Crisis del Antiguo Régimen (1808-1833)
Carlos IV, rey absolutista, temía que los aires revolucionarios de Francia cruzaran la frontera. Delegó el poder en su primer ministro Godoy, cuyos objetivos eran salvar la corona, impulsar reformas ilustradas y culminar su ambición política. Se alió con Napoleón para adueñarse de una parte de Portugal, pero este lo engañó e invadió España.
El pueblo mostró su descontento mediante el Motín de Aranjuez, reclamando la abdicación de Carlos IV y el cese de Godoy. Carlos IV abdicó en favor de su hijo Fernando VII, quien se vio obligado a renunciar al poder en Bayona en favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón, apoyado por los afrancesados.
El 2 de mayo de 1808, el pueblo se sublevó contra los franceses, iniciando la Guerra de la Independencia, que duró hasta 1814. Durante este período se convocaron las Cortes de Cádiz, constituidas por liberales y absolutistas, para llenar el vacío de poder y defenderse de los franceses.
En 1812, las Cortes aprobaron la Constitución de Cádiz (La Pepa), que reunía los principios liberales para abolir el Antiguo Régimen. Durante la guerra, se produjo la emancipación de las colonias americanas.
En 1814, Fernando VII ascendió al trono y derogó la Constitución, implantando de nuevo los principios del Antiguo Régimen. En 1820, el general Riego protagonizó un levantamiento, dando comienzo al Trienio Liberal (1820-1823), período en el que Fernando VII pactó con los liberales y aceptó la Constitución. Este período terminó cuando el Ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis ayudó a Fernando VII a recuperar el poder absoluto en 1823. Antes de su muerte en 1833, Fernando VII abolió la Ley Sálica.
Implantación del Estado Liberal (1833-1868)
Comienza tras la muerte de Fernando VII y el inicio del reinado de Isabel II. Debido a su minoría de edad, su madre María Cristina fue la regente. Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, se consideraba heredero legítimo, lo que obligó a María Cristina a apoyarse en los liberales para salvaguardar la corona de Isabel II. Este hecho desencadenó la Primera Guerra Carlista (1833-1840) entre carlistas (partidarios de Carlos) y liberales (partidarios de Isabel).
La guerra terminó con la firma del Convenio de Vergara (1839) entre el general Espartero (regente en 1840) y los carlistas. Los liberales se dividieron en dos grupos: los progresistas, que defendían la soberanía nacional, y los moderados, que apoyaban la soberanía conjunta y el sufragio censitario. Isabel II, que comenzó a reinar en 1843, apoyó a los moderados.
Durante el reinado de Isabel II se produjeron dos desamortizaciones, por las cuales la Iglesia y los municipios perdieron tierras. Estas tierras fueron adquiridas por el Estado, que las subastó públicamente. Los nobles, al ser los más pudientes, fueron los principales beneficiados.
Fue una monarquía políticamente inestable, con numerosos gobiernos y el apoyo de los militares a los distintos grupos políticos, lo que provocó diversos levantamientos.
El Sexenio Democrático (1868-1874)
Una de las etapas más agitadas de la España del siglo XIX. La Revolución de 1868, La Gloriosa, protagonizada por un pronunciamiento cívico-militar, abrió una etapa revolucionaria con el objetivo de instaurar un régimen democrático. A pesar de ello, en 1869 se aprobó una constitución monárquica y democrática.
Esta etapa se caracterizó por la rápida sucesión de acontecimientos: el destronamiento de Isabel II, el gobierno provisional presidido por el general Serrano, y la proclamación de la Primera República (1873-1874).
La Primera República fue apoyada por demócratas y republicanos, estos últimos divididos en unitarios y federalistas. La Primera República terminó con el golpe de Estado del general Pavía y la disolución de las Cortes.
Los problemas carlistas, coloniales y sociales, junto con el exceso de centralización, dieron lugar a la Guerra de los Diez Años (Cuba), la Tercera Guerra Carlista y la sublevación cantonal.
La Restauración Borbónica (1874-1923)
Se inicia en 1875, tras la caída de la Primera República, con el ascenso al trono de Alfonso XII, hijo de Isabel II. Durante su mandato se redactó la Constitución de 1876, se puso fin a las Guerras Carlistas y se estableció el turno pacífico de gobierno entre el Partido Conservador y el Partido Liberal, mediante la manipulación electoral y el caciquismo.
También bajo su mandato finalizó la Guerra de los Diez Años (1878), con victoria española. Al morir sin descendencia masculina (su esposa estaba embarazada del futuro Alfonso XIII), su esposa María Cristina de Habsburgo-Lorena fue reina regente.
Durante la regencia de María Cristina comenzó la Guerra de Independencia cubana (1895-1898), que terminó con la victoria cubana gracias al apoyo de Estados Unidos. Esta derrota militar supuso la pérdida de las últimas colonias españolas de ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Surgieron los movimientos nacionalistas vasco y catalán, que rechazaban la política centralista. También se fundaron el PSOE y la CNT, y se desarrollaron las iniciativas proletarias. Se produjo un despegue económico gracias al avance del sector agrícola y a la Segunda Revolución Industrial.