Juan Manuel de Rosas: Auge y Caída del Caudillo Argentino

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Juan Manuel de Rosas

(1793 – 1877)

Autor: Felipe Pigna

Inicios y Ascenso al Poder

Juan Manuel de Rosas, el Restaurador de las Leyes, estanciero poderoso y uno de los gobernadores más influyentes de Buenos Aires, nació el 30 de marzo de 1793. Inicialmente enfocado en las tareas rurales, tras su matrimonio, devolvió campos a sus padres y formó su propia empresa.

Su experiencia como estanciero le brindó un profundo conocimiento de la vida y costumbres de los peones, lo que le permitió ganar su confianza e influencia: «Me propuse adquirir esa influencia a toda costa; para ello fue preciso hacerme gaucho como ellos, protegerlos, hacerme su apoderado, cuidar de sus intereses, en fin no ahorrar trabajo ni medios para adquirir más su confianza.«

Tras la caída del Directorio en 1820, Rosas se involucró activamente en la política bonaerense, apoyando la candidatura de Martín Rodríguez y participando en el Pacto de Benegas. Posteriormente, tras el pacto de Cañuelas con Lavalle, fue nombrado gobernador interino Viamonte y finalmente, el 8 de diciembre de 1829, la sala de representantes lo proclamó gobernador de Buenos Aires, otorgándole facultades extraordinarias y el título de Restaurador de las Leyes.

Primer Gobierno y Pacto Federal

Rosas implementó una administración ordenada, reduciendo gastos, aumentando impuestos y restableciendo relaciones con la Santa Sede. Su poder se basaba en el apoyo popular y el respaldo de los terratenientes, quienes veían en él la única figura capaz de controlar las demandas de las clases bajas.

En enero de 1831, firmó el Pacto Federal con Santa Fe y Entre Ríos, una alianza político-militar clave para enfrentar a los unitarios.

Segundo Gobierno y Conflictos

Reelecto en 1832, Rosas renunció ante la oposición de la sala de representantes. Fue sucedido por Juan Ramón Balcarce, quien, con el apoyo de Rosas y los estancieros, realizó una campaña contra los indígenas. Rosas combinó conciliación y represión en su trato con los indígenas, logrando importantes victorias, aunque con un alto costo en vidas.

Durante su ausencia, Rosas mantuvo su influencia política a través de su esposa, Encarnación Ezcurra, y la Mazorca, quienes conspiraron contra los gobiernos sucesivos.

Rosas se opuso a la organización nacional, argumentando la necesidad de que cada provincia se organizara previamente y temiendo la pérdida de los ingresos aduaneros de Buenos Aires.

Durante el gobierno de Manuel Vicente Maza, se le encomendó a Facundo Quiroga una mediación entre Salta y Tucumán, pero fue asesinado, lo que desató una ola de violencia por parte de la Mazorca.

Política Económica y Relaciones Internacionales

La política económica de Rosas favoreció a Buenos Aires, que controlaba los ingresos aduaneros y podía influir en la economía de las provincias. Mantuvo buenas relaciones con los comerciantes británicos, pero tuvo conflictos con Francia, que culminaron en el bloqueo del puerto de Buenos Aires en 1838.

Los ganaderos del sur se rebelaron contra Rosas debido a la caída de los precios de la carne y el bloqueo francés. Lavalle, con apoyo francés, intentó tomar Buenos Aires, pero fracasó.

Tras el conflicto con Francia, Rosas limitó la navegación de los ríos Paraná y Uruguay, bloqueó Montevideo y apoyó a Oribe en Uruguay. Esto provocó un nuevo bloqueo, esta vez anglo-francés, en 1845. La resistencia en la Vuelta de Obligado, liderada por Mansilla, se convirtió en un símbolo de la lucha contra la intervención extranjera.

El bloqueo perjudicó tanto a extranjeros como a estancieros del Litoral, entre ellos Justo José de Urquiza. Inglaterra levantó el bloqueo en 1847 y Francia en 1848. La firmeza de Rosas le valió el reconocimiento de San Martín.

Las relaciones con Inglaterra y Francia se normalizaron en 1850. Durante este período, los grandes estancieros gozaron de ventajas impositivas y pudieron recuperarse económicamente tras los bloqueos.

Caída y Exilio

En 1851, Urquiza, gobernador de Entre Ríos, se pronunció contra Rosas y formó el «ejército grande», derrotándolo en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852.

Rosas se exilió en Inglaterra, donde vivió de la ayuda de sus amigos hasta su muerte el 14 de marzo de 1877. Asumió la responsabilidad de sus actos: «Durante el tiempo en que presidí el gobierno de Buenos Aires, encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, con la suma del poder por la ley, goberné según mi conciencia. Soy pues, el único responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como los malos, de mis errores y de mis actos.«

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