiente).
- La religión católica como religión de la nación española.
- Creación de la Milicia Nacional, defensores armados del sistema constitucional formados por civiles.
- Monarquía moderada, en la que el rey promulgaba las leyes y tenía derecho a veto transitorio.
- Libertad económica con la supresión de los gremios, abolición de los señoríos, desamortización, etc.
A pesar de establecer todos estos principios, la Constitución no pudo aplicarse plenamente debido a la guerra y a su abolición tras la restauración del absolutismo en 1814. Pero su influencia a lo largo de la historia Contemporánea de España fue importante, además de convertirse en un mito del liberalismo universal y un modelo para las revoluciones liberales.
Fernando VII: Absolutismo y liberalismo. La emancipación de la América española
Reinado de Fernando VII (1814-1833)
Tres etapas:
1ª etapa (1814-1820): Restauración absolutista
Cuando regresó a España, Fernando VII decretó en Valencia la anulación de la obra de Cádiz (leyes y Constitución). Fue determinante para la adopción de esta medida el consejo de los sectores más conservadores, a los que los liberales llamaron “serviles”, que sugirieron esta medida en el “Manifiesto de los Persas”. Esta restauración suponía la condena de los políticos liberales y el restablecimiento de las instituciones y privilegios de 1808, como la Inquisición o el feudalismo. Durante estos seis años, Fernando VII tuvo varios problemas:
- Inestabilidad del gobierno por el excesivo poder acumulado por la camarilla que rodeaba al monarca y la oposición de los liberales, que se concretó en conspiraciones por parte de sociedades secretas (masonería) y en pronunciamientos militares, destacando dos fallidos: el de Díaz Porlier en La Coruña (1815) y el del general Lacy en Cataluña (1817); y uno triunfante, a cargo del oficial Rafael del Riego en Sevilla (1820).
- La quiebra de la Hacienda real. El viejo sistema fiscal, la guerra en las colonias americanas y el fin de los beneficios que éstas proporcionaban agravaron la ruina, lo que llevó a adoptar un sistema de contribución proporcional a los ingresos, al que se opusieron los privilegiados.
- El comienzo de la emancipación americana.
Uno de los pronunciamientos militares, el triunfante a cargo del teniente coronel Rafael del Riego en enero de 1820, quien iba a ser enviado a sofocar las sublevaciones americanas, dio comienzo a la segunda fase del reinado de Fernando VII.
2ª etapa (1820-1823): Trienio Liberal
El monarca se vio obligado a firmar un decreto por el que se comprometía a recuperar lo acordado en Cádiz. Formó un gobierno con destacados liberales, como Argüelles. Se restableció la Constitución de 1812 en el momento en el que el monarca juró la Carta Magna (marzo de 1820), y las nuevas Cortes liberales se esforzaron por desmantelar el Antiguo Régimen, acometiendo medidas como:
- La definitiva supresión de la Inquisición.
- Se volvió a abolir el feudalismo.
- Supresión de los mayorazgos.
- Se acometieron reformas eclesiásticas encaminadas a reducir el clero regular.
- Se redujo el cobro del diezmo a la mitad.
- Se redactó la primera legislación sobre enseñanza (Reglamento General de la Instrucción Pública).
- Abolición de los gremios.
- Desamortización de los bienes eclesiásticos.
