Ilustración, Revolución Industrial y Sociedad de Clases: Transformaciones en Europa

La Ilustración y el Liberalismo

La Ilustración fue un movimiento intelectual que se desarrolló en Europa, especialmente en Francia, en el siglo XVIII. Los filósofos ilustrados sostenían que la razón era el único medio para entender y explicar el mundo. Defendían la libertad de conciencia y pensamiento, y rechazaban la superioridad de cualquier religión sobre las demás. Afirmaban que las relaciones sociales deben basarse en la tolerancia entre los hombres y sus ideas, y que los seres humanos nacen para ser felices.

Propusieron un nuevo modelo de organización política y social basado en los principios de libertad e igualdad. Los filósofos ilustrados criticaron el absolutismo y configuraron la base de una nueva doctrina política que conocemos con el nombre de liberalismo. Así, Montesquieu propugnó la división de poderes; Rousseau defendió la necesidad de un contrato social entre gobernados y gobernantes; y Voltaire se proclamó defensor de la libertad de conciencia.

Los ilustrados también se opusieron a la sociedad estamental, defendieron la movilidad social, la igualdad de origen y el mérito, y la valía según la inteligencia y el esfuerzo de cada uno. En el terreno económico, surgieron los fisiócratas, que se opusieron al mercantilismo y sentaron las bases del liberalismo económico. Defendían que la principal fuente de riqueza de un país es la agricultura, y no la acumulación de metales preciosos.

El Despotismo Ilustrado

La influencia del pensamiento ilustrado alcanzó las cortes europeas. Algunos soberanos llevaron a cabo experiencias reformistas que pretendían unir la autoridad real con las ideas de progreso de la Ilustración. Los resúmenes de la actuación de estos monarcas son la racionalización de la administración, el fomento de la educación y la búsqueda de la modernización económica.

Estas experiencias tuvieron un alcance muy limitado: no se podían impulsar reformas económicas y a la vez mantener intacta la sociedad estamental y el poder absoluto. Las contradicciones del despotismo ilustrado abrieron camino a las revoluciones que pondrían fin al Antiguo Régimen.

La Revolución Industrial y la Mecanización

Las nuevas fuentes de energía impulsaron la mecanización del proceso productivo a partir de la utilización de nuevas máquinas que podían trabajar día y noche. La nueva maquinaria se aplicó en la agricultura, la industria y los medios de transporte. El incremento de la productividad hizo disminuir los costes de producción y el precio de venta.

La mecanización estimuló la implantación del sistema fabril, una nueva manera de organizar la producción y el trabajo. El elemento central de este modelo era la fábrica, que reunía el capital y el trabajo. El primer sector en mecanizar la producción fue la industria textil algodonera. El algodón es una fibra vegetal propia de climas subtropicales que los ingleses difundieron por Europa a finales del siglo XVII.

El desarrollo de la hilatura estimuló el tejido, y en 1786 se inventó el primer telar mecánico movido por la fuerza del vapor. La industria del hierro, necesaria para la maquinaria y la construcción de puentes, estimuló la industria siderúrgica. Continuas innovaciones, como la pudelación y el laminado, perfeccionaron el proceso industrial. El desarrollo de la siderurgia proporcionó a la metalurgia, dedicada a fabricar las máquinas para las actividades industriales.

La Expansión de la Industrialización

La máquina de vapor y la industria siderúrgica necesitaban grandes cantidades de hierro y carbón, lo que estimuló la extracción de ambos minerales. La minería y la siderurgia generaron los característicos «países negros». A principios del siglo XIX, las transformaciones económicas comenzaron en Francia y Bélgica, donde la industrialización se sustentó en la explotación de los ricos yacimientos de carbón. En España, el crecimiento industrial fue más tardío y, en muchos casos, incompleto. En la Europa oriental, solo en zonas muy localizadas de los imperios austrohúngaro y ruso se desarrolló una industria similar a la europea. En el resto del mundo, tan solo en Estados Unidos y Japón se desarrolló una industria semejante a la europea.

Arte y Sociedad en el Siglo XIX

La Libertad Guiando al Pueblo (Delacroix)

El lienzo La Libertad guiando al pueblo simboliza la Revolución de 1830 del día 28 de julio, una escena en la que el pueblo de París se levanta en armas contra el rey Carlos X de Francia. Este último había suprimido el parlamento por decreto y tenía la intención de restringir la libertad de prensa. Los disturbios se convirtieron en un levantamiento que desembocó en una revuelta de ciudadanos franceses. No existió un cabecilla único; el interés por la revuelta fue de clase, en la medida en que la burguesía se veía beneficiada del movimiento. Sin embargo, Delacroix representa a la Libertad como guía que conduce al pueblo. Luis Felipe I de Francia fue depuesto en 1848 y pocos meses después Luis Napoleón Bonaparte, futuro Napoleón III, fue escogido presidente de la Segunda República Francesa.

El Realismo y la Crítica Social (Courbet)

En 1852, especialmente durante la Revolución Industrial, los impulsos espirituales de los románticos se quedaron obsoletos ante el rápido desarrollo de las técnicas de producción y el surgimiento de una nueva sociedad. Se formaron, entonces, dos clases sociales paralelas con aspiraciones contrarias. Gustave Courbet, con su obra Los picapedreros, contempló la dureza del trabajo de estos dos hombres, transmitiendo con su pintura una fuerte carga social. Las figuras ocultan sus rostros, concentrándose en su labor; visten ropas raídas.

La Sociedad Urbana e Industrial

La difusión de la industrialización obligó a los trabajadores a trasladarse a las ciudades y a vivir en torno a la fábrica. Así crecieron las ciudades y se consolidó una sociedad urbana. Los nuevos trabajadores industriales procedían, en su mayoría, de las áreas rurales circundantes. El crecimiento urbano afectó también al resto de Europa.

La Segregación Urbana

El rápido crecimiento de las ciudades originó una fuerte segregación social por barrios: la burguesía abandonó el casco antiguo y, para albergar las nuevas y confortables viviendas burguesas, se derribaron las murallas de muchas ciudades a fin de construir grandes avenidas, y se planificaron barrios residenciales dotados de servicios públicos. Los trabajadores se establecieron en barrios obreros que crecieron sin planificación cerca de las fábricas y carecían de infraestructuras. Los edificios albergaban viviendas pequeñas, sin agua corriente, que a menudo acogían a más de una familia.

La Nueva Sociedad de Clases

La industrialización comportó una nueva sociedad de clases configurada alrededor de la burguesía y el proletariado industrial. En la antigua sociedad estamental, la posición social venía determinada por la herencia, y los estamentos eran grupos cerrados. En la nueva sociedad industrial, la propiedad definía la pertenencia a una determinada clase: quienes poseían capitales y bienes configuraban la burguesía, que se convirtió en una nueva élite social gracias a su estatus y a su creciente influencia. La burguesía organizó la sociedad en función de unos valores basados en la exaltación de la propiedad privada, el trabajo, el ahorro y el individualismo.

  • Proletariado: Los obreros de las fábricas constituían la fuerza de trabajo necesaria para mover las máquinas y producir los bienes. No poseían bienes ni capital; vendían su trabajo a cambio de un salario. Sus condiciones laborales eran precarias, sus sueldos bajos y sus jornadas de trabajo muy prolongadas.
  • Clase media: A medida que avanzaba el siglo XIX, se fue configurando una clase media caracterizada por no poseer grandes capitales ni propiedades. Pertenecían a ella pequeños comerciantes, entre otros.

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