Las empresas de gran envergadura tenían interés en asegurar esas ventajas, y eso fue lo que desencadenó la ola de desregulación que barrió Estados Unidos en los años 70 y se extendió por el mundo bajo el pretexto de “liberalización” de la economía.
Los grandes bancos internacionales debían poder disponer totalmente de las telecomunicaciones: una gran parte de ellos está enfrentada por los mercados mundiales (un 5% de los gastos del funcionamiento de un banco representa los gastos de comunicación).
“La nueva norma de la información”: el dinero y las ideas atraviesan las fronteras de una manera y con una rapidez jamás vistas.
La cultura, la soberanía política y financiera están en peligro.
Consolidación y concentración en la cultura y la industria de la información.
El inglés: la lengua de los medios y del comercio mundial.
Los Inversores, Árbitros de la Belleza
El capitalismo ha ganado: la cultura occidental domina la escena mundial, incluso en Rusia, dictando lo que debe producirse y venderse.
Las publicidades de Coca-Cola, Pepsi y Disney aparecen en la URSS desde 1989.
La televisión forma parte de la gran batalla cultural. La industria de los medios está compuesta por un número limitado de gigantes mundiales (ejemplos: Rupert Murdoch, 20th Century Fox, etc.).
Empresas que no pertenecen a la industria de los medios se sirven de las imágenes con fines comerciales (la película de Walt Disney Who Framed Roger Rabbit? promociona así los Big Mac’s y Coca-Cola).
Esfuerzos Frenéticos de los Anunciantes
La producción es internacional; ya no existe ningún Estado-Nación lo suficientemente poderoso para imponer su voluntad en cuanto a los asuntos culturales.
De momento, el poder cultural pertenece sobre todo a Estados Unidos. En realidad, es transnacional, ya que encuentra apoyos en cada uno de los países donde ha puesto su pie.
Los gigantes transnacionales, los grupos comerciales, inundan al público con el siguiente mensaje: el consumo es la expresión más característica de la democracia.
Los anuncios publicitarios se insertan en los programas y series de televisión, en los partidos de fútbol. El destinatario de estos mensajes a veces queda sin darse cuenta.
Se ha creado una infraestructura de transmisiones comerciales, no solo en Estados Unidos, sino también en Europa. Ejemplos: Silvio Berlusconi y su poder en los medios de comunicación en Italia, las publicidades que entran en la BBC, la privatización de cadenas en Francia.
Impregnación de Ideologías Comerciales
Las nuevas técnicas destinadas a atraer a los espectadores: el shock, las terribles aventuras, lo repugnante, lo sórdido…
“La televisión de pacotilla”: las antiguas cadenas difusoras de noticias y documentales son aburridas.
Los grandes grupos intervienen en el terreno artístico, patrocinando exposiciones, conciertos, etc., y pagando mucho dinero para que envíen sus mensajes publicitarios.
La política, que tampoco se escapa del poder de la publicidad en la televisión, se convierte en un espectáculo.
Los parques de atracciones como Disneyland y otros equivalentes impregnan las ideologías comerciales.
Los centros comerciales = el paraíso consumista. Allí se desarrollan todo tipo de actividades, menos políticas. La americanización es un asunto de todo el mundo, y la gente no tiene gran defensa.
Claudicaciones Europeas
La directiva sobre “Televisión sin Fronteras” se desdice en 1991 de una cuota del 60% de programas europeos que mantenía anteriormente.
En cuanto a la televisión, Estados Unidos realiza el 80% de las exportaciones mundiales, y Europa realiza casi la mitad de las compras mundiales.
El 60% de las películas distribuidas en la Comunidad Europea provienen de Estados Unidos.
El mercado europeo se caracteriza por un debilitamiento de los temas culturales.
En el norte de Europa, la invasión de programas norteamericanos es mejor contenida.
Los grandes grupos se instalan en los países europeos, y así se asegura el aumento de las compras masivas de productos norteamericanos.
Para poder exportar, los europeos deberán fabricar ellos mismos series semejantes a las de Estados Unidos.
Se liquidan las identidades culturales y lingüísticas.
La Comisión “Peacock” (1986): el mercado audiovisual “no percibe pago directo por parte de los consumidores”.
Las emisiones de todos los Estados miembro pueden ser captadas y transmitidas en los otros Estados miembro, lo que supondrá una desregulación más avanzada en uno de los países.
El Consejo de Europa adoptó en 1988 una formulación directamente explicativa del “compromiso de Bruselas”, en la que se preveía la multiplicación de los cortes publicitarios durante las películas emitidas en Gran Bretaña.
El debate sobre la hegemonía norteamericana tiene que supeditarse a las prioridades de las políticas nacionales. Cada Estado debe tener libertad en cuanto a las emisiones producidas y difundidas en el propio país.
Entonces, Estados Unidos amenazó a Europa con tomar represalias económicas.