Se produjo la primera gran división dentro del liberalismo español. Mientras que en Cádiz hablábamos de liberales sin más, a partir de 1820 hubo dos facciones: 1. Doceañistas o moderados (Argüelles, Martínez de la Rosa): padres de la obra de Cádiz, controlaron el gobierno hasta 1822; y 2. Veinteañistas o exaltados (Mendizábal, Alcalá Galiano): organizadores de la revolución de 1820, sector más radical que controló el gobierno a partir de 1822. La brevedad del Trienio Liberal se explica por la multitud de opositores que tuvo desde el comienzo: altos mandos del ejército y de la Iglesia, campesinos (que esgrimían que los liberales solo se interesaban por la clase media urbana) y políticos más conservadores, conocidos como realistas. Entre las actuaciones contrarias al liberalismo de éstos, cabría significar especialmente la sublevación de la Guardia Real, la organización de fuerzas guerrilleras en Navarra y Cataluña e incluso la proclamación de un gobierno paralelo al oficial, que pretendía actuar como legítimo en Urgel, apelando a la “cautividad” del monarca por los liberales. Sin embargo, ninguna rebelión interna provocó la caída del régimen. Ésta hay que buscarla en una decisión externa. Concretamente, en Viena (1815), tres potencias como Austria, Rusia y Prusia habían configurado la Santa Alianza, que se comprometía a sofocar las revoluciones de signo liberal que jalonaran Europa. A este acuerdo se sumó poco después Gran Bretaña y, ya en 1818, Francia. Precisamente esta última, tras celebrarse un Congreso en Verona (1822) que así lo determinó, fue la encargada de poner fin a la experiencia liberal española con el envío de los “Cien Mil Hijos de San Luis”, comandados por el duque de Angulema.
3ª etapa (1823-1833): Década “Ominosa”
Puntos principales:
- Dura represión contra los liberales del Trienio, que se materializó en ejecuciones (Riego, Empecinado, Torrijos, Mariana Pineda) o exilios a Francia y Gran Bretaña.
- Sustitución de la Milicia Nacional por un cuerpo de Voluntarios Realistas.
- Se acometieron reformas de carácter técnico como la creación del Consejo de Ministros (1823), del Ministerio de Fomento (1832), la elaboración por primera vez de unos Presupuestos Generales del Estado y la implantación de medidas de liberalización económica (Código de Comercio, Banco Real de San Fernando, Bolsa de Madrid).
- Aparición del carlismo. Seguidores del hermano del rey, Carlos María Isidro, y defensores de un absolutismo radical (Inquisición, fin de la masonería…).
El final del reinado estuvo marcado por la cuestión sucesoria. El rey derogó la Ley Sálica, que impedía reinar a las mujeres, para promover la sucesión al trono de su hija, la futura Isabel II. Fernando VII desplazaba así a Carlos María Isidro, lo que motivó que los absolutistas más radicales (carlistas) iniciaran una serie de protestas y tres conflictos bélicos en años posteriores: las Guerras Carlistas. Fernando VII murió en 1833, y su hija fue proclamada reina con solo tres años, en una situación política muy complicada.
La emancipación de la América española
Desde principios del siglo XIX, en las colonias americanas se dieron una serie de causas propicias para la emancipación de estos territorios. Una emancipación que lideraron los criollos blancos (descendientes de españoles nacidos en América) y que se inspiró en una ideología liberal.
a) Entre las citadas causas podemos mencionar:
- Las colonias habían ido progresivamente ampliando su autonomía y consideraban que tenían un suficiente grado de madurez para tomar las riendas de su propio gobierno.
- Además, aceleró la situación el conjunto de problemas internos de la metrópoli (Guerra de la Independencia, Restauración absolutista en la persona de Fernando VII, Trienio Liberal).
- Se trata de territorios que se hicieron eco de la independencia de Estados Unidos y de la Revolución francesa, haciendo suyos los ideales que inspiraron estas revoluciones liberales.
- Finalmente, tampoco ayudaron a frenar el proceso emancipador algunas medidas de carácter administrativo y fiscal que tomaron los Borbones para el contexto colonial americano. Estas medidas dejaban fuera a los criollos; los puestos de gobierno eran para los peninsulares.
b) El proceso emancipador: En las colonias aumentaba el descontento por las medidas que tomaba la monarquía, especialmente los “estancos”. La Guerra de la Independencia y el vacío de poder que supuso fue el momento que aprovecharon para demostrar su malestar.
FASES:
- Desde 1808 a 1814: Hubo en las colonias un vacío legal semejante al de la península. También se formaron juntas, leales a Fernando VII. Pero las juntas de algunas ciudades (Caracas, Bogotá, Buenos Aires) plantearon separarse de España. Posteriormente se unieron otras zonas. En 1814 se terminó esta fase con las expediciones del ejército español, que lograron que el control volviera a estar en manos de España, excepto en el Virreinato del Río de la Plata. México fue un caso especial; la revolución la habían iniciado Hidalgo y Morelos, y fueron los criollos los que la hicieron fracasar por miedo a un cambio social.
