La Constitución republicana de 1931
La Constitución republicana de 1931 fue el resultado de un compromiso entre socialistas y republicanos de izquierdas para establecer una república democrática y no confesional. Se definía a España como una república democrática y de trabajadores de toda clase que se organizan en régimen de libertad y justicia. La declaración de libertades y derechos ciudadanos era muy amplia: derecho al voto de las mujeres; el establecimiento del matrimonio civil y el divorcio; y el derecho a una educación primaria obligatoria, laica y gratuita. El Estado era único, pero admitía posibles autonomías regionales. Se reconoce la propiedad privada de los medios de producción, pero subordinaba a los intereses generales de la economía nacional. Se establecía una radical separación de poderes. Las Cortes adquirían un gran poder, tanto legislativo como de control sobre el gobierno, y constaban de una sola cámara elegida por sufragio universal, que incluía por primera vez a las mujeres. El gobierno era responsable ante las Cortes, que podían retirarle su confianza en cualquier momento. El Poder Judicial descansaba sobre la independencia profesional de los tribunales.
El Estado laico y la Revolución de 1934
El Estado era laico, pero se reconocía la libertad de conciencia y la práctica de cualquier religión. La enseñanza y la cultura aparecían como funciones primordiales del Estado. El detonante de la Revolución fue la formación, en 1934, de un nuevo gobierno, más de derechas aún, por la entrada de tres ministros de la CEDA. Los republicanos de izquierdas consideraron la entrada de la CEDA en el gobierno como una traición a la República y el anuncio del triunfo inminente del fascismo. La izquierda obrera (PSOE, PCE, UGT y CNT) convocó la huelga general nacional, pero esta solo adquirió importancia en Barcelona y Asturias. El único lugar en que triunfó la insurrección fue Asturias, donde se había firmado un pacto de alianza regional (la Alianza Obrera entre socialistas, anarquistas y comunistas), con el fin de socializar los medios de producción en un movimiento revolucionario conjunto. Los obreros consiguieron ocupar por las armas toda Asturias y proclamaron la Revolución Socialista de los Consejos Obreros. El gobierno reaccionó enviando tropas procedentes de Marruecos al mando del general Franco para sofocar la rebelión.
La represión y el fin de la guerra
La represión posterior se caracterizó no solo por su dureza, sino también por su arbitrariedad. El balance de la Revolución de Octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos muertos, el doble de heridos, y treinta mil detenidos, entre ellos Manuel Azaña (que no había apoyado el levantamiento), Lluís Companys (President de la Generalitat, quedando suspendida la autonomía catalana) y los principales dirigentes del PSOE como Indalecio Prieto o Francisco Largo Caballero.
La Guerra Civil Española
En la Guerra Civil la crueldad fue norma común en los territorios controlados por ambos bandos. Los militares sublevados, cuando conquistaban un pueblo o ciudad, eliminaban sistemáticamente a miembros y simpatizantes de partidos y sindicatos de izquierdas, pero entre sus víctimas también hubo un numeroso contingente de maestros e intelectuales. En la zona republicana, en especial en los primeros meses de la guerra, también fueron frecuentes las ejecuciones aplicadas a cualquiera que resultara sospechoso de ayudar o simpatizar con los sublevados para los cual a menudo bastaba con tener opiniones conservadoras, ser sacerdote o religioso. No obstante, el número de ejecuciones en esta zona fue sensiblemente inferior al del bando sublevado y fueron, en la mayoría de los casos, al margen del Estado. Puntos negros destacados de una siniestra geografía de muerte fueron Badajoz y Paracuellos del Jarama. En definitiva, la dinámica de la guerra provocó excesos y crueldad en ambos bandos. En la España de la posguerra no hubo reconciliación y la represión se continuó aplicando por el régimen franquista una vez acabada la guerra: personas fusiladas, encarceladas, trabajadores de la Administración Pública separados de sus cargos o sancionados de alguna forma. Medio millón de españoles se vieron obligados a tomar el camino del exilio huyendo de la represión franquista, la mayoría con destino a Francia, México y Argentina, muchos de ellos para no regresar jamás. Desde el punto de vista económico, la destrucción fue muy intensa en el sector de las comunicaciones. Unas 500.000 viviendas quedaron parcial o totalmente destruidas. La producción industrial descendió un tercio por la falta de materias primas y energía, y la agrícola una cuarta parte debido a la marcha de los hombres al frente. La cabaña ganadera se redujo entre un tercio y la mitad. Se considera que la guerra costó entre el 25 y el 30% de la renta nacional de 1935.
Fases de la Guerra Civil Española
- Batalla de Madrid (julio 1936 – marzo 1937). El principal objetivo de los militares sublevados era una rápida conquista de Madrid que les permitiese consolidar la sublevación, pero el avance se detuvo en el Guadarrama y, por deseo del Generalísimo Franco, en el Alcázar de Toledo.
- La caída del norte (abril – octubre de 1937). El fracaso de la toma de Madrid hizo que el ejército sublevado se dirigiese contra el norte industrial y minero bajo el dominio republicano.
- De la ofensiva sobre Teruel a la batalla del Ebro (diciembre de 1937 – noviembre de 1938). La ofensiva sobre Teruel solo fue una maniobra del gobierno republicano para distraer al enemigo. Franco optó por una ofensiva general en el frente de Aragón que supondrá la Batalla del Ebro, la más sangrienta de las batallas de la guerra con casi 100.000 muertos. Fue el principio del fin de los republicanos.
- El fin de la guerra (diciembre 1938 – abril 39). A fines de 1938 se produjo la ofensiva franquista sobre Cataluña, que supuso el golpe decisivo para la república. A finales de marzo, los ejércitos franquistas reanudaron su ofensiva y entraron en Madrid, ocupando posteriormente el resto de España.