Historia de España en el Siglo XIX: Isabel II, Reyes Católicos y Crisis de 1898

Isabel II: Las Regencias y las Guerras Carlistas

Los Grupos Políticos, el Estatuto Real de 1834 y la Constitución de 1837

El reinado de Isabel II comenzó en 1833, pero al ser menor de edad, su madre, María Cristina, asumió la regencia. Su gobierno estuvo marcado por la Primera Guerra Carlista (1833-1840), un conflicto entre los liberales, que apoyaban a Isabel, y los carlistas, que defendían el absolutismo y al infante Carlos. La guerra tuvo tres fases:

  • En la primera, los carlistas, liderados por Zumalacárregui, lograron controlar varias zonas, pero no conquistaron ciudades importantes.
  • En la segunda, intentaron tomar Madrid sin éxito.
  • En la tercera, el general Espartero los derrotó, firmándose en 1839 el Convenio de Vergara, que puso fin al conflicto, reconociendo a Isabel como reina y manteniendo algunos fueros regionales.

La guerra tuvo consecuencias políticas y económicas, consolidando el liberalismo, aumentando la influencia de los militares y forzando reformas como la desamortización de Mendizábal, que permitió al Estado vender tierras de la Iglesia. Durante la regencia de María Cristina (1833-1840), se aprobó el Estatuto Real de 1834, que establecía unas Cortes con poderes limitados, pero la crisis política y económica llevó a una revuelta en 1836 que obligó a restaurar la Constitución de 1812, siendo sustituida en 1837 por otra más moderada, que estableció una monarquía constitucional con Cortes bicamerales y sufragio censitario. En 1840, un conflicto con los progresistas provocó la renuncia de María Cristina y la llegada del general Espartero como nuevo regente (1840-1843), cuyo gobierno autoritario y políticas económicas causaron una revuelta liderada por el general Narváez, que lo obligó a exiliarse. Para evitar otra regencia, las Cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II, quien fue coronada reina con solo trece años en 1843.


Isabel II: El Reinado Efectivo

Los Grupos Políticos y las Constituciones

Durante el reinado de Isabel II (1843-1868), España avanzó hacia el liberalismo, aunque con constantes cambios de gobierno y conflictos políticos. En 1843, el general Narváez derrocó a Espartero y las Cortes proclamaron reina a Isabel II con sólo trece años. Siempre favoreció a los moderados, lo que debilitó su posición con el tiempo. En la Década Moderada (1844-1854), los moderados impusieron la Constitución de 1845, que daba más poder al rey y restringía el voto. Se firmó el Concordato de 1851 con la Iglesia, se centralizó la administración y se creó la Guardia Civil (1844). Sin embargo, la corrupción y el malestar popular provocaron la Vicalvarada (1854), un pronunciamiento militar liderado por O’Donnell, que llevó a la reina a llamar a Espartero, iniciando el Bienio Progresista (1854-1856). Se aprobaron medidas como la Desamortización de Madoz (1855) y la Ley de Ferrocarriles, pero la oposición de la Iglesia y los moderados llevó a su fin. Desde 1856 hasta 1868, los gobiernos de Narváez y O’Donnell controlaron el país con una política conservadora y represión de opositores. En 1866, progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende para derrocar a Isabel II. Finalmente, en 1868 estalló la Revolución Gloriosa, iniciada por Topete, Prim y Serrano. Tras la victoria en Alcolea (Córdoba), Isabel II huyó a Francia, terminando su reinado.


Los Reyes Católicos: Unión Dinástica e Instituciones de Gobierno

La Guerra de Granada

La boda de Isabel y Fernando en 1469 fue clave para la unificación de Castilla y Aragón. Tras la muerte de Enrique IV de Castilla en 1474, comenzó una guerra civil que enfrentó a Isabel con su sobrina Juana, terminando con la victoria de Isabel tras la batalla de Toro y el Tratado de Alcaçovas. En 1475, Fernando heredó la Corona de Aragón y se consolidó la monarquía de los Reyes Católicos, que unificó sus reinos pero mantuvieron gobiernos separados. Su objetivo era lograr unidad religiosa, restaurar el poder monárquico y dominar toda la península. Crearon un Estado autoritario con nuevas instituciones, como el Consejo Real y la Santa Hermandad para mantener el orden. En Aragón, se conservaron los fueros y privilegios tradicionales, mientras que en los dos reinos se estableció el Regio Patronato y la Inquisición. La Guerra de Granada (1481-1492) duró 11 años, y los Reyes Católicos lograron la rendición de Granada, lo que reforzó su poder y completó la unidad religiosa del reino.