- Desde 1815 a 1824: (en España volvía Fernando VII) la guerra estuvo liderada por Simón Bolívar y José de San Martín. Con su ejército derrotaron a los españoles en Chacabuco y Maipú, lo que supuso la independencia de Chile. Bolívar venció en Carabobo, lo que supuso la independencia de Perú y el fin del poder español en América. México siguió un proceso diferente y logró su independencia en 1821 con el general Iturbide.
c) Consecuencias: Por último, es preciso hablar de una serie de consecuencias de la emancipación muy dispares según atendemos a las repercusiones para la exmetrópoli o para las excolonias. Por lo que se refiere a la primera, sin duda el principal aspecto fue la consumación de la pérdida definitiva del Gran Imperio que se comenzó a construir en 1492 y del que solo conservaría Cuba, Puerto Rico y Filipinas (hasta 1898). El desastre, evidentemente, no solo fue militar, sino también económico, puesto que el comercio con América se redujo ostensiblemente y España dejó de ingresar los caudales de Indias que abastecían sus arcas; la Hacienda real quedó arruinada. Mientras tanto, para las excolonias, la independencia supuso la configuración de un conjunto de nuevos Estados. Bolívar quería crear una confederación de Estados, la Gran Colombia, pero los intereses políticos lo hicieron imposible. Económicamente, estos nuevos países siguieron siendo muy débiles y dependientes, ahora de Inglaterra y de Estados Unidos.
El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: carlismo y guerra civil. La cuestión foral
El rey Fernando VII murió en septiembre de 1833. La heredera era su hija Isabel II, que tenía tres años de edad. Durante su minoría de edad, su madre, María Cristina, fue la regente (1833-1840), seguida del general Espartero (1840-1843). Estos años marcan un periodo difícil en el que destacan la Primera Guerra Carlista y la creación de un sistema liberal por primera vez en España.
La cuestión sucesoria
En España, la Ley Sálica impedía reinar a las mujeres. Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción en 1830 (la ley era anterior), derogando la Ley Sálica. Así, cuando nació Isabel, fue la heredera al trono, dejando así al hermano del rey, Carlos María Isidro, como segundo en el orden sucesorio. Carlos María Isidro no aceptó esta decisión. En su deseo de ser el heredero, contó con los defensores del Antiguo Régimen, conocidos como carlistas. Antes de morir, Fernando VII empezó a buscar apoyos entre políticos moderados, nombró a Cea Bermúdez como jefe de gobierno y desterró a su hermano a Portugal. Al morir Fernando VII, su esposa, María Cristina, fue nombrada regente y siguió apoyándose en los moderados, que se llamaron cristinos o isabelinos. Cuando conoció la muerte de su hermano, Carlos María Isidro publicó el Manifiesto de Abrantes, en el que reclamaba el trono de España con el nombre de Carlos V. Así comenzaba la Primera Guerra Carlista.
El carlismo
El carlismo empezó siendo un problema dinástico, pero terminó siendo el enfrentamiento entre liberales y absolutistas.
Ideológicamente, los carlistas eran defensores del Antiguo Régimen, absolutistas totalmente contrarios a cualquier medida liberal. Su lema era “Dios, Patria y Rey”. Apoyaban a don Carlos María Isidro, negando que Isabel II tuviera derecho a la corona por ser mujer. Sus ideas fundamentales eran:
- El absolutismo monárquico.
- La unión de Trono y Altar; la Iglesia tendría gran influencia en el carlismo.
- Defensa de los fueros y del régimen tradicional de propiedad de la tierra.
Socialmente, el bando de los carlistas estaba formado por parte de la nobleza, los miembros más conservadores de la administración y del ejército. A ellos se fue uniendo la mayor parte del bajo clero (por miedo a la pérdida de la influencia de la Iglesia si llegaba el liberalismo) y la mayor parte del campesinado, influidos por curas rurales y con miedo a los cambios, y los artesanos, por miedo a que las reformas liberales trajeran mayor industrialización.
