Los Visigodos en la Península Ibérica
Los visigodos llegaron a la península en el año 415 para ayudar en la pacificación del territorio tras su invasión por parte de los suevos, vándalos y alanos en el 409. Los suevos se asentaron en Galicia, mientras que los vándalos y parte de los alanos pasaron al norte de África.
Al principio, los visigodos se centraron en el sur de la Galia, pero a principios del siglo VI entraron en Hispania, tras su derrota ante los francos en Vouillé, creando el reino de Toledo, que se mantendría hasta la invasión musulmana en el 711.
En un principio, los visigodos se mantuvieron por encima de la población hispanorromana, pero muy pronto llevaron a cabo la unificación de ambos pueblos.
- Unificación territorial: llevada a cabo por Leovigildo, tras derrotar a los suevos y bizantinos.
- Unificación religiosa: propiciada por Recaredo en el III Concilio de Toledo, declarando el catolicismo como religión oficial.
- Unificación legislativa: llevada a cabo por Recesvinto al promulgar el Liber Iudiciorum, único código para ambos pueblos.
La institución visigoda más importante fue la Asamblea de Hombres Libres, donde residía el poder del reino, que se entregaba a un rey elegido por ellos. El carácter electivo de la monarquía determinó la debilidad del poder del rey y una permanente inestabilidad por las interferencias de la nobleza y del alto clero. El rey gobernaba con ayuda de un Officium Palatinum, compuesto de dos órganos: el Aula Regia, órgano asesor del rey, y los Concilios de Toledo, asambleas legislativas que ratificaban las decisiones reales.
Los visigodos adoptaron y continuaron la tradición latina, cristiana e imperial romana, pero sobre una sociedad ruralizada. La cultura se reducía al ámbito religioso.
Al-Ándalus: Conquista, Emirato y Califato
En unos tres años conquistan la Península, excepto las zonas montañosas del norte; la rapidez se debió a la desaparición del ejército visigodo y a las capitulaciones y pactos con la nobleza hispanovisigoda. Los pueblos invasores eran árabes y bereberes del norte de África.
Al-Ándalus pasó por distintas fases en su organización política desde el siglo VIII al XI:
- Emirato dependiente del Califato Omeya de Damasco (711-756).
- Emirato independiente de Bagdad (756-929), obra de Abd-al-Rahman I. Etapa de luchas internas entre árabes y bereberes y revueltas de muladíes y mozárabes contra el poder cordobés.
- Califato de Córdoba (929-1031). Abd-al-Rahman III se proclamó califa (líder político y religioso). Con al-Hakam II se inició un periodo de esplendor cultural y paz con los cristianos. Almanzor (finales del siglo X) suplantó al califa Hisham II, iniciando un periodo de campañas militares. A su muerte, el Califato se disgregó, dividiéndose en reinos de taifas (1031).
La Repoblación Cristiana
La repoblación se produjo al tiempo de la Reconquista. Del siglo VIII al XI, en el valle del Duero, tuvo lugar la repoblación oficial dirigida por los monarcas, monacal y privada, predominando pequeñas y medianas propiedades. En la primera mitad del siglo XII, entre el Duero y el Tajo, repoblación concejil, otorgando cartas pueblas o fueros y un alfoz; basada en la pequeña propiedad. En la segunda mitad del siglo XII, entre el Tajo y Guadiana, repoblación de órdenes militares (Calatrava, Santiago, Montesa…), recibiendo latifundios. En el siglo XIII, repartimientos de tierras en Levante, Murcia y Valle del Guadalquivir, otorgando a nobles y soldados donadíos y heredamientos.
La sociedad estaba dividida en tres grupos: caballeros, clérigos y campesinos. Los primeros establecían relaciones de vasallaje entre sí, y los más poderosos con el Rey, estableciéndose una estructura política piramidal en la que el rey dependía de los grandes nobles.
Los Reinos de Taifas y el Avance Cristiano
Con el levantamiento popular de 1031 y el destierro del último califa, Hisham III, los distintos gobernadores se proclamaron independientes, dando lugar a los reinos de taifas. Los enfrentamientos entre ellos propiciarían el avance cristiano (Reconquista). Las primeras taifas presentaban rasgos comunes:
- Distribuidas por familias y etnias, aglutinándose las más débiles en torno a las más fuertes.
- Políticamente eran muy débiles, pagando parias a los cristianos a cambio de protección militar.
- A pesar de la debilidad política, fue una etapa de esplendor cultural.
