El Proceso de Hominización en la Península Ibérica: Nuevos Hallazgos
El proceso de hominización, es decir, la evolución de las especies que dio lugar al ser humano, se inició en África hace 5 millones de años. El Homo ergaster salió de este continente hace 1 millón y medio de años, dando lugar al Homo erectus en Asia y, en Europa, al Homo antecessor, cuyos restos más antiguos se han encontrado en la Gran Dolina, en Atapuerca (Burgos). Estos individuos, altos y fuertes, formaban grupos de cazadores-depredadores. En Atapuerca, en la Sima de los Huesos, se han encontrado restos de hace 300 000 años de la especie denominada Homo heidelbergensis. Las últimas investigaciones llevan a pensar que, a partir de esta, surgiría el Homo neanderthalensis, más robusto y con una mayor capacidad craneal. Cazaban grandes mamíferos y es probable que tuvieran creencias espirituales. Esta especie sería reemplazada por el Homo sapiens sapiens (Cromagnon), cuya presencia en la Península Ibérica data de hace unos 40 000 años. Según las últimas investigaciones, esta especie llegaría de África.
Pueblos Prerromanos. Colonizaciones Históricas: Fenicios, Griegos y Cartagineses
Los fenicios y griegos llegaron a la Península Ibérica atraídos por su riqueza, sobre todo en metales, fundando colonias con la intención de comerciar, especialmente con Tartesos. Los fenicios establecieron enclaves comerciales por el sur del Mediterráneo, siendo Gadir (Cádiz) la colonia más antigua (hacia el 800 a. C.). Siguieron otras como Malaka, Sexi o Abdera. La fundación de Massalia (Marsella) constituyó el punto de partida para establecer colonias griegas en la costa este de la península, como Rhode (Rosas), Emporion (Ampurias), fundada hacia el 600 a. C., o Hemeroskopeion (Denia). La influencia griega sobre las tribus iberas es patente en el arte y en la lengua de estos pueblos. A partir del siglo IV a. C., Cartago comenzó a controlar el comercio mediterráneo, sustituyendo a los fenicios e instalando factorías y enclaves estratégicos, destacando la colonia de Ebusus (Ibiza). Aunque dejaron su influencia en la cultura ibérica, su política de colonización era hostil, con la ocupación militar del sur y sudeste de la península, lo que condujo al enfrentamiento con Roma.
La Crisis del Siglo XI. Reinos de Taifas e Imperios Norteafricanos
En el año 1031, una rebelión depuso al último califa, Hisham III, y Al-Ándalus se fragmentó en numerosos reinos de taifas (en árabe, facción o bandería), que se fueron reduciendo, sobre todo por la incorporación de los más pequeños a otros mayores. Seguían siendo territorios prósperos económicamente y, en algunos casos, tuvieron gran importancia cultural, pero su supervivencia dependía, con frecuencia, del pago de parias o tributos. A finales del siglo XI, ante el avance de los reinos cristianos, que en 1085 conquistan Toledo, reclamaron el apoyo de los almorávides, musulmanes ultraortodoxos que habían formado un gran imperio en el norte de África. Los almorávides fueron derrotados en Al-Ándalus, su imperio africano desapareció y un nuevo imperio, el almohade, surgió y los derrotó en África. El dominio almohade de la península se inició en 1147 con la ocupación de Sevilla, pero no terminó hasta 1172. Lograda la unificación de Al-Ándalus, los almohades aumentaron su ataque contra los reinos cristianos (batalla de Alarcos). La gravedad de la situación obligó a los reyes cristianos a relegar sus diferencias internas para hacer un frente común contra los almohades.
