La Constitución de 1845
De carácter moderado, se diferencia de la de 1837 en una serie de aspectos esenciales:
- Soberanía compartida del Rey y las Cortes. Esto se concreta en un poder legislativo compartido por ambas instituciones y en una clara preeminencia de la Corona en el proceso político.
- Confesionalidad del Estado: “La religión de la nación española es la religión católica”.
- Recorte de los derechos individuales, especialmente la libertad de expresión.
El Bienio Progresista (1854-1856)
El poder cada vez más dictatorial de Narváez propició un creciente descontento que culminó en un pronunciamiento de complejo desarrollo. Iniciado por el general O’Donnell en Vicálvaro, el golpe militar se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente, el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero.
La otra gran figura del gobierno, el general O’Donnell, creó un nuevo partido, la Unión Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas, aunque gobernó junto a estos en el inicio del bienio.
Durante este corto período destacaron las siguientes medidas:
- Desamortización general de Madoz en 1855: que culminó el proceso desamortizador, con los bienes de los municipios.
- Nuevas Cortes Constituyentes: iniciaron la elaboración de una nueva constitución más progresista que no llegó a aplicarse.
- Ley de Ferrocarriles de 1855: se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica del país.
La «Revolución Gloriosa» a la I República
Las prácticas dictatoriales de Narváez y González Bravo en los últimos gobiernos moderados extendieron la impopularidad del régimen moderado y de la reina Isabel II, que siempre les había apoyado. La crisis económica iniciada en 1866 acrecentó el descontento de la población. Finalmente, la muerte de Narváez en la primavera de 1868 descabezó al partido que había detentado durante tantos años el poder en España.
La muerte de O’Donnell en 1867 propició el acercamiento de la Unión Liberal, ahora encabezada por el general Serrano, a los progresistas con el propósito cada vez más definido de poner fin al reinado de Isabel de Borbón. Los progresistas, dirigidos por el general Prim, y los demócratas, partidarios del sufragio universal, habían firmado en 1866 el llamado Pacto de Ostende por el que se comprometían en el objetivo de derrocar a Isabel II. Finalmente, la sublevación estalló en septiembre de 1868. Iniciada por el unionista almirante Topete en Cádiz, al pronunciamiento militar se le unieron rápidamente sublevaciones populares en diversas zonas del país. Isabel II huyó a Francia. La que los progresistas vinieron a denominar «Revolución Gloriosa» había triunfado con gran facilidad en el país.
La Primera República
La República fue proclamada por unas Cortes en las que no había una mayoría de republicanos. Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la oposición de los grupos sociales e instituciones más poderosos del país. La alta burguesía y los terratenientes, los altos mandos del ejército, la jerarquía eclesiástica eran contrarios al nuevo régimen.
Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras que las clases trabajadoras optaron por dar su apoyo al incipiente movimiento obrero anarquista. La debilidad del régimen republicano provocó una enorme inestabilidad política. Cuatro presidentes de la República se sucedieron en el breve lapso de un año: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.
En este contexto de inestabilidad, los gobiernos republicanos emprendieron una serie de reformas bastante radicales que, en algunos casos, se volvieron contra el propio régimen republicano. Estas fueron las principales medidas adoptadas:
- Supresión del impuesto de consumos: La abolición de este impuesto indirecto, reclamada por las clases más populares, agravó el déficit de Hacienda.
- Eliminación de las quintas: De nuevo, una medida popular propició el debilitamiento del estado republicano frente a la insurrección carlista.
- Reducción de la edad de voto a los 21 años.
- Separación de la Iglesia y el Estado: Este dejó de subvencionar a la Iglesia.
- Reglamentación del trabajo infantil: Prohibición de emplear a niños de menos de diez años en fábricas y minas.
- Abolición de la esclavitud en Cuba y Puerto Rico.
- Proyecto constitucional para instaurar una República federal.