La evolución de la población y de las ciudades. De la sociedad estamental a la sociedad de clases
Siglo XIX:
En el siglo XIX, la población española experimentó un crecimiento significativo, pasando de 10,5 millones a más de 18 millones en 1900. Este aumento se debió a la disminución de epidemias, mejoras en la dieta y la expansión de cultivos. Sin embargo, el crecimiento demográfico español fue inferior al de otros países europeos debido a la persistencia de altas tasas de mortalidad y natalidad.
Las malas condiciones sanitarias y las epidemias estaban estrechamente relacionadas con la pobreza. Las malas cosechas provocaban desnutrición, y las guerras y persecuciones políticas llevaron al exilio a muchos españoles.
El crecimiento urbano fue limitado durante la mayor parte del siglo XIX debido a la modesta industrialización y el atraso agrario. Sin embargo, a partir de 1860, comenzó un lento éxodo rural, lo que llevó al aumento de la población urbana en ciudades como Madrid, Barcelona y Bilbao, que se convirtieron en importantes centros industriales.
El crecimiento urbano condujo a la demolición de partes de las ciudades y la creación de ensanches, que eran barrios burgueses con amplias avenidas, manzanas cuadrangulares y un estilo arquitectónico distintivo.
A finales del siglo XIX, la falta de empleo obligó a muchos españoles a emigrar a ultramar, principalmente a Latinoamérica.
Sociedad de clases:
Entre 1900 y 1929, la sociedad española experimentó una transformación de una sociedad estamental a una sociedad de clases capitalista. El criterio principal de división social se volvió económico, basado en el nivel de renta o el papel en el proceso de producción.
La alta burguesía emergió como una nueva clase adinerada, mientras que las clases medias estaban formadas por la pequeña burguesía y el campesinado. El proletariado urbano, aunque todavía minoritario, estaba en aumento debido al éxodo rural.
El sistema canovista
Tras el Sexenio Democrático, Cánovas del Castillo del Partido Alfonsino lideró la Restauración borbónica en 1875. Este régimen político conservador defendía la monarquía, el catolicismo y la propiedad privada.
La Constitución de 1876 estableció una monarquía liberal con un parlamento elegido por sufragio censitario. El poder se compartía entre los conservadores y los progresistas mediante el turnismo.
La política española durante la Restauración se caracterizó por la estabilidad, pero también por la corrupción política y la manipulación electoral, especialmente a través del caciquismo.
El movimiento obrero evolucionó bajo dos corrientes principales: el socialismo marxista y el anarquismo. El PSOE y la UGT se convirtieron en los principales representantes del movimiento obrero.
El movimiento nacionalista se desarrolló en Cataluña y el País Vasco, buscando la autonomía y el desarrollo de la cultura y la lengua regional.
El sexenio revolucionario:
El período comprendido entre 1868 y 1874 en España, conocido como el «sexenio democrático» o «revolucionario», comenzó con el derrocamiento de Isabel II y el inicio de la Revolución Gloriosa.
Se convocaron elecciones por sufragio universal masculino y se redactó la Constitución de 1869. Se nombró a Serrano como regente y se eligió a Amadeo de Saboya como rey.
El reinado de Amadeo fue inestable, con el surgimiento de nuevos partidos y conflictos como la guerra carlista y la guerra de emancipación en Cuba. Amadeo abdicó y se proclamó la primera República en 1873, que fracasó rápidamente.
La crisis económica, los conflictos internos y los desafíos políticos y sociales llevaron a la restauración de la monarquía con Alfonso XII.
Isabel II: el reinado efectivo. Los grupos políticos y las constituciones
El reinado efectivo de Isabel II (1843-1868) se caracterizó por la alternancia entre la década moderada (1844-1854), el bienio progresista (1854-1856) y el retorno al moderantismo (1856-1868).
En la década moderada, se aprobó la Constitución de 1845, que consolidó el poder de los moderados y estableció una soberanía compartida entre la corona y las Cortes. Se llevaron a cabo reformas significativas, como la creación de la Guardia Civil.
El bienio progresista estuvo marcado por un intento de establecer una Constitución más progresista, que finalmente no fue aprobada. Sin embargo, se implementaron medidas como la desamortización de Madoz.
La situación política se deterioró entre 1863 y 1868, lo que condujo a una crisis social y un movimiento obrero. Esto desencadenó la Revolución Gloriosa en 1868, que derrocó a Isabel II.
Isabel II: las regencias.
Durante el reinado de Isabel II, España pasó por dos regencias: la de María Cristina (1833-1840) y la del general Espartero (1840-1843).
La regencia de María Cristina se caracterizó por enfrentar la amenaza del carlismo, lo que llevó a la formación de los primeros partidos políticos en España: el partido moderado y el partido progresista. Se propuso el Estatuto Real de 1834 y se libró la primera guerra carlista (1833-1840).
En 1836, se implantó la Constitución de 1837, estableciendo un régimen liberal en España.
La regencia del general Espartero estuvo marcada por su gobierno autoritario y la segunda guerra carlista (1846-1849).
El reinado de Carlos IV.
El reinado de Carlos IV estuvo marcado por el control ministerial, donde el primer ministro detentaba el verdadero poder. La política exterior española se vio influenciada por la Revolución Francesa.
Bajo el gobierno de Manuel Godoy, España se alió con Francia, lo que llevó a la derrota en la batalla de Trafalgar en 1805. La firma del Tratado de Fontainebleau en 1807 permitió la entrada de tropas francesas en España, lo que condujo al motín de Aranjuez y la abdicación de Carlos IV.
El levantamiento popular del 2 de mayo de 1808 marcó el inicio de la Guerra de Independencia española contra la ocupación francesa. La guerra dejó a España en un estado desastroso.
Las Cortes de Cádiz
Durante la ocupación francesa, las Juntas Supremas Centrales iniciaron un proceso político que llevó a la formación de las Cortes de Cádiz.
Las Cortes de Cádiz elaboraron la Constitución de 1812, conocida como «La Pepa», que estableció una monarquía limitada, la separación de poderes y derechos fundamentales para los individuos.
Aunque la Constitución de Cádiz tuvo una vigencia breve, fue un hito en la historia constitucional de España y sirvió de modelo para otras constituciones europeas.
El reinado de Fernando VII. La cuestión sucesoria
Tras el regreso de Fernando VII a España en 1814, buscó restaurar el absolutismo y derogó la Constitución de 1812.
La sublevación del comandante Riego en 1820 obligó a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, dando inicio al Trienio Liberal (1820-1823), durante el cual se llevaron a cabo importantes reformas.
En 1823, un ejército francés restauró a Fernando VII como monarca absoluto. En 1830, promulgó la Pragmática Sanción, permitiendo que su hija Isabel heredara el trono. Esto dio lugar a la cuestión sucesoria y la guerra civil conocida como el carlismo.
El proceso de independencia
La emancipación de América fue liderada por los criollos, quienes buscaban liberarse del control de España. El proceso se vio impulsado por el descontento criollo, las restricciones al comercio, la influencia de las ideas ilustradas y la crisis política en España.
El proceso de independencia se divide en dos etapas: la primera (1808-1814) se caracterizó por la resistencia a José Bonaparte, y la segunda (1814-1824) vio el apoyo abierto de Inglaterra y Estados Unidos a los independentistas.
La independencia de México se logró en 1821. Tras el reinado de Fernando VII, el imperio español quedó reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La emancipación tuvo consecuencias económicas significativas para España.
A pesar de la pérdida de las colonias, el legado español en América fue impresionante, con contribuciones tecnológicas, culturales y lingüísticas.