A finales del siglo XI, las taifas se ven incapaces de frenar el avance cristiano (Alfonso VI de Castilla conquista Toledo), piden ayuda a los almorávides (1090), guerreros bereberes norteafricanos que lograron reunificar Al-Ándalus. En 1145, los almorávides sucumbieron, nacen las segundas taifas, en las que tendrá lugar la invasión de los almohades (1146), frenados por los cristianos en las Navas de Tolosa (1212); dando inicio a las terceras taifas, que irían siendo conquistadas a excepción del reino nazarí de Granada (1492).
Economía, Sociedad y Cultura en Al-Ándalus
La economía era fundamentalmente agrícola. Los musulmanes intensificaron el regadío, utilizando la noria y ampliando el uso de acequias. Introdujeron nuevos cultivos (algodón, arroz, azafrán, cítricos) que unieron a la tríada mediterránea (cereal, vid y olivo). En la ganadería, retrocedió la porcina, desarrollándose más la ovina y equina. La minería se revitalizó, destacando el hierro, cobre y mercurio. Famosos fueron sus productos artesanales: cordobanes, brocados, armas y cerámicas. El comercio interior se realizaba en los zocos urbanos, y el comercio exterior a través de sus puertos con el Magreb, norte de África y Oriente.
La sociedad andalusí era muy heterogénea. Con predominio de los musulmanes (árabes, bereberes y muladíes), esta sociedad se estructuraba en: grupo nobiliario (nobleza de sangre y de servicio), burguesía urbana (funcionarios, artesanos y comerciantes), plebe, y en último lugar, muladíes y esclavos. Junto a ellos subsistían mozárabes y judíos.
Al-Ándalus se convirtió en un centro intelectual y artístico. Se inspiraron en modelos árabes de Oriente, con influencias de la cultura persa y grecorromana, alcanzando gran desarrollo en los siglos X y XI, y una gran originalidad y libertad intelectual en el periodo de las taifas (siglos XI-XIII). La cultura andalusí ejerció una gran influencia en los reinos cristianos y en la Europa Occidental cristiana, principalmente en historia (Ibn-Jaldun), geografía (Al-Idrisi), ciencias (Al-Mayriti), literatura y filosofía.
La filosofía alcanzó gran desarrollo siguiendo dos corrientes: la aristotélica y la platónica. Destacan Avempace, Maimónides y Averroes.
Las letras reflejan la variedad de lenguas, se cultivó el collar o tratado; y la poesía, como la moaxaja y el zéjel.
En el campo científico y técnico, difundieron principios de trigonometría y álgebra, y el uso del cero. Logros en astronomía y difusión de artículos de Oriente como el papel y la pólvora.
Los Primeros Núcleos de Resistencia Cristiana
El primer foco de resistencia cristiana se inicia en Asturias, donde Don Pelayo vence a los musulmanes en Covadonga (722). Alfonso II trasladó la capital de Cangas de Onís a Oviedo, y restableció la legislación visigoda. Alfonso III consolida el reino astur llegando hasta el Duero. Ordoño II trasladó la capital de Oviedo a León en el siglo X, dando lugar al reino de León. En su parte oriental se originó el condado de Castilla, que logrará su independencia con el conde Fernán González en el siglo X.
En el Pirineo occidental, gracias a la familia Arista, se forma el reino de Pamplona, origen del reino de Navarra.
En el Pirineo central se forman los condados de Sobrarbe, Ribagorza y Aragón. Este último se anexionó a Pamplona durante el siglo X, llegando a su máximo apogeo en el siglo XI con Sancho Garcés III.
Los territorios del Pirineo oriental conquistados por los carolingios dan lugar a los condados catalanes. Hasta el siglo X con Borrell II no se independizaron.
La recuperación del espacio peninsular ocupado por los musulmanes se inicia en Covadonga (722). Hasta el siglo XI, los reinos cristianos nacen y se consolidan. Entre los siglos XI y XIII se desarrollan las principales etapas.
En el siglo XI, Castilla se anexiona León, nace el reino de Castilla y León; y el de Aragón, unido a Pamplona.
En el siglo XII, Castilla y León se separan, nace el reino de Portugal, Pamplona se independiza con García Ramírez y con su sucesor Sancho VI pasó a llamarse Navarra; y se unen Aragón y Cataluña con Ramón Berenguer IV formándose la Corona de Aragón.
En el siglo XIII, la victoria en las Navas de Tolosa (1212) marcó un gran avance. En Castilla, Extremadura es conquistada por Alfonso IX; Fernando III conquista Murcia e inicia la conquista de Andalucía, que será acabada por Alfonso X. Para Aragón, Jaime I conquista Baleares y Valencia. Quedando Granada en manos musulmanas hasta 1492.
