El Franquismo en España (1939-1975)
Entre 1939 y 1975, España vivió bajo el Franquismo, dictadura que comenzó el 1 de abril de 1939 con la victoria del bando nacional en la Guerra Civil y concluyó con la muerte del dictador el 20 de noviembre de 1975. El régimen franquista, de carácter autoritario y personalista, concentró todos los poderes en la figura del general Franco, quien además ostentaba el mando supremo de los ejércitos. Su ideología aglutinaba diferentes sectores sociales conservadores, como el ejército, con su ideal de unidad nacional y visión tradicionalista; la Iglesia Católica, que impuso sus valores más conservadores a través del nacional-catolicismo; y la Falange, partido fascista español, que aportó el nacional-sindicalismo, inspirado en el fascismo italiano.
Evolución Económica
Al finalizar la Guerra Civil, España estaba devastada: la economía se encontraba en ruinas, el hambre asolaba el país y la productividad era escasa. Este escenario provocó un elevado número de bajas humanas y una importante emigración. La autarquía de los años 40, que pretendía la autosuficiencia nacional, fracasó. En la década de 1950 se produjo una apertura internacional, y a finales de la misma, un gobierno tecnócrata, formado por miembros del Opus Dei, tomó las riendas del país. Estos nuevos dirigentes priorizaron la eficacia económica. Las políticas tecnócratas dieron sus frutos en los años 60, modernizando el país y impulsando la industria. Sin embargo, las diferencias regionales se acentuaron en una economía aún dependiente del sector primario. Esto provocó un éxodo rural hacia las zonas industrializadas y una emigración al extranjero, ya que la oferta de empleo en España era insuficiente. En los 60, España se convirtió en un destino turístico para sus vecinos europeos, lo que supuso una importante fuente de ingresos. La crisis del petróleo de 1973 frenó este desarrollo económico.
Evolución Política
La ideología política del régimen franquista evolucionó a lo largo del tiempo, pero no al mismo ritmo que los cambios sociales y económicos. Sus pilares ideológicos –conservadurismo, tradicionalismo, catolicismo y militarismo– se mantuvieron prácticamente inalterables durante los casi 40 años de dictadura. En 1962, la Comunidad Económica Europea (CEE) denegó la entrada de España por su falta de democracia. A finales de los 60, surgieron los primeros indicios de aperturismo con leyes como la de prensa, que eliminó la censura previa, y la de libertad religiosa, que reconocía la igualdad de confesiones. En los últimos años de la dictadura, España devolvió sus últimas colonias. En 1969, Franco nombró al príncipe Juan Carlos su sucesor, tras hacerle jurar fidelidad a su persona y a las leyes fundamentales del régimen. En los 70, el Franquismo se debilitó con la aparición de dos corrientes internas: los inmovilistas, defensores de la esencia del régimen, y los aperturistas, que apoyaban una evolución gradual.
Evolución Social
La sociedad española del Franquismo evolucionó al ritmo del desarrollo económico. La demanda industrial transformó una sociedad rural en urbana, con el consiguiente aumento del sector servicios y de la calidad de vida. En los años 60, se puede hablar de una sociedad de consumo. A pesar de la censura, la televisión abrió una ventana al mundo, y junto con la influencia del turismo, las nuevas generaciones desarrollaron una mentalidad más abierta. Esta mentalidad moderna aspiraba a libertades que trascendían lo económico, anhelando también libertad política. El papel de la mujer en la sociedad, tanto en el ámbito político como en el económico, quedó relegado a un segundo plano.
Fin del Franquismo
La apertura política de las nuevas generaciones y la fragmentación interna del régimen fueron las causas principales del fin del Franquismo tras la muerte del general. Aunque la oposición a la dictadura fue una constante, en los años 60 se intensificó, manifestándose no solo en sectores como el estudiantil y el obrero. En los 70, surgieron escisiones en ámbitos tradicionalmente afines al régimen, como la Iglesia y el ejército. También hay que destacar la existencia de partidos políticos ilegales, cuya oposición se hizo más patente en los últimos años del régimen y que contribuyeron notablemente a la Transición.