Gobiernos hasta la Crisis de 1917
Tras la muerte de Sagasta en 1903, las disputas por el poder dentro del Partido Liberal permitieron al Rey elegir un jefe de gobierno. La elección recayó en Canalejas, quien intentó implementar un programa regeneracionista para ganarse el apoyo de la clase obrera, favoreciendo convenios salariales, legislando seguros obreros y compensaciones por accidentes.
Los gobiernos posteriores, liderados por Romanones (liberales) y Dato (conservadores), fueron objeto de ataques por parte de periodistas e intelectuales. En 1913, el bipartidismo se desmorona, y la triple crisis de 1917 (Juntas de Defensa, Asamblea de Parlamentarios y Huelga General) pone fin a la pacificación ideológica de la Constitución de 1876. La dictadura de Primo de Rivera acabaría definitivamente con la estabilidad monárquica.
La Crisis de 1917
Neutralidad en la Gran Guerra
A pesar de que Dato declaró la neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial, esta decisión dividió a la sociedad y a la clase política entre los partidarios de la Alianza y la Entente. La neutralidad trajo beneficios económicos, ya que las potencias en guerra necesitaban suministros. Sin embargo, esta etapa expansiva se desaprovechó al no invertirse en la modernización de infraestructuras, aumentando la desigualdad social entre los beneficiados por las exportaciones y los perjudicados por el alza de precios.
Revolución Militar
El ejército se había convertido en una inmensa burocracia, más preocupada por la promoción interna que por su función militar, lo que incrementó el militarismo en la sociedad. La guerra de Marruecos aceleró los ascensos, creando dos facciones: africanistas y peninsulares. En 1916, los oficiales de infantería y caballería crearon las Juntas de Defensa, que, además de reivindicaciones profesionales, presionaron al gobierno para exigir reformas políticas. Ante la presión sobre Alfonso XIII, Dato dimitió, y el nuevo gobierno, temiendo un golpe de estado, reconoció a las Juntas y aceptó sus peticiones.
Revolución Política
La nueva actitud de las Juntas inspiró a los sectores políticos regionalistas y de izquierda a exigir una reforma constitucional. Ante la negativa del gobierno de Dato a convocar las Cortes, se celebró una Asamblea de Parlamentarios en Madrid, que solicitó la formación de unas Cortes Constituyentes para una reforma política radical. La solución propuesta fueron los gobiernos de concentración, integrando a los principales partidos políticos. Esto inició el desgaste político y la descomposición del régimen entre 1918 y 1923.
Revolución Social
Tras las acciones de las Juntas de Defensa y el Manifiesto de la Asamblea de Parlamentarios, la represión de la huelga de ferroviarios valencianos en julio provocó la convocatoria de una Huelga General por UGT, PSOE y CNT. La huelga se extendió por toda España, aunque sin la participación del campesinado andaluz. Los enfrentamientos entre el Ejército y los huelguistas llevaron a la declaración del Estado de Guerra, resultando en la muerte de decenas de obreros y una fuerte represión posterior, con miles de detenidos y la condena a cadena perpetua del Comité Directivo de la Huelga. Asustada, la Asamblea de Parlamentarios dio marcha atrás.
El Camino a la Dictadura
La huelga de 1917 y sus consecuencias desencadenaron una crisis política. Entre 1917 y 1923 hubo trece cambios de gobierno. La participación de los nacionalistas (la Lliga de Cambó) en los gobiernos de concentración buscaba la estabilidad. Sin embargo, los militares seguían interviniendo en política, alterando las instituciones civiles y apoyando la intervención de la Corona. Finalmente, la dictadura de Primo de Rivera puso fin a la trayectoria de la monarquía.
A la crisis política se sumó el agravamiento de la conflictividad social. El fracaso de la huelga general de 1917 no redujo la popularidad de los sindicatos, sino que la aumentó. La CNT intensificó la lucha sindical, mientras los patronos fortalecían sus asociaciones. Entre 1919 y 1922 se sucedieron los enfrentamientos entre patronos y obreros (Trienio Bolchevique) en Andalucía, Asturias y el País Vasco.