Introducción: La Crisis Demográfica, Económica y Política
Los siglos XIV y XV, conocidos como la Baja Edad Media, se caracterizan por la palabra crisis. También llamados el otoño de la Edad Media, son siglos de evolución y estancamiento, de cambio y renovación, dentro de una conciencia de crisis que los hace muy modernos. Es como si Europa se hiciera adulta, después de unos siglos de ingenuidad un poco infantil, y tomara conciencia con esa maduración de todos los problemas que conlleva tal crecimiento. Y el primer aspecto que ese problema conlleva es el económico.
La Crisis de Subsistencias
En el siglo XIV se produce un proceso que recibe el nombre de crisis de subsistencias, que rompía el precario equilibrio entre población y recursos. Hay que tener en cuenta que, como todas las sociedades precapitalistas, la del final de la Edad Media europea vivía con una gran parte de su población al límite de sus posibilidades de subsistencia; es decir, su alimentación era lo suficientemente ajustada al límite de sus posibilidades como para que cualquier problema de escasez, por malas cosechas, guerras u otras razones, los lanzara al sufrimiento del hambre. Esto ocurría en momentos como las crisis climáticas o las superpoblaciones. El proceso, que se repetirá con frecuencia en la Edad Media y Moderna, era siempre el mismo:
- Las malas condiciones climáticas arruinaban las cosechas.
- La escasez de trigo provocaba su encarecimiento y aparecía la amenaza del hambre.
- La población, debilitada por el hambre, era más propensa a contraer enfermedades y morir.
El siglo XIV conoció una profunda crisis en los reinos cristianos peninsulares, al igual que en toda Europa occidental. Ya a principios del siglo se iniciaron las hambrunas cuando las adversas condiciones meteorológicas ocasionaron varios años seguidos de malas cosechas y a mediados de siglo llegan las epidemias de peste negra, que se iniciaron en Baleares el año de 1348 y que rápidamente se extendieron tanto por el reino de Aragón como por el de Castilla. La consecuencia inmediata fue una drástica disminución de la población peninsular, al igual que en el resto de Europa, que en algunos lugares llegó a perder hasta el 40% de sus efectivos humanos.
Además de las evidentes consecuencias demográficas de la peste negra, debemos destacar otras consecuencias, como los grandes movimientos de población del campo a la ciudad, ya que esta ofrecía un mayor amparo psicológico. Por otro lado, la mayor concentración de habitantes en la ciudad propiciaba el contagio. Muchas zonas quedaron despobladas, tanto por el fallecimiento de su población como por las huidas a las ciudades. Con estos preámbulos, la crisis económica no se hizo esperar: la producción agraria disminuyó, muchas tierras quedaron sin ser cultivadas, la nobleza veía bajar sus rentas, los precios subieron y bajaron los salarios…
Conflictos Sociales y Políticos
Ligada a la mala coyuntura económica aparecen los conflictos sociales, centrados en los enfrentamientos entre señores feudales y sus vasallos, cuando los primeros ven disminuir sus rentas e intentan aumentarlas presionando por todos los medios a los campesinos que viven en sus señoríos. También las ciudades conocieron tensiones entre las oligarquías y los más pobres artesanos.
La situación de crisis generalizada tuvo sus manifestaciones en la vida cotidiana y en la cultura, con un cambio de mentalidad entre la población que ante las grandes mortandades va a reaccionar de muy distintas maneras: pesimismo generalizado, relajación de costumbres, afianzamiento de ideas materialistas, tendencia al individualismo… que abocará a este otoño de la Edad Media hacia el mundo del Renacimiento.
La crisis demográfica y económica se vio acompañada de conflictos políticos. Podemos decir que la política en esta época es paradójica. Por un lado, se produce en la Baja Edad Media el proceso de fortalecimiento del poder real, que conduciría a las monarquías absolutas de la Edad Moderna. Pero este camino tuvo dificultades y resistencias, en especial por parte de la nobleza y el clero, cuyos intereses por detentar el máximo poder en sus señoríos (y fuera de ellos) chocaba con las pretensiones autoritarias y centralizadoras de los monarcas. El panorama de crisis general durante la Baja Edad Media se completa así en la península con una sucesión de guerras civiles.
- En la corona de Castilla asistimos al cambio de dinastía tras la guerra civil entre Pedro I y su hermano bastardo Enrique de Trastámara (1366-1369) y de nuevo otro conflicto civil por el trono tras la muerte de Enrique IV entre su hija Juana “la Beltraneja” y su hermana Isabel (1474-79).
- En el reino de Navarra entre 1451 y 1461 con la lucha tras la muerte de la reina doña Blanca entre su esposo, el futuro Juan II, y su hijo Carlos, príncipe de Viana. La contienda finalizó con la muerte en extrañas circunstancias del príncipe Carlos. Tras la muerte de Juan II la corona Navarra volvió a independizarse, cayendo la corona en manos de una hija de Juan II.