Exploración, Conquista y Colonización de América

En 1492, Cristóbal Colón descubrió América buscando una nueva ruta a las Indias. Tras ocupar las Antillas y firmar el Tratado de Tordesillas con Portugal en 1494, los españoles comenzaron la conquista del continente buscando riquezas, como oro y mano de obra. En 1513, Núñez de Balboa descubrió el Pacífico. En 1519, Hernán Cortés lideró la conquista del Imperio Azteca, tomando Tenochtitlán y creando el virreinato de Nueva España en 1535. En 1531, Francisco Pizarro y Almagro capturaron al emperador inca Atahualpa, conquistaron Cuzco y fundaron Lima, creando el virreinato de Perú en 1542. Estos modelos de conquista se siguieron en otras áreas como Chile y Norteamérica. La colonización se basó en sistemas como la encomienda (cesión de indios a los colonos) y la mita (trabajos forzados en las comunidades incas). Las críticas de los misioneros, como Fray Bartolomé de las Casas, llevaron a la abolición de la encomienda y a la protección legal de los indios mediante las Leyes de Burgos (1512) y las Leyes Nuevas (1542). Para administrar las colonias, se crearon instituciones como la Casa de la Contratación (1503) para controlar el comercio y el Consejo de Indias (1523) para supervisar los asuntos de América. En América, se establecieron dos virreinatos (Nueva España y Perú), gobernados por virreyes y divididos en gobernaciones y capitanías generales, con corregidores y audiencias para administrar la justicia.


El Sistema Canovista: La Constitución de 1876 y el Turno de los Partidos

La Oposición al Sistema

El sistema canovista surgió tras el fracaso de la I República y la inestabilidad del Sexenio Revolucionario. Cánovas del Castillo promovió la restauración de la monarquía, con Alfonso XII como rey, y creó un sistema basado en el turno de partidos, donde los partidos Conservador y Liberal se alternaban en el poder. Sin embargo, este sistema no era un verdadero régimen parlamentario, ya que los dos partidos representaban solo los intereses de la burguesía, y las elecciones eran manipuladas mediante fraude y caciquismo. La Constitución de 1876, que se mantuvo hasta 1923, establecía una monarquía parlamentaria con un poder compartido entre el rey y las cortes, aunque el rey tenía un control significativo sobre el ejecutivo. La oposición al sistema se fue fortaleciendo, con el surgimiento de grupos republicanos, carlistas, nacionalistas y movimientos obreros. En el ámbito nacionalista, surgieron el catalanismo y el vasco, con partidos como la Lliga Regionalista y el PNV. En el movimiento obrero, el PSOE y la UGT luchaban por mejorar las condiciones laborales, mientras que el anarquismo también tuvo gran influencia, especialmente a través de la CNT. A finales del siglo XIX, la derrota de España en la Guerra de Cuba (1898) sumió al país en una crisis moral y económica, dando lugar a un movimiento regeneracionista que buscaba recuperar el país en todos los aspectos.

