Historia de España: De las Regencias al Sexenio Democrático (1833-1868)

1. Las Regencias y el Problema Carlista (1833-1843)

1.1. La Regencia de María Cristina (1833-1840)

La regente María Cristina se enfrentó a un doble problema: gobernar considerando el poder absoluto y las ideas liberales, y defender los derechos sucesorios de su hija frente al Carlismo. El 4 de octubre de 1833, expuso sus intenciones de gobierno en el Manifiesto del 4 de Octubre, elaborado por el presidente del gobierno Cea Bermúdez.

Se promovieron medidas como la división provincial de Javier de Burgos en 49 provincias, se organizó el mercado nacional y se dio amnistía a figuras del liberalismo. Estos cambios sufrieron críticas que, junto al inicio de las Guerras Carlistas y la no convocatoria de Cortes para redactar una nueva Constitución, provocaron la dimisión de Cea Bermúdez.

Su sustituto, Martínez de la Rosa, propició el Estatuto Real de 1834. No era una constitución, sino una carta otorgada: no reconocía la soberanía nacional, otorgaba el poder al rey y defendía un sufragio censitario muy estricto. Las Cortes se dividieron en la Cámara de Próceres (origen del Senado) y la Cámara de los Procuradores del Reino.

En 1835, Martínez de la Rosa dimitió y le sucedió el Conde Toreno. El descontento por la no aprobación de medidas liberales, junto con el descontento social, llevó a la regente a llamar a Juan Álvarez de Mendizábal. Entre sus actuaciones destaca la Desamortización Eclesiástica (1836), que no logró los objetivos pretendidos.

La mala racha en la guerra carlista y la sustitución de Mendizábal por Istúriz reavivaron rumores de un pacto con Don Carlos. Revueltas ciudadanas y la sublevación de sargentos en La Granja (1836) obligaron a María Cristina a restablecer la Constitución de 1812. El motín llevó a la convocatoria de Cortes y a la promulgación de la Constitución de 1837.

1.2. El Problema Carlista

La Primera Guerra Carlista (1833-1839) tuvo un trasfondo ideológico: en torno a Don Carlos se agruparon quienes se oponían a las reformas liberales. Su lema era “Dios, Patria y Rey”. Triunfó en zonas vascas y navarras, defendiendo los fueros, y en Cataluña y el Maestrazgo. Recibió apoyo de potencias absolutistas como Rusia, Prusia y Austria.

El bando cristino lo formaban la administración, el ejército y los burgueses, con apoyo internacional de Gran Bretaña, Francia y Portugal. Zumalacárregui organizó el ejército carlista. Su muerte en 1835 marcó un punto de inflexión. La Expedición Real (1837) no logró tomar Madrid. El Abrazo de Vergara (1839) puso fin a la guerra, aunque las promesas de mantener los fueros no se cumplieron.

1.3. La Regencia de Espartero (1840-1843)

La regencia de Espartero estuvo marcada por conflictos. Se enfrentó a la Conspiración Moderada de 1841 y a la Insurrección de Barcelona en 1842, provocada por un tratado librecambista con Inglaterra. La Sublevación de 1843, con la petición del respeto a la constitución y el reconocimiento de Isabel como reina, obligó a Espartero a exiliarse.

2. El Bienio Progresista (1854-1856) y la Vuelta al Moderantismo

La Revolución de 1854, provocada por la subida del precio del grano y la persecución de la prensa, llevó al Manifiesto de Manzanares, redactado por Cánovas del Castillo. Este documento defendía el respeto al trono, la legalidad constitucional y reformas. La reina llamó a Espartero al gobierno, iniciando el Bienio Progresista.

En 1855, se reanudaron las desamortizaciones con la Ley de Desamortización Civil de Madoz. También se produjo la Huelga General de Barcelona, inicio del movimiento obrero en España. En 1856, se discutió una nueva constitución, la “Non Nata”.

El Bienio Progresista terminó con el golpe de O’Donnell, fundador de la Unión Liberal. Durante los siguientes diez años, la Unión Liberal y los moderados de Narváez se turnaron en el poder. Se aprobó la Ley General de Ferrocarriles (1855) y la Ley Moyano de 1857, la primera gran ley de educación en España.

España participó en el imperialismo, destacando la campaña de Marruecos (1859). Una crisis económica, provocada por la falta de inversiones, la caída de los precios y el crack europeo de 1866, llevó a la dimisión de O’Donnell en 1863. La Sublevación del Cuartel de San Gil (1866) y la dura represión posterior llevaron al Pacto de Ostende, que buscaba el destronamiento de Isabel II. Estos eventos condujeron a la Revolución Gloriosa.

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