Desde un punto de vista geográfico, los carlistas triunfaron en zonas rurales, especialmente en el País Vasco, Cataluña y Navarra. Una de las razones fue la defensa de los fueros. Frente a los carlistas estaban los llamados cristinos o isabelinos, que apoyaban los derechos sucesorios de la infanta Isabel. Ideológicamente era un grupo muy variado, formado por liberales moderados, progresistas, etc., es decir, todos los que veían a la regente como la única opción para que se pudiera transformar el país. Socialmente, este grupo contaba con el apoyo del ejército y la alta jerarquía de la Iglesia. Tenían el apoyo casi total de las ciudades (burgueses, profesionales, intelectuales) y de parte del campesinado del sur.
La guerra civil. La Primera Guerra Carlista
La Primera Guerra Carlista se dividió en tres fases:
1ª fase (1833-1835): Se inició al morir Fernando VII, el 30 de septiembre de 1833, en zonas de Castilla, Navarra y provincias vascas. Al frente de las partidas rurales (grupos armados) estaba Zumalacárregui. Poco después era ya una guerra en el País Vasco y norte de Cataluña, también Asturias, Galicia, etc. Derrotaron varias veces a los cristinos por su mayor conocimiento del terreno. La primera derrota carlista fue durante la toma de Bilbao en 1835, donde murió Zumalacárregui.
2ª fase (1835-1837): Los carlistas querían extender su causa al resto del territorio nacional, haciendo varias expediciones hacia el sur, pero no tuvieron mucho respaldo de la población. Al mando estaba el general Cabrera. Los cristinos no opusieron mucha resistencia a estas expediciones por falta de recursos económicos. La Expedición Real fue el suceso más destacable; en septiembre de 1837, los carlistas llegaron cerca de Madrid con el objetivo de obligar a María Cristina a llegar a un acuerdo. El general Espartero obligó a los carlistas a retirarse.
3ª fase (1837-1839): Las tropas carlistas estaban cada vez más agotadas y desmoralizadas. El resultado fue que se separaron en dos bandos: los apostólicos, que eran los más conservadores, y los menos radicales del general Maroto, partidarios de negociar con el gobierno. La guerra terminó en agosto de 1839 con el llamado Convenio de Vergara entre los generales Espartero, del ejército isabelino, y Maroto, por parte de los carlistas. Se pactó la rendición carlista, pero con la condición de respetar los fueros y reconocer los cargos de los oficiales carlistas. La derrota de los carlistas y el exilio de Don Carlos supuso el fin del absolutismo, aunque muchos de sus partidarios seguirían siendo enemigos del régimen liberal y hubo más levantamientos carlistas. La guerra produjo importantes pérdidas humanas y grandes pérdidas económicas, lo que contribuyó a retrasar el desarrollo del país.
La cuestión foral
Los carlistas reclamaban que se mantuvieran los antiguos fueros. Éstos eran una serie de privilegios que tenían algunas zonas de España, principalmente País Vasco y Navarra. Esta idea no era compatible con la creación de un Estado en el que todas las regiones tenían que regirse por las mismas leyes, como defendían los liberales. La defensa de los fueros dio un gran apoyo popular a los carlistas en algunas zonas de España. Pero para buscar una solución con el carlismo, la regente prometió mantener algunos puntos de los fueros, como un sistema fiscal diferente y el mantenimiento de algunas instituciones. Los fueros se mantuvieron hasta 1876, fecha en la que finalizó la Tercera Guerra Carlista.