La Evolución de la Población y de las Ciudades

De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

Durante el siglo XIX, España experimentó un crecimiento demográfico lento pero constante, con un aumento de la población de 11 millones en 1800 a 18 millones en 1900. Aunque mejoraron las condiciones en alimentación y medicina, las altas tasas de mortalidad y las crisis agrícolas limitaron el crecimiento. Además, muchas personas emigraron, principalmente a América y Argelia, debido a la falta de recursos y trabajo. Las ciudades crecieron, especialmente en áreas industriales como Cataluña y el País Vasco, aunque el proceso fue más lento que en otros países europeos. El éxodo rural se intensificó, y las ciudades empezaron a expandirse con nuevos barrios y reformas urbanísticas, como los ensanches en Barcelona y Madrid. En cuanto a la estructura social, España pasó de una sociedad estamental a una sociedad de clases, donde el nivel de renta comenzó a ser el principal criterio de división. La nobleza, aunque ya no existía oficialmente, seguía siendo influyente, mientras que la alta burguesía prosperaba gracias al liberalismo político. Sin embargo, la mayoría de la población era trabajadora: la clase obrera industrial creció, pero vivía en condiciones precarias, con largas jornadas laborales y bajos salarios. El campesinado también seguía en situación difícil, y los movimientos obreros y anarquistas ganaron fuerza.


Las Guerras de Cuba, el Conflicto Bélico contra Estados Unidos y la Crisis de 1898

Durante el reinado de Fernando VII (1808-1833), la mayoría de las colonias españolas en América lograron su independencia, dejando a Cuba, Puerto Rico y Filipinas como las últimas colonias españolas. En 1823, Estados Unidos, a través de la doctrina Monroe, mostró su interés en América, declarando que los países del continente deberían ser libres e independientes, mientras que Cuba y Puerto Rico seguían bajo control español. A lo largo del siglo XIX, Cuba tuvo relaciones comerciales más cercanas con Estados Unidos que con España, lo que impulsó un movimiento que pedía más autonomía y liberalización económica. A pesar de intentos de reformas, España no satisfizo las demandas de los independentistas, lo que llevó a la Guerra de Independencia de Cuba en 1868. Tras diez años de conflicto, se firmó la Paz de Zanjón en 1878, pero la situación en la isla seguía tensa y la independencia cubana no se alcanzó. En 1895, tras un nuevo levantamiento encabezado por José Martí, el conflicto se reanudó, con tácticas de guerrilla contra el ejército español. A pesar de la dura represión española, los independentistas continuaron la lucha. En 1898, tras la muerte de Cánovas, el gobierno español intentó conceder autonomía a Cuba, pero la situación empeoró con la oposición de los españoles en la isla. Estados Unidos, interesado en la situación y en proteger sus propios intereses, intervino enviando el barco Maine, que fue destruido misteriosamente. Esto desató una guerra entre España y Estados Unidos.

La guerra fue rápida y decisiva: la flota española fue derrotada en Cuba y Filipinas. Como resultado, España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a ser controlados por Estados Unidos mediante el Tratado de París de 1898.

El conflicto tuvo graves consecuencias: muchas bajas militares y civiles, una economía española afectada al principio pero que se recuperó rápidamente, y un profundo desencanto político que llevó a la aparición de movimientos regeneracionistas que criticaban el sistema político de la Restauración, al que consideraban obsoleto y enfermo.


Las Desamortizaciones

La España Rural del Siglo XIX. Industrialización, Comercio y Comunicaciones

La transición de España de una economía agraria a una industrializada, aunque crucial, fue un proceso lento y desigual. Las desamortizaciones, especialmente las de Mendizábal (1837) y Madoz (1855-1867), intentaron resolver la desigualdad en la distribución de la tierra. Sin embargo, en lugar de beneficiar a los campesinos, consolidaron una oligarquía agraria que mantuvo el control político y económico, sin transformar profundamente la estructura rural. La industrialización en España fue tardía y limitada, destacándose en regiones como Cataluña, donde la industria textil experimentó un desarrollo notable. Sin embargo, el país estuvo rezagado en comparación con otras naciones europeas, debido a la falta de una burguesía emprendedora y a la dependencia del capital extranjero. Estos factores contribuyeron a un crecimiento industrial débil y disperso. El ferrocarril, que comenzó a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XIX, fue un avance importante para la integración del mercado nacional. A pesar de sus limitaciones, permitió el intercambio de ideas, mercancías y facilitó la circulación dentro del país. No obstante, las dificultades económicas del país se reflejaron en una balanza comercial deficitaria y en una política proteccionista que buscaba proteger las incipientes industrias locales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *