La Construcción del Estado Liberal en España (1833-1874)
Organización Política: Monarquía, Constitucionalismo y Partidos Políticos
El reinado de Isabel II (1833-1868) supuso la consolidación del sistema liberal (monarquía parlamentaria, constituciones y partidos políticos), a pesar de los obstáculos puestos por los elementos retardatarios del país.
La Primera Guerra Carlista (1833-1839)
El inicio del reinado provocó el estallido de la I Guerra Carlista (1833-1839). Los partidarios del antiguo Régimen, basándose en la Ley Sálica, iniciaron una guerra civil contra Isabel II y su regente María Cristina.
Este fue un conflicto dinástico, en un contexto de problemas económico-sociales de adaptación de los campesinos y artesanos al capitalismo; y que, por otra parte, sacaba a la luz de forma violenta las diferencias ideológicas de la época.
Los carlistas eran los partidarios del Infante Carlos Mª Isidro, hermano de Fernando VII, que englobaban diferentes ideologías e intereses: absolutistas, defensores del Antiguo Régimen, ultracatólicos (apostólicos), defensores de los fueros medievales, pequeños y medianos mayorazgos, generalmente de origen rural, medianos y pequeños propietarios agrarios temerosos de los cambios económicos y sociales que podían traer el triunfo de las ideas liberales. El clero apoyó casi en su totalidad a esta ideología. Aunque los levantamientos carlistas se produjeron por toda la península, las zonas donde más influencia tuvieron fueron en el norte y este del país (País Vasco, Navarra, norte de Aragón, Cataluña, el Maestrazgo). Sus militares más importantes fueron: Zumalacárregui, Cabrera y Maroto. D. Carlos era el rey para los carlistas con el nombre de Carlos V.
Por el contrario, los elementos liberales que buscaban cambios políticos (Constitución), económicos (capitalismo) y sociales (desaparición de los estamentos) apoyaron a la niña-reina viendo en ello la posibilidad de modernizar el país. Los liberales estuvieron integrados por los grupos sociales de la burguesía urbana (muy escasa y sin gran poder en España), funcionarios y parte del ejército. A ellos se les denominó isabelinos o cristinos. Los principales militares fueron: los generales Espartero, Narváez y O’Donnell.
Durante la I Guerra Carlista (1833-39) hay que destacar el intento de toma de Bilbao por parte de Zumalacárregui que murió allí (1835) y las victorias militares de Espartero en el norte. Terminó con la derrota carlista y la “paz “ o Convenio de Vergara ( El abrazo de Vergara) (1839).
Las consecuencias de esta guerra fueron importantes. Por una parte, como todas las guerras supuso un descalabro humano y económico que recrudecían la mala situación del país. Por otra, supuso la victoria política de los liberales y su entrada en el gobierno.
Los Partidos Políticos
Las bases políticas del estado liberal fueron: los “partidos políticos”, la Corona y los militares. Por lo que respecta a los “partidos políticos”, constituyen una novedad del periodo; sin embargo, no hay que verlos en un sentido moderno ya que estos partidos estaban formados por minorías de la élite social y se encontraban desvinculados de la sociedad.
Los partidos políticos liberales defendían la división de poderes, la existencia de un sistema representativo basado en la soberanía nacional y la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos. Todo esto estaba plasmado en una constitución. Defendían el sistema económico del capitalismo basado en la libertad de la iniciativa económica y que todo estuviese presidido por la ley de la oferta y de la demanda, es decir, el capitalismo.
Esta es una ideología de la burguesía que va a ser asumida por parte de la antigua nobleza terrateniente.
A partir de 1834, con el Estatuto Real, se produjo la primera escisión entre los liberales en moderados y progresistas.
Liberales moderados eran partidarios de un poder central fuerte y de una presencia efectiva del poder del rey: una soberanía compartida entre el rey y las Cortes (iniciativa legislativa), veto real, suspensión de las Cortes, Congreso elegido por un sistema censitario minoritario, Senado elegido por el rey, municipios gobernados por alcaldes designados por el gobierno, proteccionismo económico. Socialmente eran apoyados por la antigua nobleza, terratenientes, grandes industriales periféricos, alto clero y militares.
Algunos políticos importantes de esta tendencia son Cea Bermúdez, Martínez de la Rosa (que formaron los primeros gobiernos de Isabel II), Istúriz, Alcalá Galiano, Narváez (el más importante) y González Bravo.
Liberales progresistas eran partidarios de un sistema representativo puro: soberanía nacional en las Cortes, legislatura periódica, Congreso y Senado elegidos por un sistema censitario más amplio, municipios dirigidos por cargos electos, librecambismo económico. Socialmente eran apoyados por burgueses de profesiones liberales y clases medias urbanas. Algunos políticos importantes serán Mendizábal, Espartero Olózaga.
En 1849 se produjo una escisión dentro de los liberales progresistas que dio lugar al partido demócrata, que reivindicaba entre otras cosas el pleno reconocimiento de los derechos ciudadanos y las libertades individuales así como el sufragio universal. A partir de 1856 algunos elementos radicalizaron sus planteamientos y dieron lugar al partido republicano. Estos partidos aglutinaron a intelectuales, a algunos militares descontentos y al incipiente movimiento obrero y campesino.
Otro partido liberal fue la Unión Liberal, creada en 1856, pretendía ser un “partido de centro” pues recogía los elementos más moderados de los progresistas y los más progresistas de los moderados.
Fuera de lo que son los partidos liberales se situaba el partido carlista, contrarrevolucionario y partidario de una vuelta al absolutismo. Su base social la componían campesinos y el clero de la zona norte.
La Corona y los Militares
Por su parte la Corona lejos de actuar como árbitro, participó en política apoyando a los moderados.
Los militares, fuertes ante un poder político débil, influyeron en la política a través de pronunciamientos, hasta el punto de que los cambios de gobierno no se efectuaban por decisiones electorales sino por pronunciamientos y golpes de estado (Espartero, Narváez, O´Donnell).
En este contexto, la mayor parte de la población estaba excluida de la política.