Isabel II. Las Regencias
La Regencia de María Cristina (1833-1840)
El 29 de septiembre de 1833 murió Fernando VII. Pocos días después estallaba la guerra civil (Primera Guerra Carlista). A la vez, comenzaba la Regencia de María Cristina, madre de Isabel. El 1 de octubre, don Carlos proclamó desde Portugal sus derechos dinásticos en el Manifiesto de Abrantes. El día 5 fue reconocido como rey en Bilbao y Álava, mientras se iniciaba la guerra. María Cristina de Borbón asumió la Regencia ante la minoría de edad de su hija. Nombró un gobierno presidido por Cea Bermúdez. De estos primeros meses destaca la labor de Javier de Burgos, que realizó una división del territorio en provincias. La situación de la guerra hizo que la Regente tuviera que hacer un cambio de gobierno; en 1834 llamó a Martínez de la Rosa, exiliado y de ideas liberales. Fue este político el que ideó el Estatuto Real, una constitución que era realmente una carta otorgada, ya que era una concesión de la Corona. Sus características eran:
- Cortes con dos cámaras: Estamento de Próceres y Estamento de Procuradores.
- La Corona no renunciaba a la soberanía.
- Las Cortes solo podían legislar a propuesta del rey.
- El sufragio era muy limitado, solo para una minoría con rentas elevadas, llamados “capacitados”.
Esta reforma constitucional, y en una situación de guerra civil contra los carlistas, llevó a los liberales a dividirse en dos grupos: moderados y progresistas.
Liberales progresistas:
- Limitación del poder de la Corona.
- Ampliación de las libertades.
- Defendían medidas radicales como la desamortización de bienes eclesiásticos.
- Voto censitario más amplio.
- Constitución de un cuerpo armado, la Milicia Nacional, que garantizaría las libertades.
- Apoyo social: clases medias urbanas, artesanos, empleados.
- Dirigentes: Espartero, Mendizábal, Madoz, Prim.
Solo estuvieron en el poder breves periodos (Bienio Progresista). Su obra principal fue la Constitución de 1837.
Liberales moderados:
- Eran mucho más conservadores; querían orden y autoridad.
- Fortalecer el poder del rey.
- Menos libertades individuales.
- Sufragio censitario restringido.
- Supresión de la Milicia Nacional.
- Designación de los cargos de los ayuntamientos por el poder central.
- Apoyo social: clases altas, terratenientes, grandes industriales, burguesía financiera.
- Principales dirigentes: general Narváez, Alejandro Mon.
Su obra principal fue la Constitución de 1845, la Ley de Ayuntamientos de 1845 y la Ley Electoral de 1846.
1.1. GOBIERNOS PROGRESISTAS (1835-1837) La Regente sustituyó a Martinez de la Rosa por el Conde de Toreno en 1835. su mandato duró cuatro meses. El gobierno disolvió los conventos, el clero se pasó a la causa carlistas. La regente llamó entonces a Juan Alvarez Mendizábal, liberal progresista, para formar un nuevo gobierno. En 1835, con el nombramiento de Mendizábal se realiza el cambio de España hacia el sistema liberal. Mª Cristina apoyará las medidas que proponen los liberales porque necesita sus apoyo para mantener a su hija en el trono frente al peligro de los carlistas. La medida más destacada será la desamortización de Mendizábal. Consistió en la nacionalización por parte del Estado de las propiedades de la Iglesia, que después se vendían en subastas. El objetivo era doble, primero obtener dinero para que la Hacienda pudiera pagar los gastos de la guerra carlista y también crear nuevos propietarios agradecidos a los liberales. Los planes de Mendizábal no dieron los resultados deseados. La guerra continuó y la Hacienda seguia teniendo deudas. Ante esta situación la regente nombró a ISTÚRIZ como presidente. Pero la situación política no mejoró. El 12 de agosto de 1836 hubo una rebelión de un grupo de Suboficiales del palacio de La Granja (Segovia) conocida como Ia “Sargentada de La Granja” que dio lugar a otro cambio de gobierno. Una de las primeras medidas fue que los ayuntamientos se elegían por sufragio universal masculino. Pero el logro fundamental fue la convocatoria de unas elecciones a Cortes que elaboraron una nueva Constitución, aprobada en 1837. La Constitución progresista de 1837 pretendía buscar el consenso de las dos corrientes del liberalismo. Tuvo las siguientes características: – Soberanía nacional. – el Estado se organizaba siguiendo la división de poderes. – Cortes bicamerales: Congreso de los diputados y Senado. – poder ejecutivo en el rey. – el rey tenía el derecho a veto ilimitado. – El rey designaba a los Senadores y a los ministros. – había derechos individuales y libertad de imprenta. – no se prohibían otras religiones. – sufragio censitario. 