Organización Política, Régimen Señorial y Sociedad Estamental en la Baja Edad Media
Los reinos presentaban una estructura política parecida, aunque con diferencias basadas en la monarquía, las Cortes y los municipios. El origen de las Cortes está en la Curia Regia, donde los nobles y clérigos asesoraban al rey. El crecimiento de las ciudades hizo ganar poder a los burgueses, naciendo las Cortes de tres brazos en 1188 en el Reino de León y desde el siglo XIII en los otros reinos. En Castilla eran convocados por el rey para aprobar subsidios, declaraciones de guerra, mientras que las de la Corona de Aragón eran órganos de carácter legislativo y votaban impuestos.
La sociedad fue de carácter feudal, rural y con tres estamentos (nobleza, clero y estado llano) marcados por el nacimiento con lazos de vasallaje entre ellos.
Los dos primeros estamentos eran privilegiados. Dentro de la nobleza había diversos grados. La alta nobleza terminó por controlar amplios dominios territoriales llamados señoríos jurisdiccionales, donde además de controlar las rentas gozaban de poder jurisdiccional. Estos señoríos, gracias al mayorazgo, pasaban íntegros al heredero. En la baja nobleza destacan los hidalgos.
El clero era el otro grupo privilegiado, dividiéndolo en clero secular y regular. La Iglesia también contaba con importantes señoríos. Socialmente se distinguía el alto clero, proveniente de la nobleza, y el bajo clero, más próximo al pueblo.
El estado llano era en su mayoría campesinos que tenían una importante dependencia de los señores, aunque también había algunos sectores de campesinos propietarios. Con el crecimiento de las ciudades tuvieron más importancia los artesanos y los burgueses.
Organización Política de la Corona de Castilla, Corona de Aragón y Reino de Navarra a Finales de la Edad Media
Los reinos presentan una estructura política parecida basada en la monarquía, las Cortes y los municipios, aunque cada reino posee sus propias características.
En Castilla se produce un fortalecimiento de la Monarquía. Para gobernar se sirve de una administración central compuesta por las Cortes (formado por tres brazos, eran convocados por el rey para aprobar subsidios, declaraciones de guerra…), un Consejo Real (carácter consultivo) y la Audiencia o Chancillería Real (órgano supremo de justicia). En la administración local destacan los regidores y corregidores (representantes reales de la monarquía).
La Corona de Aragón era una unión de reinos (Cataluña, Valencia, Baleares y Aragón), en la que cada uno conservaba sus instituciones y sus leyes particulares. La debilidad del poder real se manifestó en el pactismo, por el que se respetaban los fueros y los privilegios de esos reinos (privilegio general, 1283). En la administración central destacan las Cortes (órgano de carácter legislativo), diputaciones (un freno a la autoridad real) y la justicia (en manos del Justicia Mayor). En cada reino el rey tenía un lugarteniente o gobernador (virrey en Mallorca). A nivel local destacan los Concejos o municipios que se convirtieron en instituciones controladas por las oligarquías de las ciudades.
En Navarra el funcionamiento era más parecido al reino de Aragón, donde destaca el rey, las Cortes (velaba por la conservación de los fueros), el Consejo Real (órgano judicial y de asesoramiento real), la Corte Mayor (máximo órgano judicial) y la Cámara de Comptos (encargada de las finanzas reales).
La Guerra de Sucesión Española y los Pactos de Familia
La debilidad del monarca y la falta de un heredero dividió a las élites entre la opción sucesoria austriaca y francesa. La sucesión amenazaba con romper la balanza de poder en Europa. La Guerra de Sucesión (1701-1713) comenzó cuando en 1700 Carlos II murió dejando el trono a Felipe de Borbón, a cambio de renunciar al trono francés. La no renuncia junto a la política agresiva de Luis XIV hizo surgir la Gran Alianza (Austria, Holanda e Inglaterra, Portugal y Saboya) enfrentada al bando franco-español.
También fue una guerra civil. Castilla a favor de Felipe V (monarquía centralista y reformista) y Aragón con Carlos III, (monarquía pactista que respetaba los fueros).
La guerra no se resolvió mediante las armas. En 1711 Carlos llegó al trono imperial, perdiendo a sus aliados al poder volver al imperio de Carlos V. Tras la renuncia al trono francés de Felipe V y de los príncipes franceses al español se firmó la paz de Utrecht que buscaba el equilibrio de poder. Felipe V fue reconocido rey, pero perdió el imperio europeo. Austria recibió Milán, Flandes, Nápoles y Cerdeña, Saboya recibió Sicilia e Inglaterra recibió Gibraltar y Menorca, el asiento de negros y el navío de permiso.
La guerra civil acabó tras la rendición de Barcelona en 1714 y Mallorca en 1715.
Francia se convirtió en aliado de España (Los Pactos de Familia). Los tres pactos que se realizaron buscaron evitar la superioridad británica, pero nunca fueron pactos incondicionales. Cada país veló por sus intereses.