La Península Itálica y su Unificación
La península itálica estaba dividida en diversos estados, algunos de ellos bajo dominación extranjera. El proceso de unificación fue liderado por el Reino de Piamonte: Víctor Manuel, Cavour y Garibaldi.
Fases de la Unificación
- 1859: Cavour logró que Francia apoyara las demandas italianas frente a los austriacos a cambio de que Piamonte le cediera Saboya y Niza.
- 1860: El sur de Italia se vinculó a Piamonte tras la expedición de los camisas rojas de Garibaldi, que se apoderaron de Nápoles.
- 1866: Piamonte apoyó a Prusia en su guerra contra Austria y, a cambio, se anexó Venecia.
- 1870: Los de Piamonte se aprovecharon de la retirada de los franceses por la guerra franco-prusiana para ocupar Roma.
La Guerra de la Independencia Española
Cuando estalló la Revolución Francesa y Luis XVI fue ejecutado, España, como otras monarquías, declaró la guerra a Francia. Sin embargo, fue derrotada y tuvo que firmar los Tratados de San Ildefonso, que la convirtieron en aliada de Francia.
En 1805, la alianza anglo-portuguesa se vio reforzada tras derrotar a España en Trafalgar. Napoleón deseaba Portugal para debilitar a los británicos y firmó con Godoy el Tratado de Fontainebleau, que permitía a las tropas francesas atravesar España para ocupar Portugal, pero el ejército francés lo aprovechó y también quería a España.
Napoleón aprovechó los problemas de la familia real para poder abdicar en su hermano José Bonaparte. El secuestro de la familia real en Bayona desencadenó en Madrid la revuelta popular del 2 de mayo de 1808, seguida por el levantamiento en otros lugares. Comenzó así la guerra de la independencia, en la que la población se dividió en afrancesados y fernandinos.
Las Cortes de Cádiz
Tuvo consecuencias políticas. La ausencia de la familia real dejó en España un vacío de poder en las zonas sublevadas, donde se crearon juntas para organizar la lucha. En 1810, la junta convocó cortes constituyentes y se celebraron en Cádiz. La obra legislativa de las Cortes de Cádiz sentó las bases de España contemporánea, elaborando la Constitución de 1812, que aprobó muchas reformas que pusieron fin al antiguo régimen.
La Constitución de Cádiz se aprobó el 19 de marzo de 1812: reconocía la soberanía nacional, es decir, que el poder reside en la nación y lo ejercen los representantes. También establecía una monarquía moderada hereditaria en la que el rey decía las leyes, y por último, la religión católica como la única de la nación española. También en la constitución se reconocieron importantes derechos, como la igualdad ante la ley.
La Revolución Industrial en España
En el siglo XX, España seguía siendo un país mentalmente agrario. La desamortización de las tierras consistía en la incautación, por el estado, de tierras amortizadas que no se podían ni comprar ni vender, ya que estaban vinculadas a la iglesia. Con la desamortización, muchos burgueses compraron tierras, y la mayoría de los campesinos no pudieron adquirir tierras y siguieron siendo jornaleros que apenas podían vivir.
Fernando VII y la Restauración Absolutista
Fernando VII regresó a España en marzo de 1814. A su llegada, un grupo de diputados absolutistas le entregó el Manifiesto de los Persas. El monarca decretó la abolición de la Constitución de 1812 y de toda la legislación salida de las Cortes de Cádiz, y comenzó a gobernar como un rey absoluto. Los liberales fueron perseguidos y encarcelados, y muchos de ellos se marcharon al exilio. Apoyados por una parte del ejército, trataron de restaurar el liberalismo mediante pronunciamientos o sublevaciones.
En 1820, triunfó el pronunciamiento liberal dirigido por el coronel Riego, quien proclamó la Constitución de 1812. El rey tuvo que jurar la constitución, liberar a los liberales encarcelados y convocar las cortes. Había dos grupos: los moderados y los exaltados.
Isabel II y la Desamortización
Isabel II forzó a la regente a buscar apoyo de los liberales, divididos en dos grupos. María Cristina se alió con los moderados, pero las protestas populares y el motín de la Granja llevaron a la dimisión del ministro en 1836. En 1840, asumió la regencia el general Espartero. La regencia acabó tras la sublevación de 1843, liderada por el general moderado Narváez. Isabel II fue proclamada reina con solo 13 años.
El general Narváez presidió varios gobiernos. En 1845, se promulgó una constitución que establecía la soberanía compartida por el rey y las cortes, elegidas por un sufragio muy restringido. El estado de gobierno controlaba las provincias a través de los diputados provinciales y los gobernadores civiles, y nombraba directamente a los alcaldes de las ciudades. La política condujo a la radicalización de los progresistas y a la escisión de los demócratas, que defendían el sufragio universal masculino, y de los republicanos, que deseaban la proclamación de la república.