1.2. EL TRIENIO MODERADO (1837-1840) Tras la aprobación de la Constitución hubo unas elecciones que ganaron los moderados. Durante tres años de gobiemos moderados los principales problemas fueron la guerra civil, la deuda económica y el creciente poder de los militares. Tras el final de la guerra carlista con el Convenio de vergara en 1839 hubo un motín progresista. En los meses siguientes hubo varios motines populares. Ma Cristina renunció a la regencia, y se trasladó a París, donde conspiró contra Espartero. 2 .LA REGENCIA DE ESPARTERO (1841-1843) En los años siguientes al final de la guerra carlista dominaron la vida política varios militares: Espartero, Narváez, O’Donell. Esta será una caracteristica de todo el reinado de Isabel II. El general Espartero fue nombrado regente, era el líder de los liberales progresistas. Su gobierno fue autoritario y populista. La medida fundamental fue la venta de bienes del clero, lo que empeoro las relaciones con la Santa Sede. La firma de un acuerdo comercial librecambista, esto es sin aranceles, con Gran Bretaña levantó muchas protestas, especialmente en Barcelona, los fabricantes de textiles tenían miedo de la competencia de los productos británicos. Las revueltas fueron reprimidas llegando al bombardeo de Barcelona, hubo centenares de muertos. Como resultado Espartero perdió su popularidad. Progresistas y moderados, con el apoyo del general Narváez, se enfrentaron al ejército de Espartero en 1843. Espartero renunció a la regencia y se exilió én Londres. Esta renuncia obligo a adelantar la mayoría de edad de la reina con 13 años. l2.3 ISABEL II (1843-4868): EL REINADO EFECTIVO Isabel lI accedió al trono en noviembre de 1843, al adelantarse su mayoría de edad (tenía sólo 3 años). Desde el principio mostró su preferencia por el partido moderado, que gobernó casi 25 años. Su reinado se caracterizó por tener gobiernos autoritarios, defensores del orden y de una monarquía fuerte, sistema bicamerai, se restringieron las libertades individuales, no se llevaron a cabo reformas muy profundas en el país. Otra de las caracteristicas fue ia presencia constante de militares entre los gobernantes del pais: Narváez, Espartero, O’Donell, etc. Los progresistas optaron por no participar en algunas consultas electorales o por ios pronunciamientos apoyados por insurrecciones populares. Dentro del reinado de isabel II encontramos las siguientes etapas: LA DÉCADA MODERADA (1844-1854) En mayo de 1844 se formó un gobierno presidido por el general Narváez, líder de los moderados. Estas fueron las principales medidas que se adoptaron durante ia década siguiente: – Creación de la Guardia Civil en 1844, fuerza armada encargada de aplicar la ley y orden en el medio rural. Se suprimió la Milicia Nacional. – Ley de Ayuntamientos de 1845, reservaba al gobierno ei poder para nombrar a los alcaldes. – Reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon. Terminaba con el sistema fiscal del Antiguo Régimen, tenian que cotizar los grandes terratenientes y la industria y el comercio. – Ley electoral de 1846. Se estableció un sufragio muy restringido, varones de más de 25 años grandes contribuyentes o aquellos que eran “capaces»(con estudiosÍ abogados,médicos, etc) se les denominaba ‘capacidades’. Esto suponía solo 97.000 votantes, el 0,8% de la población. Suponía establecer un régimen oligárquico. – Se suspendió ia venta de bienes desamortizados (1844). – Concordato de 1851. Acuerdo con la Santa Sede por la que ei Papa reconocía a isabel Il como reina y aceptaba ia pérdida de bienes eclesiásticos de la desamortización. A cambio el Estado tenia que subvencionar a la iglesia