Los Reyes Católicos y la Unión Dinástica: Integración de las Coronas de Castilla y de Aragón
Tras la muerte de Enrique IV en 1474, se desencadenó una guerra sucesoria en Castilla entre Isabel, casada con Fernando, hijo del rey de Aragón, y su hermana Juana, hija de Enrique. La victoria de los Reyes Católicos tras la batalla de Toro en 1476 convirtió a Isabel en reina de Castilla. Fernando sucedió a su padre, Juan II, como rey de Aragón en 1479. De este modo quedaron unidas las dos grandes Coronas peninsulares. Más tarde, la guerra de Granada supondría la incorporación del reino nazarí a Castilla y, en 1515, Fernando anexionaría Navarra, ocupada militarmente en 1512, a Castilla. Aunque Fernando e Isabel decidieron gobernar conjuntamente en todos sus territorios, según lo establecido en la Concordia de Segovia, la unión de Castilla y Aragón fue meramente dinástica, ya que cada reino conservó sus propias leyes e instituciones. La unión entre Aragón y Castilla fue fruto de la aportación al matrimonio de los dos cónyuges, sin que ninguno de ellos pretendiera dar un paso hacia la integración política de sus territorios. Las diferencias entre la Corona de Aragón y la de Castilla eran notables. Castilla superaba a Aragón en extensión, riqueza económica y población. Además, Castilla tenía unas Cortes, una moneda y unas instituciones comunes, y no tenía aduanas interiores, mientras que Aragón estaba formado por tres reinos con instituciones propias. A la muerte de Isabel (1504), Castilla quedó bajo el gobierno de su hija Juana y Fernando pasó a ser exclusivamente rey de Aragón, pero la muerte de Felipe de Austria, marido de Juana, y la pérdida de la razón de esta, convirtió a Fernando en regente de Castilla. Finalmente, ambas coronas recayeron en un mismo heredero: Carlos, nieto de los Reyes Católicos e hijo mayor de Juana.
El Descubrimiento de América
El descubrimiento y la conquista de América fue una empresa castellana dirigida a la búsqueda de una ruta alternativa a las Indias Orientales. Cristóbal Colón, probablemente un aventurero y marino genovés, pretendía llegar a las Indias por el oeste, apoyándose en la idea de la esfericidad de la Tierra. Hasta que no finalizó la toma de Granada, los Reyes Católicos no aceptaron la propuesta de Colón, que firmó un acuerdo con ellos: las Capitulaciones de Santa Fe. Según estas, obtendría los títulos de almirante, virrey y gobernador de las tierras descubiertas y se beneficiaría de la décima parte de las riquezas obtenidas. Colón partió del Puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 y el 12 de octubre llegó a las Antillas, a la isla de San Salvador. Después descubrió Cuba y La Española, y regresó a la península. Colón realizó tres viajes más entre 1493 y 1504. Parece que murió con la convicción de que había llegado cerca de las costas occidentales de Asia. Pero otros navegantes que emprendieron los llamados viajes menores exploraron las costas de América del Sur, como el florentino Américo Vespucio, que afirmó que no pertenecían a Asia. Un cartógrafo alemán asignó al continente el nombre de América en 1507. Tras el primer viaje de Colón, se reconocieron los derechos de la monarquía castellana sobre las tierras descubiertas y sobre las que se pudieran descubrir más allá de una línea imaginaria a cien leguas al oeste de las islas Azores y de Cabo Verde, según el arbitraje papal de Alejandro VI y por el Tratado de Alcaçovas entre Castilla y Portugal. Pero los portugueses, ante los nuevos acontecimientos, no estaban satisfechos y los Reyes Católicos, interesados en mantener buenas relaciones con el reino vecino, propiciaron un nuevo acuerdo mediante la firma del Tratado de Tordesillas, que desplazó la línea divisoria a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, lo que permitió a Portugal la ocupación de Brasil. A partir de entonces se procedió a la exploración y colonización sistemática del continente. Durante el reinado de Carlos I se procedió a la exploración y colonización del continente americano. La conquista se realizó mediante expediciones particulares en las que los conquistadores firmaban capitulaciones con la Corona, en las que se fijaban los objetivos y el reparto del botín.
La Crisis de 1640
En el siglo XVII, debido a la política imperialista del siglo anterior, España, y sobre todo Castilla, sufre una profunda depresión económica y un notable descenso demográfico, al que se suma el desprestigio de los monarcas, que delegan su poder en manos de validos. El reinado de Felipe IV se desenvolvió en un escenario internacional de guerra permanente (Guerra de los Treinta Años), que dejó arruinado al país y lo llevó a un estado de revueltas internas. Para afrontar la situación, el Conde Duque de Olivares puso en marcha una serie de reformas para aumentar los recursos de la monarquía, como la Unión de Armas, un ejército común financiado por los diferentes reinos. Además, se intentó implantar como sistema de organización política el modelo castellano en todos los territorios. La propuesta provocó el rechazo general, produciéndose importantes enfrentamientos.