- En Aragón la guerra civil se extendió entre 1462 y 1472 y tuvo su origen en el conflicto navarro con el apoyo al Príncipe de Viana de las clases dirigentes de Cataluña. La guerra civil catalana es el resultado final de una suma de conflictos que se arrastraban desde mucho tiempo atrás. El conflicto enfrentó a Juan II (de fuerte carácter y convicciones absolutistas), con el apoyo de los payeses de la remensa que se enfrentaban a los señores feudales, contra la oligarquía catalana. El resultado final fue la ruina de Cataluña y la capitulación de Barcelona; con la firma de las Capitulación de Pedralves el rey adoptó una posición conciliadora con los vencidos.
A principios del siglo XV ya se aprecian signos de recuperación demográfica y económica, aunque de distinta intensidad en cada reino, apareciendo con mayor rapidez en Castilla y Valencia, y siendo algo más tardía en Cataluña. Resulta complicada la generalización ya que cada reino siguió una dinámica diferente.
El Reino de Castilla. Organización Política e Instituciones en la Baja Edad Media
Evolución Política
Los problemas políticos se habían iniciado ya en el siglo XIII, al suceder a Fernando III su hijo Alfonso X. Este gran monarca acumuló una serie de errores de gobierno que hizo del final de su reinado una época turbulenta, en la que el rey perdió el dominio efectivo del reino, que pasó a sus hijos.
Los dos primeros monarcas del siglo XIV, Fernando IV y Alfonso XI, tuvieron en el comienzo de sus reinados una fase de minoría de edad en las que el poder real sucumbió ante las pretensiones políticas y económicas de la Alta Nobleza. Fue la regente Doña María de Molina (viuda del rey Sancho IV, madre y abuela respectivamente de los dos soberanos) quien logró mantener unido el reino ante las presiones de la nobleza y de los reinos vecinos de Aragón y Portugal.
Alfonso XI asumió las funciones regias tras la muerte de su abuela (1321) con sólo 14 años de edad. Su reinado se extiende hasta 1350 y, contando con la ayuda eficaz del Cardenal Gil de Albornoz y una serie de letrados salidos de las universidades castellanas, consiguió reforzar el autoritarismo regio (Ordenamiento de Alcalá de 1348) imponiéndose a la alta nobleza. A pesar de la rebeldía de la nobleza supo mantenerla a raya, quizá por saber encontrar en las campañas contra los musulmanes la válvula de escape. En efecto, durante su reinado se produce la batalla del Salado (1340) que termina con cualquier intento por parte de los marroquíes benimerines de establecerse en este lado del Estrecho.
A Alfonso XI le sucedió su hijo Pedro I el Cruel (1350-1369), que al igual que su padre estaba firmemente decidido a fortalecer la autoridad monárquica, por lo que gobernó con el apoyo financiero de los judíos y el asesoramiento de legistas, y se desentendió tanto de la alta nobleza como de las Cortes (a las que sólo convocó una vez). Esta actitud propició la organización de una fuerte oposición de la nobleza en torno a los hijos bastardos de Alfonso XI. Uno de ellos, Enrique de Trastámara, encabezó la rebelión contra Pedro I, con el objeto de suplantarle en el trono. En un principio Pedro I logró imponer su autoridad con el apoyo de las ciudades, pero la represión llevada a cabo reavivó la guerra civil con el apoyo de la alta nobleza y alto clero al pretendiente. Esta guerra la podemos considerar como un capítulo de la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, pues mientras la primera apoyó al pretendiente, la segunda lo hizo a Pedro I. Finalmente, el rey fue asesinado personalmente por su hermanastro, entronizándose a Enrique II de Trastámara.
La coronación de Enrique II (1369-1379) supuso, además de la implantación de los Trastámara como nueva dinastía real, el reconocimiento de las demandas nobiliarias. A este rey se le conoce como el de las mercedes por las grandes concesiones que realizó a la nobleza feudal que le había apoyado.
El fortalecimiento de la monarquía de los Trastámara dependió en gran parte de la reforma de la Hacienda Real, que le permitía la percepción de unos impuestos ordinarios regulares y, por tanto, una autonomía financiera inexistente en otras monarquías europeas del momento.
La fuerza de los nobles siguió creciendo, incurriendo en constantes abusos de poder en sus dominios e intromisiones en los asuntos políticos, lo cual derivó en constantes enfrentamientos con la monarquía a lo largo del siglo XV:
- Durante el reinado de Juan II (1406-1454) la defensa de la autoridad real corrió a cargo de don Álvaro de Luna, favorito o valido del rey, en quien había delegado las tareas de gobierno. La poderosa nobleza consiguió que se procesara y ejecutara al favorito real en 1453.
- Con Enrique IV (1454-1474) las tensiones entre monarquía y nobleza se acrecentaron, teniendo de nuevo como detonante la influencia de un favorito del rey, Beltrán de la Cueva. La nobleza se levantó declarando ilegítima a la hija del rey, Juana la Beltraneja. Se llegó a la máxima expresión de irreverencia hacia la monarquía en la ceremonia burlesca conocida como Farsa de Ávila (1465), en la que varios miembros de la alta nobleza humillaron y destronaron al rey en efigie.
Organización Política e Instituciones
En Castilla, como acabamos de ver, las tensiones políticas fueron constantes, pugnando los reyes por arrebatar la independencia y poder efectivo que tenían los nobles dentro de sus señoríos. En este enfrentamiento la monarquía se…