y entregarle el control de la enseñanza y la censura. – La Constitución de 1845. Creaba un sistema politico acorde con los planteamientos de los moderados: o No hay soberanía nacional. o La soberanía es compartida por el rey y las Cortes. Se eliminan ios limites que la Constitución de 1837 había establecido a los poderes del rey. El poder legislativo lo tenían ambas instituciones. o Los senadores eran nombrados por la reina, eran vitaiicios, el Senado era una cámara reservada. o El Estado era confesional, la religión católica era la oficial. o Se recortan los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión./También en estos años se desarrolló la segunda guerra cariista, que se había iniciado en Cataluña en mayo de 1846 y se prolongó hasta 1849. EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856) El poder cada vez más dictatorial de Narváez y ia corrupción de los gobiernos moderados favoreció el descontento. El resultado fue un pronunciamiento iniciado en junio de 1854 por ei general O’DoneIl en Vicálvaro, se llamó La Vicalvarada. Los rebeldes publicaron el Manifiesto de Manzanares, que animó a la población y a otros generales a unirse al golpe. El triunfo supuso que se formó un nuevo gobiemo presidido por el progresista Espartero. El general O’DoneIl creó un nuevo partido político, la Unión Liberal, quería ocupar el espacio político entre moderados y progresistas, es decir ser el centro político, aunque formó parte del gobierno de los progresistas en esta etapa. Durante estos dos años se llevaron a cabo las siguientes medidas: – La desamortlzación de Madoz de 1855. el general Pascual Madoz era el ministro de Hacienda que la organizó. Declaraba la venta en subasta pública de todos los bienes del Estado, laiglesia y municipios que estuviesen amortizados. Se completaba asi el proceso que inició la desamortizacion de Mendizábal en 1836. Su aplicación supuso importantes problemas con la Santa Sede, y un nuevo levantamiento de los carlistas. ° Se intentó elaborar una nueva Constitución de 1856 pero no llegó a aplicarse, se la conoce como «non-nata». ° Ley de Ferrocarriles de 1855, buscaba la modernización del pais./Durante los dos años de gobierno progresista existieron importantes conflictos sociales , en el campo en Castilla y en las principales ciudades. Estos conflictos fueron reprimidos brutalmente por el ejército y la guardia civil. El gobierno perdió el apoyo de las Cortes. En julio de 1856 la reina aceptó la dimisión de Espartero y encargó a O’Donell al formación de un nuevo gobierno. EL FlNAL DEL REINADO: GOBIERNOS MODERADOS Y DE LA UNIÓN LIBERAL (1856-1868) Al final del reinado de Isabel ll se alternaron el gobierno moderados y unionistas, Narváez y O‘DonelI. Tras un breve periodo de gobiemo de este último la reina volvió a encargar formar gobierno al general Narváez, que suspendió la desamortización, anuló todas las disposiciones de libertad de imprenta. Se volvió a una política conservadora, apoyada por la corona. También se reprimieron duramente todas las revueltas campesinas, encargándose la Guardia Civil de ello. Fue también en estos años cuando se establecieron unas prácticas electorales que trajeron la corrupción del sistema político. Estas eran la compra de votos, el pucherazo (añadir o sacar votos de las urnas para que el resultado fuera el deseado), el poder de los caciques locales, que a cambio de beneficios económicosocargos políticos controlaban los resultados de las elecciones en sus pueblos o ciudades, fue el llamado “caciquismo”. Los años más positivos fueron los del gobierno del general O’Donell (1856-1863), el de mayor duración en todo el siglo XlX. Hubo buenas cosechas y creció el comercio con las colonias de Cuba y Filipinas, también se exportó a Estados Unidos (estaban en la Guerra de Secesión). En política exterior se intervino en varios conflictos: expedición a la Cochinchina (Vietnam), guerra en Marruecos con las victorias de Los Castillejos y Wad-Rás, expedición a México. Mientras tanto entre la población española crecian las aspiraciones para tener más libertades, apareció el Partido Demócrata entre la