Génesis de la Iglesia Medieval
La periodización de la historia de la Iglesia presenta las mismas dificultades que la periodización de la Edad Media. Abarcaría, grosso modo:
- Época en la que aparecen los apóstoles (siglo I)
- Época de persecución (siglos II-III)
- Época de libertad de culto (siglo IV): Edicto de Milán (313) con Constantino.
Aunque fue con el Edicto de Tesalónica (380), con el emperador Teodosio, cuando la Iglesia se hizo oficial, apareciendo una alianza entre Iglesia y poder. La desaparición del Imperio de Occidente en el 476, hace que la Iglesia no solo sobreviva, sino que se adapte a la nueva situación ejerciendo de auténtica fuerza en un Occidente totalmente fragmentado mediante la labor de captación sobre los pueblos germánicos, la cristianización de los bárbaros. Sin embargo, a pesar del gran fortalecimiento que experimenta, la Iglesia tuvo que hacer frente a graves problemas internos: el paganismo y las herejías.
Primeras Disidencias Heterodoxas
Durante los siglos IV y V se produce una expansión fulgurante de la Iglesia, aunque con una débil cohesión, sin una estructura definida, y con un papado novel y débil. Por ello, aparecen dos núcleos eclesiásticos diferentes y distantes: uno en Oriente (Bizancio) y otro en Occidente (Roma). Con ellos aparecen las diferentes disidencias religiosas, las herejías.
Oriente:
- Gnosticismo: Doctrina filosófica y religiosa que mezcla creencias cristianas con judaicas y orientales. Floreció sobre todo en Alejandría en el siglo II.
- Maniqueísmo: Fundada por Mani en el siglo III. No creía en el libre albedrío y rechazaba el Antiguo Testamento y parte del Nuevo.
- Arrianismo: Definido por Arrio (presbítero de Alejandría) en el siglo IV. Condenada por Constantino en el Concilio de Nicea (325). Tuvo mucha fuerza en la sociedad de los pueblos germánicos.
Occidente:
- Donatismo: Surgió en Cartago con el obispo Donato durante los siglos IV y V, como reacción frente a los sacerdotes que se habían doblegado a los edictos de Diocleciano, considerados traidores. Era una iglesia paralela, extremadamente rígida, un cristianismo extremista.
- Priscilianismo: Herejía típicamente hispana en los siglos IV y VI. Fueron condenados en el Concilio de Zaragoza (380). Prisciliano fue condenado a muerte y honrado, junto a sus discípulos, como mártires en Galicia.
- Pelagianismo: Pelagio, monje bretón, pensaba que el hombre se bastaba por sí mismo para evitar el pecado y colocarse en el camino de la salvación. Tuvo aceptación como un tipo de vida monástico, pero Pelagio empezó a tener diferencias con San Agustín (uno de los padres de la Iglesia) y en el Concilio de Cartago (411) fue condenado. El pelagianismo se mantuvo firme en amplios sectores de la sociedad bretona.
- Adopcionismo: Defendida por Elipando (metropolitano de Toledo) en el siglo VIII, surge en los reinos hispanos. Doctrina según la cual Jesús era un ser humano, elevado a categoría divina por designio de Dios al ser adoptado por él. Esta doctrina fue apoyada por el obispo de Urgel, Félix. Pero fue el Beato de Liébana quien acabó con ella.
Organización Institucional
La Iglesia asumió las estructuras romanas para plasmar un aparato jerárquico.
El Pontificado
La cabeza institucional de la Iglesia era el Pontificado. El problema era dónde ubicar la sede. Se fundamentan entonces en el hecho de que los obispos de Roma son sucesores del apóstol San Pedro. León I (440-461), el último papa del mundo antiguo, fue el primero en desarrollar la teoría del primado de Roma y Gregorio I, el Grande (590-604), se convierte en el primer papa de la Edad Media y hará de Roma lo que en el futuro serán considerados como los Estados Pontificios. Con él se logró la consolidación del papado y la unificación litúrgica (todos rezaban lo mismo).
A lo largo del siglo VII el papado se siguió robusteciendo, pero a comienzos del siglo VIII, hubo una crisis doctrinal con los bizantinos y los lombardos pretendían, estos últimos, intervenir en las elecciones pontificias. Como agradecimiento, Pipino el Breve donó a Esteban II (752-757), sucesor de Zacarías, el Exarcado y Pentápolis (zonas bizantinas) que, unidos al Ducado de Roma, suponen el germen del Estado Pontificio. Todo ello, confirmado más tarde por Carlomagno, cuando añade los territorios de Ferrara y Bolonia que tenían los lombardos.
Obispos y Presbíteros
El gobierno de la Iglesia se basó en tres grupos: obispos, presbíteros y diáconos. Los obispos (vigilantes) serán quienes den a las iglesias un sentido de gobierno monárquico. Los presbíteros (sacerdotes) eran auxiliares de los obispos y desempeñaban muchas de sus funciones. Hasta los primeros tiempos del medievo, el diaconado sería también desempeñado por mujeres.
El candidato a obispo debía ser varón, bautizado, presbítero y contar al menos con 30 años de edad. Eran como si procediesen del estamento nobiliario. Por lo que en la elección del obispo intervenían el clero y los laicos más influyentes.
El obispo está a la cabeza de la diócesis (territorio sobre el que ejerce jurisdicción). El papa le hacía entrega de este territorio para que lo gobernase en cooperación con los presbíteros. Cada diócesis tenía su catedral o iglesia principal. El primado o primacía era un título honorífico que se le concedía a determinadas archidiócesis (diócesis con rango superior) por ser muy antigua o tener relevancia histórica.
Concilios
Los concilios son asambleas de diferentes obispos con la posible asistencia de ciertos presbíteros e, incluso, laicos, donde se tratan asuntos importantes. Los concilios ecuménicos son cuando se reúnen todos los obispos conjuntamente con el papa. Los concilios nacionales estarían en un nivel inferior y, por último, los concilios provinciales en el que intervienen los obispos y determinados clérigos de una provincia eclesiástica y tiene que ser convocado por el metropolitano que lo preside.
Sínodos Diocesanos
Reuniones convocadas y presididas por el obispo con el objetivo de examinar el estado de la diócesis, así como debatir y aprobar resoluciones para su buena marcha. Los posibles defectos se corrigen mediante la promulgación de los correspondientes estatutos sinodales.
Evangelización de Europa: Monjes y Misioneros
Son muchas las explicaciones dadas sobre el origen del monacato: seguir el camino de la perfección, desvinculación del mundo terrenal, la ascesis o el logro de la virtud… En el siglo III aparece en la sociedad cristiana en diversas modalidades: la individual, como anacoretas o eremitas, que vivían en la absoluta soledad, dedicados a la oración, al trabajo y a la penitencia, o en comunidad, como los cenobitas o los monjes que se regían por una mezcla de disposiciones procedentes de reglas diversas reunidas en un códice del abad (Codex Regularum).
El Monacato Céltico
Irlanda fue el primer territorio más allá del Imperio Romano que se convirtió al cristianismo mediante misioneros. San Columbano el Viejo organizó el monacato de Escocia y San Columbano el Joven el de la Galia.
El Monacato Romano
Fue uno de los de mayor trascendencia y su mayor representante fue San Benito de Nursia (siglo VI), fundador de las primeras comunidades benedictinas, entre las que destaca el monasterio de Monte Cassino. Su comunidad estaba formada por monjes y oblatos (seglar que asistía como sirviente o ayudante). Su legado tardó en imponerse, pero el benedictismo se convertiría en el más importante punto de referencia de todas las formas monásticas del Occidente medieval.
El Monacato Hispano
La forma de vida monacal también llegó a España, a través de África y de Roma. Con la llegada de los musulmanes (711), el monacato cristiano sobrevivió con los mozárabes, como los de Córdoba y Toledo.
La Iglesia como Heredera de la Cultura Clásica
Derrotado el paganismo cultural en los primeros años del siglo V, los eclesiásticos se convertirán en los auténticos intelectuales del momento, aunque la Iglesia actuó más bien como receptora y transmisora; rara vez su labor se basó en lo creativo, se basó fundamentalmente en la recopilación y síntesis.
En Italia, Severino Boecio (480-525), en cuya obra define conceptos como eternidad, beatitud o persona (consolidación de la filosofía). El papa Gregorio el Magno fue un escritor prolífico y su obra está dirigida tanto al pueblo cristiano como al clero.
En la Galia destaca el obispo galorromano Gregorio de Tours con su “Historia Francorum”, en deficiente latín de mediados del siglo VI.
En la Inglaterra anglosajona, aparece Beda el Venerable (672-735), donde se funden las tradiciones irlandesas y romanas. Escribió cerca de 40 libros sobre gramática, cómputo y cronología, así como temas históricos, científicos y exegéticos. La herencia de Beda fue seguida por su discípulo Egberto, obispo de York.
En África y la España visigoda surgen San Agustín y San Isidoro de Sevilla. Fue nombrado obispo de Hipona (386), donde estableció una casa-monasterio. De África también procedía Marciano Capella, que popularizó la división de las artes liberales en Trivium (gramática, retórica y dialéctica) y Quadrivium (aritmética, astronomía y música).
San Isidoro de Sevilla (560-636), cuyo hermano, San Leandro (540-600), cuidó cuando quedó huérfano y posteriormente sustituyó en la sede de Sevilla. Su obra…