Después de la caída de las dictaduras de Grecia y España en los años 70, y de los comunismos soviéticos en 1989, y las posteriores desapariciones de la URSS y de Yugoslavia, ambas en 1991, el triunfo de la democracia en toda Europa parecía evidente. A esto se suma el hecho de que en los años 80 se había restaurado la democracia en muchos países de América Latina, o en la segunda mitad del siglo 20 había sido un período de dictaduras, y lo mismo ocurrió en los años 90 en países africanos como Sudáfrica, Etiopía o el Congo.
Desde el punto de vista económico, el crecimiento establecido y sostenido del mundo desarrollado durante los últimos 25 años ha sido incuestionable. Occidente era un mundo global e industrializado, cuyo progreso se basaba en las tecnologías de la información y comunicación. Durante la segunda mitad del siglo 20, Europa había puesto en marcha un proceso de integración política que parecía haber culminado con éxito con la creación de la Unión Europea en 1992, la firma del Tratado de Maastricht (el que da lugar a la UE), la creación de una moneda única, y de una serie de instituciones europeas (Banco Central Europeo, Parlamento, etc.). Con 24 países, 480000 habitantes y un PIB superior a 17 billones, la UE era en 2004 la primera potencia comercial del mundo.
Exceptuando el caso de Italia, los partidos comunistas europeos dejaron de tener importancia después de 1989. Los partidos socialistas pasaron a ser partidos moderados de centro izquierda que asumieron las tesis de lo que se llama “nuevo laborismo” enunciadas por el sociólogo A. Giddens:
- Evitar las nacionalizaciones y las inversiones públicas deficientes
- Liberalización progresiva de la economía
- Conversión de la doctrina socialista en un conjunto de valores morales.
Las dos repúblicas se unificaron el 3 de octubre de 1990 en una operación diseñada con éxito por el canciller H. Kohl, que dos meses después ganó las primeras elecciones celebradas en toda Alemania desde 1932. La ARRA (antigua Alemania) se disolvió en una serie de estados que pasaron a formar parte de la nueva Alemania Federal (la actual) con capital Berlín.
En Europa del este, los procesos de transición a la democracia de los antiguos partidos comunistas se completaron en poco tiempo y con un éxito relativo. Dos personalidades que habían simbolizado la resistencia cívica y democrática al comunismo, el escritor checo V. Havel, y el ex obrero polaco Lech Walesa, fueron elegidos como presidentes de Checoslovaquia (1989) y de Polonia (1990).
Polonia, Hungría, República Checa, Eslovaquia (Checoslovaquia se separa en el 92), Eslovenia, Letonia, Lituania y Estonia, se incorporaron a la Unión Europea en 2004. Desde el punto de vista de la política internacional, el final de la Guerra Fría suponía la aparición de un nuevo orden en el cual se suponía que iba a jugar un papel determinante la ONU. En enero de 1991, y como respuesta a la ocupación de Kuwait por parte del régimen de Iraq de Saddam Hussein, 7000000 soldados procedentes de 28 países diferentes, encabezados y liberados por EEUU, liberaron Kuwait. Ese mismo año (91), israelíes y árabes participaron en una conferencia internacional sobre oriente medio en Madrid, y dos años después (93) firmaron un acuerdo de paz en Oslo, que tenía como objetivo garantizar la paz de Israel y reconocer la autoridad Palestina de Gaza y Cisjordania, gobernada por la Autoridad Nacional Palestina como paso previo a la creación de un nuevo estado llamado Palestina. A pesar de todos estos avances, el nacionalismo reapareció en algunos países europeos como un factor desestabilizador de la democracia, provocando conflictos tan breves como el que tuvo lugar en 1992 en la antigua Yugoslavia, donde se inició una larga guerra entre etnias de los antiguos estados que ya eran países independientes, que solamente terminaría con la intervención militar de la ONU en 1995 primero, y en 1997. hubieron conflictos étnicos y nacionalistas en diferentes países de la antigua URSS, y también en la región de Kurdistán. En Palestina también hubieron conflictos y por supuesto en muchos países africanos. Por otra parte, en el seno de Europa y del mundo occidental se puso de manifiesto una contradicción: occidente era una sociedad abierta, plural y diversa, en la que precisamente por esa apertura dejaron de existir las verdades absolutas. El conocimiento se fragmentó en estos 25 años, las humanidades entraron en crisis, y la publicidad y el consumo se impusieron como formas de vida basadas en la banalidad y lo efímero. La propia Unión Europea, UE, era una construcción en parte artificial porque carecía de una política exterior y por tanto resultaba inoperante a la hora de afrontar los problemas surgidos en el seno de su propia entidad. En los años 90 y década del 2000, partidos xenófobos de ultraderecha han adquirido un creciente soporte electoral, en países como Francia, Austria, Holanda y Noruega. El rechazo de Francia y Holanda a la constitución europea en 2005 era la muestra más evidente de la crisis por la cual atravesaba el proyecto común europeo. La aparición del fundamentalismo islámico como amenaza a la seguridad de Estados Unidos, también se convirtió en un factor clave de la proliferación de atentados terroristas, el más impactante de los cuales fue evidentemente las Torres Gemelas. El subdesarrollo y la miseria eran y son la realidad para un tercio de la población mundial que no participa de este progreso de la democracia.