burguesía ilustrada, también las primeras ideas republicanas y las primeras organizaciones obreras. En 1864 volvió a gobernar el general Narváez que le encargó el ministerio de Gobernación a González Bravo. Hubo protestas estudiantiles , militares como Prim y politicos como Sagasta criticaban el sistema politico e incluso a la reina. Un nuevo pronunciamiento, el levantamiento de los sargentos del cuartel de San Gil (Madrid, junio i866) fracasó y terminó con muchas sentencias de muerte. En agosto de 1866 los progresistas, demócratas y republicanos firmaron el Pacto de Ostende (Bélgica). Querían el destronamiento de la reina y la convocatoria de unas cortes por sufragio universal. En 1867, tras la muete de O’Donell, la Unión Liberal, ahora liderada por el general Serrano, también se sumó al Pacto. La Constitución de junio de 1837, pese a su tendencia progresista, tenía importantes concesiones a los moderados- Reconocía la soberanía nacional y realizaba una prolija declaración de derechos individuales, pero reforzaba el poder ejecutivo, atribuido a la Corona, y otorgaba conjuntamente el legislativo a las Cortes con a Rey. Este tenía a derecho de convocar, suspender o disolver las Cortes, y podía ejercer el veto sobre las leyes aprobadas por ellas. Se establecían dos cámaras, la de Diputados, por elección directa y por sufragio censitario, y el Senado, cuyos miembros eran elegidos por el Rey entre ternas propuestas por los electores. El Rey nombraría a sus ministros, pero éstos podrían ser objeto de censura por las Cortes. lo que obligaba a la Corona a inclinarse por la mayoría parlamentaria. La Constitución de 1845. Tras el triunfo de los moderados en Torrejón de Andoz, el gobierno de Narváez llevó a cabo la reforma de la Constitución de 1837, siendo reformada en una Asamblea Ordinaria y no en unas Cortes constituyentes. La Constitución de 1845 es la plasmación política e institucional del ideario moderado, como podemos observar en los siguientes aspectos: -Se niega la soberanía nacional así como, el poder constituyente del pueblo. -La afirmación de una Constitución histórica basada en dos instituciones: Rey y Cortes, cuyas relaciones regula y articula una Constitución escrita./Si la Constitución de 1837 fue la del Partido Progresista, ésta, lo es del moderado. Se inicia de este modo una practica que se hará normal en el siglo XIX en España: cada partido elabora su Constitución, por lo que suele hablar de “Constituciones de partidos” que es el motivo del carácter efímero de las mismas. Como aspectos importantes de la Constitución del 45 debemos señalar los siguientes: -El poder de la Corona prevalece sobre el de las Cortes. -El Congreso pierde Autonomía al desaparecer el poder de convocar las Cámaras de manera automática. Al distanciarse las elecciones (cada 5 años) el contacto con el electorado se debilita. Además la única obligación del gobierno es reunirlas una vez al año para aprobar los presupuestos del Estado. -El senado es de nombramiento real con un numero ilimitado de senadores, lo que refuerza el papel del gobierno y de la Corona. Los senadores procederán de la alta clase media, del ejercito, la jerarquía de la Iglesia y una representación de la grandeza y de los títulos nobiliarios. Es pues, una Cámara adicta a la Corona, la cual junto con el gobierno usará de las prerrogativas que la Constitución de da y que va mucho más allá de lo que es en un régimen liberal. Por otra parte, podemos señalar como otros principios ideológicos del moderantismo y de la Constitución del 45 entre los siguientes: -Bicameralismo. -Soberanía compartida entre el Rey y las Cortes. -La exclusividad de la religión católica. -El mantenimiento del clero por el Estado. -La supresión de la Milicia Nacional. -El carácter vitalicio de los Senadores. -El poder de la Corona para disolver las Cortes. -La perdida de la autonomía en la gestión de los Ayuntamientos y Diputaciones, que quedan sometidos al poder central. Constitución de 1869. Soberanía nacional. Libertad de culto. Derechos individuales, sufragio universal, libertad de enseñanza, asociación gramios. Monarquía parlamentaria.